Crítica literaria por Julia Sáez-Angulo

Ediición nº 15 - Abril/Junio de 2011


“En casa de los Weil. André y Simone”
Sylvie Weil; Traducción de Alberto Sucasas
Editorial Trotta ; Madrid, 2011 (154 pags)


“En casa de los Weil. André y Simone”, un libro sobre dos genios

Julia Sáez-Angulo


La familia marca con frecuencia de manera indeleble. Este fue el caso de la familia de Silvie Weil, hija del eminente matemático André Weil (1906 – 1998) y sobrina de la inquieta sindicalista revolucionaria simona Weil (1909- 1943) a la que se parecía como dos gotas de agua. Dos genios nada fáciles de comprender y menos aún de convivir con ellos, pero la autora lo cuenta con humor y distancia en este delicioso libro que se devora.

Silvie Weil nació en los Estados Unidos y se educó en París y ha sido profesora de literatura francesa en diversas universidades americanas ha escritos varias novelas, narraciones infantiles o juveniles y una obra de teatro. Entre sus títulos “My guardien angel” ; la colección de cuentos "A Nueva York, il n'ya pas de tremblements de terre" (´No hay terremotos en Nueva York '); las novelas " Le jardin de Dima " y " Les Vendanges de Rachi .

Con motivo de la publicación de su libro “En casa de los Weil. André y Simone”, la autora ha declarado:

“Quisiera ante todo expresar lo feliz y lo orgullosa que me siento de que mi libro se publique en la prestigiosa Editorial Trotta, que ha dado al público de lengua española muchas de las obras de mi tía, Simone Weil.

Este libro, En casa de los Weil. André y Simone, lo llevo en mí desde hace tiempo. Ser la hija de André Weil, matemático genial y fundador del grupo Bourbaki, es sin duda interesante; pero ser la sobrina de Simone Weil, igualmente genial y a la que algunos tuvieron por santa, ¡eso ya es todo un destino!

El destino se hallaba, sin ir más lejos, en el parecido. Permítanme que me cite a mí misma: «El genio era bicéfalo. Mi padre tenía un doble, un doble femenino, un doble muerto, un doble fantasma. Porque, sí, además de ser una santa, mi tía era un doble de mi padre a quien se parecía como una gemela. Un doble aterrador para mí, por parecerme tanto a él. Me parecía al doble de mi padre».

Me enteré de quién era esa tía tan extraordinaria a la edad de seis años. Yo estaba orgullosa de saber leer y leía todo lo que caía en mis manos. Incluido el periódico. Así es como supe quién era esa tía cuyas fotografías me eran de sobra conocidas; y así es como supe también que éramos una familia judía. Mis padres no me lo habían dicho. Eran los años justo después de la Segunda Guerra Mundial, y de esas cosas no se hablaba.

Notas de manera cómica

Hace mucho tiempo que escribo novelas, relatos, pero no quería escribir sobre Simone, en todo caso no directamente. ¡Hasta le hice prometer a mi primer editor, Flammarion, que nunca mencionaría que yo era su sobrina! Pero era un secreto a voces, pues todo el mundo lo sabía.

No obstante, desde hacía algunos años, había yo abierto un dossier titulado «sobrina de». Ahí tomaba notas, más bien de manera cómica, relativas a mis experiencias de «reliquia», de «tibia de la santa», y acerca de los desconocidos que se precipitaban sobre mí gritando: «¡Es increíble lo que se parece usted a ella!». Querían abrazarme, tocarme, «¡en nombre de Simone!».

Mi tía adquirió así una importancia desmesurada en mi vida. Además, ella me había elegido para que la reemplazara junto a sus padres cuando les escribió ocho días antes de morir: «Tenéis otra fuente de consuelo». Yo era la fuente de consuelo.

Un día no tuve más remedio que reconocer hasta qué punto estaba yo definida por ese vínculo.

No quería escribir una biografía familiar. No quería ni describir la corta existencia de mi tía ni volver sobre la carrera de mi padre. Quería pasar un tiempo con los Weil, sin enternecimiento, por otra parte, pero también sin rencor; con el deseo, más bien, de divertirme. Era un ejercicio de admiración, pero también era un exorcismo. Iba a imaginármelos, según todo lo que sabía de ellos y todo lo que había rodeado mi infancia; me retrotraería a épocas en las que aún no había nacido; daría una carne a seres que habían sido transformados en personajes abstractos: una filósofa mística, un gran matemático, ¿hay algo más abstracto que esto?

Sin embargo, ellos no eran abstracciones, no habían existido en el vacío, tenían una familia… Yo quería insuflar vida a esa familia y situarla en la Historia.

Lo que quería, con toda literalidad, era hacer renacer el «lugar Weil», un lugar en el que yo tenía Lo que quería, con toda literalidad, era hacer renacer el «lugar Weil», un lugar en el que yo tenía un sitio. El libro que he escrito no podía escribirlo nadie más que yo, precisamente a causa del momento en que nací y del sitio que tenía en ese «lugar», en ese paisaje familiar: el bebé legado a sus padres por Simone Weil”.










1Q84, LIBROS 1 y 2

1Q84, LIBROS 1 y 2
Haruki Murakami
Tusquets Editores
Colección Andanzas
Ilustración: Silvia Sans
Madrid, 2011 (736 pags)


Haruki Murakami constituye un fenómeno literario por su aceptación en Occidente


Julia Sáez-Angulo



Es un escultor de culto que ha merecido ser galardonado con la Orden de las Artes y las Letras en España. Sus novelas, más de una decena, ha sido superventas en Japón, España y otros muchos países. Haruki Murakami (Kyoto. Japón, 1949) se ha convertido en un fenómeno literario, similar al del chileno Roberto Bolaño, que crece a medida que pasa el tiempo. Es hijo de dos profesores de literatura que debieron inocularle el amor a la narración.

Murakami estuvo en España en 2009 y visitó entre otros lugares Santiago de Compostela, que pasó allí una jornada de turismo y encuentro con estudiantes, con motivo del premio Acebispo Juan de San Clemente. “Escribir es una magia que comparto con vosotros”, dijo.

El título “1Q84”, -Libros 1 y 2- difícil de pronunciar, hacer referencia a la obra de Orwell, en un juego fonético en japonés, ya que la “Q” se pronuncia de igual manera que el nueve, por lo que el título equivaldría a “1984”. La editorial Tusquets ha publicado la mayor parte de la narrativa de Harukami y figura en su catálogo como un escritor estrella.

Personajes complejos y extravagantes

Los personajes de Haruki Murakami son siempre complejos, extraños, extravagantes y arrastran consigo vidas con asuntos secretos, lo que motiva una trayectoria o acción que el lector va siguiendo con perplejidad e interés. La acción por los vericuetos capta, más bien secuestra al lector, capaz de dejar el turismo en una ciudad y quedarse en el hotel a terminar el libro.

Murakami estudió en la Universidad de Waseda y regentó durante varios aos un club de jazz. Es una figura muy respetada por sus colegas, por más que él se vanaglorie de no tener amigos escritores. Los títulos de sus libros son sugerentes: “Sauce ciego, mujer dormida”, “Kafka en la orilla”, “El pájaro que da cuerda al mundo”, Tokio blues”...

Su libro “De qué hablo cuando hablo de correr”, uno de los más singulares del autor, ha sido leído con avidez por muchos atletas y corredores de footing. Murakami es avezado corredor y triatleta. Sale a practicar cada día por lo que se encuentra muy en forma a sus 63 años.

Los dos libros “1Q84” en un volumen se estructura al modo de “El clave bien temperado” del compositor Juan Sebastián Bach. Ciertamente el autor japonés enlaza las palabras en la trama y urdimbre como una sinfonía melódica.






“La edad del silencio”
Andrés Rábago; OPS
Colección: Reservoir Books. Mondadori
Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores
Barcelona, 2011 (224 pags); 28,90 Euros

Andrés Rábago- OPS, publica sus dibujos corrosivos en “La edad del silencio”

Julia Sáez-Angulo

OPS es el heterónimo de Andrés Rabago que se caracterizaba por unos dibujos críticos, cáusticos, corrosivos o mórbidos, e silencio absoluto, es decir sin palabra alguna, lo que hizo que no sufriera los rigores de la censura franquista, poco sutil ni no hay lenguaje de letras por medio.

“Creo recordar que una vez secuestraron la revista “Triunfo” que llevaba una portada mía y el director me comentó que fue la revista más cara que sacó al mercado, ha declarado Andrés Rábago (Madrid, 1947), que presentó su libro bajo el heterónimo de OPS, firma que murió en los años 80 para dar paso a El Roto, un heterónimo que sí utiliza el texto en sus dibujos o viñetas.

Andrés Rábago dice que de lo que se siente orgulloso es de su pintura, a la que todavía no se le ha prestado la atención que merece. La ha expuesto en las galerías SEM y Bat de Madrid y próximamente lo hará en Valencia.

Felipe Hernández Rábago, experto en el cómic con carácter general, hizo de maestro de ceremonias en la presentación del libro de OPS “La edad del silencio”, que contiene 275 dibujos seleccionados de un sinfín “guardados en una maleta y varias carpetas” al decir del autor. El libro abarca dos décadas de trabajo del célebre OPS.

Influencias del surrealismo y los metafísicos

“La obra cumple las funciones de ser espejo gráfico de la dictadura y de corregir malentendidos porque se vio como artista dependiente de corrientes surrealistas o metafísicas y al ver con calma su obra se observa el eslabón de la cadena de la tradición española que lo vincula al Goya de los “Disparates”, dijo Hernández cava.

Andrés Rábago-OPS se siente deudor de Dalí, Magritte, “el mejor surrealista de ideas” y De Chirico, “el mejor desde el punto de vista plástico”; también, en su última fase del expresionismo alemán, principalmente de Max Beckman. La imagen de contraportada del libro tiene una clara influencia del Grito de Munch, con su trazo negro y ondulado de la parte derecha.

El autor reconoce que OPS fue mejorando a lo largo de su desarrollo y pasó de la ingenuidad y falta de rodaje entre los 26 y 30 añ0s, a una madurez y mayor seguridad de trazo. Para Rábago, OPS y El Roto son heterónimos como pisos de una casa, a los que seguirán otros, ahora su propia pintura como Andrés Rábago.

OPS se mueve “en el terreno del interior, territorio emocional pre-consciente que actúa en lo consciente”. En los 80 al haber una prensa libre que hablaba de todo, OPS dio paso a El Roto que tenía necesidad de decir. Los dibujos de ambos se encuentran en algunas colecciones privadas y una de ellas, americana, ha prestado 30 dibujos para el libro “La edad del Silencio”. Es una pena que el Círculo de Bellas Artes no haya expuesto las obras de OPS en su sede, como ha hecho con otros autores, pero el autor está en contactos con la CAM para llevarla a cabo en una sala institucional.



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