Edición nº 5 - Noviembre y Diciembree de 2008
LEONOR DE CASTILLA, REINA INGLESA DEL SIGLO XIII
UNA INFANTA ESPAÑOLA QUE FUE MUY QUERIDA POR LOS INGLESES (1254-1290)
por Laura López-Ayllón
Hermana de Alfonso X el Sabio, era Leonor de Castilla una niña de trece años cuando se gestionó su boda con el heredero inglés, Eduardo que parece ser se celebró en el Monasterio de Las Huelgas de Burgos, donde según la costumbre española fue nombrado caballero el novio por el hermano de la novia, Alfonso X el Sabio, el uno de noviembre de 1254.
Biznieta de Alfonso VIII, el vencedor de la gran batalla de Las Navas, y de su mujer, Leonor, la hija de Leonor de Aquitania, Leonor de Castilla nació del segundo matrimonio de Fernando III el Santo con la condesa Juana de Ponthieu, del que fue la única mujer de cinco hermanos.
La novia, condesa de Ponthieu y de Montreuil por su madre, aportaba al matrimonio con el futuro rey inglés el territorio de Gascuña, que había llegado a Castilla como dote de su bisabuela Leonor en su matrimonio con Alfonso VIII.
Era la joven novia una muchacha esbelta y adornada de todas las virtudes según su hermanastro Enrique, con el que siempre mantuvo con su hermanastra, con quien pasó una época de su agitada vida, una magnífica relación. Por su parte su marido Eduardo II causó tanta impresión en Alfonso X el Sabio que durante un año los documentos de su cancillería añadieron una cláusula recordando el momento en que el príncipe inglés había venido a España.
Llegó la infanta a Londres en octubre de 1255 y la precedía uno de sus hermanos, Sancho, obispo electo de Toledo, encargado de negociar con el padre del novio, el rey inglés Enrique III de Inglaterra, las asignaciones que corresponderían a la nueva princesa inglesa.
Al parecer en sus primeros meses en la capital inglesa la infanta no fue bien comprendida por los ingleses, entre otras cosas porque sus aposentos habían sido decorados por su hermano según costumbres españolas, como las alfombras que cubrían los suelos.
Tras unos años en los que poco se sabe de ella salvo el nacimiento de sus hijos, el futuro Eduardo II y cuatro hijas más, Leonor acompañó a su marido a una cruzada a Tierra Santa en 1270, donde salvó la vida de su esposo, para volver a la muerte de Enrique III. A partir de entonces y ya como reina, los cronistas destacan su papel de esposa y madre, pero también como gestora de su patrimonio y de las relaciones entre España, Inglaterra y Ponthieu, territorio heredado a la muerte de su madre.
Para conocer bien a esta reina, los historiadores cuentan con el Libro de Guardarropía, donde están las cuentas de su casa en 1290 y permiten conocer a la gente que acompañaba a la reina, una “familia” de 200 personas, desde los clérigos a los caballeros que acabaron casándose con damas inglesas.
No muy bien comprendida en el comienzo de su reinado, Leonor fue recordada luego por su carácter dulce y por la buena relación que mantuvo con sus súbditos, lo que hizo que fueran muchas cruces inglesas en su memoria como la deThe Charing Cross en Londres.
Murió la infanta castellana y reina de Inglaterra murió en Lincoln en noviembre de 1290 y fue enterrada en la abadía de Westminster en una ceremonia que, según dicen, no se había conocido en el país en mucho tiempo.
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