Usted está aquí:  >>> Rincón del gato 

Vidas de cine

Anguila de turrón

 

vidas de cine

Antonio Machado Sanz

Aquella mañana de diciembre, los dos jubilados, Rafael y Jacinto, quedaron en la Glorieta de Bilbao para tomar su acostumbrado desayuno de las doce.

Miraron hacía una multitud que circulaba por la calle de Fuencarral, hacia la Glorieta de Quevedo.

-¿Te acuerdas la enorme cantidad de cines que había en las dos aceras de calle? -dijo Rafael.

-¡Uf! caro que sí -respondió Jacinto-. Ya van quedando pocos, estaban, que yo recuerde, el Bilbao, el Paz, los Roxi A y B, el Proyecciones, el Fuencarral y alguno más, creo.

-El Fuencarral -añadió Rafael-, tenía temporadas de teatro, zarzuelas, revistas y comedia. La entrada de artistas estaba en una especie de oscuro callejón, que ahora es la iluminada calle Belvis. Allí íbamos todos los niños a ver a los artistas y sobre todo a las vedetes en mallas.

-¡Y después teníamos que ir al colegio a confesarnos con el Padre Antonio!

-¡Ja, ja,ja! –Rieron los dos.

-En estos fríos días me acuerdo más de la fiestas navideñas y de Reyes -continuó Rafael-, cuando instalaban los puestos de viandas, es decir turrones, mazapanes, peladillas, polvorones, roscos de vino, mantecados y sobre todos ellos, las anguilas de mazapán que admirábamos con ojos de envidia, al saber que nuestros padres jamás podrían permitirse ese capricho.

-No te olvides de los puestos de figuritas para el Belén, los portales, el castillo de Herodes. ¡Qué feos eran los belenes de nuestras casas! Las figuras eran horribles, de barro, mal pintadas… Las bonitas eran tan caras.

-Todo eso eran fantasías inalcanzables para las tristes economías familiares de la mayor parte de las gentes que vivían en los alrededores, eran años difíciles -sentenció Rafael.

-Para nuestras mentalidades infantiles -replicó Jacinto-, aquella calle nos recordaba a las de otras ciudades que veíamos en el Nodo y en los filmes del fin de semana, en el cine del Colegio.

-En aquellos tiempos, los chavales teníamos mucha imaginación y las historias de las películas las convertíamos en realidad –continuó Rafael-. ¿Recuerdas al pipero de la puerta del Colegio?

-Sí. Era casi un mago, como el de Oz, su cesta de golosinas contenía todo lo que pudiéramos desear antes de entrar en clase.

Rafael siguió con su relato.

-Y, pintado de gris, el cuchitril donde María intercambiaba los tebeos y las novelas por unos céntimos. Podría compararse al mercado de la película protagonizada por Burt Lancaster, Virginia Mayo y Nick Cravat, titulada El halcón y la flecha.

-¿Te acuerdas de Ivanhoe, la novela de Walter Scott, que alquilábamos en el puesto de María? Luego nos pegábamos por ir a verla al cine, los protagonistas eran Robert Taylor y Joan Fontaine.

-No podré olvidar en mi vida los ojos color violeta de Elizabeth Taylor, que también actuaba en la película y hacía el papel de una bella judía -replicó su amigo.

-El pilón de la Fuente de la Fama, en los jardines de Barceló, era el Océano Atlántico para nosotros, allí emulábamos al Capitán Blood, film en blanco y negro, interpretado por Errol Flynn en año 1935, en donde botábamos unas naves de corcho con velas de papel cuadriculado y mástiles de palillos -continuó Jacinto.

-Tienes razón Jacinto, no nos faltaba nada para ser felices en nuestro barrio de las Maravillas.

-Oye, Rafael, ¿de dónde sacábamos el corcho para las naves?

Y como no encontraron la solución, se despidieron con un “hasta mañana”
ñ

 

Los textos, videos y audios de esta web están protegidos por el Copyright. Queda totalmente prohibida su reproducción en cualquier tipo de medio o soporte, sin la expresa autorización de sus titulares.
Editanet © Copyright 2017. Reservados todos los derechos