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Crítica literaria

Distintas formas de mirar el agua (novela)

Distintas formas de mirar el agua Julio Llamazares Alfaguara 2014, 196 págs

Distintas formas de mirar el agua
Julio Llamazares
Alfaguara
2014, 196 págs.
Ana Alejandre

Distintas formas de mirar el agua, la última novela de Julio Llamazares sobre la memoria, la nostalgia y el desarraigo.

Ana Alejandre

En esta nueva novela de Julio Llamazares hay mucho de su propia experiencia vital, aunque recreada en seres de ficción que parecen tener esa humanidad que sólo se encuentra en los personajes literarios que están inspirados en seres de carne y hueso a quienes, una vez cambiados el nombre, la circunstancia personal para no identificarlos demasiado, no pierden por ello ese hálito de vida, de autenticidad que tienen los personajes que son trasuntos literarios de personas que viven, o vivieron en el pasado, que el escritor ha conocido y tratado y de ahí su retrato psicológico que traspasa y recrean los seres de ficción.

A consecuencia de que, en 1968, se llenó el embalse de Porma, lo que provocó la inundación de los pueblos leoneses de Vegamián, Campillo, Ferreras, Quintanilla, Armada y Lodares, Julio Llamazares, hijo del maestro de Vegamián, y que tenía por entonces sólo nueve años, abandonó su pueblo para ir con su familia al nuevo destino de su padre, que le hizo conocer de cerca ese triste suceso para los habitantes de la zona.

Aunque sitúa la acción y a los personajes que habitan la novela en el pueblo de Ferreras, pueblo que fue el último en ser abandonado por sus habitantes que fueron alojados, como el resto de los pobladores de los otros pueblos afectados, muy lejos de allí, en la comarca de Tierra de Campos (Palencia), zona en la que en el mismo año de los hechos que los obligaron a dejar sus casas, pueblos y tierras, se desecó por completo la laguna de la Nava y se construyeron los que fueron llamados "pueblos de colonización", Cascón de la Nava, concretamente.

Estos hechos, decididos por las instancias políticas y gubernamentales, fueron muy alabados por el propio régimen franquista que los había propiciado, considerándolos unos logros sociales que redundarían en el bien de todos los afectados y de las comarcas en las que tuvieron lugar.
La novela toma como punto de partida la vuelta a las tierras abandonadas por la fuerza y ya cubiertas de agua, para arrojar allí las cenizas del patriarca de la familia, por parte de su viuda, hijos y nietos, porque siempre quiso volver cuando muriese, pues sabía que sólo podría hacerlo cuando ya fuera cadáver y sus restos formaran un montón de cenizas.

Ante esta última despedida, se van desgranando los pensamientos de los deudos del fallecido, que convierten a esta novela en una narración coral, y que demuestra el conocimiento íntimo por parte de Llamazares de esa trágica situación de desarraigo que vuelca en su narrativa en esta ocasión y sobre la que reflexiona, a través de las voces de sus personajes, alrededor de un problema que le ha preocupado siempre: la larga y siempre perenne agonía de un mundo, de un tipo de vida que ya van desapareciendo al mismo ritmo que quienes los protagonizaron, vivieron y sufrieron pero también gozaron. Ese es el mundo perdido que representa la vida rural en extinción lenta pero imparable, que deja huellas emocionales imborrables, sutiles lazos con la Arcadia perdida, sin que en esa nostalgia en el destierro a zonas desconocidas y que nada dicen, pueda desaparecer de la memoria emocionada de quienes vivieron en unos paisajes que se ven ocultos por las aguas y a los que se vieron obligados a abandonar en pos de un supuesto progreso, mientras quedó sumergida en el fondo del alma de sus antiguos habitantes la sensación siempre dolorosa, amarga y sin consuelo, de que esas tierras anegadas flotan en su memoria, en su recuerdo, sin poder ser sumergidas también en el olvido a fuerza de voluntad, porque siempre salen a flote con la indeleble marca que deja el alejamiento, el desarraigo y la nostalgia.
El título de esta excelente novela se refiere a lo que todos los que se han congregado para despedir al fallecido saben lo que se podría reducir en una frase que ha inspirado el título de la novela: "hay distintas formas de mirar el agua", porque todas dependen de cada observador, de su propia idiosincrasia y de lo que busque, según piensa un hijo del fallecido, Agustín, a quienes todos consideran un retrasado mental, pero siempre fiel y trabajador y que, a pesar de todo, ha vivido una existencia feliz en la lejanía de su pueblo natal. El resto de los personajes congregados también se ven tocados de diferentes maneras por la desgracia, por la desdicha del destierro, ya que a todos les ha ido la vida bastante mejor materialmente de lo que hubieran pensado antes de hacer aquel traslado forzoso de vidas y destinos. Ahora, la familia ya cuenta con un estatus de vida de aparente clase media, esa incipiente clase media formada por quienes tienen un cercano origen campesino y rural. Situación nueva que les permitió darles estudios a sus hijos, aunque otros recurrieron a la emigración como solución de vida.
Todos los personajes van hilvanando sus recuerdos y sus sentimientos. En algunos predomina la nostalgia por el paisaje perdido, por los recuerdos de momentos de felicidad o dolor en él vividos, como es el caso de Virginia, la doliente viuda que comienza el relato; pero en otros se acusa el rencor porque la vida no les ha sido muy pródiga en felicidad, como son dos de los hijos del fallecido, José Antonio y Virginia hija; otros sienten admiración por la belleza natural del paisaje, como es el caso de los nietos a lo que no une ningún recuerdo personal al pueblo sumergido bajo las aguas, a no ser cortos viajes en la infancia cuando aún no se había producido la marcha obligada de aquellos hermosos parajes, por lo que tampoco les despierta emoción alguna, salvo excepciones, excepto la sorpresa por su belleza natural. En otros personajes, predomina el fastidio por el regreso obligado para depositar las cenizas del muerto. Todos y cada uno de las voces narrativas van exponiendo, como narradores improvisados y consecutivos, siempre en primera persona, la amplia gama de sentimientos, contradictorios entre sí , que van dibujando un mapa emocional y mental de los personajes que vuelven a un lugar, abandonado hace décadas por la familia formada entonces por sus primeros componentes.
Llamazares no ha querido hacer hincapié, como tantos otros escritores, en el análisis o crítica de la cuestión política y social de la época ni trazar una novela de tinte social, porque su empeño es mucho más sencillo pero más valedero: mostrar las huellas, las heridas que el desarraigo, la nostalgia y y el recuerdo doloroso que provoca el abandono de lo que una vez tuvo un significado fundamental en los seres que nacieron, vivieron, amaron, gozaron y sufrieron en un determinado lugar, en un momento vital que ya es pasado, o al lado de seres perdidos para siempre.
Es por ello, una novela testimonio de la memoria y la nostalgia, del desarraigo y la pena, de la marcha y del regreso soñado a ese lugar ya irrecuperable para siempre, en el que se define, se identifica y en el que cada ser humano se reconoce como único lugar al que permanece siempre unido en el recuerdo y la nostalgia.

El motorista, única voz extraña al núcleo familiar protagonista, pone el colofón preciso, definidor y certero que demuestra que una realidad dolorosa y no vivida personalmente no puede ser comprendida en su pleno significado por quien es ajeno y lo mira con la indiferencia de todo mero observador que ignora la tragedia de quienes, un día, lo perdieron todo para empezar de nuevo en tierras extrañas y se convirtieron así en seres marginados de sus propias vidas que tomaron nuevos y desconocidos rumbos, pero siempre con el recuerdo lacerante de lo que dejaron detrás.

Esta novela coral -son dieciséis voces familiares las que van narrándola, explicando sus sentimientos, sus ideas y sensaciones, la propia experiencia vital que es, al fin y al cabo, la de todos ellos-, es una muestra más de la capacidad narrativa de este autor que siempre consigue el tono justo, hondo, sincero y auténtico que emociona al lector porque, aunque éste no haya vivido esas situaciones narradas, encuentra en la extraordinaria, limpia, clara y concisa prosa de Llamazares la emoción que transmite y con la que el lector sintoniza rápidamente, porque en ella revive el eco lejano de sus propias emociones dormidas, sus experiencias vitales de nostalgia, su dolor agazapado, su propio vacío que dejaron aquellos seres, lugares o sentimientos que alguna vez abandonó para siempre.

Distintas formas de mirar el agua, gran novela aunque corta en extensión, pone de manifiesto, a través del monólogo interior de sus personajes, la veracidad de una frase de Fernando Pessoa, el gran escritor y poeta lusitano, autor de obra tan emblemática, entre otras, como "El libro del desasosiego", quien dijo. "No vemos lo que vemos. Vemos lo que somos".

Es esa mirada peculiar de cada uno de los personajes es el que marca el tono narrativo de esta novela coral, porque en la voz de cada uno de ellos se encuentra el eco de la nostalgia de lo perdido, sobre todo en los mayores, aunque en todos late la certeza de la imposibilidad de volver a lo que ya no existe y, sobre todo, la seguridad de que el destierro a tierras extrañas marcó para siempre sus vidas de forma indeleble, dolorosa y con consecuencias ya irreparables. De todo eso son conscientes, en ese regreso fugaz y doloroso, para dejar sumergidas en las aguas las cenizas del hombre que sólo quiso volver al paraíso perdido sólo después de muerto.

 

Diario de un noctámbulo (artículos)

Diario de un noctámbulo Francisco Umbral. Planeta, 2015, 271 pp

Diario de un noctámbulo
Francisco Umbral.
Planeta, 2015, 271 pp

La última obra inédita de Francisco Umbral escrita para la radio

Un repaso, escrito en los años 1958-1961, de la España de entonces y su actualidad.


Ana Alejandre

Esta obra, además de ser la última obra inédita de Francisco Umbral que ha sido publicada, reúne los textos cortos en extensión, pero largos en intencionalidad, escritos para la radio, concretamente para la emisora La Voz de León, emitidos entre 1958 y 1961, que aparecen agrupados bajo tres títulos a modos de diferentes partes que componen la obra: Buenas noches (Francisco saludador nocturno y desvelado (1958) que inspira el título con el que ha sido publicada; El piano del pobre (El mundo en sus labios) (1959); y El tiempo y su estribillo (Nuestro pequeño León) 1960-1961.

Lo que tiene de interés este título es que, siendo textos radiofónicos con la brevedad y concisión que ello precisa, se ve en ellos a un Umbral joven y aún no convertido en el famoso escritor que llegaría a ser con el tiempo, pero que empieza a apuntar maneras en sus escritos que perfilan al gran prosista que llegó a ser en plena madurez literaria y vital, y que no ha sido superado por ningún otro escritor y cronista de su época como él llegó a ser en sus artículos periodísticos, notario improvisado de un siglo, de una época, en la que pudo dar fe de los profundos cambios sociales, culturales, políticos y económicos de un país que antes, cuando escribía estos textos para la radio, estaban muy lejos de llegar a perfilarse en el horizonte marcado por la situación política del momento que exigía cautela y contención en las expresiones habladas y escritas.

Por ese motivo Umbral escribe estos textos en los que comenta, analiza, alaba y critica de una forma sutil, certera y con auténticos tintes literarios, situaciones, costumbres, hábitos de vida que sometían a todos quienes vivieron esos años a las moralidad más estrecha y sofocante, a la rigidez social encorsetada a la que se veían constreñidos los ciudadanos y a la más absoluta y rotunda ausencia de capacidad crítica que sólo podían ejercer, pero siempre dentro de unos límites muy cautelosos, quienes como Umbral se adentraba a hablar de la realidad social, de sus contemporáneos, de las costumbres, virtudes y vicios del español, desde el humor, la sátira ingeniosa, la ironía y el guiño cómplice que hace al lector como advirtiéndole que "digo más de lo que aparentemente digo, pero eres tú, lector, quien debes buscarle el verdadero sentido a mis frases".

Estos textos son una buena muestra que adelantan y promete las obras que irían siguiendo en el tiempo, nacidas de la pluma de un escritor que presentaba las mismas contradicciones de cualquier ser humano, pues criticaba a los aristócratas, poderosos, ricos y famosos y como dice en esta obra "... porque luchamos contra todas las burguesías y al cabo resulta que la vida es burguesía por sí misma" (pág. 165). Por ello, le encantaba asistir a esas reuniones sociales en las que todo el mundo saluda a todos, pero nadie conoce a nadie realmente, en un juego de frivolidad compartida en la que importa más "estar" en determinados ambientes y "aparentar" que "ser", porque el escritor, el intelectual, acepta también ese juego de máscaras y participa en él, para poder tener un buen punto de observación que le devuelva la imagen de esa misma sociedad a la que crítica, vista desde el caleidoscopio cercano de su propio talento y su aguda mirada crítica.

Si en la primera parte que lleva el título de Buenas noches, Umbral trata de hablar desde la cercanía, de hacerle confidencias, de despertar emociones en el oyente, hablándole sobre temas cotidianos, sobre ese paisaje urbano o rural y su paisanaje que tan bien conoce quien le escucha, el ciudadano que siente cómo la voz del escritor va poniendo en palabras lo que el oyente siente, percibe, ve y juzga, pero a quien le falta, quizás, la capacidad discursiva para poder expresarlo y hacerlo inteligible para sí mismo y para los demás; en la segunda parte, El piano del pobre, ofrece con mayor nitidez la naturaleza de escritor, de periodista de Umbral que, después, alcanzaría cotas más altas, pero que se percibe en los artículos que componen dicho apartado, porque pasan de ser textos radiofónicos para ser leídos y escuchados y toman la naturaleza de auténticos artículos del gran columnista que ya despuntaba en él, en los que comenta la actualidad nacional e internacional, hechos y personajes con la misma aguda y certera mirada y la prosa exquisita que nunca abandonó. La tercera parte, El tiempo y su estribillo, toma a la ciudad de León como inspiración, y pasa a comentar en los textos que la componen toda la actualidad política, social, cultural y económica de la capital y su provincia, por lo que el tono es más cercano a los oyentes ya que les habla de su propia región para ser desgranada y comentada por el agudo punto de vista de un Umbral joven pero siempre dispuesto a afilar la precisa punta de su pluma para sacar de ella, con la misma facilidad con la que el mago saca de la chistera un conejo, la actualidad filtrada por el juicio del entonces joven iniciado en esas difíciles artes que llamamos literatura y periodismo.

Esta obra, por lo tanto, es una introducción a la obra de Umbral que cuando la escribió ya comenzaba a mostrar señales de que llegaría a ser uno de los mejores prosistas del siglo XX, y un escritor que, a pesar de su juventud de entonces, escribe desde una mirada prematuramente madura y avezada en el difícil oficio de juzgar la actualidad y escribir sobre ella.
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Nota: Este artículo fue publicado el 17 de marzo del presente año en Diario Siglo XXI, en la Sección Cultura/Libros
http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/245990/diario-de-un-noctambulo-la-ultima-obra-inedita-de-umbral-escrita-para-la-radio#.VQRQV46G9sI

 

1986.Cuentos completos

1986.Cuentos completos Rodrigo Rey Rosa Alfaguara 2014, 496 págs.

1986.Cuentos completos
Rodrigo Rey Rosa
Alfaguara
2014, 496 págs.

Una colección drelatos que comprende otras seis llena de sensualidad, angustia y suspense

Ana Alejandre
El relato muchas veces ha sido menospreciado como género literario por razón de su brevedad. Sin embargo, autores como Borges, Bloy Casares o Cortázar lo han escrito de forma habitual con absoluta maestría, y de este difícil género dijo este último, en comparación con la novela, expresándose en términos pugilísticos: "La novela se gana por puntos. El relato por K.O."

Rodrigo Rey Rosa es un escritor que domina la técnica narrativa del relato, sin duda alguna. La concisión, sencillez en el lenguaje, manejo del ritmo narrativo y temporal y final sorprendente que exige todo relato están presentes en esta obra compuesta por 53 relatos que se agrupan en las seis colecciones de ellos que fueron sotros tantos l libros que llevan los títulos El cuchillo del mendigo (1985), El agua quieta (1989), Cárcel de árboles (1991), Lo que soñó Sebastián, que fue adaptada al cine por él mismo, Ningún lugar sagrado (1998) y Otro zoo (2005), que forman junto a algunos relatos inéditos, este volumen 1986. Cuentos completos.

Esta colección de relatos, en los que predomina la sensualidad, la angustia y el suspense, deja al lector completamente sumergido en la perturbadora atmósfera que reina en ellos, después de haberlos leído, y con la extraña sensación de volver a la realidad con el estupor de quien despierta de un profundo sueño o de un estado de inconsciencia.

En todos los relatos que forman esta obra se advierte claramente la evolución literaria de su autor que va marcando los diversos tramos de un viaje que comienza en los primeros de ellos y culmina en los últimos relatos en los que se advierte el estilo más depurado y un mejor dominio de la técnica narrativa.

Rey Rosa es un autor poco conocido en España, a pesar de haberse publicado varias obras de él, pero no es un autor neófito, ya que tiene una extensa obra publicada entre las que destacan los títulos de las novelas El cojo bueno ( 1995), Que me maten si... (1996), Piedras encantadas (2001) y Caballeriza (2006) —reunidas en Imitación de Guatemala. Cuatro novelas breves (2013)—, El material humano (2009), Severina (2011) y Los sordos (2012), además de La orilla africana (1999).

Rodrigo Rey Rosa, nacido en Guatemala en 1958, abandonó la carrera de Medicina en su país y pasó a residir en Nueva York (donde estudió Cine) y en Tánger. Fue en Marruecos, en 1980, cuando conoció a Paul Bowles, quien tradujo sus tres primeras obras al inglés.

Ha sido traductor de autores como Bowles, Norman Lewis, Paul Léautaud y François Augiéras. Su obra ha obtenido el reconocimiento unánime de la crítica internacional. Recibió el Premio Nacional de Literatura de Guatemala Miguel Ángel Asturias en 2004.

En esta obra 1986. Cuentos completos, se condensa, pues, el estilo personal de su autor y su trayectoria estilística a lo largo de dos décadas, por lo que es un valioso exponente de su obra literaria.

 

Reflexiones sobre las causas... (ensayo)

Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social Simone Weil Traducción y presentación de Carmen Revilla Trotta Editorial 2015, 104 págs.

Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
Simone Weil
Traducción y presentación de Carmen Revilla
Trotta Editorial
2015, 104 págs.

Un ensayo que comenzó siendo un artículo, sobre la libertad, la opresión y la desigualdad social.

Ana Alejandre

Simone Weil (1909-1943), filósofa francesa, activista política y mística es autora de esta obra que, en su inicio, fue un artículo para La Critique sociale, en el que reflexionaba y cuestionaba el crecimiento imparable de las fuerzas productivas, artículo que fue creciendo en extensión y, por ello, convirtiéndose en un ensayo que lleva el mismo título, donde su autora realiza el inventario y síntesis de la civilización actual que muestra el pensamiento de su autora a finales de 1934 -dicho ensayo se publicó en 1955-, ya que recoge esta obra todas las enseñanzas que recibió durante su experiencia dentro del sindicalismo revolucionario, anteriormente a su experiencia como obrera en la industria -dejó la enseñanza en 1934 para comenzar a trabajar en fábricas-, experiencia que afianzó aún más su pensamiento al respecto.

La intención de la autora es señalar cuál es el engranaje o mecanismo de opresión que se materializa en las condiciones de la organización social. Todo ello lo hace a través de la óptica del más puro materialismo, tomando a éste como eficaz método de acción y conocimiento; sistema al que considera como auténtico legado de Marx.

Por ello, analiza cuáles son las causas de dicha opresión en la estructura fabril, en la propia especialización y separación de funciones, y afirma que no reside en el régimen de propiedad. Se opone frontalmente a la llamada «religión de las fuerzas productivas", lema característico del marxismo, y al dogma marxista que vuelca en el progreso el fin y sentido de la revolución.

Weil crea así los fundamentos de una nueva ciencia de la sociedad, que tiene como objetivo el estudio de la lucha por el poder y de la fuerza social., en una época en la que los totalitarismos estaban en pleno auge, y sugiere la necesidad de estudiar las condiciones de una sociedad verdaderamente libre, en la que el individuo pueda pensar y actuar libremente frente al imperativo social colectivo.

De la misma época en la que escribió el artículo después convertido en ensayo y objeto de este texto, son también otros artículos en los que realiza un estudio sistemático de la propia condición obrera y de la consiguiente alienación que la misma genera. Dichos artículos, muy numerosos, se reunieron también bajo los títulos Condición obrera (1951) y Escritos históricos y políticos (1960).


Su trabajo en la fábrica y el contacto con la desigualdad y la miseria la obligaron a ser consciente de lo absurdo de la condición humana y del desarraigo sufrido por el hombre a lo largo de sus existencia, lo que le llevó a escribir Echar raíces (1949), pero acepta que, a pesar de todos los males de la existencia, existe un innegable orden supremo de origen divino, y a ese orden sólo se puede llegar a través de la experiencia mística a la que, según Weil, sólo se puede alcanzar a través de la purificación del alma y pasando necesariamente por el sufrimiento, la renuncia del yo y el abandono.

Toda su obra está fuertemente impregnada por la exigencia espiritual, la problemática social -que tanto le interesaba-, y el sentido de la justicia. Las principales obras de Simone Weil fueron publicadas después de su muerte.

 

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