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La Feria del Libro, o la caza del famoso.

La Feria del Libro, o la caza del famoso.

Cartel de la Feria del Libro de Madrid 2016

Ana Alejandre

La septuagésimoquinta edición de la Feria del Libro de Madrid 2016, ha cerrado con unas ventas de unos 8.200.000 euros, lo que supone un aumento de un 3,5% con respecto a las ventas del año anterior. El año pasado las ventas aumentaron un 6%, con respecto al año anterior. Esta subida en 2016 es la cuarta consecutiva desde que se inició la crisis en 2008.

Estos datos ofrecen una perspectiva optimista para un sector abocado a la crisis durante los últimos siete años en los que bajó su facturación un 40% (de 3.200.000.000 de euros ha bajado a 2.100.000.000 de euros). Esto hace suponer que parece ir recobrando, poco a poco, el tono y le permite tener una visión menos catastrofista que en los últimos años, aunque en las tres pasadas ediciones ya se frenó la bajada continua y hubo un cierto ascenso cada año que se ha confirmado en 2016.

A pesar de estos datos favorables, en el sector existe la preocupación de que estas cifras de ventas estacionales, como son las que se producen en Navidad y en la Feria del Libro, son ocasionales y no presentan el mismo incremento el resto del año en el que las ventas de libros se mantienen en un porcentaje mucho menor. Hay que tener en cuenta que lo vendido en la Feria del Libro supone un 20% de las ventas de todo el año para editoriales y libreros..

El país invitado en esta ocasión ha sido Francia que clausuró sus actividades y su presencia con el diálogo entre Alfonso Guerra y Régis Debray que presentaba su libro Elogio de las fronteras.

La Feria del Libro fue inaugurada el 27 de mayo por Amin Maalouf, escritor libanés de lengua francesa, autor de Un sillón que mira al Sena, quien describió la desorientación del hombre contemporáneo que vive en un mundo globalizado pero que está en él sin el correspondiente manual de instrucciones para poder saber en cada momento las reglas del juego de esta sociedad tecnificada, compleja y alienante. Dicho autor manifiesta la necesidad de reimaginar el mundo, de reinventarlo, para saber así el camino a seguir para llegar al destino propuesto que ahora se presenta confuso y desdibujado. Considera, por ello, que la literatura es el vehículo extraordinario para averiguar el camino, adivinarlo o intuirlo. Este acto fue desarrollado por el Institut Français y la Embajada de Francia. Otras actividades programadas en relación con la literatura francesa han estado relacionadas con la literatura, el pensamiento, la ciencia y la actualidad del conflicto sirio.

La Feria del Libro este año ha coincidido con el IV Centenario de la muerte de Cervantes, hecho que se ha convertido en uno de los ejes centrales tanto dentro como fuera de la Feria, a través de la conferencia del hispanista Joan Caravaggio, la presentación poética cervantina a cargo de varios autores, entre los que se contaba Luís Alberto de Cuenca; así como la proyección del documento visual sobre la búsqueda de los huesos de Cervantes, la obra teatral Cervantes en el Parnaso y la lectura continuada de textos cervantinos.

La feria contó con 367 casetas y 479 expositores (26 organismos oficiales, 10 distribuidores, 63 libreros especializados, 56 libreros generales, 177 editores de Madrid y 147 editores de fuera de Madrid).

Hay que tener en cuenta que la industria editorial en España es la cuarta mayor del mundo, después de los Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Además, es la tercera en exportaciones tras Reino Unido y EE.UU., siendo los libros que más se exportan los de ciencias sociales, religión, literatura e infantil y juvenil

Es necesario que el hábito de la lectura aumente en España que es en la actualidad del 60% (personas que dicen leer un libro al año, por lo menos), lo que representa un 10% menos que la media europea. Quienes dicen leer una vez por semana no llega al 30%, datos que ofrece el Observatorio de la Lectura y el Libro. Paupérrimas cifras en un país que es la cuarta potencia editorial del mundo.

Sería de desear que la atracción por el libro no se redujera a la Feria del Libro, porque se observan a muchos asiduos a la misma que pasean por entre las casetas para ver a los famosos que firman, sin que les interese demasiado ni los libros ni la literatura. Ese dato lo demuestra el hecho de que, una vez pasada la Feria, no se mantiene las ventas de libros que sólo suben cuando llegan las Navidades. Es decr, los lectres ocasionales ,o no interesados especialmente por los libros, sólo los compran en determinadas fechas y por motivos extraliterarios En el fondo, sólo asisten a la Feria del Libro como a cualquier otra feria, sin mayor atractivo para dichos curiosos que estar entre la multitud paseando mientras se busca al autor célebre. Después de la Feria, no se vuelven a acordar ni de los libros ni de la lectura, porque ellos son meras excusas para darse una vuelta al aire libre entre la multitud, igual de ociosa y llena de curiosidad, para ver si pueden ver de cerca a la nueva pareja de Isabel Preysler, sí, ese Premio Nobel del que no recuerdan el nombre ni tampoco les preocupa.

Quien verdaderamente es lector asiduo no espera a la Feria del Libro para interesarse por la lectura, sino que acude regularmente a las librerías para adquirir libros, sin buscar el aliciente de ver a tal o cual escritor famoso como única excusa para asistir a tales eventos y huyendo de la multitud espesa que asiste a las Ferias. El amor a la lectura va por un lado y el deseo de curiosear, de pasar un rato en un lugar emblemático como es el Retiro, va por otro -o cualquier otro recinto donde se celebren las diversas Ferias del Libro en toda España-. Por ello se explica que, después de finalizar la Feria del Libro, muchos de sus asistentes, año tras año, no pisen una librería, ya que en ellas habitualmente no encuentran a escritores célebres a quienes curiosear -salvo raras excepciones-, ni hay nada más que despierte la curiosidad que los libros, por los que no sienten mucho interés, desde luego. Aunque, ellos deberían ser los verdaderos protagonistas de la Feria del Libro y no una mera excusa para ver y hacerse la foto con el escritor famoso, quien importa más por ser famoso que por ser escritor, e importa mucho menos su obra, a no ser que sobre el ejemplar de dicha obra vaya estampada su firma con una dedicatoria al curioso no lector pero adicto al "famoseo".

 

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