La expulsión de los jesuitas

Edición nº 16 Julio/Septiembre de 2011


La expulsión de los jesuitas

LA EXPULSION DE LOS JESUITAS (1767-1814)

27 de febrero de 1767

por Laura López-Ayllón
La orden de los Jesuitas del Estado Español en el siglo XVIII se enmarca en la lucha Iglesia-Estado en la época del despotismo ilustrado.La compañía de Ignacio de Loyola, basada en el cuarto voto de Obediencia al Papa, fue durante la Contrarreforma el máximo sostén de la Iglesia, pero con la llegada en el siglo XVIII del regalismo estatal, quedaron en un posición débil al verse como los representantes de la política papal dentro del Estado, e incluso porque contó con la animadversión de ciertos sectores de la Iglesia.
En España Carlos III se mostró siempre hostil desde su llegada en 1759, pero tras el motín de Esquilache en 1766 los condes de Aranda (Pedro Pablo Abarca de Bolea)y Campomanes (Pedro Rodríguez Campomanes y Pérez)investigaron su participación en el suceso y sus actividades. Las pesquisas concluyeron el 27 de febrero de 1767 con la expulsión, que fue apoyada por la jerarquía católica y las otras órdenes religiosas.
Tras la expulsión, se registraron sus casas para requisar un hipotético tesoro y se detuvo a su cabeza visible, Lorenzo Ricci, que fue llevado al castillo de Sant'Angelo, don quedó encarcelado de por vida.
La Compañía contaba en la Península con 144 "domicilios", de los que 117 eran colegios, y en las colonias 167, y su actividad se centraba en la educación gratuita del humanismo cristianos mediante el sistema Ratio Studiorum. Defendían ( el humanismo cristiano y las doctrinas respetuosas con la libertad. Su divisa fue AMDG, "Ad maiorem Dei Gloriam.
En América sus "reducciones", o misiones guaraníes defendían al indígena frente a los cazadores de esclavos, en su mayoría portugueses.
Los jesuitas salieron de la Península entre el 31 de marzo y el 2 de abril y de la América hispánica en los meses de junio y julio. Se calcula que unos 6.ooo jesuitas se dirigieron a los Estados Pontificios, pero el Papa Clemente XIII no los admitió. Tras peregrinar por Córcega, acabaron instalándose en Ferrara y Bolonia.
Poco tiempo después se les expulsó también de Nápoles y Parma y tras múltiples presiones tras la muerte de Clemente XIII. su sucesor Clemente XIV firmó el 21 de julio de 1773 la disolución de la Compañía por medio del breve "Dominus e redemptor" tras ser presionado por el conde de Floridablanca (José Moñino), a la sazón Embajador español, y de los generales de los agustinos y de los dominicos. El documento les acusaba de llevar a cabo tratos comerciales escándalosos.
Pedro Miguel Lamet, jesuita que ha centrado esta historia en el libro "El último jesuita", nos cuenta como fue la salida de Portugal, que comenzó con el encierro de sus dirigentes y la expropiación de sus bienes.
Todo comenzó en Portugal cuando el político regalista Sebastian José de Carvalho e Melo, marqués de Pombal, que consiguió en 1758 que le prohibieran a la compañía sus "reducciones" en América, con lo que podían mantener su política esclavista, así como apropiarse de las minas de oro y plata de su territorio, y en 1759, tras el atentado al rey José I, fueron expulsados y sus bienes confiscados por acusarles de participación.
En Francia el parlamento de París se enfrentó a ellos y consiguió que en 1761 se les prohibiera la enseñanza, y en noviembre de 1764, Luis XV les expulsó por presiones de los jansenistas(secta católica del momento que se oponía a la enseñanza impartida por los jesuitas), de los filósofos y del ministro francés Etienne Francois Choiseul. Muchos de ellos, obligados a salir, encontraron en un primer momento en las tierras vascas y catalanas.
Lamet considera que la expulsión de los jesuitas fue en parte fruto de su propio éxito y fue debida a intereses económicos y a la capacidad educativa con la que contaba la orden.Añadió que tuvieron que salir en muy malas condiciones y pocos víveres, sin contar con que el viaje se hizo en muy malas condiciones pues no cabían en los barcos que además les contagiaban piojas y tenían ratas. Algunos quisieron intentar volver y fueron expulsados de nuevo inmediatamente.
Tras la expulsión, precisó, los jesuitas fueron acogidos únicamente por Prusia y Rusia (Catalina II) , curiosamente países no católicos y que fueron los novicios de la compañía los que más sufrieron, así como que la historia fue un atropello a seres humanos, de la que convendría sacar lecciones para la convivencia.
Dijo también que la salida de la orden dejó a España sin profesores de matemáticas y Carlos III tuvo que suplirlos trayendo otros de Nápoles.
Entre los jesuitas que salieron al exilio figuraba entre otros el padre Isla, autor de "Fray Gerundio de Campazas", el filológo Lorenzo Hervás y Panduro y Juan de Andrés, con su historia universal de la cultura.


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