Edición nº 6 Enero/Marzo de 2009

Entre dioses y hombres, Esculturas clásicas del Al

Entre dioses y hombres Esculturas clásicas del Albertinum de Dresde y el Museo del Prado Museo del Prado De Noviembre del 2008 al 15 de enero de 2009 Comisarios: Stepan F. Schöder, Moritz Woelk y Kordelia Knoll

Entre dioses y hombres
Esculturas clásicas del Albertinum de Dresde y el Museo del Prado
Museo del Prado
De Noviembre del 2008 al 15 de enero de 2009
Comisarios: Stepan F. Schöder, Moritz Woelk y Kordelia Knoll



Julia Sáez-Angulo
La restauración o nueva habilitación de los edificios de los museos originan un depósito expositivo temporal de sus obras en otros museos, así sucedió con la colección Picasso del museo que lleva su nombre en París y que se expuso en el museo Reina Sofía de Madrid. Ahora toca el turno a la gliptoteca de Dresde, lo que permite una llegada masiva de relieves y esculturas clásicas para conjuntarlas con las del Museo del Prado en un diálogo interesante. La exposición ha contado con la colaboración de los Amigos del Museo del Prado, al frente de los cuales se encuentra Carlos Zurita, duque de Soria y la SEACEX, presidida por Charo Otegui.

Recordemos que el pintor chileno, Claudio Bravo, contribuyó recientemente al enriquecimiento de los fondos escultóricos clásicos de nuestro gran museo, lo que motivó un reconocimiento especial de la medalla de oro por parte de los Reyes de España. El Prado no es sólo una magnífica pinacoteca, sino también una gliptoteca de primer orden como lo demuestra simplemente su espléndida colección de mesas duras.

La colección de esculturas de Dresde tiene una historia agitada en la segunda mitad del siglo XX. El bombardeo de la ciudad en 1945, por un lado; el requisamiento como botín de guerra por parte de los rusos, por otro, y su devolución al cabo de diez años, ha mitificado este conjunto que fue motivo de orgullo de los ciudadanos durante los siglos XVIII y XIX.

Sesenta y seis obras en total -46 de Alemania y 20 de España- dan idea al visitante en el Museo del Prado de un trabajo en el que la figura humana hecha un dios o un héroe del Olimpo es la protagonista principal de este arte clásico. Las obras proceden de las colecciones reales germanas que se nutrieron de las excavaciones llevada a cabo en Roma durante el Renacimiento y el Barroco. Hay ejemplares griegos y copias romanas, helenísticos y copias imperiales, lo que nos permite ver esa fusión grecorromana en un arte que llegó a la cima de su estética. Un arte que iba a servir de admiración y referencia a todos los escultores de Occidente. Un legado que permanece en nuestras retinas e imaginario global.

“La mirada ilustrada, de Lessing y Winckelmann a Goethe, se formó en la contemplación de unas obras destinadas a retomar un ineludible diálogo con sus compañeras de otras colecciones”, escribe Charo Otegui en el catálogo. “Entre estas destacan las obras que había reunido Cristina de Suecia a finales del siglo XVII, y que, adquiridas poco después por la Corona española, pasarán a engrosar la colección de escultura clásica del Museo del Prado”. El reencuentro de ambas colecciones, española y alemana, es todo un acontecimiento.

Entre las piezas más destacadas se encuentran el Efebo de Dresde, el Zeus de la misma ciudad, las dos estatuas femeninas conocidas como las Herculanesas, etc.

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Galería plástica de Francisca Lita

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De Dolores y Guerras, exposición de Francisca Lita

De Dolores y Guerras
Francisca Lita
Centro Villa de Móstoles
Noviembre-Diciembre 2008-12-01



Julia Sáez-Angulo



Los conceptos de enfermedad y arte se han conjuntado en diversos tratados y exposiciones. Francisca Lita, artista y profesora titular del Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, ha llevado a cabo una investigación sobre el dolor obsesivo y terrible de la migraña en una serie de doce grandes obras en técnica mixta (100 x 70 cm. ) que presenta en Madrid, después de haberlo hecho en un congreso internacional sobre la enfermedad que, a su vez, padece la autora. La Migraña, Arte y Literatura (Letrera Publicaciones), es el libro/catálogo que acompaña la exposición con textos de la poetisa y dibujante María Montes, también profesora titular de Bellas Artes y la doctora Teófila Vicente, asesora de la Asociación Española de Pacientes de Cefalea.

En la disertación de presentación al público, Francisca Lita dijo que sus cuadros sólo pueden realizarse cuando se encuentra con energía y sin migraña, pues los días que la padece su cuerpo y ánimo se contraen de dolor y náuseas. “Solo se desea acostarse y permanecer a oscuras”, señaló la autora. La migraña es un fuerte dolor de cabeza que se sufre periódicamente; la padecen sobre todo las mujeres y se transmite genéticamente.

Uno de los cuadros de Francisca Lita, tríptico a base de conjuntar tres piezas de las medidas antes apuntadas, viene a ser una cadena familiar en la que muestra los rostros de las mujeres de su sangre que han padecido la migraña, hasta llegar a ella en que la sufre igualmente. Se trata de una composición audaz, donde las caras aparecen y se esconden al mismo tiempo. El autorretrato de la pintora se presenta en mayor tamaño como notaria de esa cadena de dolor a lo largo del tiempo. La migraña es una enfermedad que todavía no ha logrado un tratamiento curativo, aunque sí paliativo.

Óleo, collages, lápices de colores, dibujo, tinta china, pastel, lápices grasos... una serie de elementos variados para dar forma a unas historias en las que la simultaneidad del tiempo reaparece en el espacio del cuadro. Aves e insectos se alternan de modo simbólico o alegórico en este mundo pictórico de líneas, colores y soportes de papel. La geometría espacial, con frecuencia arquitectónica, aparece en esta serie donde los colores fríos se matizan con acentos de cromatismo caliente.

Los títulos de los cuadros van orientando al espectador: “Raíces”, “Depresión”, “A mi hermana” (fallecida de cáncer); “Percepción del misterio”, “El sobresaltado camino de los cromosomas” (tríptico citado); Esta es mi fragilidad”; Mi mas fiel enemigo”, etc.

El texto en el libro de María Montes habla de otros artistas que padecieron migraña o dolor en su trayectoria plástica como Van Gogh, Picasso, Blake, Giorgio de Chirico, Sarah Raphael, etc

Con motivo del bicentenario del Dos de Mayo, Lita ha presentado también una serie de grabados con escenas del levantamiento español en 1808. El magisterio de Goya late detrás de este singular trabajo.

Pbras pictóricas de Paulina Parra

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Paulina Parra: “Corazones Helados”

Paulina Parra: “Corazones Helados”
en poliester

Julia Sáez-Angulo

Española con media ascendencia colombiana y partida en nacimiento en Caracas (1969) y residencia en Madrid, Paulina Parra ha vuelto, al cabo de pasados dos años, a mostrarnos la segunda parte del desarrollo de su serie Estados del corazón II, en la galería Tribeca de Madrid. Entre tanto, su primera serie se muestra en el Museo de Barranquilla (Colombia) y se exhibirá en el Museo de Bellas Artes de Bogotá en el 2009. Este mismo año mostrara su trabajo en el espacio BMW de Caracas.
Su obra se manifiesta en cuadros, esculturas, video y diversas instalaciones seriadas que llevan a cabo una narratividad secreta sobre los estados del corazón a lo largo de la vida. Las alusiones a la obra de Marguerite Yourcenar en su primera muestra, y a las Cartas a Theo de Vang Gogh en esta segunda, manifiesta el interés de esta artista polifacética que le gusta trabajar en los diversos géneros del arte para manipular toda la gama de materiales posibles.. No olvidemos que su primera exposición, ahora en el Museo de Barranquilla consta fundamentalmente de fotografías sobre aluminio.
La ascensión de esta artista se hace patente por su investigación plástica y su rigor expositivo. Con el poliéster, Paulina Parra va creando los estados de un corazón de apariencia orgánica –nunca pop- a base de alternar el rojo caliente y encendido con el transparente del hielo. Frozen to Death es el apartado II de los estados del corazón, o lo que es lo mismo, “Corazones helados hasta la muerte”.
Paulina Parra habla en esta ocasión del “corazón protegido por la armadura del hielo, del no sentir para no sufrir, sin reparar en que no sentir es no vivir. La vida queda suspendida en el hielo. El latir cesa y el corazón está vivo aunque parece muerto. Frío, insensible, ausente de su propia vida. Incapaz de dar y recibir. Hielo, una armadura de doble filo, protege y mata a la vez”. Toda una metáfora de los sentimientos graduales de los hombres en su paso, decepción y resurrección en la vida. Algunos de sus cuadros con veladuras sutiles dejan ver palabras, -a las que la artista es aficionada- como “NO” o “Never”.
La autora prepara sin prisas la tercera parte de Estados del Corazón, que lleva de nuevo a la plenitud y la esperanza. El sentido plástico y artístico de Parra le daré el hálito poético que siempre logra en sus obras. Una visualidad estética que le honran como gran artista.

FLORENCIO DE LA FUENTE,

Museo en Huete, de Florencio de la Fuente

FLORENCIO DE LA FUENTE,
CREADOR DE MUSEOS

Julia Sáez-Angulo

Pastorcillo de un pueblo en la Castilla profunda, pero Florencio de la Fuente (Villanueva de Gudamejud. Cuenca, 1937) intuyó que la gran ciudad tenía más posibilidades de alcanzar sus sueños que su terruño en la Alcarria y cambió los campos por el asfalto, donde más adelante coleccionó varios centenares de obras de arte que, más tarde, ha donado a dos museos: el de la Fundación Florencio de la Fuente en Huete (Cuenca) y el Museo de Arte Contemporáneo de Requena (Valencia). Prepara un tercero, también en Castilla y quizás uno en El Salvador con la colección que tiene de su padrino Pedro de Matheu.

No ha lamentado nunca la decisión de desplazarse a la capital de España. Muy pronto, en la OEI, conoció al pintor salvadoreño, afincado en Madrid, Pedro de Matéu, que le empleó en su casa y le inició en el gusto y amor por la pintura. Más de una vez posó de modelo para el artista como peón o banderillero de torero en cuadros de gran formato. Su tipo enjuto y cetrino era el adecuado al tema. Junto a Matéu, auténtico padrino, visitó con frecuencia galerías y museos madrileños, sobre todo el Museo del Prado, escuchó sus sabias explicaciones, conoció el mundo del arte y los artistas, supo de su grandeza y miserias, de la exaltación de la obra maestra, del color y la forma, de la composición y de la proporción áurea...

De ahí le vino más tarde el deseo de poseer cuadros para rodearse de obras de arte y, aparte de las que le regaló Pedro de Matéu, comenzó con trabajos de los artistas que exponían en las galerías que visitaba. No disponía de gran fortuna pero era capaz de sacrificarse y pagar a plazos la obra elegida. Los galerista lo respetaban y los artistas que lo conocían comenzaron a tener atenciones con él. Su pequeña colección gozaba de prestigio y, con el tiempo, más de una firma quería estar en ella.

Con Carmen Bores y Henri Dechanet

Florencio de la Fuente sostuvo una amistad entrañable con diversos galeristas y artistas. Algunos, como Angel Muriel o Aragón, le hicieron dignos retratos. Fue buen amigo de Carmen Bores y su entonces marido, Henri Dechanet, artista francés residente en España. Adquirió media docena de obras de Bores y otras tantas de Dechanet para su colección, en la que lucía en primer plano el gran cuadro “Dama”, un óleo de gran formato de Pedro de Matéu.

Su colección se fue haciendo a golpe de gusto y pulsión personal, sin seguir una articulación precisa en torno a un período, grupo pictórico, estilo o movimiento artístico. El gusto de Florencio de la Fuente es ecléctico y centrado fundamentalmente en las obras de autores españoles que le interesaban No desaprovechó la ocasión en que se le ofrecía una gran pieza a precio conveniente, pero también buscó los nombres de los vanguardistas históricos como Picasso, Miró o Dalí, aunque fuera en obras sobre papel.

En suma, una colección que acoge obras del grupo de Cuenca y El Paso, como “El cura” de Antonio Saura; el collage de madera “Newton” de Gerardo Rueda; “De Vesalio, el cielo, las geometrías y el mar” de Gustavo Torner, y de Lucio Muñoz; un singular Benjamín Palencia titulado “Surrealista”; dos paisajes castellanos de Vaquero Palacios; obras de los catalanes como la “Suite Berlín” de Antoni Tapies; “Simetría de Joan Ponç; varias abstracciones geométricas de José María Labra; otra de Ramón Canet en “San Jene”; la figuración onírica de Cristóbal Toral o Carlos Mensa; las fantasías de Oscar Estruga en “Una batalla particular”... Unas piezas de los latinoamericanos Wilfredo Lam y Osvaldo Guayasamín.

La figuración madrileña de los 80

Luego adquirió la figuración de los 80, con dos títulos de Luis Gordillo; grandes cuadros de Pedro Castrortega o de Antonio Villa-Toro –artistas favoritos- ; piezas pop de Eduardo Arroyo, Eduardo Úrculo, Solbes, Juan Gomila... Un hermoso cuadro del canario Cristino de Vera titulado “Retrato de Van Gogh basado en sus autorretratos”; tres obras de Francisco Coello; litografías de Matías Quetglas o de Paloma Picasso. Impresionante el cuadro de José Luis Cuevas, un aguafuerte titulado “Viaje”. Más recientemente obras de Juan Manuel Velasco, Carmen Zulueta, Berkane, Oyonarte, Estartús o de Virginia de Felipe.

Una colección abundante y dispersa de contenidos, pero generosa y espléndida para dar idea a los visitantes de lo que ha generado el arte el arte español del siglo XX y principios del XXI. Una colección particular, modelo en su esfuerzo y amor al arte; por último, generosa a la hora de buscar destino para disfrute de los ciudadanos a través de dos museos de diverso porte, en dos municipios ricos muy visitados por gentes de alrededor y de paso.

Florencio de la Fuente, al igual que lo fuera el célebre conserje del Museo del Hermitage en San Petersburgo, supo percibir el humus valioso del arte para transmitir las esencias y anhelos de la creatividad humana. La pasión de un coleccionista alcarreño bien merece el reconocimiento institucional. En un país como España, donde el coleccionismo particular de gente sencilla era una rareza poco menos que impensable, él surgió como excepción que confirma la regla. Un hombre pequeño y diminuto, con grandeza de alma y de miras, capaz de atesorar una serie de piezas dignas de exponerse en dos museos hermosos que bien merecen una visita.

José de Jesús-María, director del Museo de Requena reconoce que la colección de Florencio de la Fuente ha sido el núcleo de un museo que ha despertado el gusto por el arte contemporáneo en una gran ciudad. Hoy, el museo de Requena es una institución viva con citas puntuales de exposiciones temporales del arte de nuestros días.






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