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El lento resurgir de las librerías

El lento resurgir de las librerías

Ana Alejandre

Si todos las noticias del sector librero eran pesimistas y con tintes cada vez más sombríos en estos cinco últimos años, porque auguraban la inevitable y paulatina catástrofe para este sector cultural tan importante y tan unido al sector editorial, unidos en la terrible crisis que han estado sufriendo durante los últimos cinco años, los indicadores parecen mostrar, por primera vez en ese lento agonizar, que los libreros empiezan a ver un poco de claridad en el horizonte, aunque de forma lenta pero sostenida, y ello le despierta esperanzas de que el sector del libro empieza a remontar la terrible crisis.

Esta buena noticia para todos está basada en los datos facilitados por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) que hizo público en el mes de noviembre pasado que después de cinco años consecutivos de caída imparable en las ventas, comienza el libro a subir de nuevo por la pendiente de bajada en las ventas que llevaba bajando de forma imparable.

Según el Análisis de Mercado Editorial, en 2014 el sector editorial aumentó sus ventas, con una facturación total de 2.195 millones de euros, lo que supone un 0,6% más que en 2013. Este aumento parece estar producido por la subida en las ventas de libros infantiles y juveniles, los comics, además de los libros de texto de educación primaria para su adecuación a la LOMCE; a lo que se suman los libros técnicos y científicos universitarios, entre otros. También se observa un ligero aumento de los libros digitales, aunque siguen representando sólo el 5% de las ventas totales de los libros en las 4.336 librerías, sin contar las grandes cadenas ni centros comerciales, que venden un total de 45.000.000 de libros anualmente.

Según comentan algunos libreros, en los barrios en los que se han cerrado librerías -en 2014 se cerraban 2 librerías al día en España, triste y alarmante cifra, sin duda alguna-, han perdido vida, porque las librerías no sólo son un establecimiento en donde adquirir libros, sino también un punto de encuentro, de comunicación y de búsqueda de conocimiento. Además, son los pocos espacios donde se puede vivir el barrio, según afirman algunos libreros, que las consideran un punto de encuentro entre escritores, editores y lectores.

Noticias como ésta no sólo benefician a los escritores, editores y libreros, sino también a los lectores que, como destinatarios finales de los libros, pueden seguir accediendo a la cultura, al conocimiento, a la diversión y a la información que sólo se encuentran en un libro, ese compañero mudo pero siempre dispuesto a mantener un diálogo interminable con todo lector atento e interesado por el rico e inagotable caudal de historias, datos, cultura, y aventuras que nace siempre del interior de cada libro al abrirlo; y que parece que vuelve ahora, poco a poco, a tomar el mismo ímpetu que pareció perder en los últimos cinco años de crisis en los que estuvo a punto de naufragar el propio sector editorial y todos los agentes que hacen posible que el libro siga llegando a sus destinatarios como son los lectores, siempre ávidos por beber de ese agua siempre fresca y vivificadora que es la cultura.

 

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