Ediición nš 13 - Octubre/ diciembre de 2010
Dublinesca
Dublinesca Enrique Vila Matas Seix Barral Barcelona, 2010 325 págs. (No hay descripción, haga clic aquí para incluirla)
Enrique Vila Matas
Seix Barral
Barcelona, 2010
325 págs.
porAna Alejandre
Decir que Enrique Vila-Matas es uno de los mejores escritores españoles actuales es un tópico de todos conocido, pero en esta última novela que ha publicado, Dublinesca, demuestra, una vez más, que ese calificativo es merecido, porque en esta novela que sirve de objeto de comentario se encuentra lo mejor, lo más maduro literariamente de un escritor que nos ofrece una novela “literaria”, aunque parezca esta afirmación una perogrullada, en un doble sentido del término, porque, además de ser una obra literaria, la literatura le sirve de fondo y trasfondo para desarrollar la trama argumental y realizar una inteligente, sutil y siempre profundo análisis de la psicología del personaje central, Riba, un editor que ha cerrado la editorial, pero no consigue cerrar dentro de su mente la nostalgia por un pasado en el que los libros, los autores y la literatura, en suma, constituían el sentido vital de una existencia, la suya, en la que, en el presente narrativo, se siente como superviviente de un naufragio vital y profesional al que ha sobrevivido, sintiendo el completo vacío de la nada en su ya vida estancada en el tedio de jubilado.
La novela lleva el titulo homenaje a Dublín, la ciudad en la que transcurre la obra de James Joyce, Ulises, que sirve también de historia paralela que se entrelaza con la trama argumental, en la que se inspira el protagonista para intentar dar el “salto inglés”,c omo denomina a su incipiente atracción por el mundo anglosajón, olvidando así las raíces francesas que han nutrido siempre sus lecturas y su propio imaginario.
La aventura, si se le puede llamar así al viaje que emprende, acompañado de tres amigos antiguos escritores editados por Riba, hacia Dublín con el único objeto de celebrar allí el funeral por la era Gütemberg, es decir del libro tradicional que deja paso a la inquietante era digital en la que la literatura se va integrando paulatinamente, conmemorando así la desaparición del libro en papel, último testimonio de una época ya fenecida y un estilo de vida irrecuperable.
Sin embargo, la verdadera aventura es la interior, en una continua introspección en la psicología del protagonista, a través de la cual Vila-Matas nos ofrece unas páginas de profunda belleza y melancolía, en la que se palpa la honda tristeza existencial de un hombre que se siente sólo entre las ruinas de un pasado del que ya sólo le queda el recuerdo, la nostalgia y esa obsesión tanto tiempo acuñada como fue, primero, la búsqueda de un autor genial; y, una vez abandonada la tarea editorial, volver a sentir esa emoción que su abuelo tanto elogiaba, que no es otra que el entusiasmo perdido por la vida y la propia obra, unida a su esfuerzo para no recaer en el alcoholismo que lo atrapó hasta dos años antes en que consiguió zafarse de él y recobrar la lucidez y el autocontrol; pero todo ello envuelto en la tristeza de un presente sin futuro y demasiados recuerdos de un pasado que sigue estando aún vivo en su memoria como testimonio letal de quien un día fue y de quien ya no queda nada más que la certeza de su propio fracaso.
Excelente novela, sin duda, que vuelve a ofrecernos la extraordinaria prosa de un escritor, con matices que nos deja la evidencia de su regreso al mundo literario después de un largo silencio.
Sea bienvenida Dublinesca, novela que reabre la nueva etapa de este gran escritor.