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Asesinato en la cocina

Nancy Crampton-Brophy y Daniel Brophi

Nancy Crampton-Brophy
Nancy Crampton-Brophy
Daniel Brophi
Daniel Brophi

 

Asesinato en la cocina

La escritora Nancy Crampton-Brophy, detenida como sospechosa de matar a su marido
Autora de “Cómo matar a tu marido”, hizo realidad el tema de su blog.

Ana Alejandre

En “Realidad y ficción” se trata de las noticias sorprendentes, macabras, extravagantes o insólitas referentes a escritores, que superan la frontera de la realidad y parecen adentrarse en el terreno de la ficción. En esta ocasión, hablaremos de La escritora Nancy Crampton-Brophy, detenida como sospechosa de matar a su marido.

El tema recurrente de cómo matar al propio marido está presente en sus obras, tanto en El policía equivocado , en la que su protagonista se pasa todos los días de su matrimonio pensando cómo asesinar a su consorte, como en El marido equivocado, historia en la que una mujer huye de su marido, con la estratagema de fingir su propia muerte.

La noticia saltó a los medios de comunicación el pasado 2 de junio, a primeras horas de la mañana, cuando los alumnos del Instituto Culinario de Oregón, encontraron el cadáver de Daniel Brophi, de 63 años, tendido en un charco de sangre, en el suelo de unas de las cocinas del mencionado instituto y con heridas de bala.

A pesar de los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida fueron en vano, entre la consternación de alumnos y profesores del centro, pues el fallecido era una persona muy querida y popular por su carácter afectuoso y amable, no exento de una cierta extravagancia simpática.

La viuda, Nancy Crampton-Brophy, comunicó al día siguiente a sus amistades a través de las redes sociales, escribiendo el comunicado siguiente: “Mi marido y mejor amigo, el chef Dan Brophy, fue asesinado ayer por la mañana. Para aquellos de vosotros que estáis más cerca de mí y que sentís que esto merecía una llamada telefónica, tenéis razón, pero estoy esforzándome por encontrar un sentido a todo ahora mismo. Hay una vigilia con velas en el Instituto Culinario de Oregón, mañana lunes a las siete de la tarde. Aunque agradezco todas vuestras cariñosas respuestas, estoy sobrepasada. Por favor, ahorraos las llamadas telefónicas durante unos días hasta que yo empiece a funcionar”.

El lunes por la tarde, como había anunciado, la viuda asistió a la vigilia en memoria de su marido, acompañado por cientos de personas, acto que se celebró en las puertas de la escuela de cocina en la que el fallecido había dado clases de que el centro se fundara en 2006. Nada hacía presagiar los acontecimientos posteriores que cambiarían drásticamente la situación de la hasta entonces anegada esposa.

Nadie comprendía el motivo de aquel terrible asesinato de un hombre que parecía no tener enemigos. El chef era un hombre afable y con un sentido del humor negro muy especial, unido a sus inocentes excentricidades que le hacían ser muy apreciado por quienes lo trataban. Ponían como ejemplo que obligaba, al alumno que se le olvidara su gorro de chef, ponerse uno de los muchos sombreros de la insólita colección que tenía (de vikingo, sombreros mexicanos y otros muchos), además de prohibir tajantemente silbar en la cocina. También contaba chistes de humor negro como son : “Todas las setas se pueden comer, al menos una vez”, o bien. “Puedes curar fácilmente a un pollo enfermo usando una pala”. No hay que olvidar que, en Estados Unidos., el humor negro es consustancial a buena parte de la población. De ejemplo sirve el chiste de este tipo de humor que ganó, hace varios años, el premio anual de chistes negros en dicho país: “Nunca me reí más que el día que mi hermano, Tommy, se cayó en la granja y los cerdos se lo comieron”. También, el difunto chef impuso la costumbre de que un alumno, todos los años, se pusiera un disfraz de vaca y en él iban pegando con velcro, los demás alumnos, las zonas de corte del ganado vacuno.

Lo curioso es que el disfraz lo cosió a mano la propia esposa del original chef que ahora es su presunta asesina y que, además compartía con su marido su afición al humor negro, como demostró en una entrevista que le hicieron en 2012, en la que le preguntaron cuál era el motivo de que eligiera el suspense romántico para sus novelas y respondió: “El asesinato, el caos, la sangre parecen brotar naturalmente de mí, lo que significa que mi marido ha aprendido a dormir con un ojo abierto”. El matrimonio llevaba 27 años de vida en común y aparentaban ser una pareja bien avenida, aunque la respuesta de la escritora fuera un tanto perturbadora, aunque propia de alguien con un sentido del humor negro tan acusado.

La escritora era autora de un blog que tenía un macabro título “Cómo a matar a tu marido”, aunque más es más inquietante, sin duda, la personalidad de las lectoras que se sintieran atraídas por semejante propuesta de lectura. En dicho blog desaconsejaba las cinco formas de matar que le parecían poco adecuadas el 4 de noviembre de 2011: “Una pistola es ruidosa, sucia y requiere cierta habilidad. Un cuchillo exige contacto: es algo muy personal y te llenas de sangre. Contratando a un sicario te arriesgas a que te delate o te chantajee. ¿Y quién conoce a uno? Recurrir a un amante es una idea peor aún. En cuanto al veneno, lleva uno o dos meses matar a alguien, y la víctima estará enferma todo ese tiempo. ¿Quién desea estar con un marido enfermo?

Por la investigación llevada a cabo durante los meses de verano, la policía tuvo la evidencia de que la escritora era sospechosa de haber matado a su marido. El 6 de septiembre fue detenida e ingresó en prisión sin fianza. Nada se sabe del supuesto móvil del crimen, aunque la propia detenida había sugerido tiempo atrás en su texto Cómo matar a tu marido las cinco posibles causas de tan macabro acto: 1) El financiero; 2) Es un “bastardo mentiroso y tramposo”; 3) Te

Sin embargo, la propia autora afirmaba en el mismo texto lo que sigue “Encuentro más fácil desear la muerte a la gente que matarla realmente”, “Pero lo que sé sobre el asesinato es que cada uno de nosotros lo tiene dentro de sí, cuando le empujan demasiado lejos”.

Palabras clarificadoras que son toda una declaración de principios que sirvieron de preámbulo para lo que sucedería después. A luz de los acontecimientos, no cabe duda que la presunta asesina de su marido no obró a consecuencia de un momento de enajenación mental, sino de forma fría y premeditada cuando la ocasión se lo permitió o su deseo de matar a su cónyuge fue más fuerte de lo que pudo soportar.

Una vez más, la realidad supera con creces a la ficción.

 

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