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Crítica literaria

 

El hijo de las cosas, Luís Mateo Díez

El hijo de las cosas Luis Mateo Díez Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2018. 326 pp. Ana Alejandre

El hijo de las cosas
Luis Mateo Díez
Galaxia Gutenberg.
Barcelona, 2018. 326 pp.
Ana Alejandre

La nueva novela de Luís Mateo Díez que es una visión grotesca y esperpéntica de una sociedad que vive un nuevo tiempo en el que se encuentra perdida.

Ana Alejandre

Luís Mateo Díez, un clásico vivo, en cuanto a su dominio del lenguaje que tiene ecos cervantinos en este escritor, creador del mítico territorio de Celama, un lugar extenso de ficción, en el noroeste de España, en el que confluyen las obsesiones, desencantos, vivencias y olvidos que son el hilo conductor de las historias que se desarrollan en ese espacio de ficción pero en el que hay mucho de verdad, de realidad ya perdida e irrecuperable, en el que situó sus novelas que forman la trilogía El reino de Celama (1996-2002), en la que aparecen ciudades imaginarias como Corela, Borenes, Armenta, Oceda, Doza y Ordial, esta última, entre otras, que parece perfilarse, paulatinamente, como la capital de este escenario espacial en el que se mueven las criaturas creadas por Mateo Diez.

Su lenguaje, en el que destellan palabras ya caídas en desuso, pero de una belleza y sonoridad que muestran el esplendor de una lengua como la española que goza de un riquísimo léxico que este escritor quiere rescatar del olvido, también ofrece la nota singularísima del humor más genuino, siempre detrás de una ironía deslumbrante que ya despuntaba desde sus primeros títulos como son La fuente de la edad(1986), que aumenta hasta lo estrambótico en Las horas completas (1990) y va decantándose hacia un evidente surrealismo que ofrece notas de innegable irracionalidad en su obra La cabeza en llamas (2012).

La creatividad exuberante de Mateo Díez se ve reflejada en los más de cuatrocientos personajes creados por él que muestran una extensa variedad de prototipos humanos y, a su vez, muestran la gran variedad de situaciones que pueden atravesar cualquier persona, cada caso con su peculiar idiosincrasia, talante y características del protagonista del mismo.

En El hijo de las cosas (2018), su última obra, vuelve este autor a usar el humor absurdo y surrealista pero con cariz evidentemente expresionista, después de sus obras anteriores de tono pesimista en el que se evidencia una angustia subyacente como son los títulos La soledad de los perdidos (2014) y su obra Vicisitudes, la anterior a esta última que sirve de objeto a este comentario, que era una mezcla de novela y cuento sin ser ni una ni otro, en una simbiosis perfecta de técnica narrativa.

En El hijo de las cosas, el escenario espacial es Oceda, una población sumida en la soledad de sus calles, sólo transitadas por los protagonistas de la obra, y en la que existen sus correspondientes lugares públicos igual de solitarios, como cafeterías, cines, bares, teatros y barrios en los que parece que la vida es invisible a excepción de los personaje que habitan la novela, sólo acompañados por algunos conductores de vehículos que se estrellan contra farolas y bajan del coche con el volante en la mano, retorcido en un garabato inverosímil.

Los personajes centrales de esta obra, son los miembros de una familia formada por un cuarentón juerguista, Cano Corada, y sus dos hermanas que lo cuidan con devoción y desvelo sin hacerle reproches por su vida disipada.

La acción de la novela comienza con la desaparición de Cano Corada y sus hermanas le piden ayuda para localizarlo al juez Baraza, amigo del desaparecido, y por consejo de este acuden a la policía, al haber fracasado el rescate del secuestrado.

Todos estos elementos le confieren a la novela un cariz de novela negra, o policiaca como se le llamaba antes, por haber un secuestro con la consiguiente investigación policial y judicial. Pero esto no debe confundir al lector, porque su autor no ha querido escribir una novela del género negro, sino que el planteamiento y los hechos que narra son el punto de partida de la lúcida visión desencantada del mundo que llega hasta límites realmente desalentadores, pero sin renunciar por ello a esa sutil y sabia mezcla que Mateo Díez hace con dos elementos tan dispares entre sí como son la risa y la melancolía, o podría decirse, la nostalgia por un mundo ya en trance de desaparición definitiva e irreversible que queda en la memoria de quienes lo vivieron con la fijeza de un cliché que sirve de referencia y contraste con esta imagen actual de una sociedad desarbolada.

Existen otros elementos que refuerzan en El hijo de ls cosas el humor expresionista que matiza toda la novela, como es las situaciones de un feroz erotismo, rayano en lo grotesco, que se advierten en el encuentro entre Fruela Corada y el mendigo libidinoso; así como en sus relaciones con Vilo Cuevas, el farmacéutico. Además, aparecen otras notas similares en los sueños del juez Beraza de prevaricación y fortuna ilícita, personaje que ilustra la cabecera de los documentos judiciales con penes erectos, en una expresión insólita de su libido insatisfecha. También, el autor resalta con fruición las purgaciones del promiscuo Caro Corada; así como la necesidad vehemente del comisario Ucieta de rascarse la entrepierna -personaje que define a la localidad donde vive como “esta puta ciudad”-,; lo mismo que el juez Beraza hace, rascarse dicha zona, por culpa de sus ladillas. Elementos todos estos que coadyuvan a crear un ambiente grotesco en la narración, pero que es una imagen o reflejo de la misma visión del mundo en general que ofrece su autor, soterrada por el humor esperpéntico que la hace aún más desoladora y profundamente perturbadora.

El hijo de las cosas es una nueva obra narrativa de Mateo Díez, pero no es una obra más en su peculiar y personalísimo estilo, sino que es una vuelta de tuerca en la que agudiza su visión esperpéntica de un mundo ya en demolición, que va dejando en su agonía imparable, el eco de la nostalgia soterrada y del vacío que deja al que no puede llenar el mundo caótico e incomprensible en el que vivimos y del que parece haberse desterrado para siempre una forma de vida que ha dejado huella indeleble en la memoria de quienes la vivieron y que la recuerdan entre la melancolía y la desesperanza.

 

Que nadie duerma, Juan José Millás

Que nadie duerma Juan José Millás Alfaguara Madrid, 2018, 212 pp.

Que nadie duerma
Juan José Millás
Alfaguara
Madrid, 2018, 212 pp.

Ana Alejandre


Que nadie duerma, última novela de Juan José Millas, en la que expone y consolida su estilo surrealista, siempre fronterizo entre la realidad y ficción.

La nueva obra de Juan José Millás, Que nadie duerma, sigue en el estilo surrealista, casi delirante, de sus obras anteriores y últimas, aunque ya se apuntaba en sus inicios, cuando escribió Cancerbero son las sombras (1975) y Visión del ahogado (1977) su predilección por aquellas historias que salen del plano de la realidad -siempre desde la ficción novelada, claro está-, para caer en un mundo peculiar en el que no se sabe nunca en qué dimensión se mueven sus personajes que viven sus historias descabelladas, pero contadas con ese constante humor, irónicamente tierno en muchas ocasiones, que preside todas sus obras, que es la marca inconfundible de este escritor.

Con este estilo personalísimo, parece combatir o, más bien, conjurar, todo aquello que nos provoca desazón, temor y angustia,, convirtiendo a esa zona siempre en penumbra en toda psique humana, donde habitan los temores más profundos, en un paraje más confortable, acogedor y menos temible, a fuerza de tratarlo con la ironía, el humor surrealista y muchas veces disparatado, y esa pugna por demostrar que lo que es real, no tiene que ser siempre “realista”, porque ambos conceptos admiten muchas matizaciones y son zonas fronterizas y no especialmente delimitadas.

En esta nueva novela se presenta esa duda al lector de si lo que se narra es desde la realidad ficcionada que es toda narración, o desde la ficción doble, es decir, la ficción dentro de la propia ficción. Sin embargo, a pesar de estas dudas, el lector se adentra en la narración atrapado más que por la trama, por la técnica narrativa, subyugante e hipnótica, que se convierte en la coprotagonista de la narración.

El personaje central, Lucía, una extraña mujer que tiene una fuerte obsesión con los hombres pájaros, y dueña de un físico singular, mantiene vivo el recuerdo de su madre, de quien hereda el extraño don de la premonición, por lo que siempre presiente aquellos acontecimientos, sobre todo los nefastos, que después suceden sin remedio.

La protagonista ha perdido recientemente su trabajo de programadora informática y toma la decisión de cambiar de profesión, siguiendo el consejo de un taxista que le dijo: “Imagina lo que haces, y haz lo que imaginas”. Dicho que se convierte en un oráculo de obligado cumplimiento. Así su vida sufre un cambio, pero inicia desde cero esa nueva etapa vital en la que tiene que ir seleccionando, previamente y de forma imaginaria, los acontecimientos que, después, tendrá que vivir, para ir construyendo así su futuro “real” desde el previo plano de la imaginación.

Un elemento constante en Que nadie duerma es la música de la ópera Turandot, de Puccini, especialmente el aria Nessum dorma (‘que nadie duerma’) que da título a la narración, y que proviene del tercer piso del edificio en el que habita la protagonista. Dicha música comienza a formar parte de su cotidianidad, haciéndole sentir emociones para ella desconocidas. Decide, por ello, visitar al vecino, otra “realidad” paralela a la suya, para entrar en ese mundo colindante y desconocido, a modo de dimensión paralela del que se siente excluida a no ser por la música que le llega y le hace comprender que su propia realidad es próxima, pero ajena, a otras muchas, dimensiones psíquicas misteriosas y, algunas, atrayentes.

Conoce al vecino del tercero, Braulio Botas, actor alternativo, que la subyuga, pero este desaparece. A partir de ese momento, dicha desaparición la obsesiona y le crea continuas e irreprimibles fantasías que la llevan a vestirse y maquillarse como la princesa de Turandot y empieza a conducir un taxi por las calles de Madrid, ciudad a la que transmuta imaginariamente en Pekín, mientras suena Turandot todo tiempo mientras conduce con la esperanza de que su vecino desaparecido suba como pasajero, algún día, y mientras va haciéndoles confidencias a otros clientes, en el confesionario improvisado que es el taxi por su intimidad rodante.

Sin embargo, la realidad la espera en su más dramática faceta que ella ignora, ajena a una trama a la que la conduce una noticia oída en la radio y que parece estar a caballo entre lo real y lo imaginario, territorio siempre transitado por ella, por lo que la llevará a caer en una trampa.

Millás, logra en esta ocasión desplegar, en toda su intensidad, su estilo inconfundible, siempre en ese territorio fronterizo entre la realidad y la ficción, dimensiones ambas que se entrecruzan y confunden, y presenta a la protagonista como un personaje que oscila entre lo cómico y lo tragicómico, pero cuyo destino deviene en una tragedia real y no producto de la fantasía. Aunque siempre -según explica la voz narrativa que no se sabe si procede del plano real o del ficticio-, logra con ello crear esa extraña simbiosis de realidad y ficción, en la que el lector nunca sabe en cuál de ellas se mueve la narración.

Esta fórmula narrativa siempre atrapa al lector, entre la sonrisa y la duda, pero en ella se advierte, como en obras anteriores de este escritor, que es más atrayente su técnica narrativa y la propia y ardua elaboración de su escritura que el desarrollo del argumento, muchas veces inverosímil como es propio del surrealismo que matiza toda la obra.

Que nadie duerma es, pues, una nueva muestra de la consolidación del estilo personalísimo de su autor, que le permite crear mundos imaginarios y dimensiones paralelas de la realidad narrativa, en las que se mueven los personajes, atrapados en las múltiples imágenes reflejadas hasta el infinito de los innumerables planos que conforman lo que llamamos “realidad”. A ella confluyen otras muchas realidades, o dimensiones invisibles que le dan el significado siempre ambivalente y sugiere la pregunta de qué es realidad y qué es ficción, especialmente cuando ambas se sitúan y habitan en el plano narrativo, como un guiño permanente y cómplice de este autor a sus lectores.

 

 

De la estupidez a la locura, Umberto Eco

De la estupidez a la locura Umberto Eco Lumen Barcelona, 2016, 493 pp.

De la estupidez a la locura
Umberto Eco
Lumen
Barcelona, 2016, 493 pp.

La obra póstuma de Umberto Eco, De la estupidez a la locura, analiza entre la ironía y la más absoluta lucidez a una sociedad atrapada en sus propios y muchas contradicciones.

Ana Alejandre

El título de esta obra ilustra adecuadamente su contenido e intencionalidad. El conjunto de artículos publicados en la prensa que la componen y que fue entregado a imprenta por su autor pocos días antes de fallecer el 19 de febrero de 2016. Es, por lo tanto, su obra póstuma en la que reflexiona sobre el presente caótico en el que vivimos y hace una crónica lúcida e irónica del futuro que nos espera en esta sociedad de las comunicaciones y que, sin embargo, están cada día más incomunicados los individuos que la componen, a pesar de todos los artilugios electrónicos que la técnica pone a su alcance.

No hace falta enumerar los muchos y prestigiosos méritos de este autor que dedicó muchos años a la enseñanza universitaria, en cuyo período escribió infinidad de títulos que son de obligada lectura en muchas universidades. Es autor de títulos como De la estupidez a la locura (2016), Número cero (2016), Historia de las tierras y los lugares legendarios(¿2015 ), Entre mentira e ironía (2013) , Kant y el ornitorrinco (2013 ) Construir al enemigo (2013) De los espejos y otros ensayos (2012) , Arte y belleza en la estética medieval (2012) Las poéticas de Joyce (2012), La estrategia de la ilusión (2012), y Confesiones de un joven novelista (2011), entre otros muchos títulos de ensayo. Además, en su faceta de novelista ha escrito obras tan famosas como El cementerio de Praga (2010), La isla del día de antes (1994) El péndulo de Foucault (1992) El nombre de la rosa (1988 ), obra esta última que le dio fama internacional como novelista y fue llevada al cine con gran éxito.

En De la estupidez a la locura, hace un repaso irónico y demoledor de la cultura actual y, por ende, de la sociedad futura que se anuncia de forma inequívoca en las nuevas modas imperantes, usos y costumbres que critica Eco sin dejar ningún aspecto de la vida social sin tratar en sus catorce apartados, más el prólogo, en los que desfila su opinión autorizada sobre los teléfonos móviles y el uso desmedido y casi enfermizo que se hace de ellos, internet y su dictadura,, los complots, los medios de comunicación, el racismo, el odio y la muerte, la contraposición entre religión y filosofía, pasando por la buena educación ya ausente de la vida social, sobre los libros, la que llama la Cuarta roma y el apartado final que lleva como título el mismo de esta obra.

Naturalmente, este escritor, pensador y semiólogo, va exponiendo su pensamiento sobre estos temas, algunos de ellos siempre eternos y, otros, como las nuevas tecnologías que se han alzado como auténticos símbolos de esta sociedad de masas desorientadas, con exceso de información y falta de criterio para seleccionar, cribar y asimilar la multitud de datos que sumen a los ciudadanos en una continua confusión y, por ello, termina por desinteresarse del aluvión de noticias que les bombardean continuamente en un continuo guirigay con el que, en vez de ser informados, terminan por no saber cuál es la verdad y cuál es la mentira, a cuya confusión coadyuvan principalmente los medios como internet en los que cabe todo en un totum revolotum que propicia el desaliento, la incredulidad y la desinformación, a lo que se suma la velocidad y fugacidad de las noticias, de los hechos que se suceden vertiginosamente, sin dar espacio ni tiempo a la reflexión para poder comprender el mundo caótico y siempre cambiante en el que estamos sumidos.

El sentido del humor está presente en esta obra, ese humor sutil pero punzante con el que Eco intenta señalar los puntos débiles de esta sociedad actual occidental que, a pesar de las diferencias propias de cada país, tiene el nexo común tiene en común los grandes mitos que la sostienen: el consumismo más feroz, el materialismo y la defensa de la individualidad más exacerbada que hace replegarse a cada individuo en su propio caparazón lleno de aparatos tecnológicos para comunicarse, pero en el que se siente cada vez más solo, más indefenso en su individualidad realzada y buscada, y en su propia incapacidad para entender la complejidad de un mundo que se le escapa a su comprensión y que, por ese motivo, cada vez le importa menos.

Libro recomendable para los lectores de Eco y para quienes aún no hayan leído a este gran escritor y teórico por su amenidad no exenta de rigor, y su gran capacidad de comunicación de quien ha analizado a la sociedad actual en todas sus facetas y, por ello, puede ofrecernos su crítica autorizada de todo pensador que no se conforma con esta sociedad del bienestar de la que el humanismo y lo que ello conlleva está desapareciendo de forma veloz, para dejar paso al triunfo aplastante de la técnica puesta al servicio del materialismo deshumanizado en la que muere toda esperanza de un mundo mejor..

 

La palabra arrestada, Vitali Shentalinski

La palabra arrestada Vitali Shentalinski Traducción: Ricard Altés, Jorge Ferrer y Marta Rebón Galaxia Gutenmberg Barcelona, 2018, 555 pp.

La palabra arrestada
Vitali Shentalinski
Traducción: Ricard Altés,
Jorge Ferrer y Marta Rebón
Galaxia Gutenmberg
Barcelona, 2018, 555 pp.


La palabra arrestada, obra de investigación histórico-literaria rigurosa exhaustiva, y profusamente documentada en los archivos literarios del KGB, que analiza el terror y la persecución de los escritores, artistas, científicos y profesores universitarios por parte del régimen soviético en la época de Stalin

Ana Alejandre

Vitali Shentalinski, periodista y editor de radio y televisión, autor de la trilogía basada en una rigurosa investigación que forman los títulos Esclavos de la libertad (2005), Denuncia contra Sócrates (2006) y Crimen sin castigo (2007), cuya investigación amplia en esta nueva e impresionante obra que ofrece la verdad de la persecución, de los intelectuales rusos represaliados en la Unión Soviética durante el gobierno de Stalin, y en la que reproduce, de forma exhaustiva y fehaciente, basada en la documentación oficial guardada en los archivos secretos de la Lubianka los procesos a los que fueron sometidos los escritores rusos de la talla de Isaak Bábel, Ósip Mandelsltam, Mijail Bulgákov, Marina Tsvietáieva, Andrei Platónov, Anna Ajmátova, Maksim Gorki y Boris Pasternak, ocho de los más importantes nombres de los muchos miles de intelectuales que fueron víctimas de una represión criminal de sus vidas y obras por procesos sumarios, injustos y arbitrarios, sin más fundamento que la propia paranoia estalinista contra todo lo que le sugería una actitud o talante antisoviético, o un peligro para su gobierno dictatorial, basado en el terror y la dura y férrea línea de gobierno de la que nadie se sentía a salvo.

Shentalinski tuvo la iniciativa en 1988, en pleno estallido de la perestroika, de presionar a la Organización de Escritores, a los más altos mandatarios del Partido y a la opinión pública para poder hacer públicos los terribles datos de la represión llevada a cabo contra infinidad de intelectuales rusos, cuya verdad estaba por descubrir y permanecía a cubierto en los archivos de la infame Lubianka. Fue el primero que consiguió abrir dichos archivos de la KGB y de la Oficina de la Fiscalía de la URSS, que durante años permanecieron abiertos a la consulta pública, aunque hoy vuelven a estar cerrados por decisión gubernamental. Con ello consiguió echar luz sobre el cruel destino de tantos miles de rusos que vieron su destino trágicamente destruido por procesos atroces en los que los instructores inventaban los hechos que les convenía a sus torticeros fines, para así declarar culpables a seres inocentes de supuestas confabulaciones antisoviéticas que sólo estaban en el ánimo de quienes formaban parte de la maquinaria estatal más sanguinaria de la historia.

Todas estas purgas políticas aún no han sido consideradas oficialmente por la opinión occidental como crímenes contra la Humanidad, por la presión de los movimientos de izquierda internacionales, como si la historia interminable de terribles crímenes cometidos por la URSS, cuna de la ideología de extrema izquierda, les confiriera a dichos actos execrables un salvoconducto de legitimidad que se les niega a otras ideologías políticas que han hecho mucho menos daño, pero ante las que se mantiene una opinión negativa y duramente crítica por la que se les niega cualquier posible exculpación

En la historia nunca ha existido un régimen político que ha masacrado de forma tan feroz, indiscriminada y sin tregua a los intelectuales y a los artistas del propio país, como fue el totalitarismo soviético que dejó miles de víctimas entre sus filas, tanto de escritores, artistas, científicos, investigadores en diferentes campos y profesores universitarios. Es decir, los representantes más genuinos de la inteligencia; que fueron silenciados o asesinados: A todos ellos se sumaron millones de personas anónimas que fueron castigadas de forma inhumana, enviándolas a los famosos campos de trabajo soviéticos, sin haber cometido ningún crimen contra el Estado; pues todo era, simplemente, una infame estrategia para conseguir esclavos sin ningún derecho ni dignidad que trabajaran hasta la extenuación y de forma gratuita para el Estado soviético.

Esta obra tiene un valor testimonial inconmensurable, porque sus datos están recogidos en los archivos oficiales y no se basan en simples opiniones de autor, sino en hechos incontestables, documentalmente probados, que muestran y permiten comprender en toda su magnitud el terror impuesto por un Estado totalitario, cuyos actos aún merecen un juicio basado en el conocimiento del horror que encierran y que muestran el verdadero cariz del Estado soviético que sometió a millones de sus ciudadanos a la más ignominiosa y terrible caza del ser humano y que todavía necesita ser revisada, enjuiciada y declarada públicamente como un crimen contra la Humanidad, al igual que el cometido por el régimen nazi, al que supera con creces en el número de víctimas.

Obra esta, pues, que es de aconsejable lectura para quienes deseen conocer mejor y en mayor profundidad el alcance del terror impuesto por el Estado soviético que intentan ignorar, obviar,o disminuir en su gravedad, quienes creen que el comunismo y sus aledaños ideológicos están exentos de toda culpa histórica, a pesar de los millones de muertos inocentes que fueron víctimas del terror impuesto por esta ideología que intenta hacer creer que ofrece libertad, dignidad y progreso a los pueblos a los que quiere someter al totalitarismo más feroz y a la negación de todo derecho y dignidad a los ciudadanos.

 

 

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