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Protagonistas de la Historia

 

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Fernando de Habsburgo, emperador de Austria

FERNANDO DE HABSBURGO
LA POCO CONOCIDA INFANCIA ESPAÑOLA DE UN EMPERADOR DE AUSTRIA

Laura López-Ayllón

Nacido en Alcalá de Henares, abandonado por sus padres, formado en España, fue el Emperador de Austria cuando reinó aquí su hermano Carlos educado en Flandes.

Su lema fue “Fiat justitia et pereat mundus”, es decir “Hagase la justicia aunque perezca el mundo”.

Nació en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares el 10 de marzo de 1503, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana de Castilla, y falleció en Viena el 27 de julio de 1564 en Viena.

Gobernó un territorio desde el Mar Báltico al Adriático y desde Polonia a Francia y el norte de Italia, pero por petición propia, siempre figuró entre sus títulos el de “Infante de España”.

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El embarazo de Fernando impidió a Juana la Loca marchar con su marido a Bruselas y la reina Isabel, preocupada por su hija, quiso reunir a la familia en un sitio tranquilo, por lo que aceptó la invitación de Cisneros para pasar unos días con su hija en el palacio arzobispal de Alcalá de Henares donde también acudió Fernando el Católico.

Arsenio Lope Huerta, en su biografía publicada con motivo del Congreso celebrado en el aniversario de Fernando de Austria, nos cuenta la vida de niño, nacido el viernes 10 de marzo, cuidado por su abuela Isabel que hizo de madre hasta su muerte en 1504, y formado por su abuelo Fernando el Católico.

Una epidemia en Alcalá, cuenta Lope Huerta, obligó a madre, hija y nieto a dejar la ciudad camino de Medina del Campo en un viaje que a Juana le pareció el preludio de su marcha a Flandes, y más cuando recibió carta de su marido urgiéndole a emprender viaje.

A los tres años el infante Fernando conoció a su padre en Valladolid cuando vino con Juana a Castilla tras la muerte de Isabel. Poco después empezó a ser considerado por algunos españoles como el futuro rey e incluso existió un intento de entrar en la fortaleza donde estaba el niño. Su confesor Alvaro Osorio, nos cuenta que estuvo toda la mañana armado con una coracita que tenía y con una lanza, sin que pudieran quitársela y solo tenía cuatro años. El clavero Nuñez de la orden de Calatrava Núñez de Guzman decidió entonces llevar el niño a Valladolid a la sede de los Dominicos, orden de su confesor, y fue la ciudad la que se hizo cargo de su custodia.

Más tarde Fernando empezó a vivir en soledad familiar, pues su madre estaba encerrada y había pasado siempre de él y su abuela había fallecido. Se encuentra en Simancas asistido por una pequeña corte de camareros, oficiales, tesoreros, tutores y maestros, amas y un pequeño grupo de gentes de armas a pie y a caballo, todos ellos para su cuidado y protección. El ayo era el clavero de la Orden de Calatrava Pedro Núñez de Guzman, y Alvaro Osorio fue nombrado maestro.

Su aspecto era el típico de los Habsburgo, rubio y amable pero con prognatismo, tez clara y labios gordos. Fray Prudencio de Sandoval nos cuenta como era el niño cuando más tarde fue acogido por su abuelo y nos dice que era de “linda y graciosa disposición, blanco y colorado, bien proporcionado en el cuerpo, derecho y bien sacado, los cabellos rubios mucho, y muy bien puestos, la boca gordezuela, el rostro lleno, las narices cortas y bien hechas, los ojos grandes y hermosos, el semblante agradable, que llevaba las voluntades de todos los que le miraban”.

Lope Huerta cuenta que abuelo y nieto tuvieron una relación muy estrecha y que el abuelo le proporcionó mucha ternura, lo que resulta excepcional en un rey tan serio como Fernando el Católico. Lo educó a su manera llevándolo de acompañante en muchos viajes, le estableció casa propia y le nombró en el primer testamento su sucesor, además de Gobernador de Castilla y Gran Maestre de las Ordenes Militares.

Nos dice también que el contacto entre abuelo y nieto fue sincero, de contacto diario y de compartir aficiones y que el niño primero y el adolescente después aprendió del abuelo su forma de llevar a cabo las tareas de gobierno. Esto, según Lope Huerta, es lo que convirtió al nieto en un hombre tolerante que supo aceptar parte de las costumbres luteranas, y considera que si hubiera sido él el rey de España se hubieran evitado guerras y la ruina económica.

En lo intelectual, Fernando era muy inteligente y demostró una madurez impropia de su edad, con gran capacidad para asesorar y prestar consejos. Fray Prudencio de Sandoval añade que era “ingenioso y agudo, más de lo que su edad pedía” y era “tanta su memoria, que, cuantos con él tratan, grandes y pequeños, excedía y sobrepujaba en ella sus agudezas no pequeñas, como otros niños, sino e mucho seso y peso…”

Lo considera también muy sufrido, que sabía disimular, y que era inclinado a monterías. Era amigo de justicia en tan gran manera, que “cuando algunas veces jugaba con otros niños, y por el respeto que se le debía querían favorecerle a que ganase contra las reglas del juego, no lo consentía sino todo por razón y justicia”.

Nos dice asimismo que “era amigo de algunas artes de mano, como pintar, esculpir” y que “en el gesto y en el andar, era un retrato parecido sobremanera a su abuelo el rey Don Fernando que por eso le amó tanto”.

Por este contacto entre abuelo y nieto, el rey Católico hizo testamento en Burgos en 1512 y lo nombró gobernador de los Reinos y Maestrazgos y poco después lo ratificó en Aranda de Duero, pero poco antes de morir lo rectifica ante los consejos de tres importantes asesores del Consejo Real.

El Rey falleció en 1516 y la pena de su nieto fue grande y sincera, pero empezó a sentirse el centro fuerzas enfrentadas, y algunas de ellas le instaron a tomar la autoridad real y a que lo notificara a los grandes del reino. El propósito era su coronación en el Reino de Aragón.

Los últimos años en España el niño estuvo Simancas, pero nadie le acercó a ver a su madre ni a su hermana Catalina, siempre junto a su madre y encerrada con ella, de modo que no tuvo demasiado calor familiar.

Fue educado entre otros maestros por Cisneros y fue además un hombre erasmista. Leyó las obras de Luis Vives hasta el punto de que el discípulo de Erasmo le dedicó uno de sus libros. Al parecer mucha gente que su forma de actuación fue en parte consecuencia de su relación con la Universidad de Alcalá de Henares ya que fue entonces la Universidad Europea más erasmista.

La llegada de Carlos hizo que Fernando se encontrara con él en la aldea de Mojados donde si el hermano mayor acudió con importante séquito, pero el pequeño fue acompañado de parte de la nobleza castellana y con una considerable compañía de hombres de armas. Lejos de enfrentarse, Fernando descabalgó de su caballo y le hizo a Carlos una reverencia de acatamiento.

Pero al mismo tiempo y habiéndole dado inmediatamente el Toison de Oro, Carlos pudo darse cuenta el cariño, respeto y acatamiento que su hermano despertaba en la sociedad castellana.

En cualquier caso, cuando Carlos entró en Valladolid Fernando ocupó un sitio de honor en el cortejo tras su hermano.

José Ignacio Rodríguez, que participó en el Congreso de Alcalá, comentó que su salida de España fue “casi una expulsión” porque su hermano Carlos, que juró ante las Cortes como condición para ser aceptado que Fernando permanecería en Castilla mientras Carlos no tuviera hijos, organizó su salida de España inmediatamente después.

Tras disolverse su casa, Fernando salió desde Laredo donde embarcó en una flota el 23 de mayo de 1518 hacia los Paises Bajos y se sabe que hubo personas encargadas de controlar que marchara e informar a Carlos inmediatamente.

Su actitud frente al problema luterano fue diferente a la de Carlos y mantuvo frente a sus seguidores una relativa tolerancia por influjo del erasmismo y de los humanistas, ambos influyentes en Flandes. Era más práctico que su hermano.

En los Paises Bajos completó su educación de la mano de su tía Margarita y de su abuelo Maximiliano, con el que se aproximó a la historia de su otra familia y conoció los planes que había organizado para su boda.

La boda preparada por su abuelo fue con Ana Jagellon¸ la hermana de Luis II rey de Hungria y se llevó a cabo el 26 de mayo de 1521. La pareja fue muy feliz, y tuvo quince hijos, pero a diferencia de sus abuelos, el no tuvo ninguno fuera del matrimonio. Los historiadores dicen que la muerte de la reina Ana fue para Fernando uno de los momentos más tristes de su vida.

Con sus hijos Fernando fue un padre que supo respetar los deseos de sus hijos y su felicidad y en esa línea dos de sus hijas decidieron ir a un convento cuando era su sobrino Felipe quien quería disponer de ellas para un matrimonio político.

Ana y Fernando se ocuparon personalmente de la educación de sus hijos y casi todos ellos fueron políglotas y llegaron a dominar varios idiomas (alemán, italiano, francés, checo, español y latín).

Muerto el rey Luis II en la batalla de Mohács, que se mantuvo con Saladino, Fernando reclamó los tronos de Bohemia y Hungria. Fue nombrado también rey de Romanos.

Aunque al principio fue hostil al luteranismo, Fernando fue en gran parte el autor de la Paz religiosa de Augsburgo de 1555, en la que se estableció una base firme de entendimiento para los siguientes sesenta años. Se dice que cuando se convenció de la imposibilidad de acabar con los luteranos mantuvo una relativa tolerancia por influjo de los humanistas y los erasmistas, buscando siempre la solución del conflicto.

Garantizó a sus súbditos la libertad religiosa en 1562 y luchó personalmente para que fueran otorgadas amplias concesiones a los protestantes.

Otras realizaciones de su política fueron la reforma del sistema monetario, la reorganización del consejo áulico y la elección para la sucesión imperial de su hijo Maximiliano II.

En los primeros tiempos de su gobierno en Viena, donde al principio encontró resistencia, con revueltas y el ajusticiamiento de ocho líderes, entre ellos el burgomaestre de la ciudad, introdujo costumbres protocolarias que permanecerían muchos años.

Los personajes claves de aquellos años son entre otros los españoles Martín de Guzman, de la familia con la que mantuvo gran relación desde su infancia en Simancas, al que nombró Camarero Mayor y luego Embajador de su imperio ante Felipe II. Otros fueron Martín de Paredes, su secretario Alonso de Gámiz y Gabriel de Salamanca, un judío de origen burgalés al que Fernando ennobleció con el título de Conde de Ortemburg que llegó a ser uno de los banqueros más importantes.

Otra figura muy destacada fue Cristobal de Castillejo, poeta y secretario, a quien Fernando distinguió con el título de caballero. En general supo recompensar a todos los seguidores españoles con cargos y distinciones.

Asimismo estuvo un tiempo en Viena Maria “la brava”, viuda del comunero Juan Padilla y no porque hubiera alentado el movimiento comunero, sino porque siempre tuvo apego a las gentes de su tierra de nacimiento.

Destacó también la presencia española –españoles que habían servido a Fernando-en el asedio que sufrió Viena. Casi todos eran arcabuceros y contribuyeron a la defensa de la ciudad cuando los turcos estuvieron a punto de entrar en Viena.

Procuró introducir siempre en sus reinos las costumbres de Castila, y creo la famosa Escuela Española de Equitación haciéndose enviar desde España rebaños de caballos hispano-árabes.

Su afición por objetos raros le llevó a hacerse enviar objetos americanos y encargó a su secretario Alonso de Gámiz que viajara a Toledo para buscar libros litúrgicos y misales de rito mozárabe y más tarde consiguió que le fueran enviados algunos desde Alcalá de Henares.

 

 

María Pita

María Pita, retrato de autor desconocido que figura en su casa natal.

MARIA MAYOR FERNANDEZ DE CÁMARA Y PITA

UNA GALLEGA “BIEN PLANTADA” QUE DETUVO EL ATAQUE INGLÉS CONTRA LA CORUÑA

Laura Lopez-Ayllón

El 5 de mayo de 1589 la muerte de un alférez inglés por María Pita en el asedio a La Coruña por la “Contra armada inglesa” (organizada tras el desastre de la Armada Invencible”y su arenga a “Quien tenga hon ra que me siga” impidió la entrada de los ingleses en la fortaleza de la ciudad y la hizo famosa.

Al parecer cuando el alférez inglés alcanzó la muralla y dijo “Ya son nuestros”, María Pita, de 24 años, que se encontraba junto al cadáver de su segundo marido , Gregorio Rocamundo, caído en la lucha, se levantó y se dirigió a él alférez, al que mató, unos dicen que con su espada, otros que con una piedra, con un ladrillo o con un cuchillo de su propiedad, ya que en ese momento su marido tenía una carnicería y ella trabajaba con él.

En cualquier caso le arrebató la bandera y lo hizo caer, y tras su arenga “ayudadme a echarlos de aquí, quien tenga honra que me siga” la ciudadanía la ayudó y los ingleses no pudieron entrar. Ella por su parte después de la batalla se dedicó a curar heridos de la batalla.

En la defensa de La Coruña participaron los ciudadanos en colaboración con los uniformados, entre ellos arcabuceros de los tercios y artilleros de la Armada Invencible que estaban allí refugiados en los barcos en rehabilitación

El objetivo inglés era al parecer realizar un contundente contraataque con el que acabar con los galeones españoles que, habiendo conseguido sobrevivir de la expedición contra Inglaterra se habían refugiado en los puertos del Cantábrico, donde estaban algunos en reparación.

Los ingleses pretendían conquistar un puerto peninsular que le sirviera de base para fomentar la insurrección de Portugal para colocar al conocido como Prior de Crato.

Tras el desastre de la Armada Invencible, la reina Isabel I de Inglaterra envió a Coruña una flota de 120 navios y 20.000 hombres porque se sabía que la ciudad estaba mal amurallada y mal guarnecida.

Cañonearon el fuerte de San Antonio, penetraron en el puerto y desembarcaron tropas y artillería por lo que el gobernador marqués de Cerralbo llamó a todo el vecindario.

Se cree que los barcos españoles se refugiaron en la ría de Ferrol, detrás del castillo de San Felipe. Después asaltaron la zona conocida como la pescadería y más tarde penetraron por una brecha en la muralla de la ciudad vieja, donde se produjo la reacción de María Pita.

Cinco días después los ingleses volvieron a embarcarse tras perder cuatro barcos y 1.300 muertos y se dirigieron al puerto pesquero de Vigo, que saquearon e incendiaron hasta que llegaron tropas de Portugal.

María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, conocida como María Pita, procedía de un familia humilde,- Simón Arnao y María Pita la vieja-, y regentó una pequeña tienda con su madre y hermananastra cuando su padre las abandonó.

Su primer matrimonio fue con el carnicero Juan Alonso de Rois, con el que tuvo una hija y tras su muerte contrajo matrimonio con otro carnicero Gregorio de Rocamonde con el que trabajó en el mercado de La Coruña.

María, que se casó otras dos veces y tuvo cuatro hijos, recibió del rey Felipe II el derecho a cobra el sueldo de alférez más cinco escudos mensuales, además de un permiso para exportar mulas a Portugal. Murió en 1643 tras haber sostenido 35 procesos judiciales con sus vecinos.

Otra vecina que combatió junto a ella, Inés de Ben, resultó herida en la batalla y solicitó una indemnización pero no la consiguió.

Hoy un museo en la calle de Herrerías de la ciudad vieja recuerda la vida de María Pita y un monumento evoca su figura.

 

 

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