Condesa de Bureta, la otra heroína de Zaragoza

Condesa de Bureta

Retrato de la condesa de Bureta, la otra heroína de Zaragoza en la Guerra de la Independencia.

 

MARIA DE LA CONSOLACION AZLOR, LA OTRA HEROÍNA DE ZARAGOZA, CONDESA DE BURETA Y BARONESA DE SALINAS


Laura López-Ayllón

Su nombre está asociado a la defensa de Zaragoza frente a los franceses, pues puso su casa a disposición de los defensores, convirtió sus habitaciones en hospital, proporcionó munición a las baterías artilleras y formó pelotones de mujeres combatientes.

Organizó un pelotón de mujeres que estaba encargado de socorrer a los heridos y llevar víveres a los soldados en los puestos avanzados. Ella misma acudía cada día y cada noche al hospital de sangre de Nuestra Señora de Gracia, uno de los edificios más bombardeados, y en el que murieron 9 de las 21 monjas que lo atendían. En este hospital la condesa de Bureba ayudaba a las monjas que cuidaban a los heridos.

En el segundo sitio de la ciudad, el general Palafox le encomendó la defensa del Coso y tanto trabajó en ella que sufrió un aborto, pero eso no le impidió bajar la actividad, y se dedicó no sólo a preparar vendajes y rellenar sacos, sino también a organizar por su cuenta una partida guerrillera en el pueblo de Bureta, cuya actividad fue muy eficaz.

María de la Consolación fue muy admirada porque se la veía con frecuencia en medio de los combates de la defensa de Zaragoza con gran sangre fría, aunque estaba en medio del fuego y las balas.

Tras la caída de la capital aragonesa, cuando la condesa regresaba de Cádiz, donde su marido se había refugiado, falleció en Zaragoza víctima de una gangrena en 1814.

La condesa de Bureta había nacido en Gerona el año 1775 hija de Manuel Azlor y Urries, que fue Virrey de Navarra y Capitán General de las Islas Canarias.

Casó dos veces, en 1805 con Juan Crisóstomo López Fernández de Heredia, Barón de Salinas, que falleció en 1805, y posteriormente con Pedro María Riz y Montserrat, rector de la Universidad de Huesca, alcalde del Crimen en la Audiencia de Aragón y diputado de Aragón en las Cortes de Cádiz.

Mantuvo una magnífica relación y tenía mucha confianza con el general José Rebolledo de Palafox, al que nombró albacea testamentario y tutor de sus hijos.

 

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