Ediición nº 20 Julio/Septiembre de 2012



Introducción

Continuamos con la relación de poetas que han recibido el Premio Cervantes, y que en esta ocasión es la figura de José Hierro.

José García Nieto

José García Nieto, poeta.

por Ana Alejandre

Nace en Oviedo, el 16 de julio de 1914. Cuando contaba dos años de edad la familia se traslada a Cavaleda (Soria), localidad en la que su padre ostenta el cargo de secretario del Ayuntamiento.
Años más tarde, en 1923, al fallecer su padre, se traslada junto a su madre a Zaragoza, instalándose en el domicilio de su tío materno de profesión militar. En dicha ciudad comienza sus estudios en el colegio de los Escolapios.
Al siguiente, por haber sido trasladado su tío a África, García Nieto y su madre marchan a Toledo, donde residirá hasta 1928, instalándose en el domicilio de su abuelo materno que es invidente. La ceguera de su abuelo le inspira el poema El lazarillo, que aparece en su poemario Memorias y Compromisos, así como recuerdos de su vida en Toledo se reflejan en varias obras y sobre todo en Toledo, Corpus Chisti y seis sonetos y Facultad de volver. En esta ciudad comienzan sus primeras lecturas, sobre todo de Campoamor, Gabriel y Galán y otros autores.
. Crea la revista literaria Garcilaso, en 1943, junto con los poetas que habían escrito también en publicaciones relacionadas con la Falange Española y que formaban el grupo poético llamado Juventud Creadora. En ella escribieron Víctor García de la Concha, Jesús Juan Garcés, Pedro de Lorenzo, Jesús Revueltas. Todos ellos le daban una gran importancia a la cuestión formal y siempre sus creaciones estaban basadas en temas religiosa o mística, pero no incidiendo en la realidad de la sociedad española de entonces.
Aparecieron otras revistas literarias como Espadaña, Proel, Poesía Española y otras que eran toleradas por la censura franquista por considerarlas inocuas para la existencia del propio régimen político
Publicó su primer libro en 1949, Víspera hacia ti, que tiene el estilo formal que tanto preocupaba a los que formaban parte de la revista Garcilaso, aunque su segundo poemario Poesía (1943) rompe con esa preocupación formalista y tiene un tono neorromántico y experimenta por primera vez con la forma. De esta manera, García Nieto intenta buscar su propio camino de expresión poética, lo que consigue a lo largo del tiempo, porque el conjunto de su obra tiene un carácter original y personalista.
Sigue publicando ininterrumpidamente y entre sus siguientes obras destacan los siguientes títulos: Del campo y la soledad (1944), Tregua (1951), Sonetos a mi hija (1953), La red (1955), Elegía a Covaleda (1959), La hora undécima(1962),Memorias y compromisos(1966),Hablando solo (1968), Sonetos y revelaciones de Madrid (1976), Súplica por la paz del mundo y otros collages (1977), Los cristales fingidos (1978), El arrabal (1980) y Carta a la madre (1988).
Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1983 y su discurso de entrada lo escribió en verso con el título de Nuevo elogio a la lengua española.
Recibió innumerables premios tanto españoles como extranjeros a lo largo de su extensa vida literaria y fue galardonado con el Premio Cervantes en 1996.
Falleció el 27 de febrero de 2001 en Madrid. 

Bibliografía, premios y enlaces de José García Nie

José García Nieto, poeta

“Víspera hacia ti”, Madrid, Gráfica Administrativa,  en 1940.

 "Poesía",  Retrato del autor por Rafael Pena. Madrid, Ediciones de la Revista "Garcilaso",  en 1944.

-"Versos de un Huésped de Luisa Esteban",  Madrid, Ediciones de la Revista "Garcilaso",  en 1944.

 “Tú y yo sobre la tierra”,  Barcelona, (Entregas de Poesía), Núm.10, octubre de 1944.

 “Retablo de ángel, el hombre y la pastora “,  Madrid, Ediciones de la Revista Garcilaso (Escenario de J.G. Ubieta, ilustraciones de Rafael Pena. Viñeta de Liébana), en 1945. Que fue estrenado en el Teatro Español de Madrid, en ese mismo año.

 "Toledo",  Madrid, Ediciones de la Revista (Fantasía), Núm.3, en 1945.

 “Del campo y soledad”.  Madrid, Ediciones Rialp, ( Colección Adonais, Núm. XXV).  Comprende tambien Versos de un huésped de Luisa Esteban, págs.  55 a 71, en 1946 

 "Juego de los doce espejos",  Santander, Colección Hordino, en 1951.

 “Primer libro de poemas”,  Madrid,  Afrodisio Aguado, S.A., Colección (Más Allá), Núm. 97. Comprende Víspera hacia ti y Poesía. En 1951.

 “Segundo libro de poemas”,  Madrid,  Afrodisio Aguado, S.A., Colección (Más Allá), Núm. 98,  en 1951. Comprende Tú y yo sobre la tierraRetablo de ángelel hombre y la pastoraToledoJuego de los doce espejosDel campo y soledad y Versos de un huésped de Luisa Esteban.

 
“Tregua”,  (Premio Nacional de Literatura "Garcilaso" 1951). Viñeta de Estruga. Madrid. Tipográficas Martínez Chumillas,  en 1951. 

  “La red”,  (Premio "Fastenrath" de la Real Academia Española en1955). Madrid, Editorial Agora,  en 1955. Segunda edición: 1956

“Elegía en Covaleda”,  Madrid, Ediciones Punta Europa,  Cuaderno IV de Poesía,  en 1959.

 "El Parque Pequeño".  Madrid, Ediciones Punta Europa, en 1959

 "Sonetos por mi hija",  Madrid,  Edición no venal, Viñeta de Molina Sánchez.

 “Geografía es amor”  (Premio Nacional de Literatura en 1957). Madrid,  Gráficas Oscar, Colección (Palabra y Tiempo), Vol. I,  en 1961. Nueva edición aumentada. Madrid. Editorial Kaliope, 1969.  

"Corpus Chisti y seis sonetos",  Toledo. Impr. Gómez Menor,  Biblioteca Toledo, Vol. 8,  en 1962.

 " Circunstancia de la muerte",  Sevilla, (La Muestra),   en 1963.

 “ La hora undécima”.  Madrid.  Gráficas Oscar, Colección (Palabra y Tiempo), Núm. XIV,  en 1963.

 “Memorias y compromisos”,   Madrid,  Editora Nacional.  (Colección "Poesía"). En 1966.

 “Hablando sólo”.   (Premio de Poesía Castellana "Ciudad de Barcelona". 1967. Madrid,  Ediciones Cultura Hispánica. Segunda edición aumentada, 1971    Colección (La encina y el mar), Núm. 41,  en 1968. 

 “Los tres poemas mayores”.  Madrid,  Ediciones Oriens, Colección (Arbolé), Núm. 8,  en 1970. Comprende El parque pequeñoElégia en Covaleda y La hora  undécima.

 “Facultad de volver”.  En Toledo, Madrid, Palma de Mallorca,  Papeles de Son Armadans,  Núm. CLXXV,  en 1970.

 “Teo y el autocar de las ocho quince”.  (Hucha de oro). Madrid, (Ilustraciones: Munoa) Confederación Española de Cajas de Ahorros. Editorial. Nºregistro 936 Alcalá Madrid. En 1972

 “Taller de arte menor,y cincuenta sonetos”.  Madrid,  Editorial Doncel, Colección (Libro joven de bolsillo),  en 1973.

 “Toledo”.  Madrid,  Edición completa. (Ilustraciones de César Olmos).  Editorial Teype, Colección (La selva que navega),     Núm. 1,  en 1973.  Contiene los librosToledoCorpus christi y seis sonetosFacultad de volver, poemas relacionados con Toledo de La red y geografía es amor, más "otros poemas" de tema toledano.

"Sonetos y revelaciones de Madrid",  (Premio "Francisco de Quevedo" del Ayuntamiento de Madrid 1974). Madrid,  Ediciones del Ayuntamiento de Madrid,  en 1976. 

 "Súplica por la paz del mundo y otros "collages",    (Premio "Boscán" del Instituto de Cultura Hispánica, 1973)  Barcelona, Instituto Catalán de Cultura Hispánica, en1977.

 “Los cristales fingidos”.      (Premio "Ángaro de Poesía")  Sevilla. Editorial Católica Española.  Colección de Poesía (Angaro), Año X, Núm. 63,     en 1978. 

  “El arrabal”.    (Premio Internacional de Poesía Religiosa "San Lesmes Abad" en 1979). Burgos, Monte Carmelo (Viñeta: Oscar Estruga),  en 1980.

 "Tregua, La red, Geografía es amor",  Madrid. Espasa-Calpe. Colección Austral, Núm. 1634,  en 1982.

 "Nuevo elogio de la lengua española",  Madrid,  Real Academia Española. Ibergráficas, S.A., (el día 13 de marzo de 1983). Discurso de ingreso en la Real Academia Española , escrito totalmente en verso. Y contestación del Excmo. Sr.D. Camilo José Cela.

 "Sonetos españoles a Bolívar",  Caracas. Liminar de B.V.E.  Prólogo por Mario Briceño Peroso.  Editorial Arte,(Biblioteca Venezolana Ediviagro), Núm. 3,  en 1983.

  "Piedra y cielo de Roma",  Introducción de Camilo José Cela. Madrid,  Espasa-Calpe, Selecciones Austral,  Núm.123,  en 1984. 

-“Galiana”.    (Premio de Poesía "Ibn Zaydun").   Madrid, Palabra previa de Jesús Riosalido. Instituto Hispano-Árabe de Cultura,  Colección de Poesía (Ibn Zaydun), Núm. 8,  en 1986. 

         Carta a la madre”.      (Premio Mundial "Fernando Rielo" de Poesía Mística).  Madrid. Preliminar de Pere Gimferrer. Epílogo de Pureza Canelo.  Ediciones (Caballo Griego para la poesía),  Colección (Pentesilea), Núm. 10,  en 1988.

 “Mar viviente”.  Edición no venal.  Madrid. Editorial Naval,  en1989.

"Soneto a Madrid"del libro Madrid: Historia. Arte. Vida. 1991, pág. 19.
Libros de prosa.

"Donde el mundo no cesa de referir su historia",  Murcia,  Editorial Godoy,  en 1983.   (Preliminar de Camilo José Cela).

"El cuaderno roto",  Oviedo, Ediciones Caja de Ahorros de Asturias, en 1989. Colección "Los contemporáneos Asturianos".  Sección de crítica de la revista La Estafeta Literaria.

Literatura infantil.

"Pipepaco en la selva"
,  Madrid, (Ilustraciones de José Francisco Aguirre),  Editorial Magisterio Español, S.A.,  en 1960.

 "Copien Trescientas Veces"

 "Como la Maté", marzo 1943.

 "El Titiritero".

 "El Indiano". julio 1946.

 " ¡ Guau....,guau....,!.

 "El Inmortal".

 "Josito, el Descontento".

 "El Abrazo".

 "Las Cartas".

 "El Tesoro".

 "Lamentable Historia de Felipito",  julio 1972.

 "El Colegio".

 "Pablo, come........".

 "La Cintura Parisién".

  "El Vestido Estampado".

 "El Ceñidor de Púrpura".

PREMIOS

Premio de la fiesta del "Romance de Medina del Campo" (1948 ).

Premio “Adonais”, con el libro titulado “Dama de soledad” (1950) .

Premio de la "Vendimia jerezana" por su obra dramática en verso,"Daño y buen año del hombre" (1950).

 Premio Nacional de Literatura  (Garcilaso),  por su libro “Tregua”.  (1951).

 Premio "Tomás Morales" de Canarias, por su"Canto a Hispanoamérica desde el mar de Canarias".(1954).

Primer Premio en el Certamen Hispanoamericano  de la Coruña por su poema "Galicia bajo la lluvia" (1954).

Premio “Fastenraht”, de la Real Academia Española, por “Geografía es amor” (1955).

Premio Nacional de Literatura, por su  libro "Geografía es amor" (1957).

Premio "Englantina" concedido por el  Círculo Catalán de Madrid, por su poesía "Canta el  hombre de España" (1958)

Premio Hispanidad de Buenos Aires (1959)

Premio de la Hispanidad de Cádiz (1959).

 Premio "IV Centenario Lope de Vega" (1962).

 Premio Internacional de Poesía “Portugal”,por el conjunto de su obra(1963).

 Premio en honor a San Isidro (Madrid) (1966)

 Premio de Poesía Castellana “Ciudad de Barcelona” por su libro “Hablando sólo” (1969).

Premio Meliá de Periodismo (1969).

 Premio “Hucha de Oro”. Convocado por la Confederación Española de Cajas de Ahorros, por su cuento:  “Teo y el autocar de las ocho quince”(1972). 

 Premio  de Poesía “Juan Boscán”,  que concede el Instituto Catalán de Cultura Hispánica

por su libro  “Súplicas por la paz del mundo y otros"collages” (1973).

Premio "Francisco de Quevedo"  del Ayuntamiento de Madrid, por su libro "Sonetos y revelaciones de Madrid" (1974).

Premio "Alforjas para la Poesía" concedido por el Ministerio de Marina (1976) .

Premio “Alcarabán” de poesía, con el poema "Visión de Rilke sobre el Tajo (1977).

 Premio “Angaro” de poesía (Sevilla), por su  libro "Los cristales fingidos” (1978).

 Premio Internacional de Poesía Religiosa “San Lesmes Abad” (Burgos), por su libro “El arrabal” (1979).

 Premio “Mariano de Cavia” 1979 de periodismo (1980)

Orden "Andrés Bello"  concedido por Venezuela (1984).

 Premio de poesía "Ibn Zaytun”, del Instituto Hispano-árabe de Cultura, por su libro “Galiana” (1986).  

Premio de periodismo “Cesar González Ruano” (1987). 

 Premio “Atlántida”, concedido por el Gremio de Editores de Cataluña (1987).

 VI Premio Mundial “Fernando Rielo”, de poesía  mística, con su libro “Carta a la madre” (1988).  

 Premio “Cervantes” de Literatura, por el  conjunto de su obra (1996).

Poemas de José García Nieto

José García Nieto, poeta y académico de la RAE.

Carta a la madre
Cuánto amor hay debajo de la tierra!
Te escribo, madre mía
mirando al aterido
desnudo del crepúsculo,
en una tarde en la que ya no estás
ni puedes apoyarte en mi costumbre,
cuando unas nubes tenues, sin destino,
pretenden aliviar inutilmente,
con un destello de color lejano
el dolor de este cielo que me sigue
o me precede, perro fidelísimo.
He arrojado muy lejos mi memoria,
y él vuelve jadeante,
sin nada entre los dientes
agresivos y blancos;
otras veces el perro del recuerdo
se queda atrás, y vuelvo la cabeza
y no hay nadie esperándome
¿ Nadie ha vivido nunca en estos ojos...?
" Todavía mi queja
es una rebelión;
su mano pesa sobre mi gemido".
Tú , ¿ dónde estás? No sales a tu hora.
Estrella mía, aliento
cristalizado, barro ilustre, piedra
hacia tu destrucción inevitable;
moneda de oro atesorado y mío
ennegrecido y ciego, fría escoria
y desembocadura
de un río caudaloso
que no va a retornar hacia sus fuentes.
Te escribo desde un árbol y una rama
y en un paisaje donde estabas quieta
como una hoja peremne,
sin estación, ni nieve, ni cellisca,
ni vendaval. Estabas. Y eso es todo.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas;
las cartas - ya lo sabes -
son del que las escribe.
Y llora el propietario de esta carta
en la desoladora
tristeza de su verso;
el avaro de amor , lleno de espanto,
golpea muros, puertas y ventanas
ante la oscuridad del cuarto oscuro.
Mientras escribo, madre,
con cuidado, tú puedes asomarte
- aunque yo sé que nunca oiré tus pasos -
por detrás de mi hombro
para que en mí te veas prolongada
con palabras tardías y sangrantes
debajo de los astros veladores.
¿ Quién va a medir mi tiempo desde ahora,
la huida levantada de los pájaros,
la inexorable perdición del sueño,
la carcoma que activa los relojes?
Porque tú eras el aire y su finísima
trama, como el arroyo en un discurso
que, cuando menos fuerza lleva, y pasa,
deja ver los diamantes de su fondo.
Si te acercas, asómate con tiento,
camina de puntillas por si acaso;
que no te vea caminar, lo mismo
que no te ví morir ayer -"ven muerte
tan escondida"- y lee un poco si puedes,
si te dejan tus ojos y separas
un momento la tierra que los cubre.
Habían ya perdido su exquisita
ventana azul y la certera espada
que llegaba a mi pecho sin
herirme.
Carta a la madre (1988)

Geografía es amor
Dedicatoria
A mi hijo

Esto que tienes ante ti,
hijo mío, es España.
no podría decirte –y no puedo,
al menos con palabras-
cómo es su cuerpo duro,
cómo es su cara trágica,
cómo su azul cintura, extensamente
humedecida y agitada.
Su pecho, recio y de varón, respira
por las altas montañas;
la suave curvatura del regazo,
femenina se ensancha
hasta la soledad de las arenas
múltiples y doradas;
los brazos de sus ríos acumulan
venas que acercan las gargantas
oscuras o los verdes valles,
arrancando la tierra, acariciándola.

Esto que tienes, que tenemos
ahora mismo, es España.
Es mía porque puedo
celosamente amarla,
tocar su piel y estremecerme,
mirarme en ella fijo, cara a cara,
sentirme antiguo, envejecer con ella,
o nuevo cada día y estrenarla.
Es tuya porque puedo
con pasión entregártela,
porque me la he ganado sin fronteras;
sin tener que acotarla,
la he traído a mi voz cuando he querido,
como a una oveja que paciente aguarda
el silbo del pastor.
No hay quien le ponga
puertas, y yo te invito a traspasarlas.
Mira; aprende a mirar con ella, aprende
a acompañarte de ella, acompañándola.
Tierra de andar y comprobar despacio,
huidiza de tan delgada,
difícilmente bella de tan sobria,
fina y calladamente regalada;
tierra para escuchar como una música,
para no echársela a la espalda.
Cuando puedas, lo digo desde ahora,
lo escribo desde ahora, por si falta
un día en tus oídos
la fe de mi palabra,
cuando puedas, y tengas el pie firme,
y claro el corazón, y abierta el alma,
sal al camino, cíñete la ropa,
hijo mío, y ándala.

El sol se pone para todos. Mira;
ahora lo está ocultando el Guadarrama;
el cielo es como un ópalo, como una
precipitación nacarada;
quedan azules, negras, las tranquilas
honduras de estas navas
que encienden sucesivamente
el racimo esperado de sus casas.
Arriba, las estrellas aparecen
“sin prisas y sin pausas”;
se pierden, numerosos, los senderos
y en la penumbra se unen las montañas.
Gigantesca, se espuma “La Peñota”;
suave, “El Montón de Trigo” se destaca;
afila “Siete Picos” en la sombra
su aguda dentellada;
quiebra “La Maliciosa” bruscamente
su plomiza atalaya,
y allí, en su cascarón de ávida nieve,
se hunde Navacerrada.

Esto que ves, que tienes, que te entrego,
hijo mío, es España.
Digo y escribo, y puede más su nombre
que la mano y la voz. Es como un agua
que desborda este vaso de mi verso
donde quiero encerrarla.
Bebe, hijo mío, bebe; el trago es tuyo,
tuya es la herencia, tuya la privanza.
Sobradamente te dará en los días
su variedad multiplicada.
Tú podrás elegir, como el que hunde
sus manos en el cofre que guardara
un tesoro en el tiempo acumulado,
la joya deseada.

Deja un día a tus ojos que se pierdan
en la redonda vega de Granada;
junto al silencio de sus torres rojas,
oye las fuentes de la Alhambra;
mira Toledo enamorando al Tajo,
el fresco prado hacia la mar cantábrica,
el cielo por los arcos de Segovia,
Ávila en su quietud amurallada,
Sevilla entre jazmines una noche,
Burgos de piedra donde el Cid cabalga,
Cádiz como una nieve mar adentro,
balcón de Tarragona, luz de Málaga,
cúpulas de la nave aragonesa,
orillas de la Huelva aventurada,
minera Asturias con el verde cuello,
Córdoba entre arcangélica y romántica,
Alicante con palmas hacia oriente,
Valladolid con la oración tallada,
coronado León entre los puertos,
Zamora altiva, Huesca pirenaica,
Galicia que la mano de Dios hizo,
rosa sillar nacida en Salamanca,
campos para la flor de Extremadura
donde la encina sin cesar batalla,
Madrid desde el palacio a la pradera,
Barcelona de las Atarazanas,
Valencia de las puertas y los puentes,
Alava señorial, Cuenca encantada,
Bilbao de hierro, Soria junto al frío,
Jaén del olivar, Murcia hortelana,
lejanísimas islas de fortuna,
islas de claridad mediterránea...

¿Ves, hijo mío? El vaso se desborda;
deja a tus labios apurar la gracia.
Esta es mi herencia; puedes hacer uso
de ella y proclamarla.
Lo que te doy en buena hora
que en buena hora lo repartas.
donde, se asome el ángel que ha soñado
Geografía es amor (1969)

Soria
(Con el libro de Gerardo Diego)

Soria en la lejanía,
y Soria aquí, Gerardo

una por mis recuerdos;
otra por ti, en mis manos.

De tu Soria a la mía,
la de entonces, qué varios

los motivos, los ojos
para mirar, los años...

De tu Soria a la mía,
las de hoy, por qué claros

cuerpos de voz se acerca
lo perdido, lo amado.

Gracias por esta Soria,
por aquélla, por tantos

golpes de sangre niña,
por ti recuperados;

gracias por tanta Soria
contigo de la mano.
Geografía es amor (1969)

Toledo, la encarcelada
Con los ojos cegados de oro
y con los pies escondidos en agua,
al balcón, con el sol de la tarde,
sin querer, sin hablar, se asomaba.

La cigüeña, qué quieta en la torre,
y, en lo rojo del monte, las águilas
qué despacio cruzaban el aire...
La ciudad, desde lejos, miraba.

No podía salvar tanto puente,
tanto paso de muerte, entre tanta
noche fría por los cigarrales
donde un día cantó la cigarra.

Sólo el río podía, gozando
los más claros dominios del agua,
perseguir lentamente la rosa
de la madrugada.
Geografía es amor (1969)

CINCO HOMENAJES A RUBÉN DARíO
Ya no tengo miedo

"Yo, siencioso, en un rincón
tenía miedo"
R.D.
No; ya no tengo miedo.
De noche,
algunas noches
hace mucho tiempo,
con miedo dentro de los ojos
y entre las manos encontradas solas,
y en los labios,
sin la oración de pronto,
sin el beso todavía,
creía ver vacíos gigantes
que avanzaban
y pasaban hundiéndome.
Y estar solo era peor
que temblar bajo la planta
de los que llegaban.
Era hace mucho tiempo;
quiero decir, ayer por la mañana,
no hoy por la tarde
en que, acaso,
se acaba mi jornada de hombre.
Entrar en la tempestad,
en el concierto,
acogerse a sagrado en la mano
del padre, mirar a la cintura
de la madre,
aún esbelta, caminar
daba miedo;
aunque era todo tan hermoso
en la propiedad de los otros
que pretender un pedazo
de actividad, de compañía,
era temeridad o sueño.

¿ Con qué,
de qué armas echar mano,
cómo incorporarse a la fila
sin que se notara, escandalosa,
mi bisoña amargura,
mi incapacidad de llegar
a aquella marca mínima,
para tocar
el puesto ambicionado?
Fuera, las arboledas,
aunque sangrantes, pobladas,
florecidas, cerraban celosas
los innumerables caminos
al abridor inerme.
Era mejor quedarse sin entrar;
no pedir, no empezar nunca
a disputar,
a desalmarse amando;
era mejor quedarse allí
donde el vacilante susurro
de una preparada hojarasca,
tendida como cuna,
proporcionaba un poco de música
al tímido desamparado.
Pero ya no tengo miedo.
Aunque he salido, no tengo miedo;
aunque estoy en plena corriente,
con mi balsa medio hundida, y brillante
lúcida y desarticulada
por el furor del oleaje,
casi tocando el bajo fondo
de la arena sin nombre,
no tengo miedo,
o no tengo sentido del peligro
- sí, Dios mío, sí tengo -,
o la desesperanza
-! qué extraño! - me sostiene.
He salido;
había que salir
y darle cara a esto
que llamamos luz;
había que encontrarse con el día
solemne de los tributarios,
de los procesionales,
y de los disciplinantes.
Y aquí estoy en el centro
con la palabra en los labios
como una flor mordida con descuido,
o como el portor en el trapecio
que sabe que de sus dientes
puede pender la vida
de alguien.
No; no es soberbia;
tú me lo has enseñado,
tú que humilde o poderoso,
no sé,
has vencido después de tener miedo,
has dado confianza a los hombres
en este destierro inaudito.
No tengo miedo, porque basta
una palabra para andar,
para rezar,
para unirse a Dios
o a los siervos;
una sola palabra pronunciada
con fe
ahuyenta la soledad
en el cuarto oscuro del niño,
en el cuarto oscuro del hombre,
en el cuarto oscuro del mundo.
Hablando solo (1968)

Los sonetos del hombre que vuelve la cabeza
A paloma

Hoy he visto en tus ojos, niña delgada y mía,
la oscuridad primera del amor, en sus fuentes,
una arboleda hundida, con cien ramos crecientes,
alzaba su esperanza dulcemente sombría.

En tus ojos estaba toda la lejanía
de mi niñez. Pasaban por ellos tiempos, gentes,
que tenía olvidados...Hija mía, ¿no sientes
en su noche la estrella que a mí me guió un día?

No; no sigas. Las sendas, cegadas de maleza,
te harán caer. Y quiero detenerte. Y no puedo.
! Qué poco vale el hombre que vuelve la cabeza!

Pero yo soy el daño, yo mismo la torpeza;
tengo miedo a mi sombra, tengo miedo a mi miedo,
a la herencia en tus ojos de mi propia tristeza.
Hablando solo (1968)

A un espejo sin marco
Por este endecasílabo que empiezo,
piedra primera, a vadear tu río
quiero llegar al inefable frío
que te sirve de puerta y de aderezo.

Esta segunda estrofa que encabezo
llevando hasta tu verso el verso mío,
quiero que fuerce, cierre y te de brío,
cielo entre cuatro ramas de cerezo.

Ya sostenido estás, ya eres completo,
y me anego en la obra terminada
antes de conseguir este terceto.

Poco te dí : mi apoyo que no es nada,
con mi débil madera trabajada
por las justas orillas de un soneto.
Juego de los doce espejos (1959)

A un espejo donde se va a mirar una niña fea

Cuidado! No, no sigas. Huye, ciega
tu pupila feroz. ¿ No ves que ahora
todo se romperá y habrá una aurora
más triste que esta noche en que se anega?

Vuélvete y niega sus mejillas, niega
sus cabellos sin brillo, y elabora
un rostro milagroso en esta hora
en que todo el misterio se te entrega.

Creen tus duendes claros la belleza,
cierren su luminosa fortaleza
a ese trigal oscuro y desgranado.

Haz rojo el labio y finge blanco el seno,
y abre una nueva estrella sobre el cieno
donde, se asome el ángel que ha soñado.
Juego de los doce espejos (1959)

La partida

Contigo mano a mano. Y no retiro
la postura, Señor. Jugamos fuerte.
Empeñada partida en que la muerte
será baza final. Apuesto. Miro
tus cartas, y me ganas siempre. Tiro
las mías. Das de nuevo. Quiero hacerte
trampas. Y no es posible. Clara suerte
tienes, contrario en el que tanto admiro.

Pierdo mucho, Señor. Y apenas queda
tiempo para el desquite. Haz Tú que pueda
igualar todavía. Si mi parte

no basta ya por pobre y mal jugada,
si de tanto caudal no queda nada,
ámame más, Señor, para ganarte.
La red (1956)

Oda a una pelotari
La palabra

Sientes mi sangre y bien te siente ella
por la senda que voy, palabra mía.
Después de tanto andar, ¿ cómo podría
dejarte eternidad en cada huella...?

Ya sé que eres mortal. Y tu doncella
vestidura será memoria un día
sin sombra de verdor... ! Si todavía
hablaras, oh, por mí, luz sin estrella!

Si pudiera olvidar lo que madura
dentro de tí... Tocada de hermosura
hoy, te miras mañana ya distante.

Voz que en la flor del labio se amortaja,
fuego que una ceniza torpe ataja,
grito que amor me dió para un instante.
La red (1956)


La red
Son los hilos aquellos. Se han trabado
mejor -¿ mejor? -. Que dura es la salida
con el mar que amanezca.Y cuanta herida,
y cuánta amarga sal por cualquier lado.

Oh, dedos que la red han anudado;
cárcel de amor doliente y escogida;
vientos esperanzados de partida
cuando todo en el alma ha regresado.

Retorno a la pasión de cada viaje;
arrastro, cargo y hundo mi cordaje
para volverlo a recoger vacío.

Tú en el centro, Señor de las batallas;
yo, gladiador inerme entre las mallas,
y el agua fugitiva, el verso mío.
La red (1956)

Primavera de un hombre
(Primer recuerdo de Soria)

Por Soria está ya la sierra pura
enseñando su azul entre la nieve,
y entre el bajo pinar el cielo breve
tendrá otro azul: aquel de mi ventura.

Sala de la niñez, fresca hermosura
que abril a levantar en mí se atreve;
aire de ayer que al pecho de hoy conmueve,
gota de luz entre mi sangre oscura.

Cómo volver los ojos, hacia dónde,
si a este grito de Dios nadie responde,
del Dios niño que todo lo podía.

A Soria llegará la primavera.
Siempre hay tiempo de amor para el que espera:
¡Señor, di que no es tarde todavía!
Del campo y soledad (1944)

Si no en mis ojos…
( Segundo recuerdo de Soria )

Si no en mis ojos, en mi sangre queda,
Soria, tu corazón entero y frío,
dando silencio y soledad al mío
que se aleja de tí y en tí se enreda.

! Que hielos desde Urbión a Covaleda
y qué honda el agua en el pinar umbrío!
La carreta de leña sobre el río,
el grave leñador junto a la rueda.

Allí, empezaba todo, allí las alas
entraban libres, locas, en las salas
de la tierra salvando su relieve.

Era un niño jugando entre los leños
del bajo hogar. Las llamas y los sueños
morirían en flor junto a la nieve.
Del campo y soledad (1944)

El amor
Soneto
Quiero que estés en mí cuando yo muera,
que tu labio anhelante y apretado
sea luego una flor que haya logrado
desde la oscuridad mi calavera.

Que haga posible al fín tu primavera
a costa de mi polvo machacado,
y lo que con la vida no te he dado
con la muerte te dé de otra manera.

Que busque entre los huesos de mi frente
una cueva que guarde tu semilla
y responda en abril a tus llamadas.

Y que sea a tus pies, eternamente,
aunque tierra, la tierra sin orilla
que hoy te niegan mis venas limitadas.
Del campo y soledad (1944)

El amor
Soneto
Soy esto sólo, un grito que se ordena
para cantarte a tí recién venida,
un ala inesperada y decidida
que roza en esa piel, en esa arena

de tus hombros, y ciega se encadena
al brillo de tu pelo, donde anida
la nieve mas alzada y escogida
de tu frente: la sien o la azucena.

Y nada más y nada menos, eso
que a tanta luz responde, a gracias tantas
que el aire lo resuelve en un murmullo;

un momento de ardor, un libre beso,
una ceniza ya que tú levantas
de un fuego más antiguo que éste tuyo.
Del campo y soledad (1944)

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