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“Crimen”, de Agustín Espinosa

Crimen de Agustín Espinosa

“Crimen”, Edición de Alexis Ravelo Agustín Espinosa Siruela, Madrid, 2019,136 pp.,

“Crimen”,
Edición de Alexis Ravelo
Agustín Espinosa
Siruela, Madrid, 2019,136 pp.,

Comenzamos este nuevo espacio con la obra “crimen”, de Agustín Espinosa, primera novela surrealista de la historia de la literatura española que escandalizó a la sociedad española de entonces.

Ana Alejandre

Agustín Espinosa era un hombre normal, sin estridencias. Su aspecto cuidado de un buen padre de familia, catedrático de instituto, que mostraba sus buenos modales y su corrección en todo momento, empezando por su atuendo que le otorgaba un cierto aire de dandi, como la mayoría de los escritores de principios del siglo XX que eran proclives a las vanguardias,

Había colaborado con varias revistas literarias como eran La Gaceta Literaria, La Rosa de los Vientos y Gaceta de Arte. Su mayor aportación fue la publicación de varios textos literarios recogidos en La Gaceta del Arte, de tipo surrealista ,que formaban parte de su libro “Crimen”, Su obra corresponde a la prosa surrealista española perteneciente al movimiento de André Breton

Toda su apariencia de normalidad parecían negar que pudiera verse implicado en un asunto tan turbio como fue el expediente de depuración al que se vio sometido el 31 de marzo de 1937, en la ciudad de La Palma, en el que se le acusaba de “izquierdista” y autor de una novela que había provocado el escándalo entre los miembros de la Asociación de Padres de Familia y, también, de una película “inmoral y sacrílega”, aunque de esta última no fuera responsable, pues era el film “La edad de oro”, de Luís Buñuel, que el propio Espinosa había intentado proyectar en la ciudad isleña, intento siempre fallido, pero siempre rodeado de polémica.

Si embargo, el mencionado libro sí era de su autoría. Llevaba como título “Crimen”, publicado en 1934 y es la primera novela surrealista de la historia de la literatura española, obra de la que terminó renegando para salvar su vida, pero que nunca cayó en el olvido, porque muchas veces, aquello que se quiere matar parece que cobra una mayor fuerza y sobrevive a los intentos de destrucción que sufre. Los pocos ejemplares que sobrevivieron quedaron desperdigados en los ambientes cultos que lo elogiaban por la audacia de su planteamiento. A partir de 1974, Taller de Ediciones IB consiguió el texto que ahora Siruela publica con el prólogo de Alexis Ravelo en esta nueva edición.

.La estructura de dicha obra se divide en cuatro partes, coincidiendo con las estaciones del año donde se desarrollan varios relatos en cada una de ellas. Está publicada como una novela, pero no sigue los cánones de una novela común. + Se inicia con un prólogo, seguido de las estaciones, primavera, verano, otoño, invierno y un epílogo para finalizar. Fusiona varios géneros, escrito en prosa en la que se puede incluir la novela, el cuento y el diario. Realiza un juego constante entre la realidad y los sueños, entre la conciencia y el inconsciente. Ofrece las características propias del surrealismo como los sueños, el erotismo, la imaginación, lo irracional, la falta de patrones, el humor negro, relatos macabros, sadismo, la crítica a las tradiciones, así como a la religión y aspectos cotidianos de la época. El pensamiento libre del subconsciente que este movimiento, consideraba que era el pensamiento real y verdadero.

Ravelo afirma que si se considera a “Crimen” una novela es la primera novela surrealista escrita en España, Espinosa, su autor, había conectado perfectamente con el surrealismo en Francia. Además de que tiene más méritos, pues no fue la primera en llegar, sino que es un “prodigio estético”, en su opinión. Así se lo pareció, cuando la leyó por primera vez cuando tenía 19 años y le sigue pareciendo igual en la actualidad, pasadas tres décadas ya.

Igualmente la obra recibió los elogios de Azorín y Ramón Gómez de la Serna y el crítico Ricardo Gullón alabó su osada provocación. «Crimen» se difundió modestamente, a precio de cinco pesetas, pero irritó sobremanera a los bien pensantes.

Para que el lector pueda comprender cuál era el motivo del malestar que creaba dicha obra, sirva de ejemplo lo que se puede encontrar en la primera página:” «Ella creía que toda su vida iba a ser ya un ininterrumpido gargajo, un intermitente vómito, un cotidiano masturbarse, orinarse y descomerse sobre mí, inacabables». Anteriormente al párrafo anterior, se decía que la mujer, Maria Ana, tiene una «juventud insultante», refiriéndose al hecho de que era una niña y el era ya un adulto. Después, se produce un crimen de género, al que sigue un viaje delirante por calles y tiempos irreales, todo plagado de metáforas y visiones que aturden al lector y otros muchos más crímenes. “Este texto nos enfrenta con nuestros valores, con nuestra cultura, y nos ponen en polémica incluso con nuestro lenguaje. Nos saca de nuestra zona de confort”, afirma el prologuista.

Existe la leyenda de que a Espinosa lo llevaron a la sede de la Falange y le hicieron comerse el libro, lo que parece exagerado, pero es cierto que su autor intentó recoger, en julio de 1936, todos los ejemplares que quedaban de “Crímen” y esconderlos. En agosto se unió al Movimiento, auque no era un hombre de izquierdas, tampoco quería unirse a la Falange, pero eso no evitó que se le destituyera de su cátedra al mes siguiente y que, posteriormente, se le abriera el expediente de depuración.

Lo destinaron a La Palma, el 15 de septiembre de 1938. Poco después tienen que operarle de urgencias de su periduodenitis. Marcha para su convalecencia a Los Realejos (Tenerife), lugar donde había pasado su adolescencia, pero fallece allí el 28 de enero de 1939, con tan solo 42 años. Al fin, se resuelve su expediente de depuración que propone su traslado e inhabilitación para cargos directivos y de confianza, cuando ya estaba lejos y a salvo de sus detractores y censores.

“Crímen” ha llegado a los lectores de 2019, como la muestra de que el talento narrativo y surrealista de un escritor pudo más que la cicatería moral de quienes veían el mal en todo aquello que no comprendían ni querían entender, porque iba por delante del concepto moral de una sociedad pacata y sumida en sus propias contradicciones.

 

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