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Los beneficios de la lectura
Los beneficios de la lectura
Ana Alejandre
En recientes estudios, científicos, se ha demostrado los muchos y excelentes beneficios de la lectura habitual. que som muy superioresco a los que proporcionan los medios audivisuales: internet, cine, videojuegas, música etc.; y de otras actividades lúdicas
La lectura siempre se ha considerado como el mejor entrenamiento para el cerebro, ya que es una práctica o ejercicio mental que beneficia la conexión de las neuronas, además de que protege la pérdida de funciones cognitivas asociadas a las edades más avanzadas, Por ello, se han destacado cuatro aspectos para motivar a las personas a leer diariamente, por la importancia que tiene para nuestro buen funcionamiento mental.
Se podrían citar los siguientes: beneficios de la lectura habitual:
a) permite encontrar un mejor trabajo, al tener una mayor información y conocimientos que provienen de la práctica constante de la lectura;
b) Es el mejor entrenamiento para el cerebro por los motivos que se explican más adelante.
c)Desarrolla y mejora las funciones de comunicación personal y las relaciones sociales.
La lectura ayuda a ejercer un mejor liderazgo en el trabajo y en los grupos sociales, porque la lectura aumenta la inteligencia verbal y la compresión de las señales sociales
Estas razones se han señalado, viendo los resultados según los estudios realizados por un investigador de Oxford, en el que se examinaron las respuestas de una encuesta a 17.200 personas con el nexo común de haber nacido en 1970, y se llegó a la conclusión que quien leía desde los 16 años tenía más probabilidades de obtener en su carrera profesional el éxito o una jefatura a los 33 años. Sin embargo, otros factores tenidos en cuenta en dicha encuesta como son el deporte, el uso de ordenadores o la cocina no tenían relación alguna con el éxito profesional.
El primero de dichos beneficios de la lectura diaria es que mantiene al cerebro en forma, aumenta la capacidad de concentración, favorece las conexiones neuronales, facilita la empatía y si, además, la lectura se convierte en un hábito cotidiano, es una práctica muy eficaz para evitar la pérdida de ciertas funciones cognitivas que provoca el paso de los años, aunque está teoría de que la edad disminuye las funciones cerebrales ha sido desmentida hace poco tiempo. Todo ello se produce porque la actividad del cerebro mediante la lectura habitual le permite llevar a cabo mejor sus funciones, aumenta la rapidez de la respuesta y, cuando se lee, se obliga al cerebro a pensar, combinar y ordenar ideas, a relacionar conceptos, ejercitar la memoria y a aumentar nuestra capacidad intelectual y a estimular las neuronas. Además de ello, la lectura permite aumentar los temas de conversación, lo que es beneficioso para las relaciones sociales que es un aspecto muy importante de la vida personal.
También, un estudio publicado en Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics, la revista médica revisada por expertos que estudia pediatría del comportamiento del desarrollo afirma que, con la lectura diaria por parte de un adulto a un niño, este recibe 78.000 palabras al año. Y dichos investigadores han estudiado que en los hogares con cierto estatus social y recursos lingüísticos se consigue que los niños oigan y aprendan muchas más palabras que los niños cuyos padres no les leen.
Es evidente que un cerebro activo y entrenado diariamente por la lectura realiza mujer sus funciones, además de aumentar la rapidez de la respuesta. A esto hay que añadir que existen otros muchos estudios que relacionan el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva ya que se ha demostrado que la lectura como hábito cotidiano es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas, tal como demuestra el consejo de los médicos a pacientes con síntomas de Alzheimer, por citar una de las más crueles que existen dentro del ámbito de las afecciones degenerativas.
Para quienes somo lectores apasionados desde siempre, estos beneficios de la lectura no han sido los factores determinantes para dedicarnos con fruición incansable a tan maravilloso ejercicio mental. Leemos porque en los libros está la vida en todo su esplendor, con sus luces y sombras, sean obras de ficción o no, pues todas las obras, sean del género que fuesen, nos ofrecen información, conocimientos, aventuras, viajes a lugares exóticos y, sobre todo, la oportunidad de dialogar con las brillantes mentes que las han creado, en un diálogo incansable, fructífero, ameno y nunca finalizado. La lectura habitual es la mejor actividad que se pueda hacer para comprenderse el lector a sí mismo y al mundo complejo. incomprensible y, muchas veces caótico, en el que vivimos y en el que sucumbimos a la incomunicación y a la soledad de las grandes ciudades y a la siempre creciente complejidad social. El libro es, sin duda alguna, el mejor amigo y compañero inseparable que nos espera fiel, callado y paciente, a que retomemos con él el diálogo iniciado que no se interrumpe nunca., aunque haya pausas temporales en la lectura de un libro.
Ahora, la ciencia nos da nuevos motivos para leer a quienes ya lo hacemos de forma incansable y, sobre todo, a quienes no tienen la lectura entre sus hábitos cotidianos, les da muchas razones para empezar a leer de forma asidua. Con ello descubrirán mundos insospechados, diversión, cultura, ampliarán conocimientos en las materias de su interés, y un mayor bienestar mental y psíquico en el presente y el futuro, además de una vida mejor, más plena, rica y satisfactoria.
No existe nada que pueda competir con la lectura en la siempre amplia oferta multimedia: cine, internet, televisión, móviles, videojuegos, etc., pues ninguna de estas ofertas audiovisuales aporta los muchos y demostrados beneficios de la lectura, aunque sí ofrezcan diversión e información, pero de una forma pasiva para sus usuarios. Quienes utilizan estas nuevas tecnologías, solo son los receptores de sus contenidos, pero nunca establecen la misma interrelación, profunda y exclusiva, que establece en la lectura de un libro con dicha obra, en la que el lector tiene que ejercitar su imaginación para recrear los diversos universos literarios, los personajes y escenarios, en una simbiosis total y siempre beneficiosa para quien lee, además de exigir una atención plena y excluyente con el entorno del lector.
Quien lee está reescribiendo la obra en cuestión y aportándole nuevos matices y significados a la historia, en función de su edad, conocimientos y su propia personalidad, consiguiendo así que pase a formar parte de su imaginario en el que quedará para siempre formando parte de su bagaje cultural y emocional, sobre todo cuando la obra que ha leído le ha dejado la impronta de su calidad literaria y de su autenticidad, porque en ella ve reflejada la vida y los personajes que la habitan son inolvidables en su humanidad recreada y al que el lector les va otorgando nuevos perfiles, de acuerdo a su propia psicología.
Leer es imprescindible (en libro de papel, electrónico o en internet) para quien quiera estar informado, divertirse, emocionarse, vivir experiencias inolvidables que solo ocurren en su mente, sin proyección en una pantalla exterior, y en las que el lector se sumerge y siente estar dentro de ese universo literario al que ve desde dentro y siente, por ello, con mayor intensidad, placer y exclusividad, ya que todo sucede en su mente y lo dibuja, perfila y matiza a su gusto y manera, como único director y cámara de una trama que otra persona escribió, pero el lector le da la perspectiva, el decorado, las luces y sombras, los colores y los sonidos que prefiera.
No existe otro medio que le dé mayor capacidad de incitar a la creatividad del lector que la propia lectura. Ni le dé más libertad, estimule a la iniciativa y a su propia imaginación. Todo lo demás son sucedáneos para quienes solo desean que todo se lo den hecho, sin tener que molestarse, pero sin poder disfrutar como se hace al leer un libro. Al leer se vive, ve y oye desde dentro; al usar medios audiovisuales se mira y oye desde fuera, como algo ajeno al propio espectador o jugador. Sin la emoción, intensidad, interés ni concentración que exige la lectura.
La lectura, primero, lo demás, solo como complemento.
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