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Crítica literaria por Ana Alejandre

Fábulas del sentimiento (novelas cortas)

Fábulas del sentimiento Luís Mateo Díez Alfaguara Madrid, 2013

Fábulas del sentimiento
Luís Mateo Díez
Alfaguara
Madrid, 2013

por Ana Alejandre


La obra en cuestión, recopilación de sus últimas novelas cortas publicadas en los últimos años, doce en total y agrupadas de tres en tres, que comprende desde El diablo meridiano (2001) hasta Los frutos de la niebla(2008) culmina la obra literaria de este escritor, un clásico de nuestros días.

Sin embargo, esta obra recopilatoria tiene el valor añadido de que las novelas cortas que contiene, independientes entre sí en sus previas publicaciones, al entrar a formar parte de esta recopilación, lo hacen creando un nexo común entre ellas que es el diálogo que entablan unas con otras, lo que conlleva que haya variaciones significativas en todas para crear el entramado común que las une y las relaciona entre sí, manteniendo un pulso narrativo que crea conexiones entre todas y le da un significado unitario y pleno, pero respetando la individualidad de cada una de ellas.

Esta obra, pues, se pone de relieve como ejemplo y referente de la novela corta, siguiendo el ejemplo cervantino y sus Novelas ejemplares del autor del Quijote, pues en el caso de Mateo Díez, sigue el ejemplo de Cervantes, en el cuarto centenario de la publicación de aquéllas, y presenta en Fábulas del sentimiento el mayor abanico de exploraciones sobre la realidad humana, pero no desde los actos que la definen, sino desde las emociones que nutren y son la raíz de estos últimos.

Naturalmente, existen diferencias sustanciales entre la referida obra cervantina y esta que nos presenta Mateo Díez, porque existe no sólo cuatrocientos años de diferencias entre una y otra, sino toda una serie de influencias literarias, de referentes que la literatura europea de los siglos XIX y XX, como puede ser especialmente la rusa -ejemplo a tener en cuenta: La muerte Ivan Illich de Tósltoi como ejemplo de la excelencia de la novela corta-, sin olvidar la literatura kafkiana o la austríaca, que con sus ejemplos han ido nutriendo la imaginación de todo lector y posteriores escritores y les han marcado nuevas vías de exploración del alma humana desde el punto subjetivo de las emociones y no tanto desde el objetivo de los actos, que es el camino elegido por Mateo Díez para estas Fábulas del sentimiento que expresa en su propio título la intencionalidad del autor y que también tiene un acento implícito de ejemplaridad, tanto en el plano de lo moral como en el plano didáctico de explicar una verdad universal, utilizando para ello una simple historia particular que le sirve de ejemplo.

Mateo Díez crea unos personajes que simbolizan los arquetipos universales, y que encarnan en su piel la auténtica verdad, a modo de símbolo, que les da razón de existir y explica sus singulares destinos. Por ello, esta obra es un mosaico en el que se puede encontrar los modelos humanos que componen la rica, variada y compleja idiosincrasia de la naturaleza humana, y que abarcan desde los temas referentes a las distintas edades del ser humano como pueden ser las contradicciones y luchas del despertar de la adolescencia que está representada en Los príncipes del olvido, hasta la vejez y sus servidumbres y sabidurías; así como la incapacidad para asumir la infelicidad que representa La escoba de la bruja.

Se puede afirmar que Mateo Díez ha utilizado, para crear esta obra que contiene otras muchas, un material variopinto y siempre fértil como es el conocimiento profundo del alma humana, pero no desde el punto de vista de la psicología, sino del conocimiento que sólo la auténtica y buena literatura puede ofrecer y que está formado por esa materia sutil que forma los sueños, los anhelos, y que nutre a la memoria de recuerdos o la trufa de olvidos. De todo ello queda, generalmente, la siempre desasosegante sensación de culpabilidad, de frustración y desencanto como les sucede a los personajes de Fábulas del sentimiento, que devienen así a ser prototipos humanos que encarnan toda la variedad de la llamada comedia humana.

La técnica narrativa presenta también un gran abanico de recursos: narración en primera o en tercera persona, la gran ayuda que presta el discurso interior y sus múltiples hallazgos, los diálogos, y también el eficaz juego de la subjetividad que representan los laberintos de la memoria, siempre selectiva al recordar sólo aquello que se desea, olvidando todo lo demás, y una prosa exquisita a la que nos tiene ya acostumbrados este autor.

Por todo esto, esta obra no sólo analiza y habla de los sentimientos, sino que hace hincapié en la importancia de los mismos, en la consistencia y densidad que toman y que pueden llegar a ser el norte hacia el que se dirige cualquier destino humano por la fuerza de su inercia. Esa cuestión la enfatiza el autor al resaltar la complejidad del alma humana y que parece encontrar su mejor expresión literaria en la novela corta, paisaje no muy extenso pero si el más adecuado para poder expresar mejor desde el intricado mapa de una pasión amorosa, a la profunda caída en la desdicha de un desamor; la terrible condena que supone una obsesión o la mortal herida que causa el odio, el rencor y el deseo de venganza; pero sin olvidar el amor y la generosidad vivida por seres que han encontrado la llave de la esperanza para vivir en plenitud.

Ya decía Cortázar hablando del relato: "Si la novela se gana por puntos, el cuento se gana por KAO". No hay duda alguna que Mateo Díez ha ganado con esta colección de novelas cortas (o relatos largos) el combate literario que supone toda obra y lo ha hecho con auténtica maestría que pone en evidencia el gran escritor que es y que demuestra ser, una vez más, en Fábulas del sentimiento, obra que hará sentir, reflexionar, emocionarse a cualquier lector amante de la buena literatura como es este nuevo título que es y será ya clave en la obra de Luís Mateo Díez junto a su inolvidable El reino de Celama.

 

Tiempos ridículos, Javier Marías (artículos)

Tiempos ridículos Javier Marías Alfaguara Madrid, 2013 376, págs.

Tiempos ridículos
Javier Marías
Alfaguara
Madrid, 2013
376, págs.

por Ana Alejandre

Esta recopilación de 96 artículos publicados en el País Semanal, que comprenden el periodo entre febrero de 2011 y febrero de 2013, nos presenta la opinión expresada por su autor a lo largo de colaboración que dicho suplemento cultural que abarca ya diez años.

Javier Marías muestra en estos artículos recopilados en Tiempos ridículos, lo que piensa de una sociedad convulsa entre los problemas económicos, políticos y sociales, que llevan a los ciudadanos a un callejón sin salida, atrapados entre las contradicciones de esta época, los graves problemas suscitados por la crisis económica que hace tambalear a todo el mundo occidental y de la que España está luchando por salir.

El tono que utiliza Marías al hablar sobre estos graves problemas y sus consecuencias que se palpan en la calle, en la vida cotidiana de cualquier ciudadano, es más ácido, más amargo y desesperanzado que nunca.

Sin embargo, como una válvula de escape, como un intento de no cargar las sombrías tintas que oscurecen el panorama de esta época difícil para todos, también intercala algunos artículos que harán sonreír al lector, sin duda o, incluso, que lo emocionarán: el dedicado al caso Strauss-Kahn, las nuevas reglas ortográficas de la RAE, sus curiosas experiencias en una extraña librería de Viena, el que trata de la muerte de su tío, el músico Odón-Alonso, o el recuerdo de los héroes de los tebeos de su infancia, por citar unos pocos.

El propio autor afirma "Sí, vivimos tiempos ridículos. Lo peor es que en España la mayoría de la gente se siente en ellos como pez en el agua.»Sin duda se refiere a que la pérdida de valores, cuando no la inversión de los mismos, la lucha por la supervivencia, la competitividad desaforada, la pérdida de un ideal común, la ausencia de ideales y la falta de honestidad que se advierte en la clase política y dirigente; cuando no el cansancio, el hastío de los ciudadanos que no saben adónde mirar para no encontrar abusos y corruptelas, ha creado un clima de desconfianza en todos hacia todos, en un "todo vale" y "sálvese el que pueda", que ha creado una atmósfera en la que la desconfianza, la sospecha y la inacción para resolver los problemas se han convertido en algo común y cotidiano, porque no hay nada más ridículo que una sociedad que conoce cuáles son sus males, pero no hace nada más que quejarse, aunque, si puede, intenta sacar provecho de ellos y de la corrupción generalizada, pero no busca soluciones a sus problemas de forma eficaz, conjunta y firme.

El talante de Javier Marías, ácido y crítico con una situación que no le gusta, que le hace mostrar su faceta más amarga, más lúcidamente combativo, se pone de manifiesto así ante los lectores que siguen sus novelas y sus columnas de opinión porque, en unas y otras, se pone de manifiesto, como en esta recopilación de artículos, el intelectual que no acepta la sociedad contradictoria y ridícula, como él la califica, en la que vive y en la que reflexiona sobre sus males que son los de todos.

 

Yo vivía aquí (poesía)

Yo vivía aquí Carlos Zanón  Editorial: Playa de Ákaba Primera edición: 2012 Páginas: 181

Yo vivía aquí
Carlos Zanón 
Editorial: Playa de Ákaba
Primera edición: 2012
Páginas: 181

Ana Alejandre

Este poemario, recopilación de sus poemas que fueron publicados en sus anteriores obras: que abarcan desde su primer poemario “El sabor de tu boca borracha” (1989) hasta su última obra poética “Tictac Tictac” (2010), además de otros inéditos, podrá sorprender a muchos porque son poemas no al uso, ya que utilizan un lenguaje coloquial, llano, cotidiano y, por eso mismo, se podría calificar como antipoético por quienes consideran que sólo hay un tipo de poesía en la que el lenguaje llano, la cotidianidad y la prosa sin métrica están proscritos.
Sin embargo, la carga poética de este poemario está precisamente basada en la "normalidad" de su lenguaje, en el que se pueden encontrar palabras malsonantes, giros coloquiales, sexualidad explícita, desahogo verbal de quien, por escribir poesía, no quiere dejar de ser por ello quien es, la misma persona que duerme, toma café, trabaja, se enamora, se pelea con la pareja, coge el metro y suelta tacos; pero en cuyo lenguaje subyace como una carga explosiva que va ascendiendo desde su primer poema hasta el último, impregnando de pasión, de desilusión, de acidez, de amargura y desencanto, pero sin perder un ápice de la humanidad de un poeta que busca la imagen poética no tanto en las palabras como en la paradoja del derechazo en la boca del estómago al lector que lee y "oye", atónito, en estos poemas la balada de amor-desamor, de vida-muerte, de lucidez-locura, engaño-desengaño y en esas mismas contradicciones late, como el pulso enfebrecido de un condenado a muerte, la pasión ya perdida, buscada y reencontrada a medias, la convicción de que todo es verdad y mentira a la vez, pero sólo depende del momento emocional, del tiempo en el que suceden las cosas que acaecen en toda vida humana y va llenando las páginas del libro de la vida de todas y cada una de las criaturas que componen la Humanidad.
Estos poemas no se pueden calificar de "puristas", sino que siguen la tradición de esa corriente poética que empezó en los años 70 del pasado siglo en Barcelona, principalmente, a los que algunos llamaban la "generación del 68", pero que han sido conocidos como los "novísimos", en la que los poetas que la representaban: Pere Gimferrer, Ana María Moix, Félix de Azúa, Leopoldo María Panero, Vicente Molina Foix, Manuel Vázquez Montalbán, entre otros muchos, querían romper con todo lo anterior y utilizaban todos los medios a su alcance para expresar la idea que jalona y nutre cada poema, sin que les faltara un talante provocador que era consustancial a los movimientos vanguardistas de entreguerras: contestación política, crítica social, referencias cinematográficas, letras de canciones, citas literarias, nombres de artistas del espectáculo y un largo etcétera. Estos recursos pasaron a la generación de poetas actuales porque viene a ser el caudal que nutre el imaginario de cada ciudadano actual, entre los que se cuenta el propio poeta Carlos Zanón, que quiere expresarse con la naturalidad de cualquier ciudadano, pero con la imaginación y pasión de todo escritor y poeta, quizás, para llegar a todos: les gusten y comprendan la poesía o no. Un ejemplo de esto lo ilustra la primera estrofa del siguiente poema que pertenece a su poemario En el parque de los osos (uno de sus poemarios más bellos):


Nina Simone cantando ‘For all we know’

Nina Simone estaba cantando “For all we know”,
era jueves y llovía.
No se podía ver nada a través de los cristales,
no se podía oír nada a excepción de la lluvia
y de Nina Simone cantando “For all we know”.
Pienso en las noches. Pienso en los amantes.
En la lluvia calando los huesos de los muertos,
en las mesas de mármol blanco de los cafés.
¿Dónde están ahora todas las mujeres que me amaron,
las que prometieron que nunca me abandonarían,
las que apuntaron su número de teléfono
en blancas servilletas de papel…?
Carlos Zanón es un escritor de novela negra y, además, abogado, lo que le ha permitido bucear en lo más obscuro del alma humana. Sin embargo, su poesía que parece sonar como un grito de protesta, de rebeldía ante la vida y sus múltiples laberintos de los que nunca nadie sale indemne, ofrece una carga de ternura íntima y secreta, un deseo irrefrenable de no renunciar a los propios sueños, esos que la realidad parece negar con su carga de desilusión, realismo a ultranza y desengaño. En esa ternura parece aflorar, a pesar de todo, el lenguaje descarnado, la amargura cierta que refleja del hombre que perdió la inocencia de todo niño, pero no renuncia a la capacidad de imaginar, de soñar en que la realidad, la vida misma, puede ser algo muy distinto, tener un cariz más esperanzador, pero sin ser por eso un iluso porque ese niño que un día fue viene acompañado de los rostros que habitaron su infancia, la que le dan sentido y acompañan a su madurez y que aparece reflejado en las siguientes estrofas:

Todo el mundo por aquí te quiere mucho

Si pierdo tu rostro lo pierdo todo.
Es algo que sé desde hace tiempo.
Por eso, ya de niño, me forzaba,
en el aire dulzón de las aulas,
a dibujar la cara de mi madre,
su olor cada mañana.
Por eso si olvido el trazo,
el surco del lápiz
en la lámina rugosa,
lo pierdo todo.
Antes de que se me borre tu rostro,
por favor, aparece,
en este mundo acuático
en el que levanto los pies,
cierro los ojos y finjo dormir.
(del poemario Tictac Tictac)

Carlos Zanón hace una poesía en la que lo que más importa no es el lenguaje, sino la idea, y la contundencia emocional con que la plasma y que estalla como un flash que deslumbra y se queda en la retina del lector, dejando un áspero sabor a cenizas, a desilusión, quizás, a miedo; pero también a esperanza, aunque sólo sea la de no caer en la tentación de vivir la vida de forma grisácea, renunciando a beberla con pasión, con verdadera confianza en que ésta sólo ofrece la belleza, la exaltación y la pasión a quienes no se conforman con los caminos trillados, con el sistema, con la mediocridad y la falta de imaginación y sueños.
Los poemas de Zanón son como imágenes fijas, como cuadros que en una sólo mirada representan una escena completa con todos sus matices, tensiones y posibles desenlaces. Pero, sobre todo, mucha nostalgia de lo que una vez fue y ya no es y, especialmente, de lo que pudo ser y nunca fue.

El sabor de tu boca borracha
Recuerdo que hubo noches
que desplegaron las alas para cubrirme piadosamente.
Llevaban nombres de niña
que alguien,
quizás ellas mismas,
escribían
con las puntas de sus dedos de lluvia
sobre el agua de los ríos,
en los cristales empañados de los coches
en solitarios descampados de tierra.
Tu recuerdo hoy es como una mancha de tinta
expandiéndose por el blanco papel de mi alma.
Eres un ángel cuya sombra se proyecta
más allá de tu cuerpo y mi nostalgia.
(del poemario de igual nombre)

O también esta otra estrofa del poema anterior, para terminar:

  (…) No sé por qué pero los náufragos
siempre tenemos una caja de cartón bajo la cama 
donde guardamos toda la lluvia caída,
las cartas que nunca nos atrevimos a enviar.
Dorados los cabellos,
esta indolente luz de domingo
parece ser la única verdad tras la tormenta.
Es la misma lengua que ayer
bañó en azufre la noche,
que selló nuestros labios con besos de esparto,
aquélla que se vistió de mujer siendo hombre,
fumadora de los cigarros más largos que existen.
Golpear todas las puertas, abrir todos los ventanales,
romper el horizonte hasta obtener una respuesta…
Diamantes de sal resbalan
por tu cuello de cisne ensangrentado
hasta la cuenca de tus pechos, grandes y negros.
Estás dormida para ver pasar los pájaros de largo,
para acercarte a la muerte, volver y no mirar atrás. (…)

Esta obra recopilatoria de sus anteriores poemarios no dejará indiferente a nadie, sin duda, y hará esperar el próximo Rock'n Roll, actualmente en preparación y del que se incluyen algunos poemas en Yo vivía aquí, con indudable interés por parte de los lectores que tienen ante sí a un poeta que "engancha" con la fuerza expresiva de sus versos y la potencia sugeridora de sus imágenes hechas palabras.

 

Miseria y compañia (diario)

Miseria y compañia Andrés Trapiello Pre-Textos 404 págs.

Miseria y compañia
Andrés Trapiello
Pre-Textos
404 págs.

por Ana Alejandre

Este nueva publicación del autor forma parte de una colección de diarios que lleva publicando desde 1990, este es el número 18 del total y se puede considerar uno de los mejores publicados por Trapiellos. En esta ocasión, el año en cuestión es 2004, que sirve como telón de fondo temporal a toda la obra.

El género de los diarios, otra modalidad de las autobiografías, encuentra en esta obra sucesiva a modo de obra-río una nueva dimensión y alcanza auténtica categoría literaria porque abarca no sólo el género de diarios-memorias, sino también el de la crónica literaria, política social y cultural de su país, el nuestro y de nuestro tiempo y, además, muestra al autor-personaje central de la obra en su dimensión más íntima, personal y sincera.

El lector que se pregunte de qué habla este diario puede encontrar una respuesta múltiple y variada: las propias y personales experiencias de su autor contadas con el recurso de evitar la primera persona, utilizando el pronombre indeterminado "uno" con el que se identifica. Con ese término habla de cuestiones cotidianas, lecturas, textos que escribe, conflictos familiares, pero añadiendo comentarios sobre acontecimientos políticos, accidentes personales y familiares, enfermedades, rivalidades y un largo etcétera que sirve de telón de fondo espacio-temporal.

Además, hay un ingrediente especialmente interesante por lo enigmático que son personajes a los que llama "X" y "Z", escritores y periodistas, de los que realiza comentarios duramente críticos, y a los que reprueba desde artículos hasta acciones, pero sin que el lector pueda saber con certeza de quienes habla, a no ser que tenga especiales conocimientos del mundo literario y periodístico.

Esta alusión velada en cuanto al nombre, pero definitoria en cuanto a las aceradas críticas que realiza sobre dichos personajes que permanecen siempre en la sombra velada de sus nombres nunca dichos, puede ser el ingrediente que ha hecho tomar un nuevo giro y ha aumentado considerablemente el interés de estos diarios publicados por entregas sucesivas, porque añaden una enigmática variante declaradamente crítica y hostil hacia quienes no nombre pero sí alude con dureza.

Por ser el año 2004 especialmente dramático en la historia de España, por los terribles atentados de Atocha, de los que el autor hace mención detallada de las primeras impresiones y la confusión sobre su autoría, este año tiene especial interés para el autor y el lector, ya que trae a la memoria los sangrientos hechos que llenaron al país de dolor y conmoción ante la carnicería que produjo una confabulación política que aún no se ha llegado a descubrir, pero que la Historia pondrá en claro algún día aunque sea lejano en el tiempo.

Esta vuelta atrás, en los recuerdos e impresiones de un escritor que nos trae todo los hechos y vivencias lo que conformó su vida personal y, en ciertos temas, la de todos los españoles, es lo que subyuga de esta nueva entrega del diario de un escritor que ha convertido este género minoritario en una fuente de creación literaria, porque se convierte, a través de su memoria, en el espejo de la memoria de todos que volvemos a asistir, a través de las páginas de este diario, los terribles sucesos de un año aciago para España que ha quedado grabado en el recuerdo de todos los españoles con tintes trágicos.

También nos ofrece la parte más intima de Trapiellos que nos narra los sucesos dolorosos de su vida personal, sus emociones e impresiones, que muestran el verdadero rostro de un intelectual sincero y honesto que nos sigue ofreciendo su verdad a través de estos diarios que vienen a ser, en ciertos aspectos, la memoria colectiva de un pueblo de ese aciago año 2004, en forma de crónica relatada por ese "uno" que, en muchos aspectos, somos todos.

Muy aconsejable su lectura, desde luego

 

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