La Infanta Paz de Borbón

Edición nº 16 Julio/Septiembre de 2011


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La Infanta Paz de Borbón

PAZ DE BORBON, UNA INFANTA DE ESPAÑA QUE HIZO HONOR A SU NOMBRE.

por
Laura López-Ayllón

La infanta de España Paz de Borbón, hija de Isabel II y por tanto hermana de Alfonso XII, nació en el Palacio Real de Madrid en 1862, siendo su nacimiento el más fácil que tuvo la reina, y respondió toda su vida a su nombre pues trasmitió siempre paz y ayuda a todos los que la rodearon, incluidos los republicanos españoles que acudieron por propia voluntad a enterrarla.

La infanta era fisícamente bajita, gordita, con la nariz algo respingona, ojos pequeños y porte sencillo y hasta modesto, según la definió Juan Balansó, pero de carácter dispuesto a ayudar a todas los españoles fueran cuales fueran sus ideas.

A lo largo de su vida en Madrid, París, Suiza, Madrid y Babiera, escribió un libro de memorias poco conocidas -todo lo contrario que había ocurrido con las de su hermana Eulalia- y que, editadas por su hijo Adalberto en 1935, son una magnifica fuente para conocer el ambiente que le tocó vivir, incluida la visita al primo de su marido, Luis II el rey loco.

La infanta, de la que acaba de aparecer una biografía escrito por María Teresa Alvarez, se dedicó también a la composición poética aunque en ese campo no tuvo la misma altura aunque sus poesías eran publicadas por el periódico ABC. Su afición por la poesía llevó a su hermano Alfonso XII a publicar algunas en una edición de 150 ejemplares.

Su padre, según todos los indicios, fue el entonces secretario de la reina, Miguel Tenorio, llegado a la Corte en 1859 tras haber sido gobernador en varias provincias. Tenorio estuvo siete años en el cargo, durante los cuales nacieron las infantas Pilar, Paz y Eulalia y se dice durante ese tiempo la reina se mostraba mucho más tranquila y serena.

Cuando llegó al palacio Miguel Tenorio, que era viudo con un hijo y tenía doce años más que la reina, era considerado un hombre culto, equilibrado y romántico. Cuando al final de su vida se encontró sólo acudió al palacio donde vivía la infanta Paz en Nymphenburg, Babiera, y ella le invitó a quedarse en uno de los apartamentos privados.

María de la Paz, llamada por su hermano cariñosamente "la gorriona", estuvo muy ligada a su hermana Pilar, fallecida muy joven, y se casó en el palacio real de Madrid en 1883 con el príncipe Luis Fernando de Baviera, cuya madre Amalia era hermana de Francisco de Asis y que estudió medicina y llegó a ser un reputado cirujano.

A su llegada al palacio de Nymphenburg, en Baviera, la infanta fue recibida con la música del himno de Riego en lugar de con la Marcha Real, pero ella no dijo nada, sólo lo contó después a su hermano en una carta desternillante, pero sin decir nada a su hermana mayor Isabel, a la que no le hubiera hecho gracia por su carácter.

Paz y Fernando fueron una pareja feliz toda su vida y tuvieron dos hijos y una hija en el palacio de Nymphenburg donde vivieron hasta después de 1918, cuando cayó la monarquía bávara. Allí acogieron a comunistas, anarquistas y republicanos españoles refugiados en Baviera.

La infanta española colaboró con la Asociación de Mujeres Católicas, acudió a trabajar al hospital de los Caballeros de San Jorge, donde junto a su marido abonaba la medicación de pacientes sin recursos, y creó en 1913 el Spanisch Pädagogium, donde se educaron de forma bilingüe en Munich 38 niños españoles.

Destacó también su relación en el palacio con artistas alemanes y españoles como Pablo Sarasate y se relacionó con Tomás Bretón o Zuloaga, así como con Richard Strauss, que compuso para ella el poema sinfónico "Don Quijote de la Mancha".

De su talante humano da cuenta su relación con Luis, el hijo de su hermana Eulalia, conocido como Luisito, a quien su madre había pedido que se le rechazara por su condición de homosexual y que ella acogió en su casa como una madre.

Tras la segunda guerra mundial, un anarquista español liberado del campo de concentración de Dachau, Pedro Carbonell, se presentó a ver a la infanta para pedirle que inter cediera por su hermano, condenado a muerte por motivos políticos en España y Paz prometió ayudarle escribiendo al Papa y a Franco.

El español tras charlar amigablemente con la infanta le hizo notar que tenían grietas en el techo. Era albañil y le ofreció taparlas con sus compañeros españoles que al final se reunieron también con la infanta para cantar villancicos y degustar comida española.

Cuando falleció la infanta Paz el año 1946 a los 84 años, llevaron su ataud al panteón real de la iglesia de S.Miguel de Munich pero, según nos cuenta su propio nieto, al llegar, aparecieron varios republicanos españoles que ocuparon el lugar de los operarios de la funeraria y quisieron entrar el feretro, sobre el que depositaron claveles.

El nieto cuenta que un periodista se interesó por la identidad de la difunta y que él le respondió: "Su nombre fue Paz y era infanta de España".


Representación de "Las gracias mohosas"


Feliciana Enriquez de Guzmán

FELICIANA ENRIQUEZ DE GUZMAN
(1580-1639)

por Laura López- Ayllón

El Teatro Nacional recupera estos días "Las gracias mohosas", entreacto de "Tragicomedia de los Jardines y Campos Sabeos". obra de la primera mujer dramaturga española, Feliciana Enríquez de Guzmán.
La primera autora de teatro española, olvidada por las historias de la Literatura y recuperada ahora por el Teatro Clásico, es la sevillana Feliciana Enríquez de Guzmán, nacida en torno a 1580, a la que Lope de Vega dedicó una silva en su famoso "Laurel de Apolo".
Feliciana pertenece al grupo de escritoras que no eligieron la vida del convento, primera de las soluciones elegidas por las mujeres para evadir la presión social, que les negaba su espacio personal y literario, sino que elegían luchar para tener un espacio como escritoras, caso de María de Zayas y Sotomayor, Ana Caro, Leonor de la Cueva o Angela Azevedo.
Su obra, escrita en dos partes en Portugal en 1624 y 1627, cuenta los amores de la princesa de Arabia y como Clarisel se casa en la segunda parte con la princesa de España, por lo que se considera que la obra continúa el modelo de las novelas de caballería. Se trata de una crítica contra los dramaturgos entonces de moda que no respetan las normas del teatro clásico, con una versificación desigual y variada.
Se considera que el argumento es en cierto modo autobiográfico, pues los protagonistas podrían ser la representación de los amores de la autora y de su segundo marido, el letrado León Garabito.
En la obra en la que Lope de Vega alude a ella, se dice que acudió a la Universidad de Salamanca vestida de varón y se enamoró perdidamente de un galán, aunque tuvo que esconder su amor y tras ser descubierta, se vio obligada a dejar la ciudad.
Feliciana, cuyas dos hermanas ingresaron en convento, era hija de Diego García de la Torre y María Enríquez de Guzmán y casó la primera vez con Cristobal Ponce Solís y Farfán, viudo con hacienda desahogada, pero poco después de enviudar volvió a casarse con Francisco de León Garabito, su amor y uno de los cuatro letrados de la ciudad de Sevilla. En los útimos años de su vida no gozó de buena situación económica.
En "Las gracias mohosas", escrita en prosa, Feliciana, que fue autodidacta y contó con conocimientos mitológicos, se burla de las normas planteando personajes con graves defectos físicos que al pretender casarse con una mujer, también con graves defectos, acaban haciendo justas para conseguirla. Lo insólito es que se decide que puedan casarse las tres mujeres con los seis pretendientes.
Los críticos nos dicen que intenta ser una burla de las nuevas técnicas teatrales y que son una explosión de imaginación con unas figuras esperpenticas y una ridiculización de las normas que comenzaban a triunfar y acabaron imponiéndose.
De alguna manera "Las gracias mohosas" es una estética de lo feo, en la que Feliciana se autoafirma a si misma, en la que usa la técnicas clásicas para demostrar que puede utilizarlas.
Además de esta obra, Feliciana es autora de poesías el madrigal

Dijo el Amor, sentado a las orillas
de un arryuelo puro, manso y lento:
"Silencio, florecillas,
no retocéis con el lascivo viento;
que duerme Galatea y si despierta,
tened por cosa cierta
que no habéis de ser flores
en viendo sus colores,
ni yo de hoy más Amor, si ella me mira".
¿Tan dulces flechas de sus ojos tira¿


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