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La tradición clásica

 

 

Ixion, Giovanni Battista Langett

Ixion , Giovanni Battista Langetti. Óleo sobre lienzo, 193,6 x 258,4 cm, Puerto Rico, Museo de Arte de Ponce Puerto Rico

 

Las Furias en el Museo del Prado

M. Dolores Gallardo López

Recientemente ha tenido lugar en el madrileño Museo Nacional del Prado la exposición denominada “La Furias. De de Ticiano a Ribera”, comisariada por Miguel Falomir, Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo.

La exposición estaba compuesta por 28 obras creadas por artistas de los siglos XVI y XVII y realizadas en distintos soportes. Enormes desnudos, en escorzos inverosímiles, han podido contemplarse en cuadros de gran formato en esta muestra de alegoría política.

A quienes estén familiarizados con la Mitología y el mundo clásico, el título de la exposición inclinaría a pensar en las furias romanas, trasunto de las temibles erinias griegas. Nada más lejos de la realidad.

Los personajes considerados “Furias” en esta exposición son cuatro héroes mitológicos (Sísifo, Ixión, Tántalo y el gigante Titio o Ticio) que, por haber desafiado de alguna manera a los dioses, fueron condenados a habitar el terrible Tártaro y a soportar en él ejemplarizantes y significativos castigos.

El Tártaro era (ya en Homero y Hesíodo) la región más profunda del interior de la tierra, ubicada muy por debajo del Hades o mundo de los muertos. Era un terrible lugar al que todos -incluidos los dioses- temían ser enviados.

Expondremos la leyenda de las novedosas “Furias” y después hablaremos de la exposición y su significado político.

IXIÓN

La leyenda de Ixión se encuentra entre las leyendas de la región griega de Tesalia.

Ixión fue rey de los lápitas.

La mitología griega ubica el pueblo de los lápitas en Tesalia, en la región de Perrebia, a ambos lados del río Peneo, al pie de los montes Osa y Olimpo.

Los dioses concedieron a Ixión su amistad. Incluso compartían con él el alimento divino: el néctar y la ambrosía.

Sin embargo Ixión no se comportó bien: en una ocasión incluso intentó seducir a la diosa Hera. Otra leyenda indica que se enamoró de una hija del rey Deyoneo y para conseguir su mano hizo grandes promesas al padre. Tras la boda, al reclamar Deyoneo lo prometido, lo asesinó.

Por su mal comportamiento después de morir fue enviado al Tártaro y en él castigado a permanecer atado a una rueda que giraba sin cesar.

Ixión fue padre de Pirítoo, el más importante héroe del pueblo de los lápitas.

S I S I F O

Pertenece a las leyendas corintias. Sísifo, el personaje más astuto de la Mitología griega, fue rey de la ciudad de Éfira, antiguo nombre de la ciudad de Corinto.

En la Mitología se conoce a Sísifo sobre todo por el castigo que sufre en el Tártaro: por la ladera de una montaña empuja una roca hacia la cima. Una vez que ha llegado, la roca vuelve a caer rodando hasta el pie de la colina y Sísifo comienza de nuevo su eterna e inútil tarea. La tradición de este castigo es muy antigua pues ya a aparece en la Odisea del poeta Homero.

Las explicaciones que ofrece la Mitología para semejante castigo son varias. Una de ellas relata que cuando Zeus raptó a la ninfa Egina, hija del río Asopo, Sísifo, que lo había visto todo, indicó al río que le diría quién era el raptor de su hija si se comprometía a hacer nacer agua -bien muy necesario- en la ciudadela de la ciudad de Éfira (Corinto, como hemos dicho).

El río cumplió su promesa e hizo brotar la fuente Pirene. Sin embargo caro le salió a Sisifo pues, según una tradición muy difundida, su castigo en el Tártaro se debió a que, por esta delación, Zeus se enojó con él y lo precipitó allí condenándolo a empujar para siempre la roca.

En otra versión el castigo se lo impuso el dios Hades. Sísifo, astutamente, había encargado a su esposa (la pléyade Mérope) que tras su muerte no le tributara honra fúnebre alguna.

Cuando murió, al llegar al Hades o mundo de los muertos, convenció al dios Hades, rey del mundo subterráneo, para que le permitiera volver al mundo de los vivos con el fin de reprender a su mujer por no haberle dado honras fúnebres y hacerle cumplir su obligación. Obtenido el permiso, regresó a la tierra y se en ella se quedó. Cuando, ya muy anciano, murió por segunda vez, Hades el impuso el castigo de ser enviado al Tártaro y empujar eternamente la roca.

Una leyenda muy poco fiable hace al astuto Sísifo padre del no menos astuto Odiseo (Ulises para los latinos). Era lógico que se acabara estableciendo una relación de parentesco entre los dos héroes más hábiles de toda la Mitología. Según esa leyenda, Sísifo se presentó en casa de Autólico para reclamarle unas reses que, decía, le había robado. Su llegada coincidió con los preparativos de la boda Anticlea, hija de Autólico, con de Laertes, rey de Ítaca. Sísifo sedujo a la joven la noche anterior a su boda. Siempre según esa leyenda, de esa unión nació Odiseo/Ulises, hijo por tanto, de Sísifo y no de Laertes.

Se atribuye a Sísifo la instauración de los juegos Ístmicos en honor de su sobrino Melicertes.

TÁNTALO

Este personaje pertenece a las leyendas de la región de Lidia (Asia menor).

Tántalo, iniciador de la estirpe de los tantálidas, fue hijo de Zeus y Pluto. Como frecuentemente sucede con muchas divinidades menores, no hay consenso acerca de la naturaleza de Pluto: el mitógrafo Apolodoro la consideraba hija de Atlante, por tanto sería una atlántide. En otras ocasiones se cree que Pluto era una ninfa. El profesor A. Ruiz de Elvira apuntó la posibilidad de identificarla con la oceánide del mismo nombre.

El nombre Pluto en lengua griega significaba "riqueza", característica que cuadra muy bien a su hijo Tántalo, pues Tántalo, rey de la rica región de Lidia, en Asia Menor era proverbialmente rico, al igual que otros monarcas orientales. Sin embargo ese aspecto de su persona no ha sido explotado en la leyenda que lo envuelve, que se centra en otros temas.

Todas las versiones conocidas de la leyenda de Tántalo coinciden en que, de alguna manera, abusó del privilegio de la amistad que los dioses le dispensaban y que ello motivó su castigo. Ese castigo lo encontramos documentado en época muy antigua: ya en la Odisea Odiseo/ Ulises al bajar al mundo de los muertos, lo encuentra allí.

La versión más conocida indica que la falta de Tántalo consistió en poner a prueba la omnisciencia de los dioses: los invitó a un banquete y en él sirvió como manjar a su propio hijo, el niño Pélope, para ver si los divinos invitados distinguían la carne humana de la de los animales de caza. Naturalmente, todos los dioses se dieron cuenta, a excepción de la diosa Deméter (Ceres para los latinos), que, preocupada en aquellos momentos por la desaparición de su hija, tomó inadvertidamente unos bocados.

Los dioses resucitaron a Pélope y para subsanar la parte que había comido Deméter -que correspondía al hombro- le pusieron un trozo de marfil. En época de Plinio en la región de Élide aún se enseñaba como reliquia un trocito de marfil que pasaba por ser el que llevó Pélope en su hombro.

En otra versión, el pecado de Tántalo fue el orgullo, pues, invitado por los dioses a su mesa, se jactó posteriormente de ello y divulgó sus conversaciones. En alguna otra tradición el delito fue llevarse néctar y ambrosía, alimento de los dioses, y dejar los hombres lo probaran.

Sobre el castigo que sufrió también hay discrepancia, pero generalmente se considera que se encuentra en el Tártaro dentro de un lago. El agua le llega hasta el cuello, pero cuando quiere beber desaparece. Por encima de él cuelgan ramas de árboles frutales cargados de frutos, pero cuando intenta cogerlos para saciar su hambre, desaparecen. Total, permanece eternamente hambriento y sediento.

EL GIGANTE TITIO / TICIO

La leyenda de este personaje corresponde a la ciudad de Orcómeno, en la región de Beocia.

La joven Élara -considerada a veces hija del rey Minias de la ciudad de Orcómeno, a veces hija de Orcómeno (hijo de Minias y epónimo de la ciudad)- tuvo amores con Zeus y de él quedó embarazada. El dios, por temor a los celos de su esposa Hera, ocultó a Élara, ya embarazada, en las profundidades de la tierra. Por eso de la tierra salió al nacer el gigante Ticio.

La titánide Leto, por obra de Zeus, engendró y parió a los olímpicos Apolo y Ártemis. Hera, celosa de sus rivales, hizo que el gigante Ticio deseara a la titánide y que, en la tierra de Pito, intentara violentarla. Por este delito Ticio fue fulminado el propio Zeus o bien por Apolo y Ártemis, hijos como ha quedado dicho de Leto y Zeus.

Después fue precipitado en el Tártaro donde un buitre le devoraba constantemente el hígado, que diariamente se renovaba; sufría, pues, un suplicio sin fin.

El hecho de que sea el hígado y no otra parte la que devora el buitre, es perfectamente comprensible pues en él situaban los antiguos la sede de los sentimientos y pasiones con la misma razón -o la misma sinrazón- con la que nosotros los ubicamos en el corazón.

LA EXPOSICIÓN DEL MUSEO DEL PRADO

Los cuatro héroes mitológicos, de los que hemos expuesto algunas de sus leyendas, nunca en la antigüedad o en la edad media tuvieron significado político alguno, ese cambio ocurrió a mediados del siglo XVI: en 1548 María de Hungría, hermana del emperador Carlos V, encargó a Ticiano cuatro grandes cuadros para su palacio en las afueras de Bruselas, uno con cada uno de los héroes que hemos indicado, dándoles por vez primera un tinte político: los cuatro héroes mitológicos, que -como hemos visto- sufrían terribles castigos en el Tártaro, a donde habían sido enviados por haber desafiado a los dioses, se convirtieron en metáfora de los príncipes alemanes derrotados y castigados por su hermano, el emperador Carlos V, por haberse sublevado contra él. Dado el poderío del emperador esta nueva visión de los cuatro personajes mitológicos se expandió.

Sobre los entresijos de la exposición del Prado véase

 

 

"San José", El Greco, Capilla de San José (Toledo)

"San José", El Greco, Capilla de San José (Toledo) 

 

El IV Centenario de la muerte de “El Greco”

M. Dolores Gallardo López

Este año 2014 se conmemora el IV centenario de la muerte del gran pintor cretense Domenico Thetocópulos, conocido como “El Greco”, es decir “El Griego, conmemoración que cuenta con un extenso programa cuyo eje son las grandes exposiciones de Toledo, Madrid y Valladolid.

El 11 de enero fue la apertura de este IV cuarto centenario de la muerte de “El Greco”.

Lo ocurrido con “El Greco” es sorprendente, pues a su muerte, en 1614, se eclipsó su fama y sólo a finales del siglo XIX emergió con fuerza como un gran maestros de todos los tiempos y, además, de los más influyentes en la pintura moderna, hecho que quedará bien claro para todos con la exposición que acogerá el Museo Nacional del Prado El Greco y la pintura moderna.

Enumeramos a continuación las exposiciones previstas por si su conocimiento fuera de utilidad a algún lector, aunque la magnífica El griego de Toledo haya finalizado -con más de un millón de visitas- cuando lea estas líneas, pero quedan otras:

Toledo. Museo de Santa Cruz de Toledo. Aunque parezca sorprendente nunca en Toledo se había celebrado una exposición sobre el pintor. El 14 de marzo arrancó y finalizó el 14 de junio. El griego de Toledo. En se ha expuesto una parte fundamental de la mejor obra de El Greco: las de 100 pinturas procedentes de los principales museos y colecciones privadas de 29 ciudades del mundo.

La exposición recorre su obra desde sus inicios en Candía, Venecia y Roma hasta su muerte en Toledo. Nunca, ni tan siquiera en vida del pintor, se han podido contemplar tantas obras como en esta magnífica y, quizás, irrepetible muestra.

la exposición ha tenido más de un millón de visitas y se ha convertido en la más vista de todas las exposiciones de España, superando el record que tuvo el pasado año la de Dalí en el Museo Reina Sofía.

Se añade además el hecho de que la ciudad de Toledo tiene cinco espacios expositivos que hoy conservan las mismas obras que el pintor concibió en su día para estos edificios: la sacristía de la Catedral, el Hospital Tavera, la iglesia de Santo Tomé, el convento de Santo Domingo el Antiguo y la capilla de San José. Todos son visitables puesto que incluso la capilla de San José -propiedad privada y cerrada al público- se abre por primera vez en 2014 para mostrar a los visitantes sus dos "grecos", en particular el magnífico "San José" del altar mayor en el que vemos una tierna imagen poco frecuente de S. Jose ejerciendo de padre del niño Jesús que se abraza a su pierna, como cualquier niño a su padre. Este lienzo, una de las obras maestras de Domenico Thetocópulos, se mantiene en el mismo lugar para el que fue concebida hace cuatro siglos.

Del 31 de marzo al 21 junio en el Museo nacional del Prado está teniendo lugar La biblioteca del Greco.

Del 24 junio a 5 octubre el Museo Nacional del Prado acogerá la exposición El Greco y la pintura moderna, que pondrá de relieve la influencia del pintor en los artistas de finales del XIX y del siglo XX,

De 5 de junio a 31 agosto el Museo Nacional de Escultura de Valladolid doce pintores actuales realizarán una mirada actual sobre El Greco. Posiblemente se exhiba después en Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid

8 septiembre a 9 diciembre. Museo Santa Cruz Toledo El Greco: arte y oficio será la otra gran exposición sobre el artista en el Museo de Santa Cruz de Toledo, que estará abierta.

Restauraciones

Asímismo con motivo de este IV centenario se están llevando a cabo diversas restauraciones:
El expolio de El Greco está siendo restaurado en el Prado y ya se encuentra en su fase final de limpieza. Esto permitirá descubrir la "inmensa modernidad" y calidad artística de este cuadro de la Sacristía de la Catedral de Toledo según ha destacado hoy, en la presentación de la programación oficial de los actos del cuarto centenario de la muerte del artista cretense
Se está restaurando también La Coronación de la Virgen, del Monasterio de Guadalupe (Cáceres)
La Adoración de los Pastores, del Colegio del Patriarca de Valencia
La Crucifixión, de una colección privada de Sevilla.

 

 

El sol de Portacarrero

 

El sol de Portocarrero

M. Dolores Gallardo López

Para quienes vivimos en Madrid y, en general, en el centro de España, la mención de un Portocarrero muy ilustre del pasado nos hace pensar en el famoso cardenal Portocarrero, arzobispo de Toledo, D. Luis Manuel Fernández de Portocarrero (Palma del río 1635-Toledo 1709), uno de los hombres más poderosos de la España de su tiempo.

Fue cardenal desde 1669, virrey interino de Sicilia en 1677, arzobispo de Toledo e influyente personaje de la corte de Carlos II, último rey de los Austrias españoles. Su azarosa vida acabó en su sede toledana; en la catedral quiso ser enterrado.

Desengañado, quiso que en su tumba, ante la capilla de la Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad, fuera no un gran mausoleo sino simplemente un rectángulo cavado en el suelo de la catedral y cubierto por una lápida en la que únicamente reza la sencilla y sobrecogedora inscripción que hoy día contemplamos: Hic iacet, pulvis, cinis, nihil: “Aquí yace polvo, ceniza, nada”. Nada identifica a su ilustre morador.

Sin embargo quienes hayan visitado la ciudad de Almería sabrán que el símbolo de esta ciudad es el llamado Sol de Portocarrero: un radiante sol antropomorfo orlado de guirnaldas que, realizado en plata o en oro, se vende en cualquier joyería/platería de la ciudad. Es la réplica turística del altorelieve que, mirando a levante, aparece esculpido en destacado lugar del muro exterior de la hermosa catedral-fortaleza de la ciudad.

También la joven Universidad de Almería ha elegido el llamado Sol de Portocarrero como símbolo para su escudo.

El lugar que en el interior de la catedral corresponde a donde en el exterior está esculpido el famoso Sol es el testero de la capilla funeraria del obispo D. Diego Fernández de Villalán, ubicada en la girola de la catedral, detrás del altar mayor. Esta capilla fue erigida en el siglo XVI. En ella se encuentra el sepulcro de mármol y alabastro con la estatua yacente de este obispo, que fue quien mandó construir la espléndida catedral-fortaleza de Almería. La capilla está presidida por el llamado Cristo de la Escucha, imagen que goza de gran devoción en la ciudad.

El obispo Villalán

D. Diego Fernández de Villalán fue el cuarto obispo de Almería, era natural de Valladolid, pertenecía a la orden de San Francisco en la rama de los menores de la obediencia. Compañero del cardenal Cisneros, fue un gran teólogo y había sido predicador de los Reyes Católicos. Fue el primer obispo que se vino a vivir a Almería (los anteriores tenían las rentas y privilegios del cargo pero no vivieron en la ciudad). Fue obispo de de 1523 a 1556. Como ha quedado dicho mandó construir la espléndida catedral-fortaleza de Almería.
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El llamado “Sol Portocarrero” es por tanto el Sol de Villalán. El obispo D. Juan de Portocarrero fue posterior.

El obispo Portocarrero

D. Juan del Castillo y Portocarrero era natural de Salamanca, hijo de los condes de Palma, que tenían su palacio en esa ciudad. Estos condes eran descendientes de la casa de Villena por don Luis de Portocarrero, hijo menor del importante personaje de la época del rey Enrique IV de Castilla don Juan Pacheco.

Juan de Portocarrero había ingresado en el convento de San Francisco de Salamanca de la orden de menores observantes. Estudió en la Universidad de Alcalá. Fue confesor de María, hermana del rey Felipe II y emperatriz de Austria (por su matrimonio con emperador Maximiliano II) y de la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II.

Según D. Luis Cabrera de Córdoba, cronista de la corte de Valladolid, el rey había presentado a D. Juan de Portocarrero para el obispado de Almería antes del 18 de mayo de 1602. Fue preconizado obispo de Almería el 29 de julio de ese mismo año, por bula del papa Clemente VIII. El viernes 7 de marzo de 1603 tomó posesión por poderes (los había concedido al presbítero licenciado don Antonio González). Fue obispo de Almería durante 28 años.

¿De dónde viene la confusión del Sol?

Según los estudiosos hay varias razones, aunque ninguna parece definitiva. Quizás la más importante sea el hecho de que el escudo del obispo Portocarrero lleva en uno de sus cuarteles un sol parecido al del obispo Villalán: En la parte superior de la torre, mandada construir en época del obispo Portocarrero (está en un extremo de la fachada principal de la catedral) se observa un escudo pequeño en el que aparece un sol muy parecido al del obispo D. Diego de Villalán.
Bibliografía: Juan López Martín, La iglesia de Almería y sus obispos, Instituto de Estudios Almerienses, 1999.


(Este artículo fue publicado el 10 marzo 2014 en La mirada actual)

 

 

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