Adoración de los Reyes Magos , Hans Memling, 1479, Museo del Prado.

Ediición nº 18 -Enero/Marzo de 2012

La llegada de un nuevo año

La llegada de un nuevo año siempre está acompañada de la alegría generalizada en todas las latitudes en la que parece condensarse las ilusiones y esperanzas que se proyectan en ese año nuevo que va a empezar, con el telón de fondo iluminado con los destellos de los fuegos artificiales que, en un estallido de luz y color, parecen ilumina,r por solo unos segundos, un corto espacio del cielo que cubre pueblos y ciudades en los que los millones de seres humanos repiten, como un mágico ritual, la ceremonia de bienvenida del nuevo año que se renueva, al igual que las estaciones, en el constante discurrir de la vida y de las generaciones.

Empieza otro año, uno más, después de las alegrías navideñas que siempre se resumen en festines culinarios, más o menos abundantes según el estado de la economía familiar, aunque en estos tiempos está más paupérrima en muchos, demasiados, hogares españoles en los que ha faltado algo más que los turrones y mazapanes navideños, porque les ha abandonado incluso la esperanza en un futuro mejor que este presente angustioso en el que naufragan desde hace mucho tiempo.

Sn embargo, todos los comienzos de año traen consigo, como último reflejo de las luces de los adornos navideños ya apagadas, los deseos siempre renovados aunque, a medida que se van cumplimiendo años, éstos son cada vez menos ilusorios y más realistas, porque la situación general no ayuda mucho a esperar del

año recién nacido más cumplimiento de las propias ilusiones que en los años más prósperos y cargados de esperanza, aunque siempre, al final, se quedaran incumplidas y a la espera de otro año en los que pudieran llegar una ser la gozosa realidad soñada; pero siempre desbancada por la aplastante evidencia de toda quimera.

Aunque la mejor imagen de la Navidad y de su mágica atmósfera que nos envuelve a todos, la que representa, año tras año, a pesar de las crisis, los problemas, la desesperanza y la angustia, la siempre imbatible carga de las ilusiones infantiles que parecen concentrarse en los regalos que los Reyes Magos, venidos de ese Oriente lejano y en perpetuo estado bélico, les traen a muchos niños, a pesar de las dificultades evidentes, aunque a otros muchos les habrán dejado con la desilusión de que sus peticiones no han sido escuchadas en su totalidad, o en una gran parte, preguntándose si han hecho algo que justifique esa falta de generosidad actual en comparación con la recibida en otros años.

La inocencia infantil no puede entender el galimatías de la economía en bancarrota, de las cuentas bancarias en números rojos, del paro y de la falta de recursos. La infancia no entiende nada más que de ilusiones que todos los años representa lo que traen, SS.MM. en forma de juguetes, esos objetos ininteligibles para los mayores; pero que son los utensilios que la fantasía infantil necesita para reconstruir un mundo

personal y propio, en el que los buenos siempre ganan y los malos son derrotados, cuando se aprenden esas grandes lecciones de generosidad al compartir los juegos con los demás; además del valor para luchar contra el mal que representan siempre el bando contrario, de la necesaria defensa del débil, del amigo y compañero, así como de la necesidad de la imaginación para crear realidades en las que las reglas del juego son inventadas por quienes mañana, en un futuro más o menos lejano, tomarán decisiones que afectarán a otras personas, pero ya sin la nota de fantasía e ingenuidad que han ido desaparenciendo, inevitablemente, de la vida real de todo adulto donde los juegos no son inocentes y no siempre ganan los buenos y valientes.

A todos los lectores en este año 2012 que vienen anunciado con nuevas responsabilidades y esfuerzos colectivos, pero siempre prometedores de un futuro mejor en el que se puedan resolver los graves problemas que la sociedad española sufre desde hace muchos años, les deseamos quienes hacemos Editanet, un venturoso y próspero año nuevo, en el que se vean cumplidos, si no todos, los mejores y más preciados deseos en los que se resuma la esperanza de este nuevo año, uno más para vivir, experimentar y aprender que es, en definitiva, ls dones reales que nos depara a todos la propia vida.

Cordialmente.


Ana Alejandre
Editora

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