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Paisajes y leyendas de España

 

Paisajes y leyendas de España, Marcio Catunda, Edit. Manuscritos, Madrid, 2013.

Márcio Catunda
Paisajes y leyendas de España (poemario)
(continuación)


CÁDIZ, TACITA DE PLATA
Cádiz se enrama en callejuelas
y geranios en las rejas omnipresentes.
Como un bosque florido
se abre generosa
a las encrucijadas con aires venturosos.
Asoma la blancura de las torres almidonadas.
Palmeras como estandartes
y alegrías como certidumbres,
las campanas celebran la brisa de la tarde.
Ciudad alumbrada de albores,
con techos abiertos a la inmensidad.
Plantada como un navío en el embarcadero,
pero flotando en la neblina,
la torre Tavira como mástil.
Los azules deambulan
hacia los pilares de lo ignoto.
Torres de sal, brotes de alacridad,
hitos blancos levantados
sobre un buque transplantado a la eternidad.
13/08/2006.

TRUJILLO
Trujillo esparce un vergel de piedras labradas,
crisol de heráldicas puertas,
semillero de galerías porticadas
en senderos de roca y balcones.
Con soportales de arquería
y capiteles platerescos,
entre fortificados arcos,
que perpetúan hazañas y linajes,
se alzan Santa María La Mayor
y los palacios de oscura pena.
Hacia los montes,
tallada en monolitos,
Trujillo se trasluce
en realengas arquitecturas,
Impronta de caballeros ecuestres.

MÉRIDA
El entramado de calzadas
y sillares graníticos
duerme a la sombra
de las antiguas dignidades.
Lápidas y arcas
donde mantuvo Idacio
tenaz lucha contra Prisciliano.
Candelabros y fíbulas todavía lucen
en aras de veneración.
Con desmenuzados retratos imperiales,
Mérida ostenta su Teatro:
las habitaciones pavimentadas de mármol
y la cabeza velada del Sumo Sacerdote.

EL CASTILLO DE PEÑAFIEL
A Aurora Cuevas
Me impongo el desafío de subir
hacia la vertiginosa peña
blasonada por la corona radiante,
en cuyos pies yacen
los dormidos techos de Peñafiel.
El gigante simétrico reposa,
ceñido por los valles despiertos por la lluvia
y colmados de dorados tonos.
Aúlla el viento en los pinos
que verdean los montañosos horizontes.
El castillo se alza como un trono en la colina,
atalaya de llanos y serranías,
proclamando la magnitud de sus murallas.
El horizonte infinito luce brindando júbilo.
Los oteros se despliegan como encantados.
Me aventuro hacia el pedestal de su alto destello,
trofeo de tierna calma
en las lejanías fascinantes.
Testigo del destino, señorío del Infante poeta,
el monumental prodigio
enseña el arte esotérico de la contemplación.
Otro castillo enfrente lo contempla
desde su decrépito misterio.
El Duratón y el Duero se juntan
para glorificar la llanura
en que vislumbro la plaza del Coso
el convento de San Pablo
y la iglesia de San Miguel al lado del puente.
La visión, los olores y el susurro de las brisas
curan mi pesadumbre.
La subida hacia la crestería de la proa de piedra
es una iniciación espiritual.
11/01/2013.

PEQUEÑO INVENTARIO DE ZARAGOZA

El Pilar de geométricos techos colorados,
que eleva sus torres sobre el Ebro.
Los caprichos de su capilla elíptica,
el retablo de alabastro del altar mayor.
Las esmaltadas grecas de la Seo,
que aúna arcos de filigranas,
dorado artesonado
y las cúpulas de fina labra.
El arco del Deán sostenido entre dos monumentos.
El mirador de ventanales gótico-mudéjares.
El campanario revestido de azulejos.
La iglesia de La Magdalena,
que impone su artesonado mudéjar.
El teatro del emperador Augusto,
cual legado de polvo y ceniza.
El Torreón de los gobernadores musulmanes
como relíquia monumental.
Zaragoza vertebrada por aguas verdes
y orillas de terciopelo.

PERSPECTIVA DE VALLADOLID
Valladolid muestra estancias placenteras:
el paseo por el Campo Grande,
Zorrilla frente al parque
y la Plaza Mayor
donde el Conde Ansúrez alza la adarga.
Donde fueron coronados
doña Berenguela y Fernando III.
Donde el auto de fe
contra el Doctor Cazalla,
que había sido capellán del propio emperador.
Donde el Consistorio
adornado con enseñas y doseles.
En la calle de Santiago
la torre celebra un hito a la memoria.
Valladolid es un surtidor de fábulas
y despliega retablos de Berruguete,
la fachada del monasterio de San Benito
y el Colegio de San Gregorio.
Calle de las Angustias
donde la cofradía penitencial,
donde los vestigios de muralla.
Después de la nevada,
gotea la torre de la catedral,
impronta de los Cluniacenses.
Bajo el vuelo de las cigüeñas,
el Pisuerga discurre entre orillas bucólicas.

A CORUÑA
El portal azul cristalino,
celaje diáfano que ensueña,
El puerto rosicler
resalta destellos de aventura.
Los promontorios marinos
anudan fulgores de celosía.
Por desvelar misterios,
ánimo desarraigado,
el hombre tuvo sed de infinito.
La torre sempiterna es un fanal
que por sus trabajos Hércules consagró.
Arcano amparo de mareantes.
¿Qué ánforas bajo sus bóvedas guardó?
¿Qué luminaria proyectada
sobre el emporio aurífero,
cántaro de las minas cántabras,
existió en otros tiempos?

A LOS CANTANTES DE ARANJUEZ

Con los sentidos en olivares y pinos,
los guijarros me dicen:
“Amigo, ven por las alamedas,
disfruta de las fuentes
de los serenos fluidos”.
Los gorriones también me invitan a su cofradía:
el desierto es frío,
una parte de África habita el país,
pero hay tulipanes y amapolas
¡y qué aromas de éxtasis
entre musas y campanillas!
¡Los aires de esencia,
los murmullos del agua,
las armonías del oasis!
¡Respiro un arco iris de pensamiento!
7/05/1995.

SALAMANCA
Un jardín de claustros brotó de los altos blasones.
Pétreo portento cribado de imágenes.
El retablo de miríadas
se sobrepone a los arcos sacramentales.
Plaza Mayor ceñida de efigies,
cuadratura que, de lumbre a lumbre,
lustra la simetría de los balcones.
Tarde color de otoño, matices de tierra mojada.
El monasterio enlaza con colegio y plaza,
áticos levantados en pináculo.
La Universidad de frisos labrados,
que la iconografía embellece de signos.
Ateneo de escala mística
de emblemáticos escudos y coronas.
Remanso de láureas.
Cátedra de ideal estético.
Un altar reconcilia verdad y paz,
un árbol fructifica insignias
y volutas germinan lucernas.
De los púlpitos clarividentes
emana a la voz del teólogo:
“Como decíamos ayer”…
El eco resuena por la cátedra,
iluminando las canónicas escaleras.
Viene la voz desde el patio, entre retablos:
“Todo lo creado para el Fruto se ordenó,
fuente de claridad que nos amanece,
remedio de las llagas del alma".

ELOGIO DEL TORMES EN SALAMANCA
Tormes de mi soledad,
testimonio de los siglos,
mis pasos buscan tu translúcida orilla.
Reflejas altas regiones de cristal.
Has dado bienvenida al Conde de Borgoña,
y consolado las penas de Fray Luis y Unamuno.
Mis pulmones beben del candor que exhalas.
Por el rosario de chispas que discurres,
pastor de leyendas, labriego a flor de tierra,
te saluda mi espíritu hortelano.
¡Compañero de melancolías,
apagas el rumor de los sollozos
de este Lazarillo golpeado
contra el verraco de la vida!
Mis fantasmas de ansiedad devoras
con tus centelleos.
Pones alfombra en la hondura de mi sendero.
Atalaya de un templo abierto,
embalsamas la expectación de la tarde.
Bajo la clausura del romano puente,
mi pena vuelves afortunada,
pones descanso en mis alientos.
¡Guijarro de apacible timbre,
exhórtame a no olvidar las espumas
que bañan el repostero de mis alegrías!
Atrio definitivo de mi camposanto!
te nombro entre los raudales de mi imaginario.

GUADALUPE
Visto desde la altura,
Guadalupe es una perla
incrustada en el musgo omnipresente.
Visto desde el claustro mudéjar,
es un silencio materializado,
un jardín donde irse en romería,
reposadero de labradas fuentes.
Desde el lugar de reverencia de mis ideales,
es un retablo de magnitud
con filigranas de fervor místico,
arca donde caben los prodigios de Zurbarán,
guarnecidos por la lámpara de Lepanto.
San Jerónimo en delirio, alzado por los ángeles
y el arrobo de otros monjes,
ceñidos a piadosos episodios.
Lugar donde la devoción extremeña
de ermitaños y peregrinos
inventó los ultramares.

SANTIAGO DE COMPOSTELA
A Laura Branco
Desde un bosque vislumbro el portentoso templo,
la ascensión de las torres.
Calles húmedas de granito ornamental,
lluvia callejera sobre piedras y pétalos.
Candelabros, pináculos, pórticos,
litúrgicas ofrendas y resonancias.
El agua que discurre por las gárgolas.
De capilla a convento,
todo exhorta símbolos de victoria:
presbiterios, galerías, lámparas profusas,
orfebrerías de Obradoiro.
La radiosa lápida, las platas del santuario,
las claves de la bóveda,
el tímpano de gloriosos músicos
y el cordero que ilumina el panteón.
Desde la Puerta del Camino hasta la Plaza de Galicia
Intramuros, tallas góticas, urnas, puertas sacras.
La cruz-espada de Ramiro I,
los artilugios de Teodomiro,
las naves de Alfonso el Casto,
los restos del incendio de Almanzor.
La sala de armas
donde Xelmires coronó a Alfonso VII.
Extramuros: el néctar de las gardenias.

EN CASTILLA CON LOS ESPLENDORES
Un frío de alfiler cortaba el agua
y no me daba recelo
caminar por las calles de cipreses.
Contemplar las sierras de hielo,
álgidas perlas magnetizadas.
El cielo diamante con encantamientos
y fragancias de manantial.
El aire vestía las montañas con designios de ámbar..
Madrugada vital,
laguna reclinada en torrentes.
Subí al rincón de piedras azules
y encontré los techos silenciosos:
una visión de pórticos milenarios.
3/03/1996.

NAVACERRADA
A Luis Sendino
Desde la altura diviso el valle
que el lujo del otoño orea.
Desde el despeñadero la arboleda fulge,
bajo las delicias del veranillo de San Miguel.
Los pinos esparcen albas con quebrantos de silencio.
Desde los bordes de rubor ceniza,
aires magnetizados exhalan lucientes hermosuras.
Una gran nube desliza su sombra sobre los peñascos.
La dulzura vegetal resplandece sus glorias,
ondea resonando purezas,
calma al ser agobiado de conflictos.
Otoñan relámpagos naranja,
las hojas de los olmos imitan flores.
El cántico solar templa con una guirnalda
las curvas de la montaña.
Blandos éxtasis de quietud ciñen las cuestas.
Dulcemente flotan los estremecidos velos
de un plumaje de rocío,
que dora el abismo clarividente.
Contemplo el transcurso de las bóvedas,
que delatan huellas con piel de claror lejano.
Con un resplandor de marfiles y nácares
de serenísima ternura,
el día irisa las rosáceas distancias.
29/9/1996.

EL REAL DE SAN VICENTE
Junto a los ramajes
el claro de luna suspira con los ruiseñores.
Los campos de aromas son caricias
que inspiran las golondrinas.
Las dalias desmayan sorbiendo sonoras dichas.
Aladas armonías aquí renacen,
suavizan límpidos torrentes
y ráfagas de azur.
No hay signos en la claridad,
sólo dulces perfumes,
savia olímpica de arcanos marinos,
la esfinge agreste de los manantiales.
Se viste el orbe de seda fragante,
verde góndola en laguna arbolada,
mientras arde la radiosa albura
y las aves buscan frescas sombras.
2/11/1996.

 

 

Otros poemas


LO ESENCIAL

A Ana Alejandre

Si el alma revive
o si existe el fantasma de la planta
no me interesa.
Como no me importan las alianzas políticas entre los países,
como poco significan para mí todas las cosas
que no sean esta conciencia
del incesante fenómeno del cambio.
Tampoco me conmueve la moral de los castigos
ni me apasiona la busca de la sabiduría
ni el cultivo de la benevolencia.
A los filántropos dejo el método
pregonar la conversión.
A los cosmólogos el cometido de mensurar el tiempo.
No acumulo botines para los malhechores.
Los prados verdes y las nubes flotantes
son la materia de mis engaños.
En el ojo de la naturaleza,
solo me preocupo de eludir los irrealizables deseos.

 

 

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