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Maruja Torres

 

Maruja Torres

Maruja Torres, periodista y escritora.

 

Maruja Torres

Maruja Torres

Ana Alejandre

María Dolors Torres Manzanera, nombre completo de la escritora conocida como Maruja Torres, nació en Barcelona, el 16 de marzo de 1943, en pleno Barrio Chino, en el seno de una familia de escasos recursos económicos, procedente de Murcia.

Tuvo que comenzar a trabajar desde muy joven. Al principio de dependienta y, años más tarde en el periodismo con tan solo veintiún años, apoyada por la escritora Carmen Kurtz, como secretaria de redacción en el diario La Prensa y, también, como colaboradora de la revista Fotogramas, Garbo y Por Favor.

Supo aprovechar todas las oportunidades que le surgían y por ello aceptó ser enviada especial en los frentes del Libanp y Panamá para el diario El País, publicación de la que es columnista. También, es colaboradora de las revistas Qué Leer y El Espectador.

Es autora de varias novelas, la primera de ellas publicada en 1986, “Oh, es él!, Viaje fantástico a Julio Iglesias”, Su segunda novela “Mientras vivimos” consiguió el Premio Planeta del año 2000,. Otros títulos fueron “Hombres de lluvia” (2004) La amante en guerra (2007). La tercera de sus novelas, “Esperadme en el cielo” (2009) obtuvo el Premio Nadal.

Además, es autora de la obra autobiográfica “Mujer en guerra” (1999) en la que narra sus experiencias periodísticas como enviada especial.

Ha recibido numerosos galardones a los largo de su carrera literaria, entre los que destacan Premio Víctor de la Serna de periodismo (1986), Premio Francisco Cerecedo (1990), Premio de Literatura Extranjera, por “Un calor tan cercano” (1998) XLIX Premio Planeta, por la novela Mientras vivimos (2000) Premio Nadal, por la novela Esperadme en el cielo (2009

En la actualidad reside en Barcelona, después de muchos años de vivir en Madrid, aunque intercalando largas temporadas en Beirut



 

 

Bibliografía de Maruja Torres

Maruja Torres, periodista y escritora

BIBLIOGRAFÍA

¡Oh es él! Viaje fantástico hacia Julio Iglesias (1986)
Ceguera de amor (1991)
Amor América: un viaje sentimental por América Latina (1993)
Como una gota (artículos, 1995)
Un calor tan cercano (1998)
Mujer en guerra. Más másters da la vida (1999)
Mientras vivimos (2000)
Hombres de lluvia (2004)
La amante en guerra (2007)
Esperadme en el cielo (2009)

PREMIOS
Premio Víctor de la Serna de periodismo (1986)
Premio Francisco Cerecedo (1990)
Premio de Literatura Extranjera, por Un calor tan cercano (1998)
XLIX Premio Planeta, por la novela Mientras vivimos (2000)
Premio Nadal, por la novela Esperadme en el cielo (2009)


ENLACES
http://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/04/09/narrativa_espanyol/1081510264.html

http://www.xtec.cat/~jducros/Maruja%20Torres.html

http://www.elpais.com/todo-sobre/persona/Maruja/Torres/78/

http://www.elpais.com/articulo/portada/lagrimas/elpepusoceps/20100307elpepspor_1/Tes

http://escritoras.com/escritoras/escritora.php?i=-2094049891

http://www.cervantestv.es/entrevistas/video_entrevista_maruja_torres.htm

http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2617
http://www.webislam.com/?idt=6960

http://www.elpais.com/articulo/internacional/estamos/elpepuint/20060713elpepuint_7/Tes

 

 

Todos españoles

Maruja Torres, periodista y escritora

Maruja Toores

(El País)
12 MaAY 2013

Leyendo un artículo sobre las verdaderas dimensiones del paro juvenil –más o menos, la mitad del que nos dicen las conclusiones oficiales– me penetró tal sensación de aliento que, desacostumbrada como estoy, hube menester tomar asiento. Como, además, el firmante es William Chislett, que fue corresponsal de The Times en España, y del Financial Times en México, y que ahora tiene un curro en el Real Instituto Elcano y es un gran defensor de nuestro país en el extranjero, pues fue como que en vez de usar una silla tuve que alcachofarme en una poltrona. Lo cual que me dije: mira tú, que estos de las estadísticas, para medir el paro, no ya el juvenil, sino todo en general, al usar la tasa en lugar de la ratio, hacen como si yo dijera por ahí que en casa tengo solo sillas como asientos, cuando además poseo una poltrona. Cuánta demagogia estamos haciendo con respecto al desempleo, cielo santo.

No me pregunten cómo, porque no lo entiendo, pero si no contamos a los que ni remotamente quieren echar palo al agua, a los maridos de las duquesas, incluso a los duques, a los aristócratas en general, especialmente a ellas –salvo que consideremos un trabajo salir en las revistas–, a los impotentes y a los florecientes, pues resulta que el paro juvenil no está en más del 50%, sino en un porcentaje muy salado del 22%.

Venga ya, que os quejáis de vicio, país de desagradecidos y de demagogos”

Y entonces es cuando yo me pregunto, ¿a quién le interesa que parezcamos un país pobre, y que hasta los propios interesados, cuando no encuentran trabajo a la altura de sus aptitudes se desmoronen y se vayan al extranjero, o se queden en casa sin clavarla, aumentando la tasa? Díganmelo ustedes, porque no lo sé. Pero lo cierto es que desde que leí el artículo estoy muy tranquila, y más tranquilo debe de haberse quedado don Mariano, que en sus comparecencias ya decía yo que tenía demasiado aplomo, y era por eso, maldición. Él piensa todo el rato en la ratio –que supongo que también descuenta a los jóvenes hijos de ministros que estudian en Estados Unidos–, mientras que nosotros nos desvelamos con la tasa porque tenemos el hogar lleno de sillas y de hijos llorones.

Esto tiene que terminar.

Es como lo del empleo sumergido, esa otra bendición en la que piensa la señora de Fátima Báñez cuando se recoge y hace ver que le reza a la señora del Rocío. De larga tradición en los países del sur, semejante práctica se ha revelado como una de las patas que sostienen a los gobiernos, y da, además de beneficios a los trabajadores, anécdotas muy jugosas. En Grecia, por ejemplo, han sacado una ley que apoya a quienes exigen factura por su compra o consumición, y que les permite no pagar si no les dan la notita. Pues bien, un chico se fue sin aflojar la pasta de un establecimiento, después de haberla solicitado repetidamente, y al pobre, con la ley en la mano él, y los otros con el palo en alto, lo molieron a hostias. Y claro, bajó la ratio una cosa mala, tanto en el apartado trabajo sí que hay, pero es clandestino, como en el de jóvenes que no buscan empleo porque no pueden ni moverse.

Yo desde ahora mismo no me pienso preocupar nunca más en lo que me queda de vida y por los siglos de los siglos, y cuando vea a gente recogiendo comida en un súper con la excusa de que van a repartirla entre los menesterosos, pues me encararé. A ver, ¿qué menesterosos? ¿Acaso ellos quieren trabajar? ¿Y qué van a comer? ¿Galletas?

Venga ya, que os quejáis de vicio, país de desagradecidos y de demagogos.

https://elpais.com/elpais/2013/05/08/eps/1368008605_702110.html

 

 

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