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Exlibris
Eslibris
Imagen de un Exlibris
Exlibris
Exlibris
Ana Alejandre
Esta locución latina también se conoce como ex libris o ex-libris y su significado es “de entre los libros” o “de los libros de”, como marca, sello identificativo de quién ha sido su propietario, o etiqueta que se coloca en el reverso de la cubierta o tapa de un libro para saber de qué biblioteca personal o pública procede.
Por esta características de ser una marca identificativa, la locución “Exlibris” tiene delante el nombre del dueño de dicho ejemplar, al que , en muchas ocasiones, le acompaña un lema.
En tiempos pasados, se solía utilizar se usaba el escudo heráldico, pero esta costumbre ha caído en desuso y, actualmente, se utilizan imágenes simbólicas o, bien, con relación a la profesión, oficio o gremio del dueño.
Al principio, la imagen o marca exlibris de hacía con una anotación escrita a mano. Después, se comenzaron a usar técnicas más sofisticadas como la xilografía, calcografía, o litografía, entre otras.
El ex libris ha sido motivo de estudio en nuestra sociedad, por lo que han organizado congresos, cursos, y se han creado asociaciones dedicadas al estudio de dicho tema, como es la Asociación Andaluza de Exlibristas (A.A.E), Asociación Mexicana Ex libris, A.C, entre otras, a pesar de que esta práctica tan habitual en tiempos pasados está perdiendo vigencia, aunque los grabadores y demás personas con interés por el tema luchan por la continuación del oficio y la por conservar la tradición del mismo.
En cuanto a los orígenes de esta práctica de identificar libros o documentos, data de reinado de Amentotep III, en Egipto (1391-1353 a.C.) y se conserva una placa de barro codico, esmaltada en color azul, con inscripciones jeroglíficas, que se conserva en el Museo Británico de Londres, para señalar los estuches de los rollos de papiro existentes en su biblioteca.
En relación con España, el primer exlibris del que se tiene noticia es el del rey Fruela I (756-768), en el reino de Asturias.
Durante la Edad Media, existen de esa época, ejemplare de sellos de propiedad en códices, que están realizada con letras manuscritas.
A partir de la invención de la imprenta y de las técnicas de grabado es cuando puede hablarse ya de exlibris en el sentido que tienen en la actualidad el término. Hay que señalar que predominan en una primera etapa (del siglo XV al siglo XVIII) los de tipo heráldico. Es solo a partir del siglo XVIII cuando comienzan a prevalecer las alegorías, los símbolos o los emblemas como imágenes personalizadas e identificativas del dueño de libros o documentos.
Más tarde, a finales del siglo XIX e inicios del XX, los exlibris toman una gran preponderancia, por efecto del modernismo. Es en dicha época cuando se produce el auge de la bibliofilia, y cuando florece el interés por esta afición (exlibrismo). Esto propició la aparición de los primeros coleccionistas, y a surgir asociaciones que comienzan a celebrar celebrarse congresos y concursos. Como era de esperar, se realizan también en esta etapa los primeros estudios sobre este tema y las primeras publicaciones especializadas. En España, el primer tratadista sobre exlibris fue el Doctor Thebussem (seudónimo del erudito Mariano Pardo de Figueroa).
Por otra parte y como orientación práctica la Federación Internacional de Amigos de los Ex Libris (Fisae), ofrece una serie de pautas para realizar la marca ex libris y entra ellas se encuentran las siguientes:
El lado mayor de la imagen debe de medir, como máximo, 13 cm.
Debe existir la palabra “ex libris”, en latín o en otro idioma.
Debe figurar el nombre del propietario o sus iniciales, tanto si es una persona viva o institución.
El símbolo o emblema debe tener relación con el propietario.
Por lo tanto, una costumbre en las clases acomodadas que viene de época tan pretérita, ha obtenido un gran auge en los siglos XIX y XX que ha vuelto a caer en desuso, pero que no le resta valor a una biblioteca que tenga sus ejemplares con el sello Ex Libris, porque le aporta un gran valor económico a dicha colección que no tendría los mismos libros sin el mencionado sello.
No solamente importa el libro en sí y su autor, sino quién lo ha tenido en su propiedad, lo ha leído y lleva su impronta personal en forma de imagen
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