Edición nº 7 - Abril/Junio de 2009
Obras de Valentín Kovatchev
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Valentín Kovatchev
Valentín Kovatchev
Retrospectiva 1959-2009
Real casa de la Moneda
c/ Jorge Juan, 106 . Madrid
Del 11 de febrero al 8 de marzo de 2009
Julia Sáez-Angulo
Más de un centenar de obras, entre óleos, grabados y dibujos constituye la exposición retrospectiva de este artista búlgaro residente en España, una obra que se caracteriza por su dominio del dibujo, del grabado y su espiritualidad. La muestra retrospectiva de 50 años de trabajo, acoge desde los dibujos infantiles hasta la actualidad, para dar cuenta de la trayectoria de este autor que va trabajando por series: Andromeda, Hermann Hesse; Magia del Amor; Meninas; Dama del caballo; Manolete; Don Quijote con alma búlgara y otras.
Muy pronto el artista descubrió que era daltónico en un reconocimiento médico, pero su vocación plástica dominó y arrolló su quehacer, traducido en una obra prolífica, singular e intensa. El magisterio de los grandes grabadores: Durero, Rembrandt, Goya, Piranessi o Picasso late detrás de su obra, que da una vuelta de tuerca al grabado, con un dominio total de las técnicas calcográficas.
Valentín Kovachev es un artista consagrado a su oficio y paciente hasta ser capaz de sumergir hasta 60 veces una plancha en una disolución muy baja de ácido en agua, para conseguir un aguafuerte de alta calidad. El autor búlgaro siente una gran fascinación por la iconografía cristiana de la iglesia ortodoxa, algo que se manifiesta en algunas de sus obras expuestas.
El icono de la escuela búlgara ha influido notablemente en el trabajo de Kovachev, un artista muy solicitado, por otra parte para el género del retrato. Su serie El Quijote con alma búlgara, toma al rey Simeón de Bulgaria como modelo del personaje de Cervantes, con una perfección inusitada. Sus últimos retratos los lleva a cabo en un palacio de los Emiratos Árabes.
El surrealismo daliniano ha influido mucho -quizás en exceso- en su obra, como lo demuestra su serie Dalí. Visiones oníricas que llevan a juegos de dameros y figuras fantasmales. En su última serie representa caballos sobre desnudos femeninos, toda una metáfora de la fuerza de la bestia sobre la fragilidad de la mujer.
Entre sus obras más interesantes figura el dibujo de primera época sobre una campesina búlgara, llevado a cabo con grueso trazo. Un realismo lleno de intensidad y frescura de linea. El montaje en los espacios del Museo de la casa de la Real Moneda es diáfano y bien articulado.
© Copyright 2008. Reservados todos los derechos.
Kieff Antonio Grediaga.
Joyas industriales de Anthony Caro II
en la Joyería Grassy de Madrid
Julia Sáez-Angulo
Después del éxito de la primera edición de joyas, en el 2006, del escultor británico Antony Caro (Londres, 1924), en la que algunas obras fueron a parar a museos internacionales, la joyería madrileña Grassy ha vuelto a invitarle para una segunda edición de diecinueve piezas entre collares, colgantes, broches y anillos. Patricia Reznac y Kosme de Barañano han sido los comisarios de esta singular muestra que “incita a los artistas plásticos a entrar en el mundo mágico de la joyería”, según reza el catálogo. Todas la piezas de caro son en oro y plata realizadas en los Talleres Pacheco de Madrid.
El artista se ha implicado más en el proceso creativo y la fabricación de piezas, después de familiarizarse con ello en la primera exposición. “¿Qué ha sucedido para que el escultor, el compositor de grandes sinfonías de acero, el director de orquesta de restos de máquinas, de cigüeñales y traviesas de ferrocarril, se refugie en el control del pulso de sus muñecas y en la sensualidad de las yemas de sus dedos?”, se pregunta Barañano.
Para el comisario “En aquel momento de reflexión, entre las dos exposiciones retrospectivas, encerrado en la ilusión de ver toda su obra atrapada en dos museos, Caro mira hacia delante en la infinita pequeñez de la orfebrería. Ahora Caro, ante el reto de Sísifo que se plantea con el proyecto The Chapel of Light para la iglesia de Saint-Jean-Baptiste de Bourbourg como un Gesamtkunstwerk, yendo mucho más lejos que con su Juico Final, se refugia de nuevo en el secreto de los dedos. La orfebrería le sirve de contrapunto a este proyecto”.
No es por tanto una cuestión de edad y mínimo formato como le sucede a algunos artistas en su vejez, sino un deseo de precisión y condensación en esculturas –sus joyas nunca pierden esa condición- que son joyas de ornato y lucimiento al mismo tiempo, piezas también para instituciones en las colecciones singulares de joyería que albergan distintos museos de artes decorativas o de textiles.
Caro utiliza elementos industriales como alambres, tornillos y tuercas, en metales nobles, para reelaborar con ellos una pieza diminuta y singular que va a tener una presencia rotunda como joya. El resultado es medido, singular y rotundo al mismo tiempo si lo comparamos con las joyas de modelado de otros artistas.
El escultor británico se inscribe por derecho propio en la saga de otros artistas que como Julio Gonzalez, Paco Durrio, Picasso, Arp, Eduardo Chillida, etc, que quisieron dejar su impronta en el pequeño formato de las joyas. Entre los asistentes al acto se encontraban las escultoras españolas, Carmen Zulueta y Blanca Muñoz, que también dedican su creatividad a las joyas.
Kosme de Barañano ha sido el impulsor de que Chillida y Caro contemplen la joyería como escultura en pequeño formato.
Agustí Centelles. fotografías
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Agustí Centelles
Agustí Centelles
Fotografías (1934 – 1940)
Un total de 73 obras originales, vintages o copias autor, del célebre fotoperiodista Agustí Centelles Ossó (1909 – 1985) se exponen por primera vez en la madrileña galería de arte, Annta Gallery, a disposición de coleccionistas particulares e instituciones públicas.
La exposición se ha dividido cronológicamente en diversos bloques que abarcan los siguientes apartados: 1) Elecciones 1936; 2) Guerra Civil. En el frente; 3) Guerra Civil. En la retaguardia, y 4) Exilio. Campo de refugiados en Bram (Francia). Su testimonio es un claro alegato contra la guerra como devastador jinete contra los hombres.
Entre las piezas seleccionadas figuran las más emblemáticas de los 9.000 negativos de que consta el archivo Centelles, como son “El beso del soldado a la novia”. “Miliciano con fusil”; “Descanso en el frente de Aragón”; “El llanto”; “La huida” o “Paraguas”; “En el Jaime I”; Brigadas Internacionales; “Con la madre del asesino de Trosky” o “En el campo de refugiados”.
Agustí Centelles, pionero del fotoperiodismo, un género desde entonces imparable, fue un cronista certero y agudo de la Guerra Civil Española. Con su cámara, una Leica que adquirió con muchas penalidades en 1934, fotografió todo tipo de actos deportivos, sociales, judiciales, políticos y bélicos. La vida y la muerte de hombres y mujeres son el tema retenido por el objetivo de su cámara. Su ojo y su máquina buscaban siempre la aventura humana en momentos clave.
Además de reportero bélico, Centelles ha sabido extraer la belleza poética en los rostros; la expresividad de una sonrisa o un gesto; la ternura de una familia humilde y enlazada; la plasticidad de un sinfín de paraguas en un día de lluvia; el coraje de unas mujeres; el beso de unos enamorados… El ojo de Centelles se detiene con voluntad en una escena que sabe “apresar” a tiempo en el instante fotográfico. La mirada no es inocua y Agustí Centelles plasmó la suya en un rico archivo del que la exposición, en Annta Gallery, muestra las fotografías más sobresalientes.
Agustí Centelles ha expuesto en grandes museos de todo el mundo. La muestra más reciente ha tenido lugar en el Museo Jeu de Pomme de París, durante el pasado verano, con fotos referidas a su estancia en el campo de refugiados de Bram. Esta exposición viajará al Centre d´Art de Santa Mónica a finales de 2009.
Carmen Zulueta, Exposición
Carmen Zulueta, un arte silencioso y permanente
Fundación Amberes. Madrid
Julia Sáez-Angulo
Hay nombres que durante décadas han dominado la escena artística, en algunos casos por la sola presión mediática o de mercado, mientras que otros han llevado a cabo una labor silenciosa, profunda y coherente, que en nada se ha alterado con los apremios comerciales. Por eso se requiere periódicamente que la crítica de arte haga una revisión de nombres, que exponga de nuevo el análisis del estado de la cuestión.
Carmen Zulueta ha llevado a cabo una prolongada labor artística –desde los años 60- fuera del ruido y clamor de la actualidad rabiosa que muchas veces sacude al arte como si fuera una moda. El trabajo de Zulueta está lleno de rigor, de búsqueda en la línea y el plano, de la geometría en suma, siguiendo sus propios parámetros e inquietudes en la proporción, el volumen y el color.
La artista madrileña no gusta de cromatismo vivaz sino que contiene su paleta, casi siempre en los clores fríos para ofrecer una sensación de contención y silencio, incluso cuando los ritmos se disparan en agudos planos inclinados.
Zulueta parte de su deseo y admiración por la escultura, de su tendencia a la tercera dimensión, al volumen que ocupa y define el espacio. El arte dialoga con el espacio y en el caso de la escultura, con mayor intensidad.
La exposición que la artista ha mostrado en la Fundación Amberes refleja cuarenta años de entrega y fidelidad al arte normativo, constructivista, en pintura, escultura, dibujos, collages, joyas o video-creación. La línea como punto de partida para adentrarse en la forma y en el espacio geométricos. El color como habitante y atracción visual de las retinas; los materiales como mediadores entre el concepto y la obra final. Abstracción geométrica de borde duro con carácter expresivo, que se manifiesta en estructuras cromáticas en el espacio.
Carmen Zulueta se inscribe con firmeza en la nómina de autores que cultivan el arte geométrico en España y se relaciona con el movimiento constructivista internacional.
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