Edición nº 6 Enero/Marzo de 2009

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Pongamos que hablo del escudo de Madrid

Propuesta de diseño del escudo de Madrid, por Jimmy Schieper

Por Jacques-A. Schnieper
Diseñador gráfico y heraldista

Cuenta una leyenda que hacia el 789 a.C., Ocno Bianor, procedente de la Toscana (Italia), tras un largo viaje por mar y tierra, descubrió el río Manzanares y se asentó en sus orillas fundando una ciudad a la que dio el nombre de Mantua en memoria de su madre. Más tarde se le añadiría el adjetivo Carpentana o Carpetana. Desde su fundación, la ciudad ha tenido numerosos nombres, tantos como historias y leyendas, algunos reales e históricos, otros románticamente falsos: Carpetum, Viseria, Ursarias, Osaria, Ursalias, Mantua Carpetana, Mayrit, Magerit, Magerid, Magerito, Majirit, Magderit, Maiorito, Madorico, Magerito, Magerido, Mandrit, Martice, Manjerit, Maiedrit, Majedrit, Madride, Madriles, Matrit, Madriz y, finalmente, Madrid.

Pero centrémonos en los símbolos heráldicos de la Muy Noble, Muy Leal, Imperial, Coronada y Muy Heroica Villa de Madrid. El oso –sin duda una osa–, animal muy común en la región en la Edad Media, y las siete estrellas –que representan la constelación del Carro– aparecen bajo diversas formas en todas las representaciones heráldicas conocidas de la ciudad; los demás elementos, incluido el madroño –que en sus primeras apariciones era un árbol sin especificar–, son posteriores a 1222.

Hacia 1212, según afirma José Antonio Álvarez y Baena en su Compendio histórico de las grandezas de España (1786): «En el año 1212 no usaba Madrid otras Armas que un Oso u Osa [...] Este tenía dentro de su cuerpo las siete Estrellas, como se comprueba del escudo que todavía usa el Ilustre Cavildo Eclesiástico». Los genealogistas han querido ver en estas siete estrellas y en el oso la alusión a la constelación de Bootes tan íntimamente ligada al mito de las dos Osas o del Carro. Se basan para ello en decir que Madrid estaba en lo que se llama Carpetania y que Carpetum en latín quiere decir carro, por lo que no se trataría de un oso, sino de una osa. Lo cierto es que durante bastante tiempo el escudo de Madrid fue éste: un oso (tal vez osa) pintado sobre azur, con siete estrellas sobre su lomo y paciendo sobre pasto verde.

Tras las avenencias surgidas en 1202 entre el concejo y la clerecía por el disfrute del monte y tierras de pasto de ciertos montes en los alrededores de Madrid, en 1222 se llegó por fin a un acuerdo y la concordia se estableció en los siguientes términos: se daría a la Villa de Madrid todos los pies de árbol y la caza, y al Cabildo eclesiástico todos los pastos. Con objeto de sellar el acuerdo y para memoria de todos se acordó que el escudo de la villa llevaría el oso (u osa) con el añadido de un árbol, y el escudo del cabildo llevaría el mismo animal paciendo en unos pastos. Se modeló de nuevo el escudo al que se le añadió además del árbol una orla azul cargada de las siete estrellas de ocho puntas (tres a los lados y una abajo), y el oso (u osa), empinado al tronco, para indicar la posesión del pie de árbol. No se sabe bien en qué momento empezó a pintarse un madroño en el escudo, lo que se ha convertido ya en una firme tradición. Ha quedado demostrado que en esta zona de Madrid no hubo madroños, al menos no en abundancia y como bosque. En cambio, dicen los científicos que sí hubo profusión de almeces o lodones, especie autóctona del lugar. Este árbol tiene también unos frutos rojos de pequeño tamaño. Algunos historiadores afirman que el rey de armas que pintó el escudo dibujó un árbol pequeño con frutos rojos, sin especificar su especie.

En 1554, el rey Carlos I distinguió a la ciudad de Madrid con los títulos de «coronada e imperial», otorgándole el uso de la corona real en el escudo, que se dibujó en un principio sobre la copa del árbol. En el siglo XVII, el cronista de la villa de Madrid Juan López de Hoyos, cuenta que la corona se cambió a la cima del blasón.

En 1859 se estableció el primer escudo de la villa desde la creación de los ayuntamientos constitucionales. Se componía de dos cuarteles y manteladura. En el cuartel diestro, sobre campo de azur, se encontraba la figura de un grifo de oro. En el siniestro, sobre campo de plata, un madroño de sinople frutado de gules y un oso empinado a él, lenguado de gules, todo terrazado de sinople, y bordura de azur cargada de siete estrellas de oro de cinco puntas. En la manteladura, sobre campo de oro, una corona cívica, concedida a la villa de Madrid por las Cortes Españolas en un decreto promulgado el 27 de diciembre de 1822, durante el trienio liberal. La corona cívica estaba formada por un trenzado en guirnalda de hojas de roble y una banda carmesí.

En el pleno del 28 de abril de 1967, el Ayuntamiento dispuso un nuevo escudo que decía así: En campo de plata, un madroño de sinople (verde), terrasado de lo mismo, frutado de gules (rojo), y acostado de un oso empinante de sable (negro), y bordura de azur, cargada de siete estrellas de plata; al timbre, corona real antigua. La corona se hizo más grande y las estrellas se distribuían de manera que la séptima se encontraba arriba en lugar de abajo.

Hacia 1990, se adoptó un diseño modernista (poco riguroso con las normas heráldicas) basado en el blasón adoptado en 1967. Dicho diseño debe entenderse como un logotipo y no como un escudo y es una pena que se haya utilizado en las banderas municipales.

A este respecto, cabe resaltar algunos de sus errores heráldicos más destacados:

* La forma del escudo no se ajusta a ningún modelo convencional. No se entiende que la punta del escudo, en lugar de ser semicircular, sea ovalada...

* La bordura no tiene la anchura correcta (es demasiado estrecha).

* Las estrellas son de 6 puntas y dibujadas de tal forma que, de lejos, parecen roeles o círculos. Cuando no se indica número de puntas de las estrellas, deberían dibujarse por defecto de ocho puntas (tal como consta en los grabados, tapices y esculturas antiguos) y más estilizadas, con los rayos más alargados.

* En cuanto a la osa (y no digo oso, ya que en ninguna de sus representaciones aparece con los atributos propios del animal macho como es usual en heráldica), su diseño minimalista no está mal, pero podría mejorarse...

* El madroño no se identifica como tal (podría ser cualquier árbol con la copa redondeada) y está pintado «al natural» y no «de sinople (verde)», como se indica en el blasón.

* Finalmente, la corona real antigua (sin cerrar) estilizada me parece muy acertada.

En 2004, la corporación municipal adoptó ese mismo diseño, pero sólo de color azul, incluyendo la leyenda «madrid», como imagen corporativa del ayuntamiento (pero sin sustituir al escudo).

Es triste observar que en España no exista un auténtico organismo regulador del uso oficial y privado de la heráldica, que forma parte del patrimonio de todos. Si bien la Real Academia de la Historia parece controlar el uso histórico de los símbolos heráldicos, no vemos que nadie controle el diseño correcto de dichos símbolos, ni la exactitud de los blasones (la descripción escrita de los escudos y adornos exteriores) publicados en los boletines oficiales. En próximos artículos analizaremos la adopción de escudos por parte de algunos ayuntamientos de la Comunidad de Madrid, su blasonamiento y su diseño... Preparen sus pañuelos para llorar un poco.

Con mi más cordial saludo,

Jacques-A. Schnieper