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Marcel Proust y sus relatos homosexuales

Marcel Proust

Marcel Proust, escritor francés

 

Se publican los relatos homosexuales de Marcel Pro

Se publica en Francia un conjunto de relatos sobre la homosexualidad de Marcel ProustAna Alejandre

La obra escrita cuando su autor tenía solo veinte años, que llevan el titulo de “Los placeres y los días”, obra que está formada por narraciones breves de evidente acento decadente, que se publicó en 1896, pero en el que no quiso incluir una cierta cantidad de relatos que tenían como fin explorar la homosexualidad.

Eran relatos escritos años atrás, pero que dejó inéditos, entre otras obras, y que ahora, en 2019, serán publicados en el mes de diciembre en Francia, hecho que supondrá el verdadero acontecimiento editorial de este año, ya que es una obra todavía inédita que coincide en salir a la luz con el centenario de su premio Goncourt, llevan el título de “El corresponsal misterioso”, por lo que esta conmemoración de dicho premio, le va a servir de publicidad y resonancia que tánto le gustaban al escritor.

Fue, el proustiano Bernard de Fallois, en los años cincuenta del pasado siglo, quien descubrió los manuscritos y, por tanto, fue el que creó la inquietud para que el investigador Luc Fraisse se pusiera manos a la obra para hacer la edición cuidadosa de esta obra para la editorial Edition de Fallois . Fraisse ha manifestado que Proust no los publicó en vida porque hubiera sido un revulsivo en su entorno social en el que prevalecía una fuerte moral y consolidados valores tradicionales. Por ello, descarta la otra hipótesis que apunta a que los descartó porque desentonaban con su obra ya mencionada “Los placeres y los días”, ya que la conciencia de la homosexualidad se vive en dichos cuentos de forma trágica, como si fuera una maldición.

La obra en cuestión tiene un evidente carácter autobiográfico, pues incluye bajo la supuesta ficción de toda narrativa, una especie de “diario de escritor”, el mismo que está experimentando con las formas y está influenciado por escritores como Anatole France, Paul Hervieu, Henri de Régnier o Robert de Montesquiou.

Es decir, un escritor joven que estaba tratando de encontrar su voz propia, su lugar en el mundo de las letras, pero con aires no de principiante, sino de autor consagrado, por lo que estaba dispuesto a pagar unos cuantos francos -era hijo de una familia de la alta burguesía, por lo que no significaba ningún sacrificio para el tales gastos-, por una buena crítica.

Eso no era óbice para que su talento empezara a brillar con luz propia, en el dominio del lenguaje con evidentes influencias del mundo clásico que tanto había estudiado y que era propio de la época en personas de su nivel de instrucción. Aunque esta obra aún inédita y a punto de se publicada no tiene la perfección de “En busca del tiempo perdido”, sí es una valiosa aliada para comprender cuáles fueron los inicios literarios de Proust, en los que se advierte la ausencia de ironía, de la que hizo gala en obras posteriores y que se convirtió en una de las características de este autor galo, decadente, asmático y un perfecto notario de la sociedad de la alta burguesía parisina de la que era un perfecto observador, miembro por derecho propio, y crítico para señalar las luces y sombras de esa burguesía en la que abundaban los prejuicios de clase, los valores inamovibles y encorsetados y la búsqueda constante de diversión y placer a lo que ayudaba su propia falta de criterio, de capacidad crítica para llegar a conocer sus propios fallos, contradicciones, sus miserias y grandezas de esa clase social elitista que huía de la realidad siempre en pos de diversión, olvido de la I Guerra Mundial y de los desastres que causó en las vidas de millones de personas que Lla padecieron y a la que sobreviviero

 

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