Muestra poética de Manuel Altolaguirre

Edición nº 16 Julio/Septiembre de 2011


Muestra poética de Manuel Altolaguirre

PLAYA

A Federico García Lorca

Las barcas de dos en dos, 
como sandalias del viento 
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto. 
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido 
como despojo del mar 
se encuentra un niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto. 
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores 
tirando de las maromas 
amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto. 
Yo y mi sombra, libro abierto.

 Las islas invitadas (1926) 

 SEPARACIÓN

Mi soledad llevo dentro, 
torre de ciegas ventanas.

Cuando mis brazos extiendo 
abro sus puertas de entrada 
y doy camino alfombrado 
al que quiera visitarla. 
Pintó el recuerdo los cuadros 
que decoran sus estancias. 
Allí mis pasadas dichas 
con mi pena de hoy contrastan.

¡Qué juntos los dos estábamos! 
¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma? 
Nuestra separación última, 
¡qué muerte fue tan amarga!

Ahora dentro de mí llevo 
mi alta soledad delgada.

Ejemplo (1927)  

TUS PALABRAS

Apoyada en mi hombro 
eres mi ala derecha. 
Como si desplegaras 
tus suaves plumas negras, 
tus palabras a un cielo 
blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio. 
Sentado estoy a mi mesa, 
sangrándome la espalda, 
doliéndome tu ausencia.

 Poesía (1930-1931)

BESO

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios 
un rojo túnel de sangre, 
oscuro y triste, se hundía 
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso, 
su calor y su luz daban 
temblores y sobresaltos 
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos 
que conducen a tu alma 
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros, 
cuántas caricias y besos!

Era mi dolor tan alto, 
que la puerta de la casa 
de donde salí llorando 
me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban 
los hombres que iban conmigo! 
Crecí como una alta llama 
de tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente 
los toros bravos saldrían, 
luto en desorden, dementes, 
contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto, 
que miraba al otro mundo 
por encima del ocaso.

Poesía (1930-1931

LAS CARICIAS

¡Qué música del tacto 
las caricias contigo! 
¡Qué acordes tan profundos! 
¡Qué escalas de ternuras, 
de durezas, de goces! 
Nuestro amor silencioso 
y oscuro nos eleva 
a las eternas noches 
que separan altísimas 
los astros más distantes. 
¡Qué música del tacto 
las caricias contigo!

Soledades juntas (1931) 

MIRADAS

Ojos de puente los míos 
por donde pasan las aguas 
que van a dar al olvido. 
Sobre mi frente de acero 
mirando por las barandas 
caminan mis pensamientos.

Mi nuca negra es el mar, 
donde se pierden los ríos, 
y mis sueños son las nubes 
por y para las que vivo.

Ojos de puente los míos 
por donde pasan las aguas 
que van a dar al olvido.

Poesía (1930-1931)

POR DENTRO

Mis ojos grandes, pegados 
al aire, son los del cielo. 
Miran profundos, me miran 
me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos, 
con los párpados abiertos, 
tanto dolor disimulo 
como desgracias enseño.

El aire me está mirando 
y llora en mi oscuro cuerpo; 
su llanto se entierra en carne, 
va por mi sangre y mis huesos, 
se hace barro y raíces busca 
con las que brotar del suelo.

Mis ojos grandes, pegados 
al aire, son los del cielo. 
En la memoria del aire 
estarán mis sufrimientos.

Poesía (1930-1931)  

LA VOZ CRUEL

A Octavio Paz

Alzan la voz cruel
quienes no vieron el paisaje, 
los que empujaron por el declive pedregoso 
la carne ajena, 
quienes debieron ser almas de todos 
y se arrancaban de ellos mismos 
cuerpos parásitos 
para despeñarlos.

Mil muertos de sus vidas brotaban, 
mil muertos solitarios 
que miraban desde el suelo, 
durante el último viaje, 
la colosal estatua a la injusticia.

No eran muertos, 
eran oprimidos, 
seres aplastados, 
ramas cortadas de un amante o de un padre, 
seres conducidos por un deseo imposible, 
topos de vicio 
que no hallarán la luz 
por sus turbias y blandas galerías.

Alzan la voz cruel 
quienes no vieron el paisaje, 
los que triunfaron 
por la paz interior de sus mentiras.

¡Oh mundo desigual! 
Mis ojos lloren 
el dolor, la maldad: 
la verdad humana.

La lenta libertad (1936)

PARA ALCANZAR LA LUZ

Dicen que soy un ángel 
y, peldaño a peldaño, 
para alcanzar la luz 
tengo que usar las piernas.

Cansado de subir, a veces ruedo 
(tal vez serán los pliegues de mi túnica), 
pero un ángel rodando no es un ángel 
si no tiene el honor de llegar al abismo.

Y lo que yo encontré en mi mayor caída 
era blando, brillante; 
recuerdo su perfume, 
su malsano deleite.

Desperté y ahora quiero 
encontrar la escalera, 
para subir sin alas 
poco a poco a mi muerte.

Nuevos poemas de las islas invitadas (1946)

FIN DE UN AMOR

No sé si es que cumplió ya su destino, 
si alcanzó perfección o si acabado 
este amor a su límite ha llegado 
sin dar un paso más en su camino.

Aún le miro subir, de donde vino, 
a la alta cumbre donde ha terminado 
su penosa ascensión. Tal ha quedado 
estático un amor tan peregrino.

No me resigno a dar la despedida 
a tan altivo y firme sentimiento 
que tanto impulso y luz diera a mi vida.

No es culminación lo que lamento. 
Su culminar no causa la partida, 
la causará, tal vez, su acabamiento.

Fin de un amor (1949)

MIS PRISIONES

Sentirse solo en medio de la vida 
casi es reinar, pero sentirse solo 
en medio del olvido, en el oscuro 
campo de un corazón, es estar preso, 
sin que siquiera una avecilla trine 
para darme noticias de la aurora.

Y el estar preso en varios corazones, 
sin alcanzar conciencia de cuál sea 
la verdadera cárcel de mi alma, 
ser el centro de opuestas voluntades, 
si no es morir, es envidiar la muerte.

Fin de un amor (1949) 


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