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La tradición clásica

 

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Monserrat


M. Dolores Gallardo López

En la comarca catalana del Bagés, provincia de Barcelona, se encuentra el macizo de Mont- Serrat -“monte aserrado”-, de abruptos flancos. Su cumbre más alta alcanza los 1238metros de altura.

Monserrat, magnífico parque natural (así fue declarado en 1987) está fuertemente vinculada al sentir de los catalanes, pues en este macizo está ubicado, a 730 metros de altura, principal enclave mariano de Cataluña: el monasterio benedictino y la basílica de Montserrat. Su significación, para los catalanes, va mucho más allá del simple sentimiento religioso.

Se trata de un gran complejo formado, entre otras cosa, por la basílica, un monasterio benedictino, un excelente Museo, un magnífico espacio audio-visual -ilustra sobre la dimensión espiritual y simbólica de Montserrat e incluye un completo documental sobre la vida de los monjes y los niños que conforman la Escolanía- , un hotel, cafeterías y algunas cosas más.

El Museo. Las colecciones más importantes del Museo son la de pintura moderna con importante representación del impresionismo francés (obras de Renoir, Monet, Sisley y Degás) y obras de Rusiñol, Casas, Nonell, Dalí y Picasso y la colección de arqueología, que incluye incluso una momia egipcia.

Además, esparcidas por el recinto de la montaña hay diversas esculturas de Josep María Subirachs; una del abad Oliva, de Manuel Cusachs; San Benito, de Domènec Fita; Pau Casals, de Joan Rebull o San Francisco de Asís, de Josep Viladomat y algunas más.

El Monastario. En el siglo VIII, cuando la región estaba en poder de los musulmanes, unos piadosos anacoretas buscaron refugio en Montserrat y levantaron allí una ermita. En el año 880 se erigió una capilla, dedicada a Santa María.

Después de la expulsión de los musulmanes, los monjes benedictinos de Ripoll, bajo el impulso del abad Oliva, crearon en 1025 una abadía dedicada también a Santa María. Naturalmente la nueva abadía fue románica. Con el tiempo pasó a tener abad propio y dejó de depender del abad de Ripoll.

Reconstruida en estilo gótico en el siglo XIII, tal auge tomó la abadía de Santa María de Montserrat que a finales del siglo XIV o comienzos del XV se convirtió en autónoma. Su importancia como centro de estudios teológicos, la riqueza de su comunidad y el creciente número de peregrinos que hasta allí llegaban hizo que su fama se extendiera hasta Europa central. Incluso tuvo algún tiempo como abad a Giuliano della Rovere, que posteriormente, en 1503, fue elegido Papa y tomó el nombre de Julio II, con el que es sobradamete conocido en la historia.

Durante la invasión napoleónica gran parte del monasterio fue destruido por el ejército francés en 1811. Durante el siglo XIX la mayor parte de sus edificaciones fueron rehechas con una arquitectura sobria y poco interesante.

La historia de este monasterio es larga y pródiga en sucesos, buenos y malos, pero baste decir que, a día de hoy Montserrat es uno de los cenobios más grandes del mundo: la comunidad actual está formada por casi 100 monjes.

La Escolanía de Montserrat, formada por más de cincuenta niños, de nueve a catorce años, es uno de los coros de niños cantores más antiguos de Europa. Hay documentos del siglo XIV que testimonian su existencia como institución de carácter religioso y musical.

Los niños proceden de cualquier lugar de Cataluña, Baleares o Comunidad Valenciana. Durante los años que estudian en Montserrat, además de los correspondientes estudios de música, realizan los cursos escolares de primaria y los primeros de secundaria. La formación musical es de alto nivel: cada uno estudia dos instrumentos, el piano y un segundo instrumento a elegir, además de Lenguaje Musical, Orquesta y Canto Coral (la especialidad de la Escolanía).

Este coro está internacionalmente reconocido y realiza giras de conciertos por todo el mundo. Tiene una discografía abundante. Si no se tiene la suerte de poder escucharlos en la Basílica, se pueden escuchar en el Espacio audio- visual que ellos cierran con sus magníficas voces

La Virgen de Montserrat. La imagen que se venera es una talla románica del siglo XII realizada en madera de álamo. Mide unos 95 centímetros de altura. La Virgen tiene al Niño Jesús sentado en su regazo. La mano derecha de la Virgen sostiene una esfera que simboliza el universo. El Niño bendice con su mano derecha y en la mano izquierda sostiene una piña.

El rostro y la cabeza del Niño Jesús difieren bastante del que presentan otras las imágenes románicas dado que están completamente retocados en época posterior.

La Virgen de Montserrat, «la Moreneta», fue declarada oficialmente Patrona de la diócesis de Cataluña el día 11 de septiembre de 1844 por el Papa León XIII. Se le concedió también el privilegio de tener misa y oficios propios. En 1881recibió la Coronación Canónica. Su festividad se celebra el 27 de abril.

La “Moreneta” de Montserrat -sea cual sea la causa de su color- no es la única imagen de Virgen negra que hay en Cataluña: también está la de la Virge de la Roca, de Montroig del Camp, que tratamos en otro artículo.

 

 

Montblanc Una joya del pasado

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Montblanc Una joya del pasado

María Dolores Gallardo López


A 350 mtrs sobre el nivel del mar, entre Tarragona y Lérida, se alza este bello pueblo cercano al mar Mediterráneo y a las montañas de Prades.

Lo primero que destaca en la lejanía, cuando nos acercamos a él, son sus magníficas murallas. Erigidas en el siglo XIV y bien restauradas, con sus treinta torres y varias puertas siguen rodeando gran parte de la actual población.

Hoy día Montblanc conserva un atrayente patrimonio medieval. Destacan las iglesias de S. Miguel (s. XIII) y Santa María la Mayor (s. XIV); el convento de S. Francisco (s. XII-XIV) y el hospital de Santa Magdalena (s. XIV-XV).

El actual Montblanc fue fundado en febrero de 1163 por el rey Alfonso I de Aragón, que lo proclamó “villa real”. Su estructura urbana se formó entre los siglos XII y XIV.

El rey Juan I de Aragón concedió a su hermano Martín el Humano el título de duque de Montblanc (después Martín se convirtió en rey).

Montblanc fue la séptima ciudad en importancia de Cataluña. Varias veces las Cortes se reunieron en su recinto.

Los tres edificios religiosos mencionadas más arriba fueron escenario en alguna ocasión de sesiones del Parlamento, convocado por reyes aragoneses: en 1307 el rey Jaime II de Aragón lo reunió en la iglesia de S. Miguel; en 1333 Alfonso III en la iglesia de Santa María la Mayor; en 1370 Pedro III en S. Miguel nuevamente y 1414 Fernando I en el convento de S. Francisco.

A mediados del siglo XIV se apoderó de Montblanc una profunda crisis, durante casi tres siglos sufrió reveses de todo tipo, entre ellos los provocados por diferentes guerras: la guerra de los Segadores, la guerra de la Sucesión a la corona de España (desatada a la muerte del rey Carlos II, último Austria español y que en Cataluña tuvo especial virulencia) y algún tiempo después la guerra de la Independencia de España contra las tropas napoleónicas acabó de rematar la región.

Felizmente, a mediados del XIX, con el auge de las nuevas comunicaciones (carretera a Valls en 1821, carretera a Reus en 1843 y especialmente con la llegada del ferrocarril en 1863) se fue recuperando gracias a su producción artesanal y sobre todo a la producción vinícola.

Desafortunadamente la llegada de la filoxera en 1893 destrozó todas las cepas. Una vez más, sobrevino el desastre económico a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, agravado después por la guerra civil española del 1936.

En 1947 Montblanc, por la riqueza de su patrimonio, fue declarado Conjunto artístico- monumental. Hoy día gran parte de sus monumentos -edificios religiosos, civiles y militares- están restaurados y en buen estado de conservación, pero lo verdaderamente agradable es, sin duda, perderse por sus calles.

Entre las joyas que conserva destaca una magnífica imagen de la Virgen, del siglo XIII, en alabastro policromado, de estilo gótico. Probablemente procede de Italia, aunque una piadosa leyenda relata lo siguiente:

En 1296 la princesa griega Eudoxia Lascaris, camino de Zaragoza, pasaba por aquellos parajes. Llevaba con ella una imagen de la Virgen.

En una colina cercana a Montblanc los bueyes que tiraban de su carroza se negaron a avanzar. Tal hecho se interpretó como deseo de la Virgen de permanecer en el lugar.

La princesa solicitó y logró del rey Jaime II de Aragón que se construyera allí un convento. Es el convento de la Virgen de la Serra, que hasta no hace mucho ha sido habitado por las monjas clarisas de clausura. La imagen fue coronada canónicamente a principios del pasado siglo, en 1906.

El 26 de noviembre de 2008 Montblanch, en un acto presidido por el arzobispo de Tarragona, despidió a las últimas cinco hermanas que quedaban en el santuario. La actual falta de vocaciones obligó a tomar esa medida. Así acababan 712 años de presencia de las cuidadoras de la Virgen.

En la actualidad se ocupan del santuario y monasterio miembros del Seminario laico diocesano, a quienes el arzobispo de Tarragona, Mons. Jaume Pujol Balcells, se los entregó.

La semana medieval. Otra tradición relacionada con Montblanc es la leyenda de la lucha de San Jorge con el dragón, que el folklorista catalán Joan Amades ubica a las puertas de esta villa, en el portal de Sant Jordi, que actualmente se conserva. Por eso cada año en la festividad del santo -además de los tradicionales puestos de rosas y libros- la ciudad inicia su semana medieval: las calles se cubren de señoriales banderas y los habitantes se visten con ropajes medievales, que esos días se encuentran a la venta en numerosas tiendas.

Numerosos actos, concentrados en el fin de semana, intentan transportar al visitante a épocas del pasado. No falta tampoco el desfile de San Jordi con la princesa, acompañados de sus padres y séquito.

En resumen este precioso pueblo catalán bien merece que el visitante se desvíe, si es necesario, de su ruta para pasar en él, al menos, unas horas: Con mucho más motivo si, como me ocurrió a mí este año, se encuentra en Cataluña el día de la festividad de S. Jordi

 

 

Montroig del Camp

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Montroig del Camp

M. Dolores Gallardo López

Montroig del Camp es un municipio catalán perteneciente a la comarca del Baix Camp y situado a muy pocos kilómetros del mucho más conocido pueblo de Cambrils.

Cerca de Montroig del Camp se encuentra una montaña que alcanza los 294 metros de altura sobre el nivel del mar y es de roca rojiza, de ahí el nombre de la localidad: Montroig, es decir “monte rojo”.

En esa montaña está el santuario de la Virgen de la Roca que ya aparece mencionado en documentos de 1230.

El viaje hasta la roca es precioso: conforme se va llegando se divisa una montaña rojiza y sobre ella una enorme roca, también rojiza, sobre la que destaca nítidamente un edificio blanco. Roca y edificación parecen sostenerse sólo por arte de magia. En las fotos que acompañan el texto es posible comprobarlo.

Llegados a la montaña se visita el santuario en el que se encuentra la Mare de Déu de la Roca.

La imagen que se venera en el santuario es una Virgen negra, como lo es la de Montserrat. La imagen que vemos en la actualidad es factura reciente pues la primitiva y otra más desaparecieron por diversos avatares.

Como ocurrió con el de Montserrat, este santuario fue destruido por las tropas napoleónicas en la guerra de la Independencia.

Detrás del santuario, podemos ascender un poco más y llegamos a la roca, que como hemos dicho, parece mantenerse erguida sólo por un milagro. En ella hay una pequeñísima ermita, pintada de color blanco y dedicada a San Ramón, en la que apenas hay espacio para unas pocas sillas. Se dice que antaño servía de guía a los barcos.

Por si todo lo dicho fuera poco para una excursión inolvidable, desde la explanada que se extiende ante el santuario el visitante puede contemplar unas panorámicas excepcionales, que sólo por ellas el lugar ya merece la visita: mirando a un lado se ven los magníficos bosques cercanos; mirando de otro lado es posible ver, especialmente en los días soleados (mejor aún si se dispone de prismáticos) toda la costa que se extiende desde Miami Playa (playa cercana a Montroig) hasta Tarragona, pasando por Cambrils, Salou y la Pineda.

Finalmente indicar que la localidad de Montroig del Camp está inmortalizada en dos cuadros de Joan Miró: Montroig, la iglesia y el pueblo (año 1919) y La Masía (1921-1922). El padre del pintor poseía una masía en la localidad, en 1911 Joan Miró fue por primera vez a Montroig. Desde entonces hasta 1976 pasó allí pasó temporadas.

 

 

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