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La Armada Invencible:Un sueño quebrado para un Rey

Albaro de Bazán
Albaro de Bazán
El Rey Felipe II
El Rey Felipe II
Alejandro Farnesio
Alejandro Farnesio

 

Laarmada Invencible: Un sueño quebrado para un Rey

LA ARMADA INVENCIBLE UN SUEÑO QUEBRADO PARA UN REY
Laura López-Ayllón

-----Colin Martin y Geoffrey Parker consideran que lo que se conoce como “Armada Invencible” fue la mayor flota jamás vista desde la creación del mundo”.

-------La muerte del marques de Santa Cruz, don Alvaro de Bazán, experimentado marino que había apoyado la empresa ante Felipe II cambio el rumbo que debía haber tenido la expedición.

-------Inspiró los versos de Lope de Vega, que participó en la empresa: “Famosa Armada de estandartes llena//Partidos todos de la roja estola………..

-------Los buques de ambos bandos no coincidían en nada, pero no solo en tamaño y armamento, sino en otras que delimitan y condicionan la vida en un barco como el funcionamiento de la cocina y, por tanto, de la alimentación, o la influencia de la religión.

-------La investigación ha encontrado recientemente documentos nuevos como el del católico inglés William Stukeley, embarcado en el buque insignia español, que contiene datos no conocidos.

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PERSONAJES CLAVE

ALVARO DE BAZÁN, marqués de Santa Cruz, considerado el marino más distinguido de Felipe II, que iba a dirigir la expedición por su experiencia en las Azores, que recomendó la empresa para invadir Inglaterra pero falleció poco antes de la partida.

ALEJANDRO FARNESIO. Nieto de un Papa y un Emperador, Alejandro era el capitán general de las tropas de Flandes, unos 27.000 hombres, que debían haber embarcado en Flandes para ser llevados a la isla.

ALONSO DE GUZMÁN Y SOTOMAYOR, VII duque de Medina Sidonia. Se hizo cargo de la expedición tras la muerte de Alvaro de Bazán por decisión de Felipe II, pero no contaba con experiencia marítima.

FRANCIS DRAKE. Experto marino inglés que había actuado contra naves españolas y autor de la segunda vuelta al mundo.

LORD CHARLES HOWARD de EFFINGHAM. Gran Almirante de la armada inglesa, primo de Isabel I, de cuya confianza gozaba. Rara vez había llevado una escuadra al mar y no participó directamente en la lucha. Mandó atacar duramente a la galeaza San Lorenzo.

JUAN MARTINEZ DE RECALDE. Segundo Oficial en el mando global de la Gran Armada. El de más experiencia, estuvo al mando de la “San Martin”. Tenía 62 años y padecía una fuerte ciática.

ALFONSO MARTÍNEZ DE LEIVA. Aristócrata guerrero español. Comandaba la carraca genovesa “Santa María Encoronada” donde iba lo mejor de la joven nobleza española.

Los altos jefes de la armada no eran jóvenes para su época y no tenían entre sí buenas relaciones personales.

TIPOS DE BARCOS

Galeones…Principal barco de guerra de las naciones europeas. El San Martin era el buque insignia.

Naos……….Contaban con uno o dos mástiles y podían llevar hasta 24 piezas de artillerías. La nao capitana era “Nuestra Señora del Pilar”.

Urcas………Barcos mercantes adaptados para la guerra. Había 23, y El Gran Grifon era su nave de mando.

Galeras..….Eran de bajo calado pues estaban destinados a la navegación del Mediterráneo. Se usaban para labores de abordajes, pero solo hubo cuatro que partieron con la flota y ninguna alcanzó el canal de la Mancha.

Galeazas…..Galeras grandes mas difíciles de maniobrar por su tamaño. La capitana era la San Lorenzo.

Carabelas…Navios altos, ligeros y alargados. Hubo 22 que se dedicaron a misiones de avituallamiento.

Pataches….Bajeles de guerra con velas que solían acompañar a otros más grandes y realizaban también labores de reconocimiento.

Zabras……..Barcos pequeños veloces que se usaban en el mar Cantábrico. Eran impulsados por velas y remos y fueron usados para exploraciones y remolques.

Pinazas……Navío de pequeña envergadura impulsado por velas y remos que se usaban para el desembarco de soldados a tierra.

Faluas………Nave pequeña, alargada y estrecha con varias velas y seis remos.

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Se adaptaron a la guerra barcos de diferentes tipos, hasta un total de 130. Para alimentar a la flota en todos estos barcos fueron cargados 110.000 quintales de bizcocho, de los que medio quintal correspondía a cada persona, 14.170 pipas de vino, 3.000 quintales de arroz y 11.398 arrobas de aceite, 3.433 quintales de queso, 8.000 quintales de pescado,6.000 quintales de tocino, 6.320 fanegas de habas y garbanzos.

En los barcos españoles la cocina la ejercían las cuadrillas, compuestas por ocho o diez soldados llamados camaradas. Cada cuadrilla obtenía su ración y las preparaba por turno en el fogón principal usando sus propios utensilios de cocina y sus escudillas. Es decir, despensas separadas y los soldados pujando para obtener turno del fogón.

En La flota estaban también ochenta y cinco personas encargadas del hospital entre ellas cinco médicos, cinco cirujanos y otros cinco ayudantes, pero no había en los barcos españoles nadie que se hiciera cargo de fregar las cubiertas.

La moral de la flota la mantenía en la Armada española la iglesia, que regulaba gran parte de la rutina cotidiana. Se dieron órdenes para prohibir la blasfemia, el vocabulario soez, el juego, las peleas. Se esperaba que la tripulación asistiese a los servicios religiosos al menos una vez a la semana y los grumetes cantaban la Salve y el Ave María al pie del palo mayor al romper el día y al anochecer.

Se consideraba una cruzada y el papa había concedido indulgencia primaria para los que participaban en la empresa o rezaran por su triunfo

En el otro campo, los ingleses no contaban en 1588 con comandantes que hubieran tenido experiencia previa en el mando de grandes flotas, y hacía tiempo que preparaban su defensa en la costa, que fue confiada en parte a Charles Howard, quien tuvo como colaboradores a vicealmirantes como Drake y Hawkins.

Los barcos salieron de Lisboa el 27 de mayo de 1588 camino de Inglaterra, pero desde entonces comenzaron a encontrarse temporales como le ocurrirá durante toda la travesía.

A los pocos días, los despenseros se dieron cuenta de que parte de las provisiones no eran ya aptas para el consumo por el excesivo tiempo que llevaban en los barcos, lo que provocó enfermedades y empujó a Medina Sidonia a entrar en el puerto de La Coruña, en el que se desembarcó a los enfermos, se renovó parte de la tripulación y se hicieron reparaciones.

El 20 de julio Medina Sidonia convocó en su barco un consejo de jefes y el 23 por fin salieron hacia Inglaterra, pero el mal tiempos les provocó la pérdida de varios barcos. La flota que llegó al canal el 31 de julio volvió a reunirse frente al cabo Lizard, desde donde los ingleses la avistaron el 29 de julio.

El 31 se libró el primer encontronazo entre ambas armadas con resultado indeciso, ya que la armada española una formación en media luna y los ingleses rehuyeron el ataque frontal.

En aquel momento la flota española estaba formada por cinco menos que a la salida de Lisboa, y contaba con 19.000 soldados y 7.000 marineros, a los que acompañaban casi un millar de figurantes aristócratas aventureros acompañados de sus sirvientes, así como oficiales de carco en formación sin mando. Con ellos fueron también 200 exiliados católicos ingleses e irlandeses y unos 80 clérigos.

La Armada Española logró el objetivo de Felipe II de que sus barcos alcanzaran Calais, pero las malas comunicaciones le impidieron encontrarse en el estrecho de Dover con el llamado “Ejercito de Flandes”, compuesta por 27.000 veteranos, que estaba siendo interceptado por tropas angloholandesas. Este ejército estaba liderado por el duque de Parma, Alejandro Farnesio, que debía trasladar sus tropas a Inglaterra para poder invadirla, pero contaba sólo con barcazas.

La noche del 7 de agosto los ingleses con el viento a su favor hostilizaron a los españoles con ocho brulotes o antorchas flotantes y el duque ordenó levar anclas, pero, aunque parte de la flota pudo fondear en lugar seguro, unas cuantas unidades se dispersaron derivando a los bancos de arena de Gravelinas.

Al amanecer del día ocho la flota inglesa atacó con todas sus fuerzas para que las fuerzas no pudieran recomponerse pero, tras cuatro horas de combate, el viento jugó a fa vor de los españoles y las tropas pudieron reagruparse, terminando todo sin grandes pérdidas para ambas partes, pero España no había conseguido el transporte de la tropa de Alejandro Farnesio.

El día nueve de agosto Medina Sidonia ordenó el regreso a España pero dando la vuelta por las costas de Escocia e Irlanda. En esta travesía se perdieron 30 navios y perecieron 10.000 hombres. Es decir que regresaron a España de forma espaciada durante los meses de septiembre y octubre las tres cuartas partes de la flota.

Los hombres perecieron por diversos motivos, entre ellos el tífus, los enfriamientos y el escorbuto, y por supuesto, los naufragios.

La historiografía anglosajona consideró a los españoles culpables por la mala factura de los buques, la ineficiencia de los mandos y las tripulaciones y el deficiente avituallamiento.

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Se calcula que tras la derrota de la Armada, treinta barcos españoles se perdieron en las costas occidentales de Escocia e Irlanda y recientes actuaciones arqueológicas han confirmado ocho naufragios como el de la galeaza napolitana Girona, o el buque almirante Santa Maria de la Rosa, de construcción vasca. Otros importantes barcos estudiados han sido la urca Gran Grifón y el transporte de tropas veneciano Trinidad Valencera.

Muchos de los datos recogidos proceden del libro sobre la Gran Armada del arqueólogo Colin Martin, de Sr Andrews en Escocia, y de Geoffrey Parker, autor de la biografía de Felipe II.

Han sido también consultados datos del estudio efectuado por “Desperta Ferro” con varios profesores e investigadores n realizado para la Real Academia de Historia de José Alcalá Zamora y Queipo de Llano sobre “La Empresa de Inglaterra”.

La aparición de documentos nuevos sobre lo sucedido han permitido conocer alguno de los aspectos de lo sucedido como lo narrado por William Stukeley quien, refugiado en España, se embarcó en el barco “Nuestra señora del Rosario”, buque insignia de la escuadra de Andalucia por un salario de 25 escudos al mes.

Los relatos de Stukekey demuestran la incapacidad para ayudar a este barco que propició su captura por Francis Drake, que fue uno de los puntos que marcaron el curso de la batalla. Su relato fue encontrado en un manuscrito de “Relaciones y avisos” considerado una especie de noticiero del siglo XVI.

También fue encontrado en un archivo madrileño etiquetado como “Papeles curiosos”, el diario de campaña del Almirante General de la Armada, Juan Martínez de Recalde, y una selección de las cartas intercambiadas con Medina Sidonia durante la campaña.

A ello es necesario añadir los archivos de la “Colección Altamira” del Archivo de Simancas, es decir, el archivo privado de Felipe II que están diseminados hoy e infrautilizados.

Hoy se sabe que no fue real la famosa frase que se abribuyó a Felipe II “No mandé a mis naves a luchar contra los elementos” y se sabe que el rey, que tardó mucho tiempo en recibir noticias, cuando las tuvo mandó construir 21 galeones gigantes.

A todo lo nuevo encontrado se unen las pruebas arqueológicas fehacientes sobre ocho de los naufragios que han informado sobre los barcos españoles entre otros la Galeaza Napolitana Girona, el buque almirante “Santa Maria de la Rosa”, o la urca Gran Grifón.


 

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