PLAYA
A Federico García Lorca
Las barcas de dos en dos, como sandalias del viento puestas a secar al sol.
Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto.
Sobre la arena tendido como despojo del mar se encuentra un niño dormido.
Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto.
Y más allá, pescadores tirando de las maromas amarillas y salobres.
Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto.
Las islas invitadas (1926)
SEPARACIÓN
Mi soledad llevo dentro, torre de ciegas ventanas.
Cuando mis brazos extiendo abro sus puertas de entrada y doy camino alfombrado al que quiera visitarla. Pintó el recuerdo los cuadros que decoran sus estancias. Allí mis pasadas dichas con mi pena de hoy contrastan.
¡Qué juntos los dos estábamos! ¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma? Nuestra separación última, ¡qué muerte fue tan amarga!
Ahora dentro de mí llevo mi alta soledad delgada.
Ejemplo (1927)
TUS PALABRAS
Apoyada en mi hombro eres mi ala derecha. Como si desplegaras tus suaves plumas negras, tus palabras a un cielo blanquísimo me elevan.
Exaltación. Silencio. Sentado estoy a mi mesa, sangrándome la espalda, doliéndome tu ausencia.
Poesía (1930-1931)
BESO
¡Qué sola estabas por dentro!
Cuando me asomé a tus labios un rojo túnel de sangre, oscuro y triste, se hundía hasta el final de tu alma.
Cuando penetró mi beso, su calor y su luz daban temblores y sobresaltos a tu carne sorprendida.
Desde entonces los caminos que conducen a tu alma no quieres que estén desiertos.
¡Cuántas flechas, peces, pájaros, cuántas caricias y besos!
Era mi dolor tan alto, que la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura.
¡Qué pequeños resultaban los hombres que iban conmigo! Crecí como una alta llama de tela blanca y cabellos.
Si derribaran mi frente los toros bravos saldrían, luto en desorden, dementes, contra los cuerpos humanos.
Era mi dolor tan alto, que miraba al otro mundo por encima del ocaso.
Poesía (1930-1931
LAS CARICIAS
¡Qué música del tacto las caricias contigo! ¡Qué acordes tan profundos! ¡Qué escalas de ternuras, de durezas, de goces! Nuestro amor silencioso y oscuro nos eleva a las eternas noches que separan altísimas los astros más distantes. ¡Qué música del tacto las caricias contigo!
Soledades juntas (1931)
MIRADAS
Ojos de puente los míos por donde pasan las aguas que van a dar al olvido. Sobre mi frente de acero mirando por las barandas caminan mis pensamientos.
Mi nuca negra es el mar, donde se pierden los ríos, y mis sueños son las nubes por y para las que vivo.
Ojos de puente los míos por donde pasan las aguas que van a dar al olvido.
Poesía (1930-1931)
POR DENTRO
Mis ojos grandes, pegados al aire, son los del cielo. Miran profundos, me miran me están mirando por dentro.
Yo pensativo, sin ojos, con los párpados abiertos, tanto dolor disimulo como desgracias enseño.
El aire me está mirando y llora en mi oscuro cuerpo; su llanto se entierra en carne, va por mi sangre y mis huesos, se hace barro y raíces busca con las que brotar del suelo.
Mis ojos grandes, pegados al aire, son los del cielo. En la memoria del aire estarán mis sufrimientos.
Poesía (1930-1931)
LA VOZ CRUEL
A Octavio Paz
Alzan la voz cruel quienes no vieron el paisaje, los que empujaron por el declive pedregoso la carne ajena, quienes debieron ser almas de todos y se arrancaban de ellos mismos cuerpos parásitos para despeñarlos.
Mil muertos de sus vidas brotaban, mil muertos solitarios que miraban desde el suelo, durante el último viaje, la colosal estatua a la injusticia.
No eran muertos, eran oprimidos, seres aplastados, ramas cortadas de un amante o de un padre, seres conducidos por un deseo imposible, topos de vicio que no hallarán la luz por sus turbias y blandas galerías.
Alzan la voz cruel quienes no vieron el paisaje, los que triunfaron por la paz interior de sus mentiras.
¡Oh mundo desigual! Mis ojos lloren el dolor, la maldad: la verdad humana.
La lenta libertad (1936)
PARA ALCANZAR LA LUZ
Dicen que soy un ángel y, peldaño a peldaño, para alcanzar la luz tengo que usar las piernas.
Cansado de subir, a veces ruedo (tal vez serán los pliegues de mi túnica), pero un ángel rodando no es un ángel si no tiene el honor de llegar al abismo.
Y lo que yo encontré en mi mayor caída era blando, brillante; recuerdo su perfume, su malsano deleite.
Desperté y ahora quiero encontrar la escalera, para subir sin alas poco a poco a mi muerte.
Nuevos poemas de las islas invitadas (1946)
FIN DE UN AMOR
No sé si es que cumplió ya su destino, si alcanzó perfección o si acabado este amor a su límite ha llegado sin dar un paso más en su camino.
Aún le miro subir, de donde vino, a la alta cumbre donde ha terminado su penosa ascensión. Tal ha quedado estático un amor tan peregrino.
No me resigno a dar la despedida a tan altivo y firme sentimiento que tanto impulso y luz diera a mi vida.
No es culminación lo que lamento. Su culminar no causa la partida, la causará, tal vez, su acabamiento.
Fin de un amor (1949)
MIS PRISIONES
Sentirse solo en medio de la vida casi es reinar, pero sentirse solo en medio del olvido, en el oscuro campo de un corazón, es estar preso, sin que siquiera una avecilla trine para darme noticias de la aurora.
Y el estar preso en varios corazones, sin alcanzar conciencia de cuál sea la verdadera cárcel de mi alma, ser el centro de opuestas voluntades, si no es morir, es envidiar la muerte.
Fin de un amor (1949)
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