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Crítica de arte

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Carmen Feijoo, medio siglo de arte con la pintura

Carmen, medio siglo de arte con la pintura

Julia Sáez-Angulo

Como Flora, o la diosa Proserpina, hija de Ceres, la pintora Carmen Feijoo (Valladolid) reaparece en primavera con la fronda y las flores de sus parques y jardines al óleo sobre lienzo o tabla. En esta ocasión lo ha hecho en el Espacio Estay de Madrid, donde permanecerán expuestos sus cuadros hasta finales de mes.

De la muestra destacan la serie de Lagos y cascadas, donde las corrientes de agua refrescan el verdor del follaje. Casi se adivina el sonido del agua. El parque del Retiro madrileño es la principal fuente de inspiración de los cuadros de Feijoo. La pintora encuentra que es un parque ajardinado lleno de vistas y rincones dignos de apresar en la pintura.

Los bodegones son otro capítulo clave en su pintura, así como las flores y floreros o ambos motivos a la vez: flores y frutas. Las granadas sueltas, frutas de plenitud y símbolo del Paraíso, abundan en estos cuadros de naturalezas muertas.

Es la quinta vez que la pintora vallisoletana, residente en Madrid, expone en la capital de España en el período de tres años. Se considera una trabajadora nata de la pintura y confiesa que su repertorio iconográfico alcanza los tres mil cuadros, desde los diecisiete años en que comenzó a pintar, siendo una muchachita de Valladolid.

Arte en cadena de relevos

“Me gusta alternar la docencia con el estudio a solas para pintar. La docencia me abre la comunicación a otras personas y a transmitir saberes y trucos de cocina pictórica que es una manera de pasar el testigo a otros pintores”, declara Feijóo. “Enseñar y ayudar a los alumnos a preparar los fondos de la pintura es decisivo porque de lo contrario no podrán incorporar tierras, arenas u otros materiales”, añade.

La autora de la exposición confiesa que ella aprendió mucho con el pintor Ramón Perez –quién le dijo en su día “tú eres muy creativa”- y mirando o estudiando buena pintura como la de Manuel Martínez Alcover (Madrid), “un gran maestro”. El arte es una cadena de relevos.

Carmen Feijóo prepara entre tanto su gran exposición retrospectiva y antológica, que dé cuenta de lo hecho hasta ahora. Será en Madrid y/o Valladolid.

 

Litofanías

Litofanía Museo del Romanticismo)

Litofanías, colección espléndida en San Lorenzo de El Escorial  y el Museo del Romanticismo



Julia Sáez-Angulo

         Es una colección espléndida de litofanías –también llamadas porcelanas de Berlín-, la segunda del mundo en importancia y número, coleccionada en su día por Pedro Martínez Garcimartín y expuestas en la galería de arte de san Lorenzo de El Escorial en la céntrica calle Floridablanca. Se pensó en hacer un museo institucional con esta colección, pero no cuajó. El Museo Nacional del Romanticismo en Madrid adquirió recientemente una parte de la colección para sus fondos.

         El resto de las litofanías quedan en exposición y venta en la Galería de arte en la calle Floridablanca de san Lorenzo. De las 180 litofanías que coleccionó Garcimartín, su heredero Antonio Guisado logró ampliarla hasta 400 ejemplares. El nuevo coleccionista investigó ampliamente sobre las litofanías.

         “La colección más importante del mundo se exhibe en el Museo de Toledo (Ohio) en los Estados Unidos de América”, recuerda Sonia Guisado Vázquez, autora del catálogo Las litofanías de San Lorenzo de El Escorial, que habla sobre la citada colección.

         Los precios de las litofanías restantes de la colección oscilan entre trescientos y más de mil euros. Una rareza que bien vale la pena adquirir, pues estas piezas de porcelana pura de caolín con varias cochuras en horno hasta llegar a 1350 grados, se hicieron en la capital de Alemania y dejaron de fabricarse.

         “El Museo del Romanticismo se llevó una representación de las piezas, ya que algunas estaban repetidas”, explica  Isabel Guisado, hija del coleccionista y directora de la Galería Floridablanca, quien lamenta que no se haya llevado a cabo el pequeño museo con las 400 piezas en la ciudad de San Lorenzo de El Escorial, que era el lugar donde se ha custodiado la colección durante años.

         La palabra litofanía no viene en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, porque se estima que es un término propio y específico del circuito del arte, pero litofanía significa, con arreglo a la etimología griega “piedra de luz “. En suma, las porcelanas con diversos trabajos en relieve para crear luces y sombres, vienen a ser pantallas acompañadas de luz, que se coloca detrás. Las litofanías tienen forma de cuadro o de lámparas en general.

 

Museo Mayte Espínola de Arte Contemporáneo

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Museo Mayte Espínola

Montaje del nuevo Museo Mayte Spínola de Arte Montaje del nuevo Museo Mayte Spínola de Arte Contemporáneo en Marmolejo

Julia Sáez-Angulo

         Marmolejo es el primer municipio que ha creado un museo con nombre de mujer artista: Mayte Spínola. La decisión fue tomada a principios de milenio por unanimidad del consistorio y el museo se abrió en 2004. Ahora se ha llevado a cabo el montaje de las salas del nuevo museo Mayte Spínola, situado en una nueva sede más amplia, conocida como el Molino del Médico.

         Mayte Spínola (Madrid), vinculada a Marmolejo desde niña, dado que sus padres y ahora ella y sus hermanos cuentan con la cercana finca de La Centenera, ha supervisado el citado montaje diseñado por Linda de Sousa y realizado por el equipo del Museo, presidido por su director. Al finalizar, el montaje fue visitado por el acalde de Marmolejo, Bartolomé Soriano. El nuevo museo podría ser inaugurado en el último trimestre de este año.

         El Museo, un buen edificio enjalbegado, se abre con los retratos de los Reyes, el de Don Juan Carlos pintado por Nati Cañada y el de doña Sofía, por Beatriz Gortázar.  La sala monográfica Mayte Spínola, se sitúa a la izquierda con una veintena de obras de distintas series y periodos como Tauromaquia, Rasgaos, Collages de libros, cantorales y monedas, Rejas y otros.

         Frente a las sala Spínola, la de Pintura Abstracta, en la que destacan cuatro grandes obras en rojos y ocres, que conforman una especie de mural, del pintor hispano-venezolano Pedro Sandoval. Junto a estas piezas las de Jofra (de que acaba de clausurarse una exposición en el museo).

         En el espacio central, pared de fondo, una serie de pinturas sobre baile flamenco y tauromaquia de distintos artistas, en este momento junto a una serie de guitarras que se fabrican con orgullo artístico en Marmolejo. En el muro izquierdo, pinturas de Jorge Rando y Paloma Gómez Porrero entre otros autores.

         En la segunda planta, espacios para la figuración y la abstracción con obras, entre otras firmas de Rosa Serra, Roberto Martín, Liane Katsuki, José Luis Romeral, Cristina del Vado, Noel Vanosote, Paz Figares, Antoni Vives-Fierro, Manuela Picó, Carmen Thyssen-Bornemisza, Francisco González, Maica Noïs, Xavier Carbonell, Araceli Alarcón, Hilario Ranera o Lluis Roura.

         La sala de acuarelas, presidida por S.A.R. doña Ana de Orleáns –ella misma acuarelista-, presidenta del Grupo pro Arte y Cultura, se completa con obras de Alfonso Cocho, Cristina Duclós, Maríana Olaso, María Torroba, Iziar Zubiria, Pablo Reviriego, M. González, Pablo Carnero, Junto a algunos grabados y dibujos de pequeño formato.

         Finalmente, a la salida se encuentran las obras de dos de los arquitectos, miembros del citado Grupo: Álvaro Torroba y Carlos Alcazar, así como dos espléndidas obras una de Soler Miret y otra de Alicia Pardo.

         España cuenta con numerosos museos de artistas con nombres masculinos como Picasso, Miró, Chillida, Oteiza, Tápies, Guerrero, Baltasar Lobo y otros, pero no había ninguno de mujer artista hasta llegar el de Mayte Spínola, mientras que el vecino país de Portugal cuenta con tres buenos museos con nombre de mujer como son los de María Elena da Silva, Graça Morais y Paula Rego.

         Marmolejo (Jaén) es una localidad que cuenta actualmente conmás de ocho mil habitantes y se encuentra a 64 km. de Córdoba. Es famoso por su balneario, lugar en el que se sitúa la acción del libro y la película La Hermana San Sulpicio, del escritor Armando Palacio Valdés.

 

Esteban Mateos,  orfebre

Esteban Mateos, orfebre y artista de damasquinado toledano

Julia Sáez-Angulo

Toledo cuenta con casi una treintena de artesanos del damasquinado y entre los primeros se encuentra José Antonio Esteban Mateos (Toledo), que trabaja en su pequeño taller a la vista del público en Ataujía, el establecimiento regido por Paloma Escalona, donde se exponen y venden todas sus piezas hechas a mano.

La ataujía es la “obra de adorno que se hace con filamentos de oro o plata embutiéndolos en ranuras o huecos previamente abiertos en piezas de hierro u otro metal”, según se define en el Diccionario de la Lengua Española, DRAE.

El acero tratado es la base del damasquinado y Esteban Mateos hace joyas, joyeros, cajas, estuches, pequeños cuadros, grandes platos… En su mayoría son obras únicas, lo que las hace muy especiales y las acerca de la artesanía al arte.

“Conviene distinguir el trabajo hecho a mano del industrial, pero no se hace y en ocasiones se limitan a decir que es trabajo toledano confundiendo al coleccionista o comprador”, dice Paloma Escalona, quien da a entender que el gremio lo destruyeron los intereses creados.

Las mejores piezas de Esteban Mateos oscilan entre mil y doce mil euros, desde platos espléndidos con hilo de oro y diseños geométricos o florales, hasta un pequeño bargueño preciosista, que conlleva cajones y lugar secreto. Una obra en honor a las víctimas del 20 M. El autor quiso jugar con los números de las víctimas, 198 fallecidos, en filas de estrellas de ocho puntas. Una precisión firmada sutilmente para no interferir la belleza de la obra.

“Hice el bargueño de manera intensiva durante un mes con una dedicación de doce horas al día. Es una pieza tan especial que no querría venderla”, declara Esteban Mateos. El autor toledano muestra con orgullo algunas piezas antiguas de damasquinado que compró en su día y que ha restaurado para su conservación.

En alambre de plata trabaja otras joyas como plafones de lámparas, búhos, mariposas, caballos, reproducciones de figuras de la pintura clásica. En hilo de oro o alambre de plata lleva a cabo infinidad de colgantes y un sinnúmero de cruces de distintas referencias, así como piezas hebreas como el sevivon o la mesusa. La conjunción de oro y plata se da en otras piezas.

Esteban Mateos aprendió el oficio de la ataujía de su padre, si bien después acudió a diversos cursos en la Escuela de Artes y Oficios de Toledo sobre esta técnica, buscada con pasión por visitantes y turistas en Toledo. Actualmente prepara algunas piezas para conmemorar el IV centenario del fallecimiento de El Greco en 2014.

 

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