Gerardo Diego

Ediición nº 15- Abril Junio de 2011


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Gerardo Diego, vida y obra

Gerardo Diego

Vida.-


Nació en Cendoya (Santander) el 13 de octubre de 1896. Séptimo hijo de de Manuel Diego Barquín y de Ángela Cendoya Uría, dueños de un comercio de tejidos en dicha localidad.

Cursó estudios en el Instituto General y Técnico de Santander, estudios que compaginaba con las clases de piano, instrumento del que llegó a ser un excelente intérprete. Igualmente, se interesó desde muy pronta edad por la poesía y ya a los trece años comenzó a escribir sus primeros textos poéticos., Posteriormente, curso los estudios de licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Deusto.

Se trasladó a Madrid, en 1916, para cursar los estudios de Doctorado que finalizó en 192 Obtuvo una cátedra de instituto que le llevó a ejercer tanto en Santander, Gijón Soria y Madrid, sucesivamente, y publicó su primer poemario El romancero de la novia a lo que le ayudó Juan Ramón Jiménez a quien le habría presentado el poeta León Felipe.

En estos años, había comenzado a asistir a la tertulia Ultra y también se hizo asiduo del Ateneo de Madrid, colaborando en la revista Cervantes, dirigida por Guillermo de Torre, y también en las publicaciones Grecia y Ultra. Fue en estos años cuando comenzó a relacionarse con escritores y poetas de la talla de Pedro Salinas, Rafael Sánchez Mazas y Federico García Lorca, Cansinos-Assens, Isaac del Vando-Villar, Guillermo de Torre, Alfonso Reyes y otros muchos, pero la amistad más profunda, tanto en el terreno literario como en el personal, fue con Juan Larrea.

Realizó su primer viaje a París y Normandía, invitado por Huidobro, en 1922, donde conoció a Juan Gris, Ferdinand Léger y María Blanchard y a otros muchos artistas vanguardistas importantes de la época.

En 1925 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura por su poemario Versos humanos. A partir de 1927, comenzó a publicar en las revistas Carmen y Lola, en Santander, de las que fue director, eminentemente vanguardistas

En una tertulia de café, en abril de 1926, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Melchor Fernández Almagro, y Gerardo Diego decidieron celebrar el Centenario de Góngora y en reuniones posteriores diseñaron el plan de ediciones, que dió lugar a la llamada Generación del 27.

Recopiló la importante antología Poesía española contemporánea (1915-1932) que reunía a los más importantes poetas de la llamada Generación del 27, a la que está adscrito. En estos años comenzó a ejercer como crítico musical en distintos diarios españoles y, además, en una faceta poco conocida de este gran poeta, también ejerció como crítico taurino en diversas publicaciones.

Contrajo matrimonio en 1934, y la Guerra Civil le sorprende estando de vacaciones en Francia, donde permanece hasta finalizada la contienda, ya que volvió a Madrid, a ejercer como catedrático en el Instituto Beatriz Galindo de esta ciudad, donde permaneció hasta la fecha de su jubilación, en 1966.

Dio conferencias e impartió cursos por todo el mundo y, fue elegido para la Real Academia de la Lengua, por unanimidad en 1947.

Obtuvo un segundo Premio Nacional de Literatura en 1956 y, en 1979, se le concedió el Premio Cervantes.
Falleció en Madrid, el 8 de julio de 1987, y sus restos reposan en el cementerio de Pozuelo de Alarcón.


Obra.-

La poesía de Gerardo Diego, se podría definir por estar dotada de una rica variedad y se puede dividir en dos corrientes o tendencias distintas: una, la tradicional, y otra que busca los caminos de expresión dentro de un evidente y marcado vanguardismo. Él mismo afirmaba estas dos tendencias que subyacen en su obra poética, diciendo textualmente: “Yo no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo; de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el capricho de volver a hacérmela —nueva— para mi uso personal e intransferible”.

Sin embargo, y a pesar de esta dicotomía de estilos poéticos, su obra no está dividida formal y conceptualmente de forma irreconciliable, sino que posee la unidad que le confiere el hecho íntimo de ser la expresión de un poeta, en plena y absoluta libertad, que le permite crear una obra que ofrece una doble y rica variedad formal que no deja, por ello, de ser la misma voz quien subyace debajo de cada una de ellas en dos idiomas, en sentido figurado, que se expresa. Por eso mismo, su deseo de experimentación lo hace incluso en sonetos de corte tradicional en métrica y ritmo, buscando así un deseo de innovación de lo clásico, sin perder, por ello, su propia naturaleza.

Su obra, por tanto, se puede dividir en poesía “de creación” y “de “expresión”. En cuanto a esta última tendencia que se observa en su obra poética, se pueden indicar como obras destacadas Versos humanos (1925) que le consagró ante la crítica y que, como ya se ha dicho, le fue premiado con el Premio Nacional de Literatura, y Nocturnos de Chopin (1963), siendo ésta última una obra en la que está de manifiesto, como en gran parte de su producción poética, la influencia simbolista y a la manifestación de las sensaciones que le proporcionaba la audición de la música, porque no hay que olvidar que era un extraordinario pianista.

Se advierte también la influencia de Juan Ramón Jiménez, en una primera etapa, poeta venerado por la generación más joven de poetas, y de cuya etapa se pueden destacar como más importantes obras como Ángeles de Compostela (1940), Alondra de la verdad (1941), Canciones (1959) y Odas morales (1966), todas ellas están dotadas de una gran perfección formal y estilística.

La crítica casi unánimemente, afirma que la obra vanguardista de Gerardo Diego es la que tiene un mayor valor, tendencia ésta que el poeta cultiva desde muy joven y mantiene durante toda su vida., lo que le hace teorizar sobre el tema, y pronunciarse en cuanto a su alejamiento de las otras corrientes vanguardistas como el surrealismo o el ultraísmo, aunque en ésta última podría encuadrarse uno de sus primeros poemarios titulado Evasión (1919). Otro de sus poemarios, Imagen (1922) parece intentar crear meramente una imagen compleja pero que no refleja nada, sino la simple apariencia de sí misma, en un vació conceptual que busca intencionadamente.

Otras obras como son Manuel de espuma (1924), Fábula de Equis y Zeda (1932), Poemas adrede (1932) y Limbo (1951), son producto de su otra tendencia creacionista, en las que pone en juego el sentido léxico y semántico que contienen planteamientos en cierta forma extraños e inquietantes. Se destaca en estos títulos los experimentos con sus rimas crea atmósferas insólitas, desconcertantes que consigue dar a la expresión poética una total y absoluta libertad e independencia del propio concepto. Las palabras así toman vida propia y se desgajan, ayudadas por la puntuación que intensifican el sentido innovador, magnético y casi perturbador de su poesía.

Su obra completa apareció publicada en dos tomos, en 1989, preparados por él mismo poco antes de su muerte.

Tanto su poesía, como su propia personalidad, estuvieron dotadas de una gran riqueza y versatilidad porque, además de ser el genuino representante español del el Creacionismo y el Ultraísmo, tuvo otras facetas menos conocidas como fueron las de pianista, profesor, crítico literario y musical, articulista, musicólogo y, por si esto fuera poco, crítico taurino y pintor.

Quizás, esta versatilidad y talante polifacético, le permitió tener una creatividad que pudo compaginar en sus dos vertientes: tradicional y vanguardista, sin que ninguna de ellas avasallara a la otra, porque pudo expresarse con acierto en ambas y crear una obra con valor y carácter personal que le ha hecho ser considerado como uno de los más importantes poetas de la Generación del 27 y de las letras españolas del siglo XX.

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Véase:

EL VEINTISIETE EN VANGUARDIA: HACIA UNA LECTURA HISTORICA DE LAS POETICAS MODERNA Y CONTEMPORANEA (I PREMIO INTERNACIONAL GERARDO DIEGO DE INVESTIGACION LITERARIA 2001), de GARCIA, MIGUEL ANGEL, PRE-TEXTOS, 2001.-

GERARDO DIEGO (1896-1996), de VV.AA. y MUÑOZ-ALONSO, AGUSTIN (COORDS.), UNIVERSIDAD CASTILLA-LA MANCHA, 1997.-

GERARDO DIEGO Y EL III CENTENARIO DE GONGORA: CORRESPONDENCIA INE DITA de DIEGO, GERARDO,PRE-TEXTOS, 2001.

CORRESPONDENCIA PEDRO SALINAS, GERARDO DIEGO, JORGE GUILLEN: (192 0-1983), de DIEGO, GERARDO y SALINAS, PEDRO y GUILLEN, JORGE,PRE-TEXTOS, 1996




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