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José Emilio Pacheco

Introducción

Continuamos ofreciendo las figuras de los poetas que han sido galardonados con el Premio "Miguel de Cervantes", el más importante de las letras españolas.
En esta ocasión, se trata de José Emilio Pacheco, poeta, ensayista, narrador y crítico literario. Fue Premio Cervantes en 2009.

 

 

José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco, poeta, ensayista y crítico literario.

por Ana Alejandre

Nació en México, el 30 de junio de 1939. Autor de una amplia obra que abarca todos los géneros: poesía, narrativa, ensayo, crítica literaria e histórica.

Cursó estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México. comenzó a publicar poesía y prosa muy joven, ejerció una labor de traductor.Trabajó como director y editor de varias publicaciones y suplementos culturales. Junto a Carlos Monsiváis, dirigió el suplemento de la revista Estaciones. También fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México. Así como también dirigió la colección Biblioteca del Estudiante Universitario. Ha ejercido como profesor en varias universidades en distintos países y de investigador del INAH.

Su obra fue reconocida desde muy joven, porque en la década de los cincuenta figuraba en la antología de los grandes poetas de Latinoamérica.

Entre sus obras poéticas destacan los siguientes títulos El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los elementos de la noche (1963), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Tarde o temprano (1980, antología poética), Los trabajos del mar (1983), Fin de siglo y otros poemas (1984), Alta traición (1985, antología poética), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989). En 2001 se publicó una nueva edición de su antología Tarde o temprano (Poemas 1958-2000).

En su poesía, ha creado un estilo propio, coloquial, cotidiano, a través de un lenguaje puro e irónico, que trata sobre temas sociales y políticos, pero también alcanza a ser épica y desbordante de imaginación.

En cuanto a su narrativa, en ella rememora el mundo de la niñez y la adolescencia, así como describe el terrible e imparable deterioro de la ciudad de México. Títulos que son muestra de esto son sus obras El viento distante y otros relatos (1963), El principio del placer (1972), Batallas en el desierto (1981) y La sangre de Medusa (1990). La novela Morirás lejos (1967) trata los siempre espinosos temas de la persecución política (el nazismo, la guerra romana contra los judíos), aunque también, a modo de enigma, sobre el cuerpo y el hecho de escribir. Es autor de la obra de ensayo El derecho a a la lectura (1984).En su variada obra de ensayo y opinión, ejerce una labor de cronista y ofrece una interesantísima labor divulgativa.

Entre los muchos premios recibidos, hay que destacar el Premio Xavier Villaurrutia en 1973, el Premio Nacional de Periodismo en 1980, el Premio Malcolm Lowry en 1991, el Premio Nacional de Literatura y Lingüística en 1991 y el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003) Premio Pablo Neruda (2004), Premio Ramón López Velarde (2003),Premio Alfonso Reyes (2003), Premio José Asunción Silva (1996), Premio García Lorca (2005), XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y Premio Miguel de Cervantes (2009).

Desde 1986 es miembro de El Colegio Nacional.

 

 

Obras, premios y enlaces de José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco, poeta, ensayista y crítico literario.

BIBLIOGRAFÍA

Poesía:

Los elementos de la noche (1963)
El reposo del fuego (1966)
La arena errante
Siglo pasado
No me preguntes cómo pasa el tiempo (1970)
El silencio de la luna
Irás y no volverás (1973)
Islas a la deriva (1976)
había una vez
Alta traición
No me preguntes como pasa el tiempo
Edades
Desde entonces (1980)
Trabajos en el mar (1983)

Narrativa:

La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1959)
El viento distante (1963-1969)
Morirás lejos (1967)
El principio del placer (1972)
Las batallas en el desierto (1981)
Tarde de agosto (1992)



PREMIOS

Premio Magda Donato,
Premio Nacional de Poesía,
Premio Nacional de Periodismo Literario,
Premio Malcolm Lowry (Ensayo literario),
Premio Nacional de Lingüística y Literatura (1992)
Premio Xavier Villaurrutia (1973)
Premio José Donoso (2001)
Premio Octavio Paz (2003)
Premio Pablo Neruda (2004)
Premio Ramón López Velarde (2003)
Premio Alfonso Reyes (2003)
Premio José Asunción Silva (1996)
Premio García Lorca (2005)
XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009)
Premio Miguel de Cervantes (2009)


ENLACES
http://www.abc.es/20090507/cultura-literatura/jose-emilio-pacheco-premio-200905071335.html;
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2113;
http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/pacheco.html;
http://www.letraslibres.com/index.php?art=12903;http://www.youtube.com/watch?v=zM9HEmaUbCM;
http://www.larioja.com/20090508/cultura/jose-emilio-pacheco-alza-20090508.html


 

 

Poemas de José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco, poeta, ensayista y crítico literario.



Un poema novohispano

Como se ahogaba en su país y era imposible
decir una palabra sin riesgo
Como su vida misma estaba en manos
de una sospecha una delación un proceso
el poeta
llenó el idioma de una flora salvaje
Proliferaron
estalactitas de Bizancio en sus versos.

Acaso fue rebelde acaso comprendió
la ignominia de lo que estaba viviendo
El criollo resentido y cortés al acecho
del momento en que se adueñaría de la patria ocupada
por hombres como sus padres en consecuencia
más ajenos más extranjeros más invasores todavía.

Acaso le dolió tener que escribir públicamente tan sólo
panegíricos versos cortesanos
Sus poemas verdaderos en los que está su voz
los sonetos
que alcanzan la maestría del nuevo arte
a la sombra de Góngora es verdad
pero con algo en ellos que no es enteramente español
los sembró noche a noche en la ceniza.

Han pasado los siglos y alimentan
una ciega sección de manuscritos.


 A Quien Pueda Interesar

Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía.

A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo.

La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida.

Aceleración De La Historia

Escribo unas palabras
y al mismo
ya dicen otra cosa
significan
una intención distinta
son ya dóciles
al Carbono 14
Criptogramas
de un pueblo remotísimo
que busca
la escritura en tinieblas.



Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
     es inasible.
Pero (aunque suene mal)
     daría la vida
por diez lugares suyos,
     cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
     fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
     montañas
-y tres o cuatro ríos.

 
Caverna

Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo

Pero la cueva preservó su entierro.

Aquí están alineados 
cada uno con su ofrenda
los huesos dueños de una historia secreta.

Aquí sabemos a qué sabe la muerte
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
La piedra le dio vida a esta muerte
La piedra se hizo lava de muerte.





El mar sigue adelante

Entre tanto guijarro de la orilla
  no sabe el mar
     en dónde deshacerse

¿Cuándo terminará su infernidad
   que lo ciñe
      a la tierra enemiga
        como instrumento de tortura
          y no lo deja agonizar
            no le otorga un minuto de reposo?

Tigre entre la olarasca
  de su absoluta impermanencia
    Las vueltas
      jamás serán iguales
        La prisión
          es siempre idéntica a sí misma.

Y cada ola quisiera ser la última
  quedarse congelada
     en la boca de sal y arena
         que mudamente
           le está diciendo siempre:
              Adelante

El pulpo

Oscuro dios de las profundidades,
helecho, hongo, jacinto,
entre rocas que nadie ha visto, allí, en el abismo,
donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
Qué belleza nocturna su esplendor si navega
en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
para él cristalina y dulce.
Pero en la playa que infestó la basura plástica
esa joya carnal del viscoso vértigo
parece un monstruo; y están matando
/ a garrotazos / al indefenso encallado.
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida.
De sus labios no mana sangre: brota la noche
y enluta el mar y desvanece la tierra,
muy lentamente, mientras el pulpo se muere.





El reposo del fuego

                                      (Don de Heraclito)

Pero el agua recorre los cristales
musgosarnente :
ignora que se altera,
lejos del sueño, todo lo existente.

Y el reposo del fuego es tomar forma
con su pleno poder de transformarse.
fuego del aire y soledad del fuego.
al incendiar el aire que es de fuego.
Fuego es el mundo que se extingue y prende
para durar (fue siempre) eternamente.

Las cosas hoy dispersas se reúnen
y las que están más próximas se alejan:

Soy y no soy aquel que te ha esperado
en el parque desierto una mañana
junto al río irrepetible en donde entraba
(y no lo hará jamás, nunca dos veces)
la luz de octubre rota en la espesura.

Y fue el olor del mar: una paloma,
como un arco de sal,
ardió en el aire.

No estabas, no estarás
pero el oleaje
de una espuma remota confluía
sobre mis actos y entre mis palabras
(únicas nunca ajenas, nunca mías):
El mar que es agua pura ante los peces
jamás ha de saciar la sed humana.





Fin de siglo

«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
           ¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
           a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
           no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
            No quiero nada para mí:
            sólo anhelo
            lo posible imposible:
            un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano
Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
            no me dejan cerrar los ojos.

 Idilio

Con aire de fatiga entraba el mar
en el desfiladero.
                            El viento helado
dispersaba la nieve de la montaña
y tú
parecías un poco de primavera
anticipo
de la vida bullente bajo los hielos
calor
         para la tierra muerta
cauterio
              de su corteza ensangrentada.


Me enseñaste los nombres de las aves
la edad
              de los pinos inconsolables
la hora
             en que suben y bajan las mareas.

En la diafanidad de la mañana
se borraban las penas
                                        la nostalgia
del extranjero
                         el rumor
de guerras y desastres.

El mundo
                 volvía a ser un jardín
que repoblaban
                           los primeros fantasmas
una página en blanco
                                       una vasija
en donde sólo cupo aquel instante.

El mar latía
                      En tus ojos
se anulaban los siglos
                                      la miseria
que llamamos historia
                                         el horror
que agazapa su insidia en el futuro.

Y el viento
                    era otra vez la libertad
que en vano
                      intentamos fijar
en las banderas.

Como un tañido funerario entró
hasta el bosque un olor de muerte.

Las aguas 
                  se mancharon de Iodo y de veneno
Y los guardias
                         llegaron a ahuyentamos
Porque sin damos cuenta pisábamos
el terreno prohibido
                                  de la fábrica atroz
en que elaboran
                              defoliador y gas paralizante.

 Indeseable

No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.

La diosa blanca

Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en 
              su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.

Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.

A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.





La gota

La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.

La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.

La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.

Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.

No pueden salir de ella,
gritan en vano.

Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?

Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de la gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.





Las flores del mar

                                                           A la memoria de Jaime García Terrés 

Danza sobre las olas, vuelo flotante, 
ductilidad, perfección, acorde absoluto 
con el ritmo de las mareas, 
la insondable música 
que nace allá en el fondo y es retenida 
en el santuario de las caracolas. 

La medusa no oculta nada, 
más bien despliega 
su dicha de estar viva por un instante. 
Parece la disponible, la acogedora 
que sólo busca la fecundación, 
no el placer ni el famoso amor, 
para sentir: Ya cumplí, 
ya ha pasado todo. 
Puedo morir tranquila en la arena 
donde me arrojarán las olas que no perdonan. 

Medusa, flor del mar. La comparan 
con la que petrifica a quien se atreve a mirarla. 
Medusa blanca como la X'Tabay de los mayas 
y la Desconocida que sale al paso y acecha 
desde el Eclesiastés al pobre deseo. 

Flores del mar y el mal las Medusas. 
Cuando eres niño te advierten: 
Limítate a contemplarlas. 
Si las tocas, las espectrales 
te dejarán su quemadura, 
la marca a fuego, el estigma 
de quien codicia lo prohibido. 

Quizá dijiste en silencio: 
Pretendo asir la marea, 
acariciar lo imposible. 

Nunca lo harás: las medusas 
no son de nadie celestial o terrestre. 
Son de la mar que no es ni mujer ni prójimo. 

Son peces de la nada, plantas del viento, 
quizá espejismos, 
gasas de espuma ponzoñosa 

En Veracruz las llaman aguas malas.

 

 

 

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