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La cara de Dios

LA CARA DE dIOS

 

La cara de Dios


Antonio Machado Sanz

Una mañana como todas, con buen tiempo, nuestros paseantes, Rafael y Jacinto, se habían citado en la Plaza del Dos de Mayo.

Hacía días que no practicaban el sano deporte del jubilado, vigilar alguna gran obra de este Madrid, continuamente levantado.

-Y, ¿si visitamos la Plaza de España y su remodelación? -dijo Rafael.

Jacinto aceptó.

Comenzaron su periplo por las calles de Daoiz, San Bernardo y de los Reyes para abocar a la Plaza de España.

En el camino comentaron la cantidad de restaurantes chinos o japoneses que habían abierto en aquel último tramo de acera de la calle de los Reyes.

Llegaron a la calle del Maestro Guerrero, y al final de la misma descubrieron la fachada de la Iglesia de San Marcos, en la calle de San Leonardo, que con su curvo atrio parece abrazar a los viandantes.

Jacinto, preguntó a su acompañante.

-¿Oíste hablar a tus padres de la Romería de la Cara de Dios?

-¿La Cara de Dios? ¿Romería? ¡No! –contestó Rafael

-Sí, antes de construirse la Iglesia, en 1749 -continuó explicando Jacinto-, en la calle de la Princesa, próxima al Palacio de Liria, donde hoy están la Fuente de los Afligidos y las escaleras para subir la Plaza de Cristino Martos, hubo, en 1700, una capilla, la de Nuestra Señora de la Concepción, conocida en el siglo XIX como Oratorio del Príncipe Pío, fundada por Doña Leonor de Moura. Era nombrada por el pueblo madrileño como la Iglesia de la Cara de Dios, pues en ella se conservaba un lienzo con la Santa Faz, que decían era una copia del paño de la Verónica, cuyo original se guarda en el Vaticano.
El lienzo pertenecía al Marqués de Castel Rodrigo. Su esposa Doña Leonor tenía una hermana monja, de nombre Juana, a la que el Papa Paulo V había regalado la venerada copia del velo que cubrió la faz de Jesús en su subida al Calvario.
Abierta la capilla al público, era visitada por multitud de madrileños, que propalaron las propiedades milagrosas del cuadro y cada Viernes Santo acudían en tropel a venerar la tabla y celebrar la Romería de la Cara de Dios.
Todo Madrid reverenciaba la copia y a continuación, en los puestos levantados en los campos próximos a la Iglesia y en terrenos en los que años más tarde se levantaría el Palacio de Liria, celebraban la peregrinación con comidas, bebidas y atracciones.
Fue tan popular la romería que hasta Carlos Arniches, creó una obra con el título de La Cara de Dios y Ruperto Chapí compuso la música de la zarzuela del mismo nombre.
La romería se celebró hasta 1918, año en que el Alcalde de Madrid, José Francos Rodriguez, decretó que no se podía consentir una romería cuando había muerto Ntro. Sr. Jesucristo, y la cambió por la verbena de San Fernando, el 30 de mayo.

En 1966 la antigua Iglesia fue derribada, fruto de la especulación, para construir un bloque de viviendas con locales comerciales y las escaleras para subir a la Plaza de Cristino Martos. El cuadro fue trasladado a la Iglesia de San Marcos por el último de los capellanes de la antigua Iglesia de Nuestra Señora.

Los dos amigos penetraron en el templo se dirigieron hacia el altar mayor y antes de llegar a él, en un ara a la derecha, entre una excelente talla en madera, Ntra. Sra. la Virgen de la Soledad, del escultor imaginero Juan Pascual de Mena, (1707-1784) y una urna de cristal que guarda un Cristo Yacente, de brazos articulados, de la escuela de Gregorio Fernández (1576-1636), encontraron un relicario de metal con bajorrelieves, que exhibía la Cara de Dios.

-Otro día, con más tiempo, deberíamos visitar la iglesia –comentó Rafael.

 

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