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Entrevista indiscreta a José Luís Muñoz

 

Entrevista indiscreta a José Luís Muñoz

José Luís Muñoz y Ana Alejandre en un momento de la entrevista.

Entrevista indiscreta a José Luís Muñoz (escritor)

por
Ana Alejandre


A.A.-
Bienvenido a Entrevistas indiscretas, José luís, demuestras que eres un escritor “fajado” al aceptar hacerla, y no me refiero a la faja corsé que sé que llevas para disimular barriga, sino que tienes más valor que el Guerra.

J.L.M.-Sin faltar. Fajado sólo cuando me da el lumbago, por suerte de uvas a peras. Aunque soy cervecero, la barriga no me precede gracias a una vida espartana, aire de montaña y bicicleta de las de verdad, no de las estáticas. ¿Y de qué Guerra estamos hablando?

A.A-.
A Rafael Guerra Bejarano (Córdoba 1862-1941), conocido como Guerrita o el Guerra y considerado como uno de los cinco califas del toreo y autor de las frases tan famosas como "hay gente pa' tó" y "ca uno es ca uno" ¿A quién si no me iba a referir?. Empezando, que es gerundio: Tu última obra publicada -en el momento de la entrevista-, Marero, es la número 39 de las que has escrito y publicado, por lo tanto la próxima será la número 40. ¿Crees que te afectara la crisis de los cuarenta, o eso va por otros derroteros? Además, a tus años ya ni te acordarás de lo que sentiste cuando cumpliste la cuarentena por el mucho tiempo que ha pasado…

J.L.M.-No recuerdo haber tenido una crisis a los cuarenta. Sí a los cincuenta, y de las gordas, y por eso escribí una novela sobre mi propia muerte, “Patpong Road”, para espantarla. Afronto el libro 40 con un medido entusiasmo y con dolor, como todos, el de estar una y otra vez corrigiéndolo porque nunca está uno satisfecho cómo queda. Ya no hay, ni de lejos, la alegría por el primer nacimiento. Ocurre como en todo. El tiempo, y los años, lima las emociones.

A.A.
Háblanos, si no te importa (bueno, sé que te gusta hablar de ti mismo más que comer con los dedos), de esta nueva obra que, si no me equivoco, es una colección de 19 relatos en los que hay de todo como en botica: género negro, ciencia ficción, erotismo a tutiplén y un largo etcétera.

J.LM.-Pues sí. En realidad lo de publicar “Marero” vino a rebufo de haber ganado con el relato homónimo el premio Ignacio Aldecoa. Pero a un librito de 20 páginas nadie le hace caso. Así es que me propuse acompañarlo de otros relatos, los mejores posibles, no inéditos, porque habían sido premiados, publicados en antologías o revistas, y el conjunto resultó un menú degustación de todos los géneros literarios que he tocado a lo largo de mi carrera. Hay género negro, claro, en el que me siento muy cómodo, y erotismo, que viene siendo marca de la casa, pero también hay mucha fantasía, un género que me apasiona y en el que me declaro modestísimo discípulo de Julio Cortázar, el argentino que me enseñó a disfrutar con la literatura. Yo creo que es un buen libro de relatos, el quinto que publico, y que el lector se lo va a pasar muy bien en ese tobogán literario.

A.A.- ¿
Tu afición al género negro proviene de tu peculiar pesimismo por el que lo ves todo negro, empezando por la vida, la sociedad, el género humano en su conjunto, sin que sea gente “de color”, o es que consideras que en realidad siempre hay en cada vida una historia que se puede novelar en dicho género, por el miedo que subyace en cada ser humano ante la propia existencia, la violencia implícita, el sufrimiento y hasta, perdón por la expresión, la mala leche del ser humano en general y de algunos en particular con sus congéneres?

J.LM.-En la ficción vierto algunos de mis demonios. Mi yo cotidiano no se corresponde con mi yo escritor, pero somos los mismos, o habitamos en el mismo cuerpo, se lo aseguro. La literatura sirve, entre otras muchas cosas, para canalizar. Mi pesimismo literario, que está en toda mi obra, mi obsesión por la muerte y su antónimo, el sexo, como generador de vida, nace de la observación del mundo que me rodea que no creo que sea peor o mejor que el que le tocó vivir a mis antepasados, seguramente mejor en comodidades. La historia se repite una y otra vez y somos simples actores que no podemos cambiar el argumento. De cuando en cuando, se producen estallidos de rebeldía que parece van a alumbrar una sociedad más justa, pero luego el río vuelve a su cauce. La literatura, en mi caso, es un mundo absolutamente libre en el que me permito absolutamente todo sin ningún tipo de censura, hasta matar a algún crítico.

A.A.-
Deporte ese de cazar al crítico que, si se abriera la veda, iba a dejar al país libre de esa molesta plaga, desde luego. El erotismo también aparece en tus obras de manera constante y tiene un gran protagonismo. ¿Piensas que el erotismo y su expresión “fáctica”, el sexo, es parte de la vida indispensable y no debe faltar en la literatura de cualquier género, especialmente en el género negro, porque en toda forma de erotismo hay siempre una violencia implícita y deseo de dominación?

J.LM.- El erotismo está en todas las artes narrativas y visuales. Bueno, también en la música: el bolero de Ravel, algunas piezas de jazz, la música de streptease... Se puede hablar también de música caliente: la bossa nova. Con los años el sexo deja de ser una necesidad agobiante. El sexo, como ya he dicho antes, está en las antípodas de la muerte. Por el sexo, incluso nos reproducimos y en cierta forma somos eternos. Yo soy parte de mi padre, de mi madre y de algún abuelo, y seguramente mis hijos me llevarán dentro y heredarán mis virtudes y mis defectos. En el género negro, tanto en literatura como en cine, el erotismo es una constante, incluso de forma muy tópica: la rubia fatal que seduce con sexo al macho con poco seso y lo convierte en arma letal a su conveniencia. El tema recurrente de alguna obra maestra del cine negro como “Perdición” de Billy Wilder o de “El cartero siempre llama dos veces”. Curiosamente el sexo en mis novelas ha ido creciendo con la edad. Mis primeros libros eran muy púdicos si los comparo con los últimos que son muy desvergonzados. Quizá no estoy haciendo otra cosa que preservar mis recuerdos, que no se me borren momentos gozosos, y los inserto en los libros que escribo. No lo sé. No me preocupa ni lo analizo, simplemente el erotismo fluye como fluye la violencia o ese sentimiento de derrota que envuelve a casi todos mis protagonistas. Decía Mario Vargas Llosa en una reciente entrevista que le hacían alrededor de sus casi 80 años que está a punto de cumplir, que no se puede escribir buena literatura desde la felicidad, y le doy la razón. La infelicidad y la frustración generan la buena literatura.

A.A.-
Debe ser por eso que su última novela "Cinco esquinas" deja mucho que desear y de la que se acompaña en esta edición la reseña. Se empieza a escribir mucho de sexo cuando se practica menos. Por eso de que, por lo menos, quede el recuerdo... Sigamos: ¿Tú escribes por vocación irrenunciable, por oficio que da fama y algo de dinero (cuando las editoriales pagan, que eso es otro cantar); o bien, porque no sabes hacer otra cosa y aprender otro oficio a estas alturas no te atrae lo más mínimo; o, tal vez, porque, siendo tan ligón como tú eres, es una forma de “molar” más a las mujeres y tener esa aureola de misterio de todo escritor que, además, se dedica al género negro, color que siempre es el más misterioso de todos?

J.LM.-Yo suelo decir, y no es broma, que escribo por necesidad. Si no hubiera escrito durante todos estos años creo que ya me habría despeñado por alguna cuneta. La literatura es una pulsión. Pero luego, cómo insinúas, hay otra cosa que se llama oficio y es lo que redondea la obra. La literatura es un trabajo que no compensa económicamente en mi caso. Hace muchos años, pero muchos, muchos, ganaba bastante con premios, ventas y un sinfín de colaboraciones. Todo ello ha desaparecido, pero sigo escribiendo y publicando un poco como militancia. Lo de la aureola es cierto, pero creo que me he dado cuenta demasiado tarde. La gente se acerca a los escritores creyendo que son gente excepcional, y no, somos como todos y lo único es que tenemos una cierta habilidad para contar historias y armar mundos.

A.A.-
Por cierto, hablando de escribir ¿estás de acuerdo con lo que decía Jean Paul Sartre al respecto: “Si puedes estar sin escribir, entonces no escribas"? A ver, “Pepe Lui”, dime tú…

J.LM.-Ah, el bueno de Sartre tenía toda la razón del mundo. Era el prototipo de intelectual, hasta un poco tópico. Y su relación con Simone de Bouvoir, ejemplar, cada uno en su casa y con su espacio. Estoy de acuerdo. Escribo porque no puedo estar sin escribir, sería una carpa fuera del estanque, boqueando hasta morir. Así es que escribiré hasta mi último aliento. Una de las ventajas que tenemos los escritores es que no precisamos de fuerza física para crear, sino mental. Bueno, con los años menguan ambas. Pero uno no se imagina a un Rodin dando martillazos a una piedra a los ochenta años, porque se quedaría sin resuello, y Mario Vargas Llosa sigue creando a la misma edad.

A.A.-
Y, también, se escribe porque la vida no basta, según repite Luís Mateo Díez y que comparto. ¿Cuáles son tus referentes literarios en general, en cualquiera de los géneros literarios al uso? ¿Qué escritor te ha influenciado más o te sientes más identificado con su obra, tanto que no te importaría firmarla si te dejara el propio autor?

J.LM.- Muchos. Hace poco estuve con el escritor Juan Madrid, un colega al que quiero mucho y admiro y con el que me une una de esas amistades intermitentes desde hace treinta y pico de años. Nos vemos en los saraos literarios y cuando le pido que me presente un libro, a lo que nunca se niega. Los escritores tenemos una etapa de formación, en la adolescencia y en la juventud, en la que devoramos literatura que luego vamos digiriendo a lo largo de toda nuestra vida. He leído muchísimo cuando era un chiquillo y ahora leo poquísimo, pero hay autores capitales que me han marcado. Jack London, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Josep Conrad, William Sommerseth Maugham, por ejemplo. Los rusos, a los 18, me los metí todos en vena: Dostoievski, Tolstoi, Puskhin, Gogol, Chejov. Gozaba entonces leyendo, cosa que no se produce ahora cuando abro un libro salvo rarísimas excepciones. Pero si hay un autor determinante creo que es Julio Cortázar, al que descubrí en la universidad. Cortázar me dio los parámetros perfectos para disfrutar escribiendo, con él la literatura es una fiesta.
A.A.- Pienso igual de Cortázar, aunque para algunos Rayuela es indigerible por su experimentación narrativa. ¿Tus preferencias como lector también se decantan por el género negro o eres un lector omnívoro que no le haces asco a nada, sobre todo si está bueno “el género” y la prójima?

J.L.M.-No soy buen lector de género negro. No he leído, por ejemplo, casi nada a los nórdicos, y eso es un pecado. Tampoco me entusiasman ni Hammeth ni Chandler. Aquí alguien me tirará una piedra. Me gustan algunos yanquis que dominan el género, como James Cain, Jim Thompson o Marc Behm. Suelo leer de todo. Soy promiscuo. Puedo pasar de la edad media a la era espacial, aunque reconozco que la ciencia ficción me resulta algo áspera de digerir. Es mi asignatura pendiente. He de escribir alguna novela con marcianos y mundos exteriores.

A.A.-
Milan Kundera dijo que "Una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo". ¿Estás de acuerdo o, por llevar la contraria que es lo tuyo, lo niegas y te quedas tan fresco?

J.L.M.-La profundidad literaria de Milan Kundera me apabulla. Ese es uno de los grandes. Que no le hayan dado el premio Nobel me resulta incomprensible. Claro, uno escribe para conocerse, por supuesto. La literatura es una forma de introspección. De hecho en una de mis novelas negras, “La Frontera Sur”, anticipo una parte de mi vida, un giro de 180 grados que di. A veces la literatura es traicionera y uno envidia a sus personajes, quiere hacer lo que hacen en ficción, y eso puede tener consecuencias desastrosas. Un amigo me dijo en cierta ocasión que yo crucé la línea de la ficción desde la realidad en un momento determinado de la vida, y sigo en la ficción. No sólo los astrónomos tienen la cabeza en las nubes.

A.A.-
Desde luego, incluso hay quienes no tienen cabeza ni siquiera encima de los hombros. ¿Piensas que el género negro refleja mejor que otros el laberinto de esta sociedad que no parece tener salida, porque es el género más crudo y “fresco” (como te gusta a ti la carne, me refiero a la de comer, no a la “otra”)?

J.L.M.-Sí, la carne me gusta fresca. Una y otra. El género negro es la novela social del siglo XX, XXI y los que vendrán. No es más que una herramienta para hurgar en las entrañas de la sociedad, descubrir su suciedad, sus corruptelas. No vamos a cambiar la sociedad con los libros, claro que no. Tampoco estoy de acuerdo en que los libros, o las artes, nos hagan mejor personas. Hubo muchos nazis cultivados. Pero el género negro desentraña lo oculto, muestra las vergüenzas, y además lo hace de una forma dinámica, buscando enganchar al lector.

A.A.-
Sin embargo, aunque el género negro está en alza, no tiene demasiados lectores, especialmente entre las mujeres. Y como estamos hablando de negrura, en un luto permanente, me gustaría saber si por ese motivo te gusta más escribir de noche, de día, al atardecer, o al amanecer por eso que dice Sabina:”desnudos al amanecer nos encontró la lunaaaaa”; o no tienes horario fijo ni falta que te hace.

J.L.M.-Antes era escritor nocturno, como los vampiros. Tenía los hijos muy pequeños y era cuando los angelitos dormían. Ahora escribo a todas horas. Hay ciertos rituales que me gustan cuando escribo. Estar en mi buhardilla aranesa, tener una pipa encendida en la mano si es invierno y una botella de whisky a mi alcance. Suelo marcarme horarios y una cierta disciplina. Abrir los ojos cuando sale el sol, desayunar con las noticias que le agrían el ánimo a uno, pero de ellas saco un sinfín de argumentos literarios, y ponerme a escribir. Por la tarde, tras la comida, paseo en bici, excursión por la montaña hasta que atardece, que es la hora mágica para ver a los ciervos saliendo del bosque o a un par de oseznos que vislumbré el otro día bajando un monte. Y de noche a seguir escribiendo hasta que beso la mesa por el sueño.

A.A
.- Por el sueño o porque se te ha ido la mano con el wisky... En cuanto al sitio de escribir, ¿eres de los que tienes un lugar fijo, uno variable, escribes donde te pilla la inspiración (y no te encuentre el marido de esta, todo hay que decirlo), donde te da la real gana; o bien, donde estés más cómodo en el momento en el que te pones a darle a la tecla?

J.L.M.-Siempre en mi estudio. Me he vuelto conservador. De joven escribía en bares. Juan Madrid, por ejemplo, escribe de pie, como Hemingway. Yo sentado en una cómoda silla. Importante que no haya un ser vivo a un kilómetro a la redonda, por la concentración. Insoportable, hasta provocar el asesinato, que alguien se te acerque por la espalda a mirar lo que escribes, entonces no respondo y me convierto en el peor de mis personajes. A veces escribo con música. Jazz para el género negro. Wagner, para el épico. Ravel, para el porno. La mayor parte de las veces, sin música, porque la música debe estar en lo que escribo. Eso es importante. La musicalidad de un texto. Deberíamos leer en voz alta lo que escribimos.

A.A.-
Desde luego, pero debe haber mucho escritor sordo por estos lares. Y hablando de teclas, ¿escribes en ordenador, en máquina de escribir porque está reñido con las nuevas tecnologías; a mano porque eso tiene un halo más romántico y así te buscas la excusa de que alguna buena samaritana te pase los textos al ordenador, o escribes en morse, usando uno de esos artefactos que compraste en una subasta de cosas raras para que hiciera juego contigo?

J.L.M.-He escrito de todas las maneras posibles y en lugares inauditos. Eso es lo que tiene ser un escritor compulsivo. Cuando estudiaba en la universidad, es un decir, lo de estudiaba, porque era un estudiante bastante malo que faltaba mucho a clase, escribía en servilletas de papel en el bar A falta de papel hasta he escrito en rollos de papel higiénico. El problema es recuperar esos textos, que guardo, porque soy muy conservador, es descifrar mi propia letra que es peor que un jeroglífico egipcio. Me he llevado alguna sorpresa. El relato “Revoloteos” que forma parte de la antología “Marero”, mi último libro, estaba en un soporte muy sofisticado: servilleta de papel. Y se ha publicado después de 45 años Por mi pésima caligrafía enseguida abracé la máquina de escribir, pero los vecinos se quejaban porque hacía ruido a altas horas de la noche. El ordenador es silencioso y práctico, te ahorra el dichoso tipex de antaño. No le hago ascos a la tecnología y lo que me parece una heroicidad ahora es que León Tolstoi escribiera “Guerra y paz” con pluma de ganso.

A.A.-
Desde luego, ahora hay también quien escribe con "pluma" y, otros, haciendo el ganso. Cómo te va el género negro, ¿has escrito ejerciendo de ídem para alguna editorial, o tu negrura sólo se queda para el color de tus calcetines cuando no te los cambias en mucho tiempo, pero nunca has querido escribir para que ponga el nombre otro y encima se lleve la “guita” y la fama, lo cual ya es de “masocas” vocacionales?

JLM-Nunca he sido negro de nadie. Bastante trabajoso es escribir para que el texto se lo apropie otro, Ni me lo he planteado ni me lo planteo sino es en caso de extrema necesidad. Pero en el mundo literario lo de los negros era bastante frecuente. Alejandro Dumas, por ejemplo, que no era negro pero sí mulato, tenía a sus órdenes un ejército de “negros” que le escribían “El conde de Montecristo” y él lo supervisaba y firmaba. En Estados Unidos eso es muy común. Tom Clancy no es un escritor sino una especie de corporación, toda una empresa de abnegados escribientes especializados en todos los temas que fabrican novelas a destajo. Aquí en España teníamos a un escritor muy conocido que publicaba cuatro novelas al año sobre temas dispares y se las escribían. Esa literatura productiva me parece detestable.

A.A.- Patpong Road, tu excelente novela publicada en 2013, es, a mi juicio, tu novela más personal en la que el protagonista verdadero es el autor y no el personaje, aunque ambos estén imbricados de forma tal que es difícil saber cuál es cuál. En dicha novela el erotismo está presente a lo largo de toda la narración, pero el erotismo visto desde el punto del “macho”. ¿Consideras que el erotismo para ti termina donde lo hace tu glande (con perdón), y la mujer sólo es un objeto sexual y nunca sujeto? Piensa antes de responder porque el asunto es delicado y corres peligro ante las lectoras.

J.L.M.-Sin duda es mi novela más personal. Si uno suele estar en un 30% o 40% en sus novelas, en ésta estaba al 95%. Lo de “Patpong Road” es un caso muy curioso, porque bajo la apariencia de una novela muy erótica, casi pornográfica, hay toda una reflexión sobre la vida, la muerte, el éxito, la sociedad, el ser humano, un tratado filosófico entre polvo y polvo. Ya dije que la escribí como un exorcismo ante la muerte, y quizá, por esa razón, había tanto sexo, para espantarla. Eros y Tanatos. Escribir una novela testamentaria y seguir viviendo no tiene lógica, pero mejor así. El erotismo de esa novela es masculino, macho como dices, pero no había opción. El protagonista es un tipo muy sexual y un buscador de placeres. Hay un personaje femenino fuerte, su mujer. El protagonista, en un momento determinado, se cuestiona su papel de consumista de mujeres. Eso hay que verlo en su contexto, Tailandia, la Tailandia que yo conocí que quizás no es la de ahora, en donde la prostitución forma parte de la cultura y los hombres, extranjeros o locales, buscan a esas mujeres para satisfacer sus fantasías. Pero te diré que esa novela la han leído bastantes mujeres y ninguna se ha quejado, es más, les entusiasma. Nada que ver con “Sombras de Grey” y sucedáneos.

A.A.-
La esposa es el punto flaco y no el fuerte, puro adorno para que se luzca el protagonista. Ya te he dicho en ocasiones que hay muchas masoquistas que van de mujeres liberales aunque les encantaría estar en un serrallo... Cambiemos de tercio. Eres un escritor multipremiado, pues has recibido el Premio Azorín, el Café Gijón, el Sonrisa Vertical, el Camilo José Cela, el Ciudad de Toledo, el Ciudad de Cáceres, el Ciudad de Badajoz, así hasta 18, el Premio Ignacio Aldecoa de relatos, en 2013, que figura en tu última obra
Marero y siendo el último el XVI Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba por tu última novela "
el que has obtenido por Cazadores en la nieve". ¿Piensas que los premios son imparciales o en ellos compiten, en vez de las obras y sus autores, los agentes literarios que son los que cortan el bacalao, porque “quien no tiene padrino no se bautiza”?

J.L.M.-Yo tuve la suerte de empezar en literatura con paso firme, con el aval de dos premios muy importantes que lo siguen siendo, el Tigre Juan y el Azorín. El ganarlos el mismo año hizo que me tomara mucho más en serio mi oficio y que perseverara en él. Pero, cómo tú dices, los premios, sobre todo a partir de determinada cuantía económica, están todos dados, es un vergonzoso cambalache que ya nadie cuestiona. Me he encontrado con casos chuscos, precisamente con esa novela de la que hablábamos, “Patpong Road”, que era finalista del Premio Ateneo de Sevilla que ganó un gran amigo mío que me invitó a cenar una semana antes del fallo para celebrarlo. No le dije que mi novela competía con la suya. No competía, claro. Se lo dieron a él directamente previa negociación. Se podría escribir una novela negra sobre el turbio mundo de los premios literarios.

A.A.-
El turbio mundo de los premios literarios y del mundo literario, en general, que es más oscuro y negro que el género homónimo. Y hablando de agentes literarios, ¿consideras que son necesarios para cualquier escritor que se precie o, por el contrario, como afirmaba Francisco Umbral, son prescindibles porque la obra de cada autor se vende por sí misma? (Hace falta una gran dosis de ingenuidad para creérselo y Umbral no lo era, pero tenía ya demasiado renombre cuando el agente literario empezó a ser una figura conocida y demandada). Pues eso.

J.L.M.-Lo he utilizado en algún momento, el agente literario, y me ha servido para vender mi obra al extranjero, pero creo que el mejor agente literario es uno mismo, aunque a veces se tenga pudor a la hora de venderte si no eres argentino o de Bilbao. Por suerte tengo un currículo abultado, así es que ése habla por mí.

A.A.-
Habla por ti y de los buenos servicios que te hizo el agente literario, sin duda alguna. Como autor de tropecientas obras (cuando se publique esta entrevista debes ir ya por la cincuentena), ¿cuál es tu favorita y cuál es la que te gustaría borrar de la lista de tus publicaciones, si es que la hubiera?, aunque te sintieras como un padre cruel que rechaza a uno de sus hijos o, mejor dicho, como un padrastro (¡y eso sí que duele!).

J.L.M.-Buena pregunta. Tengo bastante claro cuáles son las favoritas, aunque no reniego de ninguna. La trilogía de “La pérdida del Paraíso” (“Guanahaní”, “Fuerte Navidad” y “Caribe”) es lo mejor que he escrito, una novela histórica, género complicado y laborioso que no recompensa el esfuerzo, y ha sido con la que mejor me lo he pasado, un viaje al pasado; “El mal absoluto” es mi novela más necesaria, una visión sobre el Holocausto que huye de toda la hipocresía que envuelve ese espantoso asunto; “La Frontera Sur”, que creo que es mi novela más negra, más clásica, en escenarios norteamericanos y mexicanos, un western. Borrar no borraría ninguna. Quizá reescribiría mi primera novela, “El cadáver bajo el jardín”. La idea era buena, pero la narrativa era mejorable.

A.A.-
Veo que eres un padre amoroso con tu prole literaria. Permíteme un momento para que consulte el libro gordo de Petete que es la relación de tus obras. Veo que en 2014 publicaste una obra titulada Te arrastrarás sobre tu vientre y no hay que ser un lince para comprender que se trata del problema de la maternidad y, quizás, del aborto, desde un ángulo de vista un tanto pesimista al respecto. ¿Me equivoco?

J.L.M.-Con esa novela me volví loco buscando título, Le daba vueltas y más vueltas y de lo único que estaba seguro es que la palabra serpiente tenía que ir en él. Tras probar con una veintena de posibilidades opté por la Biblia, que es infalible y contundente. Es una novela muy negra y con un personaje muy bestia que, a pesar de ser un maltratador y un asesino despiadado, es humano. No sé exactamente cómo, pero el tipo es humano, e incluso te diré que hay lectoras que le han cogido cariño a esa bestia parda que es Ray Noriega, el gánster protagonista. Yo no me tomaría ni un agua de Vichy con él.

A.A
.- ¿Maltratador y "humano"? Son dos categorías incompatibles y, si no, que lo digan las mujeres maltratadas que hay muchas desgraciadamente. En cuanto que les encanta a algunas lectoras el bestia ese. hay muchas masoquistas que van de progres, pero les encantan los tipos duros y que les den alguna que otra bofetada.Incluso, hay mujeres que escriben a los asesinos en serie encarcelados con los que quieren entablar relación... ¿Piensas que Sartre, tenía razón cuando afirmó: “El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre”? Deléitanos con tu sapiencia.

J.L.M.-Bueno, pero es que eso ya ha pasado. No llevamos mucho tiempo en la tierra. Y seguramente tiene razón Sartre, que el hombre es una especie de plaga destructiva, un carcinoma para el planeta Tierra, pero, ¿sabe qué? Me importa un bledo. El que usted y yo estemos en estos momentos de charla es lo que importa. Más grave me parece que el mundo con el hombre podría existir sin la literatura. La literatura ha existido siempre, la oral, primero, en la cueva, en esas largas noches gélidas de nuestros prehistóricos antepasados, y la escrita luego. Hay una necesidad de evadirse mediante la imaginación, y eso lo proporciona las artes narrativas.

A.A.-
Te agradezco el tratamiento de usted, pero como sigo con el tú porque me mola más a la hora de dar caña. Tú estudiaste Filología Románica, por lo que se supone (lo que es mucho suponer) que habrás leído a los clásicos. ¿Crees que ellos escribieron ya toda la literatura y desde entonces sólo escribimos nuevas versiones adaptadas al mundo de hoy de las obras que ellos ya crearon?

J.L.M.-Yo era muy mal estudiante, pero un aplicado lector. Y por suerte, sí, leí a todos los clásicos, y cuando digo todos es todos. Desde los griegos, los romanos, la literatura medieval, los clásicos rusos, franceses, los novelistas norteamericanos del siglo pasado, hasta los del siglo de Oro españoles. Y no me arrepiento, porque ese sustrato cultural queda, es un poso, una buena formación para los que escribimos. Con William Shakespeare, un escritor negro donde los haya, estaba ya todo dicho, pero siempre hay nuevas formas de decirlo, y en eso estamos, reescribiendo Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth o El mercader de Venecia.

A.A.-
Como lector, hay que reconocer que has hecho los deberes. Cómo lector, ¿qué le pides a una novela: una buena trama, una excelente técnica narrativa, personajes y situaciones creíbles, mucho suspense, una gran carga de emoción o, simplemente, que no te aburras al leerla?

JLM- Lo último, ante todo. Si una novela aburre, y cuando digo aburre, es que no te interesa, déjala. Para mí una novela precisa, ante todo, de personajes. Hay novelas muy bien escritas sin personajes. No me gustan. Y los personajes tienes que verlos, oírlos, olerlos. No valen las descripciones físicas, que no digo que no estén mal, a mí me gustan, porque la apariencia es importante a la hora de perfilar personajes, pero lo más importante, con lo que disfruto, es con la psicología de esos seres que cobran vida en la página, que te hacen sufrir o reír. La técnica es importante. La buena prosa también, porque con ella se insufla el tono y el ritmo de lo narrado. Una novela, o un relato, ha de tener su armonía, su música propia. Cada palabra tiene que estar en su sitio, no se ha de producir, al leerla, ningún chirrido. Eso se consigue con oficio.

A.A.-
¿Cuáles son los peores defectos de un escritor a la hora de crear una nueva obra?¿Falta de planificación de la obra en sí, demasiada confianza en la improvisación, tramas muy enrevesadas para crear así una falsa sensación de profundidad en el planteamiento, personajes poco creíbles, ampulosidad en el estilo o, lo que es bastante frecuente: una absoluta banalidad tanto en el argumento narrado que no dice ni aporta nada al lector, porque la novela se sustenta sobre el argumento y los meros hechos que lo desarrollan, sin más pretensiones y sin ningún propósito de expresar la idea matriz que debe subyacer debajo de cada novela de la que esta debería ser una simple metáfora?

J.L.M.-Eso es tema para un sesudo ensayo literario. La creación es de una complejidad absoluta y de una simplicidad pasmosa. Veamos. Yo, cuando me siento ante el ordenador, no tengo una idea preconcebida de lo que voy a escribir. Cierto que tengo varios temas sobrevolando desde hace años, pero se entremeten otros por cuestión tan baladí como un viaje a Alaska, por ejemplo, que es el territorio de la novela que estoy escribiendo. Las novelas de tesis, si están escritas premeditadamente para serlas, me cansan. Milan Kundera es un escritor profundo, pero escribe con una cierta levedad. En las novelas siempre se dice algo, siempre hay un mensaje, que sale sin ser muy consciente de ello. Cuando hablaba sobre el Holocausto en “El mal absoluto” era consciente que iba a poner mi provocativa opinión sobre ese asunto espantoso que ha sido tratado multitud de veces. Yo soy escritor de brújula, frente a otros de mapa, que saben exactamente adonde se dirigen y lo planifican todo hasta el último detalle. Yo prefiero que sea la propia narración la que cobre vida y me arrastre. Eso es magia. La literatura tiene que ser mágica y misterio. Y el escritor tiene que implicarse en su texto, escribir con su sangre.

A.A.-
Entonces, en cuanto a la magia y el misterio tienes que ser un gran lector de Borges. En cuanto a lo de la levedad, la obra de Gilles Lipovetsky, "De la levedad" es extraordinaria analizando a esta sociedad de la levedad en la que vivimos. Perdona el inciso que me ha sugerido tu comentario. Sigamos. Tú has escrito novela negra, histórica, erótica y hasta de fantasía o cuasi ciencia ficción, aunque parece haberte decantado por el género policíaco o negro. ¿Es con este último con el que te sientes más a gusto, más auténtico a la hora de escribir, o más cercano a tu concepto de la literatura?

J.L.M.-El concepto de novela negra es muy amplio. Fedor Dostoievski escribió una espléndida novela negra: “Crimen y castigo”. Zola y Balzac eran novelistas negros. La novela negra no la entiendo como exclusivamente de trama policial sino algo más amplio y universal. Una de las novelas negras preferidas por mí es “Última salida a Brooklyn” de un escritor neoyorquino llamado Hubert Selby. No hay ni un solo asesinato, pero es negra. Lo negro es ambiental, atmósfera. En ese cajón de sastre me siento cómodo. El género me permite abordar la crítica social, hablar del mundo de la literatura, de la clase política, de la corrupción, de esa dualidad que todos llevamos dentro. Lo negro es una forma de mirar, lo contrario a lo light y evanescente, lo opuesto a “Tiempo entre costuras”, por ejemplo, que gusta mucho a la gente. Pero yo no me veo ya escribiendo fuera de los parámetros de lo negro.

A.A.- Lo de "Tiempo ente costuras" les gustará a mucha gente que es poco leída y confunde la buena literatura con los best-sellers.Y hablando de buena literatura: ¿Cuáles son los ingredientes que debe tener una buena novela del género negro a tu juicio? Espero que no seas celoso del secreto como hacen los buenos cocineros con sus recetas estrellas que no se las explican ni sus propias madres.

J.L.M.-Para mí el desarrollo es fundamental, el viaje. Toda novela es un viaje, también. La vida lo es. Por eso viajo tanto. Hay escritores que valoran mucho la sorpresa final. Yo no le doy importancia, aunque algún final sorpresivo he tenido, no buscado, me lo he encontrado y lo he cogido. El escenario es tan importante como los personajes. Una vez que se tienen personajes, hay que buscar el punto de vista narrativo. Eso vale para cualquier novela, negra o fucsia. En la negra debe haber una cierta sordidez ambiental, que los personajes sean duros, lacónicos, no dejen ver mucho cuáles son sus sentimientos y emociones, que les exploten por dentro. Y tiene que haber conflicto, que para llegar de A a Z, del inicio al final, pasen cosas, haya problemas peliagudos, sufrimiento y violencia de por medio. El sexo y la violencia han de estar presentes, son fuerzas telúricas. Se mata mucho por dinero, pero también por sexo, por celos, por un amor posesivo. En alguna de mis novelas hay policías, pero son tan amorales como los delincuentes. Desconfío por sistema de la especie humana.

A.A.-
Parafraseando a Descartes: "Desconfío, luego existo", podría ser tu lema. Sigamos con las preguntitas: De los escritores españoles y extranjeros que cultivan el género negro,¿ cuáles son tus favoritos y por qué?

J.L.M.-Escribir no me permite leer lo que quisiera. Pero voy a romper una lanza por unos cuantos españoles. De Manuel Vázquez Montalbán, al que tuve la suerte de tratar y que escribiera el prólogo de uno de mis libros (todos creemos que fue su generosidad lo que lo mató) defiendo “Galíndez” frente a toda la serie Carvalho que lo hizo popular. Juan Madrid escribió una obra maestra del género negro, “Días contados”. Es un escritor al que quiero especialmente a pesar de que tiene muchos enemigos por su forma de ser. Es como los personajes de sus novelas, vive como escribe. Para mí es un escritor fundamental. Lo mismo puedo decir de Andreu Martín. “Prótesis” es genial, todo un referente, pero “Cabaret Pompeya” es otra obra maestra, la novela sobre Barcelona muy por encima de lo que ha escrito Eduardo Mendoza que me aburrió. De las nuevas generaciones me quedo con Paco Gómez Escribano, un escritor original que introduce lo quinqui en el género con novelas como “Yonqui”, por ejemplo. De los americanos me gustan dos sobre muchos otros, James Cain con “El cartero siempre llama dos veces” y Marc Behm con “La mirada del observador”. Y Jim Thompson, con el que me comparan en Francia. De los franceses me quedo con Thierry Jonquet, por desgracia ya fallecido, y su novela “Tarántula” que Pedro Almodóvar adapto en “La piel que habito”. De los suecos, y pido perdón por ello, apenas he leído nada. No puedo estar en todas partes.

A.A.-
O sea, que te haces el sueco con los escritores ídem ¿A la hora de escribir qué te impulsa a elegir una determinada trama: la inspiración cuando te visita (sobre todo ligera de ropa), las noticias que salen en la prensa, una historia que has oído, o te deja sólo llevar por la creatividad y tu capacidad de fabulación, sin más, y te tiras a la piscina aunque no sepas si tiene demasiada agua?

J.L.M.-Las historias salen de muchos lugares. Están y el escritor las capta con sus antenas. Hay muchos historias que salen de noticias de prensa que me impactan, como el caso de “Fase terminal”, un relato que figura en mi antología “Marero”, basado en un hecho real, Otras veces surgen de mi observación: “Muerte por muerte” de una situación violenta en una terraza de Ibiza. “El mal absoluto” tiene su origen en un reportaje de la BBC. A veces estoy leyendo o viendo una película y se me ocurre una historia. Los viajes son otro de mis motores. De Tailandia surgió “Patpong Road”. De Caracas, “La caraqueña del Maní”. De Cuba, “Llueve sobre La Habana”. O de sueños.

A.A.- "
Y los sueños, sueños son", como decía el bueno de Calderón. Por cierto, hablando de tramas y argumentos, ¿consideras que el argumento o trama es prescindible, como afirmaban la gran Virginia Wolf, Francisco Umbral o Enrique Vila-Matas, entre otros grandes escritores, o es necesario, en el caso del género negro, pues sin historia argumentada no habría novela ni suspense?

J.L.M.-Me nombras tres escritores que, en efecto, prescinden del argumento. En el caso de la novela negra te diría que eso no es posible. O no se ha escrito todavía. Quizá lo haga, como desafío. Sí en el cine, curiosamente. Jean Luc Godard, el único superviviente de la nouvelle vague francesa, rodó una película negra experimental sin argumento, “Alphaville”, y además distópica. Te diré que me aburrió muchísimo. Lars Von Trier, el provocador director danés, tiene una película negra fascinante, “Europa”, y lo de menos es el argumento, que casi no existe más allá de un tren que cruza una Alemania devastada por la guerra mundial. Se podría hacer lo que tú apuntas, pero sería experimental. Lo tendré en cuenta.

A.A.-
Muchas gracias, hombre, pero prefiero que lo tengas en cuenta a la hora de repartir ganancias si lo llevaras a cabo. Ahora, me gustaría saber tu opinión sobre el cierre de la mítica librería “Negra y Criminal” de Barcelona, que fue anunciado para el mes de octubre del año pasado. ¿Estando tan bien considerado el género negro ahora, piensas que es la crisis, en general, la que le ha llevado a este fin inesperado por muchos?

J.L.M.-Bueno, Paco Camarasa es un hombre orquesta y quizá la librería no era lo más importante para él. Negra y Criminal era un club, más que una librería, porque estaba muy apartada, en la Barceloneta, en una calle recóndita. Recuerdo que unos cuantos autores de novela negra, yo entre ellos, escribimos una novela a 24 manos en homenaje a la librería que se llamó “Negra y criminal”, porque la protagonista es una chica negra criminal, en un juego de palabras. La gente va a las grandes superficies. El pequeño librero se tiene que especializar y dar algo más que libros. Yo conozco un librero extraordinario, Octavi Serret, que, desde la pequeña población de Vallderrobres, en la Matarranya de Teruel, vende libros de destajo porque se está reinventado su oficio cada día. Paco Camarasa seguirá entre nosotros como comisario de BCNegra.

A.A.-
Reiventarse o morir en el intento, podría ser el lema de la sociedad actual. ¿Cuál crees que es el futuro del libro de papel en un mundo digitalizado y cibernético como el que vivimos? En el año pasado se cerraban dos librerías al día en España, lo que indica la gravedad de la crisis que está viviendo el mundo editorial.

JLM-Eso es un drama. No concibo una ciudad sin librerías. Yo soy un romántico y me gusta el papel. No sé leer un libro en otro sistema que no sea papel. Imagino que heredo la bibliofilia de mi padre, culpable de que me dedique a esto. Pero lo importante es que la gente lea, en papel, en la pantalla del ordenador o en el móvil. Lo malo es que en España los índices de lectura son bajísimos.

A.A.-
Y tanto, sólo un 40% de españoles dicen leer un solo libro al año. El resto no lee, no sabe o no contesta. ¿Le ves futuro al libro electrónico que en España no acaba de arrancar porque tenemos el triste honor de ser el segundo país de Europa con mayor número de descargas ilegales? Como lector, ¿te gusta leer en uno de esos artilugios electrónicos?

J.L.M.-No me gusta, Me gusta tocar los libros, pasar las páginas. He publicados dos obras en digital, una en España y otra en Estados Unidos, y no han tenido mucha repercusión. Lo de las descargas ilegales es una plaga que yo mismo sufro con todas mis novelas, que están pirateadas, pero, sin aprobarlo, por supuesto, lo importante es que los piratas lean.

A.A.- Sí, que lean, pero no a costa de los autores ni las editoriales porque, si no, se acabó la literatura para todos. Como escritor, ¿consideras que los derechos intelectuales sobre la obra, que ya se ven burlados, en muchas ocasiones, en las ediciones en papel, van a ser aún más imposible de controlar por parte de los autores en el caso del libro electrónico?

J.L.M.- Exacto. La indefensión del escritor es absoluta. Aceptamos por buenas las liquidaciones de las editoriales y todos sabemos que no lo son. Un año hice una prueba para certificar mi sospecha. Compré diez libros míos. No me los liquidó la editorial. Que el autor reciba solo un 10% es un escarnio. Y ahora se estila que el autor coedite su obra, algo impresentable, que, además, puede llenar el mercado literario de un número considerable de bodrios, convertirlo en una selva. Con el libro electrónico el control por parte del autor es imposible. Así es que más desprotegidos.

A.A.-
Hay libros editados por el autor que son muy buenos -también regulares y malos, y hay libros editados por editoriales importantes, medianas y pequeñas, que son verdaderos bodrios muy publicitados, y también buenos y regulares
. No se puede generalizar. Sé rumboso y di cinco nombres de escritores/as españoles/as que consideres imprescindibles dentro del panorama literario español en cualquiera de los géneros literarios. Pongo el femenino y el masculino porque los hombres os consideráis el ombligo del mundo y el otro sexo no es visible nada más que para el ídem. Digo lo de rumboso porque ya se sabe las envidias y celos que hay siempre entre colegas a la hora de reconocer méritos ajenos.

J.L.M.-Uf, Complicado. Leopoldo Alas Clarín, por esa magistral “La Regenta”. Benito Pérez Galdós, por la totalidad de su obra. Pero imagino que me estas preguntando contemporáneos por lo de la envidia. Juan Marsé es un maestro indiscutible por el que siento un gran respeto. Un escritor no intelectual. Enrique Vila-Matas, otro de mis favoritos. Me gustan sus novelas y sus artículos. Escritor intelectual. Fernando Marías, gran amigo y gran escritor cuya última novela, “La isla del padre”, me ha parecido soberbia. Alfons Cervera, un escritor valenciano cuya obra gira en torno a la memoria y tiene una prosa extraordinaria y profunda, Y un poeta navarro, Francisco José Irazoki, magistral por su prosa poética sintética. Y lo siento, pero no me sale ninguna mujer a no ser que consideremos a las desaparecidas Carmen Laforet, Ana María Matute o Mercé Rodoreda. Bueno, sí, una: Carmen Riera. Me gusta mucho.

A.A.- Lo de Enrique Vila-Matas, al que calificas de escritor no intelectual, me ha dejado perpleja. Me gusta mucho su literatura, pero es uno de los escritores más intelectuales que hay en España y con diferencia. Y, ahora, para animar al cotarro, di los cinco nombres de escritores nacionales que para ti resultan prescindibles o, mejor dicho, que la literatura española y los lectores saldrían ganando sin ellos, si es que eres capaz (aunque capaz eres, desde luego, de dar cinco nombres y hasta cincuenta, si te apuras).

J.L.M.-Pues hay un premio Nobel, Jacinto Benavente. José María Pereda es un peñazo insoportable. Podríamos vivir sin leer a Arturo Pérez Reverte. Otro de los grandes blufs, y en eso coincidimos cuando me reúno en petit comité con mis colegas, es Antonio Muñoz Molina; escribe bien, pero no sabe lo que es una novela. Me parece que me estoy haciendo enemigos. Quim Monzó me parece sobrevalorado. Otro enemigo. Y que me perdone, pero Antonio Gala me cansa, me cansa y me cansa. No te quejarás porque me he mojado.

A.A.-
No, quejarme, no me quejo, pero decir que Antonio Muñoz Molina no sabe escribir una novela me ha dejado atónita. Es un escritor extraordinario y buen novelista. En cuanto a Pérez-Reverte tiene un estilo peculiar pero esun buen cronista , por su experiencia periodistica. El éxito y la fama en este país no se perdonan. Y, ahora, como sé que eres bastante sexista, machista y misógino, como hombre que eres (sin querer ofender, aunque no me importaría conseguirlo sólo un poquito después de leer Patpong Road, novela en la que las mujeres son sólo muñecas hinchables) responde a esta sencilla pregunta:¿Cuáles son las cinco novelas mejores que has leído escritas por mujeres españolas o extranjeras y de cualquier género literario? Veamos, veamos, si tomas a las escritoras en consideración o pasas de largo a no ser que estén “buenorras”. Te advierto que tendrá respuesta tu idem.

JLM- Protesto. Con lo de “Patpong Road”. Por desgracia en Tailandia son muñecas de carne, cómo dices, de usar y tirar. Perversión del capitalismo extremo. La mujer como una mercancía más al servicio del hombre. Tailandia es el país más machista que conozco, pero en España los hombres matan a sus mujeres con demasiada frecuencia. Veamos. Mujeres escritoras a las que admiro. Virginia Woolf por “Orlando” y Katherine Mansfield por sus cuentos, por me parecen geniales. Admiro su sensibilidad literaria. Margarite Durás, porque vive su sexualidad a tope en sus novelas exquisitamente bien escritas como “El amante”. Elfride Jelineck, la escritora austriaca autora de “El piano”, magistral. Herta Müller, premio Nobel de Rumania, que me maravilló con “El hombre es un gran faisán en el mundo”. De niño, por si sirve, adoraba a Enid Blyton. Era un cursi.

A.A.- Ninguna española, no te mojas. Estoy de acuerdo con todas ellas, especialmente por lo de Virginia Woolf y Marguerite Durás que demuestra que las mejores novelas eróticas las escriben las mujeres Igualmente, te pregunto las cinco novelas escritas por hombres de cualquier país o género que para ti sean las mejores.

J.L.M.-“Bajo el volcán”, de Malcom Lowry. “Última salida a Brooklyn” de Hubert Selby. “Crimen y castigo” de Fedor Dostoievski. “La montaña mágica”, de Thomas Mann. “El Satiricón”, de Petronio.

A.A.-
De nuevo estoy de acuerdo contigo, lo que ya es raro. Sigamos con la literatura que es lo nuestro. ¿La literatura para ti qué función tiene en la vida de los pueblos, en general, de los lectores, en particular, y de los escritores, en lo personal? Decía Juan Ramón Jiménez, hablando de la poesía, que no sabía para qué servía pero que era imprescindible para el género humano. ¿Tú podrías afirmar lo mismo de la literatura en prosa, especialmente de la novela? Desgrana tu respuesta como si estuvieras desgranando un rosario, por orden y sin saltarte una cuenta.

J.L.M.- Pues no sé si la literatura mejora el mundo. Hitler leía, y los que gaseaban a los judíos eran muy cultos. Karadzic, un carnicero de los Balcanes, es poeta y tiene tiempo para escribir en su celda de La Haya. Para mí es una necesidad. Como comer o beber o respirar. No concibo mi vida sin inventar historias. Imagino que hay algo de frustración. A veces proyectamos nuestros deseos en las novelas y los personajes hacen lo que no nos atrevemos a hacer. Yo escribí “La Frontera Sur” y tuve envidia de su protagonista y di un vuelco a mi vida similar al de la ficción. Es peligroso lo de no saber deslindar ficción de realidad. Pero es que mi ficción es la realidad para mí. A veces la literatura es terapia. “Patpong Road” terapia ante el miedo a la muerte. El relato “Vuelo a Orly” contra el pánico a volar en avión. Si la literatura nos hace pensar, pues será positiva. Pero hay quien lee mal, o no sabe leer, o tiene una mala digestión. Mira esos salvajes descerebrados del Estado Islámico y su lectura del Corán. Mientras necesitemos escribir habrá literatura. Que el libro encuentre su lector es otra cosa.

A.A.-
Por supuesto, decía Umberto Eco que "El mundo está lleno de preciosos libros que nadie lee", lo que es una verdadera pena. ¿Qué piensas de que escritores que actúan como Frederick Forsyt, el famoso autor de las célebres novelas Chacal, y Odessa, quien ha reconocido que estuvo al servicio de la Inteligencia Exterior del Reino Unido, el M16, durante dos décadas, y de cuyas experiencias extraía las historias que novelaba después. ¿Consideras que un escritor se debe a su obra o, por el contrario, puede meterse de lleno en el espionaje o en la fabricación de camisetas, por ejemplo, y simultanearlo con la literatura, si eso fuera posible sin que el resultado no sea un bodrio de novelas y camisetas?

J.L.M.- Al hilo de lo que dices te diré que hay una generación de novelistas policiales que vienen de los cuerpos policiales. Son escritores de ventaja. Están a diario en contacto con criminales y lo tienen fácil. Otra cosa es que escriban bien, que algunos sí lo hacen y son buenos. Para ellos escribir también es terapia. Lo hablaba con un colega mosso d’esquadra y escritor que había investigado algún que otro caso espeluznante. Se pueden compatibilizar profesiones. Yo trabajé en un banco y escribía cómo atracar un banco. También hay exdelincuentes que escriben. Daniel Rojo atracó un montón de bancos, pasó por la cárcel, estuvo enganchado a las drogas y se ha redimido con la literatura.

A.A.-
Lo del banco puede ser debido a que sublimaste un deseo insatisfecho, digo yo. Por cierto, hablando de Forsyt, en cuyas novelas nunca aparecen personajes femeninos y menos erotismo aún. ¿Crees que en una novela del género que sea se puede prescindir completamente de uno de los dos sexos, o piensas que esa elección dejaría a la obra coja, pues solo aparece reflejada la mitad de la humanidad, lo que es bastante limitado y pobre en una narración?

J.L.M.-Los personajes femeninos son fundamentales. Un personaje femenino coprotagoniza mi novela sobre ETA “Tu corazón, Idoia”. En la literatura negra la mujer tiene un papel subalterno. Existe el tópico de la rubia peligrosa que con un cruce de piernas seduce al macho y lo utiliza para asesinar a su marido. Mis personajes femeninos huyen de ese tópico. Todos. Y tampoco es que lo pretenda. Salen así. Son personajes fuertes, como la policía de “Marea de sangre” o la etarra de “Tu corazón, Idoia”. Son personajes inteligentes y tortuosos, como Perlita en “Te arrastrarás sobre tu vientre”. Llevan la iniciativa en “El corazón de Yacaré”. El sexo tiene que estar en la literatura porque está en la vida en mi caso. Pero puede haber literatura sin sexo. No recuerdo sexo en las genialidades de Kafka, por ejemplo.

A,A.-
¿Estás seguro de que en Kafka no había sexo? Explícito, desde luego que no, propio de su época, pero implícito era constante y sólo hay que leerlo entre líneas. Sólo hay que leer su correspondencia. Cambiemos de tercio como los toreros y pongámonos frente al chiquero por el que va a salir un miura: ¿Tú qué piensas de la guerra entablada entre taurinos y antitaurinos? La fiesta nacional siempre ha estado muy ligada a la literatura, no hay que olvidar a Hemingway, entre otros escritores españoles y extranjeros como Fernando Sánchez Dragó, Camilo José de Cela, Blas de Otero, Antonio Gamoneda, Panero, Caballero Bonald, Claudio Rodríguez, Francisco Brines y un largo etcétera que haría interminable la lista, de quienes eran o son apasionados de las corridas de toros. ¿Deberían prohibirse o se debería permitir y que fueran a ellas los aficionados y los demás que se abstuvieran? Las consideras parte de la cultura nacional y deben ser respetadas por ello o se deberían suprimir .¿Tú qué piensas, dilecto y docto amigo?

J.L.M.- Te voy a sorprender. Soy taurino, aunque reconozco que nos pasamos con los toros. La fiesta de los toros es un bien cultural. Es sangrienta, sí, salvaje, sí, pero tiene sus reglas, hay cierto combate entre fiera y hombre, y éste corre peligro. Me parece lamentable que la hayan prohibido en Cataluña. Cuando era joven iba muchas veces a los toros. El toro de lidia existe porque hay corridas, sino se extinguiría, y vive mejor que muchos animales hasta ese último momento. Y mira que respeto mucho la vida de los animales y me sulfuro con su maltrato. La literatura ha ensalzado la fiesta de los toros, como tú dices. Yo le rindo un pequeño homenaje en “La última corrida”, relato incluido en “Marero”. Como verás, hablo mucho, siempre que puedo, de mi último libro, porque para eso estoy aquí, como diría Umbral.

A.A.-
Natural, aunque cuando se publique la entrevista habrás publicado otra docena de libros, por lo menos. Y ya que hablamos de escritores, ¿qué opinas del papel del escritor en la sociedad actual? ¿Crees que tiene el protagonismo y la autoridad intelectual de antaño para influir en la sociedad o, por el contrario, actualmente el escritor tiene mucha menos influencia, o nula, que un deportista famoso o una estrella de la canción a la hora de influir en las masas?

J.L.M.- Creo que no tenemos el prestigio de antaño. Entre otras cosas porque hay demasiados escritores. El escritor de antaño tenía empaque. Pensemos en León Tolstoi o en Valle Inclán. Hay algunos escritores que intervienen en la vida pública y los escucho, esté o no de acuerdo con él. Mario Vargas Llosa, que quiso ser presidente de Perú y por suerte fracasó por el bien de la literatura. Vaclav Havel hasta fue presidente de Chequia. Pero considero que el escritor se ha de mojar y yo lo hago siempre que puedo y por los medios que tengo. Cuando Sarajevo era destrozada a cañonazos escribí una carta abierta a Javier Solana que se publicó en El Periódico, diario en el que colaboraba, exigiendo que parara la matanza. Quiero creer que el mío fue un granito de arena. Me impliqué en el caso de un preso español condenado a muerte en EE.UU injustamente con artículos y reportajes en revistas. Ese preso fue liberado. Me pareció un error sangriento la guerra e invasión de Irak y predije lo que estamos sufriendo en estos momentos, el terror del Estado Islámico. Los escritores, por cuanto forman parte de la sociedad, deben mojarse cuando tienen ocasión de hacerlo.

A.A.- Estoy de acuerdo con ello. Lo curioso es que si habla y se "moja" una de izquierda, está haciendo uso de la libertad de expresión; si lo hace uno de derechas es un fascista que hace apología. El pensamiento único y lo "políticamente correcto" es lo único que digiere la sociedad actual, tan progre ella, tan iletrada y tan amaestrada. Por ello, te pregunto ahora. La crisis editorial de la que se habla anteriormente provoca que muchos escritores que antes habían sido editados por importantes editoriales, ahora se tienen que “buscar la vida”, en editoriales de pago o convirtiéndose en autores “indi” (independientes). ¿Piensas que esta situación beneficia o perjudica a la literatura, en cuanto que la jungla que es el mercado editorial para los escritores se convierte ahora en un “sálvese el que pueda” y sus derechos intelectuales sobre la obra quedan más desprotegidos que nunca y se pueden perder voces válidas que desisten de seguir escribiendo?

J.L.M. Eso es desastroso. La coedición es una desgracia, para el autor que tiene que pagar su libro además de escribirlo, y para el lector que se va a encontrar con más bodrios en las estanterías de las librerías. La crisis general ha afectado al mundo editorial. Si la gente no tiene para comer, es lógico que no compre libros. Cada vez viene menos gente a las presentaciones y cada vez más gente va a las bibliotecas a leer libros. No hay política cultural, ni con gobiernos de izquierda ni derecha, de promoción de la lectura. Un desastre. A ver quién gobierna a partir del 20 de Diciembre y sí se toma en serio la cultura.

A.A
.- Bodrios hay muchos con premios incluidos y con mucha publicidad que cuando se leen se olvidan con la misma facilidad que se leyeron porque son humo impreso. Por cierto, ya pasó el 20-D y el 26-J y no deja gobernar al ganador de las dos elecciones, el perdedor de ambas por K.O. técnico, pero como es de izquierdas e "incorrupto" como el brazo de Santa Teresa... Por cierto, ¿la cacareada crisis de la novela, por no decir de la literatura en general, ¿crees que es real o es la propia cultura la que está en crisis por los nuevos medios audiovisuales que van desplazando al libro como transmisor de aquélla?

J.L.M.-Cuando nació el cine entonaron el réquiem por el teatro. Los dos medios siguen. Es cierto que en mi juventud, sin televisión ni medios audiovisuales, el libro no tenía más competencia que el cine. Sorprende la distancia cultural de un país cercano, Francia, en donde se lee mucho más que aquí. Yo, allí, que no soy muy conocido, que soy un extranjero, vendo seis veces más que en España. En Francia hay lectores porque tienen un modelo educativo que propicia la lectura y la cultura es un tesoro a proteger. Vale que España sufre un retraso cultural, que pasamos por la larga noche del franquismo que fue nefasta y nos aisló del resto de Europa, pero no podemos achacar a nuestro pasado ese páramo cultural que sufrimos.

A.A.-
Es que en España tenemos muy buen clima, muchos días de puentes, acueductos, fiestas patronales, locales, regionales y otras de finas hierbas y así queda muy poco tiempo para leer. Con esta perspectiva. ¿qué solución le encuentras a medio y largo plazo a la crisis editorial si es que ves alguna, en los que se refiere a España?¿Bajar el precio de los libros? Sin embargo, los intermediarios: distribuidores y libreros serían los que pagarían el pato y echarían el cierre.¿ Lo crees así?

J.L.M.- Los libros son caros. Hoy en día la gente no se puede permitir pagar 20 euros por un libro cuyo precio debería rondar, según mi parecer, entre los 10 y 15 euros. Pero el problema fundamental es que se produce mucho más de lo que se consume y que los libros acaban convertidos en pasta de papel. Pasa con los libros como con las películas, que muchos ni llegan a las librerías y se pudren en las cajas sin acceder a las estanterías.

A.A.-
Es que la gente, entre gastar unos euros en un libro a gastarlos en tomarse unas cañas o ir al futbol, pues ya se sabe lo que pasa. Y ahora que estamos enfilando ya la meta, quiero preguntarte sobre tu trayectoria profesional a corto y medio plazo. ¿Seguirás escribiendo novelas del género negro, o te apetece volver a la novela histórica ahora tan en boga, o a la novela erótica, a la que le ha dado un fuerte tirón 50 Sombras de Grey, de E.L. James, la que, dicho con todo respeto, es un pestiño infumable, a pesar de ser publicada por una prestigiosa editorial y tener mucha publicidad y muchas ventas y mucho bombo y platillo, obra escrita para adolescentes con las hormonas a todo gas o para mujeres insatisfechas en busca de emociones virtuales que no virtuosas? Todo menos buena literatura que no ha pagado la autora, pero no deja de ser un bodrio. Repregunto, ¿seguirás escribiendo género negro?

J.L.M.-Seguiré escribiendo novelas. ¿Negras? Si, por mi forma de pensar y ver la sociedad. El género histórico es fascinante. Hace un año terminé una novela épica sobre Hernán Cortés. Espero que alguna editorial la publique, pero no confío mucho en ello. En días saldrá una novela mía llamada “Ascenso y caída de Humberto da Silva”, novela negra sobre el fútbol, más negra porque sus protagonistas son negros bahianos y es un homenaje a la ciudad de Salvador de Bahía que conocí en un viaje mágico hace ya una eternidad. Hay un boom de la tontería erótica, cierto, pero no me interesa más allá del erotismo que está presente en toda mi obra, forma parte de mi ADN literario. Pero me quiero desafiar a mí mismo con una novela sin adjetivos, seca, que quizá se llame así, “Sin adjetivos”, porque envidio a mi colega argentino Guillermo Saccomanno que escribió “El oficinista”, y una novela erótica elíptica, a ver si soy capaz.

A.A.-
Ascenso y caída de Humberto da Silva” ha ha sido prublicada cuando se publique esta entrevista y otras cuantas novelas más.¿Tienes algún proyecto novelístico sobre una obra que has querido escribir siempre pero nunca has podido hacerlo por diversas causas?

J.L.M.-Tengo varios proyectos en stand by. Una novela negra inspirada en la desaparición de la hija de Al Bano y Romina Power en New Orleans, ciudad que conozco y es pura novela negra, jazz incluido. Las historia del mayor criminal de la historia de Estados Unidos, Richard Kuklinski, que hace pocos años murió en prisión tras confesar haber asesinado a más de cien personas con sus propias manos. El mal, como siempre, como eje que articula mi obra. La posibilidad de convertirnos en Caín que me aterra. Por algo los personajes de esa novela que tengo entre manos, “Brother”, una road movie por el Oeste Americano y Alaska se llaman Abel y Caín.

A.A.-
Lo de que te aterra convertirte en Caín me recuerda lo que decía Truman Capote cuando afirmaba que escribir "A sangre fría" le sirvió para calmar a sus demonios interiores. Lo que hace suponer que le impidió llevar a la práctica alguna atrocidad ¿Qué lecturas tienes entre manos y cuántos libros lees al mes como promedio? ¿Sólo novelas o te gustan otros géneros?

J.L.M.-Tengo un problema: amigos escritores. Así es que leo libros que publican últimamente. Estoy con “Croatan”, la última novela de José Carlos Somoza, un viejo amigo al que admiro mucho, inquietante como todos sus libros. Y acabo de leer una novela policial de una joven escritora vasca, Noelia Lorenzo Pino, “La sirena roja”, que me ha gustado.

A.
-A.- Todos los escritores tenemos una serie de manías, ritos o hábitos, sin los que no nos ponemos a escribir ”ni a tiros”, y que son unas determinada exigencias antes de escribir, durante o después (encender una vela, tomar una bebida, poner música, una ropa determinada, una postura concreta, etc.), y hay para todos los gustos: ¿Las tuyas cuáles son?, si es que son aptas para todo tipo de público, porque Editanet es una publicación seria y formal de lo que sirve de muestra este cuestionario.

J.L.M.- Escribo vestido y sobrio. Y eso que tengo una botella de Jack Daniels a mano. Normalmente de noche. Sin nadie a cuatrocientos metros a la redonda. En silencio o con jazz. En la buhardilla de mi casa de la montaña, mirando el paisaje por un ventanal o la torre de la iglesia por el otro. A veces no me doy cuenta y sigo escribiendo pasadas las dos de la madrugada. Tengo una cama en la buhardilla, por si me da pereza bajar a la habitación. Sigo trabajando mientras duermo.

A.A.-
Entendido cómo empiezas a escribir, aunque todo hace suponer cómo terminas por eso del Jack Daniels y la pereza... ¿Estás de acuerdo con la frase de Camilo José Cela cuando decía hablando de la inspiración: “Cuando venga la inspiración que te coja trabajando” ¿La inspiración para ti qué lugar ocupa en tu obra a la hora de de escribir? ¿Tienes un horario prefijado y te exiges un determinado tiempo de escritura?

J.L.M.-De acuerdo con CJC, al que admiro por “La colmena” y “La familia de Pascual Duarte”, una novela negra rural, y con el que tengo una cierta relación al haber ganado el premio Camilo José Cela con “La caraqueña del Maní”. No se puede estar de brazos cruzados esperando que te visite la inspiración. La inspiración es que cuando te viene tardas menos en escribir una página, cuestión de ritmo. Aunque a veces parece que alguien nos está susurrando algo al oído y los escritores somos meros escribientes.

A.A.- .
Meros escribientes al servicio de la idea creadora, que es la que manda ¿El éxito qué es para ti? ¿Coincides con Francisco Umbral cuando decía que “el éxito no es nada, está vacío”, refiriéndose a que no es nada tangible y cuando se consigue se da uno cuenta que es una entelequia detrás de la que vamos todos?

J.L.M.-El éxito no existe porque uno, por suerte, nunca está conforme con lo que consigue. No soy escritor de éxito. O sí, si miro los premios conseguidos y los cuarenta libros que tendré publicados. O sí, si leo las críticas de mis últimos libros, todas favorables. Uno no está realizado ni con el premio Nobel. Me gusta Mario Vargas Llosa que a los 80 años, además de estar con Isabel Preysler, dejémosle si así es feliz, está ilusionado por su próximo libro. Mientras hay ilusión hay vida. La muerte es la pérdida de la ilusión. Mi amigo Francisco González Ledesma murió cuando ya fue incapaz de escribir una novela, y me lo dijo en la última vez que coincidí con él en Sant Jordi. Juan Madrid, cuando lo veo y como con él, me habla de que no sabe cuántos libros le quedan por escribir. En eso estamos los que ya tenemos una cierta edad.

A.A.-
El último libro de Mario Vargas Llosa es decepcionante en relación con su obra anterior y su talento. Se ve que el nuevo amor le quita las ganas, tiempo o fuerzas para escribir como antes. Esto me hace preguntarte ¿ estás más de acuerdo con lo que decía Albert Camus cuando afirmaba que “…el éxito es fácil de conseguir. Lo difícil es merecerlo”?

J.L.M.- Con los dos. Pero hay que definir lo que es éxito. ¿Qué meta te pones? Ser inconformista me hace estar siempre en permanente guerra conmigo mismo y así evolucionar. Lo peor es el conformismo para un creador. Hacer siempre lo mismo. Hay un escultor, el hijo de Anthony Quinn, Lorenzo Quinn, que vive en un pueblo de Lérida por el que siempre paso en coche cuando subo al Valle de Arán, y no sabe hacer otra cosa que esculpir manos, toda la vida esculpiendo manos. Un aburrimiento. Yo, en cada novela, me reinvento.

A.A.-
Quizás, él está buscando esculpir "la mano" definitiva con la que sueña y para él el éxito reside en conseguirlo. Quién sabe. ¿No te parece que el éxito y el fracaso son las dos caras de la misma moneda y ésta no es otra que la obra del escritor y que solo la suerte, el azar o la moda, o todas juntas a la vez, son las que deciden qué cara saldrá al caer la moneda en el vacío del mercado editorial y del gusto de los lectores, al margen del talento del escritor y eso lo demuestran tantos éxitos incomprensibles e injustificados?

J.L.M.-Nadie tiene la fórmula. No hay ningún gurú que garantice qué va a gustar y qué se va a vender. Planeta estuvo a punto de no publicar “La sombra del viento”, porque no tenía por costumbre publicar la novela finalista del premio Fernando Lara (el tercero era yo, por cierto, con esta novela que voy a publicar en unos días, por eso lo sé). Al final lo hizo y ha sido su mayor éxito que los sorprendió a ellos y a Carlos Ruiz Zafón. Hay éxitos incomprensibles, de novelas light que nada aportan. La única esperanza es que quien lee “Sombras de Grey” o “El tiempo entre costuras”, o al insufrible Paolo Coelho, otro de los blufs, pase a otro tipo de literatura.

A.A.-
Lo peor sería que, por leer esos éxitos editoriales, termine por pasar de la literatura porque son poco alentadores para seguir leyendo. El oficio de escribir es solitario; pero la soledad en exceso puede llegar a ser peligrosa porque el escritor pierde contacto con la realidad. ¿Consideras que la soledad es imprescindible para ti o puedes escribir en cualquier ambiente si se tercia?

J.L.M.- En soledad. Soy un solitario. La soledad es el precio que se paga por la libertad. Lo tengo asumido con sus pros y contras. Pero bajo con frecuencia a la tierra, al bar del pueblo a charlar con mis amigos con los que hago excursiones por el monte, a Barcelona, cuando quiero pasear por librerías o cines o estar con mi familia.

A.A.-
¡Claro!, la soledad a la carta. Tú buscas a los demás cuando quieres, pero no te gustan que te busquen a tí cuando quieren los demás. Y hablando de soledad, recuerdo que tienes un blog que se titula “La soledad del corredor de fondo”. ¿Te consideras un corredor de fondo porque la literatura es una carrera de obstáculos y de resistencia?

J.L.M.- Exacto. El título de la novela de Alan Sillitoe y de la película de Tony Richardson define el papel del escritor. Una carrera de fondo en la que nunca se llega a la meta, porque no existe. Nos pasamos la vida corriendo. He visto a muchos colegas abandonar la carrera hastiados y asqueados. Es una carrera de resistencia la literatura. He visto a un sinfín de corredores abandonar. Hay que estar. Yo estoy.

A.A.-
Como decía Marguerite Duras: "Escribir, escribir siempre, a pesar de todo, a pesar de la desesperación". Tú también escribes crítica de cine y de literatura, además de crónicas viajeras y has colaborado en prestigiosas publicaciones, sin olvidar tu participación anual en la Semana Negra de Gijón (en la que imagino que iréis todos vestidos de dicho color para crear ambiente) ¿Cuál de estas actividades te gusta más y en la que te sientes más cómodo, además de la de escribir novelas?

J.L.M.-Bueno, la Semana Negra es mítica. Allí re encuentras con los colegas que son amigos. Gracias a la Semana Negra he hecho muchas amistades y conocido a muchos colegas prestigiosos. El fenómeno se ha extendido por toda España, lo que está bien. En esa primera Semana Negra yo era el escritor más joven, joven promesa me decían. Ya no, todo lo contrario, y el tratamiento que recibo, respetuoso, de mis colegas jóvenes que me llaman maestro es agridulce.

A.A.-
Este año parece ser que la Semana Negra ha estado movidita y revoltosa por la concesión de uno de sus premios. Hemos llegado al final y te agradezco sinceramente que hayas respondido a esta batería de cincuenta preguntas, lo que no es “moco de pavo”, y espero que te hayas sentido cómodo en todo momento, pues como dice el refrán: “ No hay preguntas indiscretas, sino respuestas”. Si deseas añadir algo puedes hacerlo a continuación, si es que te restan fuerzas y ganas después de “largar” tanto como lo hemos hecho hasta ahora; y todo ello, ¡sin hablar de política ni del Gobierno!, Y eso sí que es una rareza y una proeza en los tiempos que corren. Gracias y como despedida “dame la manita, Pepé Lui”. (como dirían los inefables Tip y Coll).

J.L.M.-¡Ostras! Tanta literatura y no hablamos del gobierno. Más que entrevista esto ha sido un libro. Ha sido muy interesante. Desde luego la entrevista más larga de mi vida literaria. Gracias a ti.


Nota.- José Luís Muñoz desde que contestó a este cuestionario de preguntas ha publicado cuatro novelas más y la última es la aludida en una de las preguntas y lleva el título de "Cazadores en la nieve" que ha sido premiada con el XVI Premio de Novela Corta de la Diputación de Córdoba. ¡Enhorabuena, José Luís!

 

 

José Luís Muñoz

Para evitar repiteciones innecesarias, se puede ver el currículum bioliterario de José Luís Muñoz en la página correspondiente a dicho escritor (haciendo la salvedad de que en el mismo faltan reseñar varias obras de reciente publicación) en Señas de identidad.

 

 

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