Edición nš 7 - Abril/Junio de 2009

Protagonistas anónimos de la Guerra Civil

Partes de guerra, de Ignacio Martínez de Pisón, RBA

PROTAGONISTAS ANONIMOS DE LA GUERRA CIVIL



Los españoles no sabemos a veces recuperar nuestra historia y reconocer que hubo personas que se comportaron como otros extranjeros cuyas figuras admiramos. Ahora parece que por fin empezamos a reconocer la valentía de muchos que saltándose las ideas, actuaron con humanidad en nuestra guerra civil o en la II guerra mundial.En “Los años difíciles”, por ejemplo, se han recogido el testimonio de los protagonistas anónimos de la guerra y la posguerra. Editado por Aguilar, el libro reúne los testimonios que el periodista Iñaki Gabilondo demandó a la gente en el programa de radio “Hoy por hoy”. Al parecer y sin que nadie lo hubiese pedido expresamente, los testimonios que llegaron al programa recordaban historias sucedidas en la guerra civil o en la posguerra.Los testimonios enviados, de varios folios, fueron un trabajo duro en muchos casos realizados por personas ancianas y otros por jóvenes que debían obtener el consenso familiar que les diera el visto bueno para dar a conocer la historia en la radio. “Tras reunirme con mi madre y mis cuatro hermanos hemos decidido hacerles llegar la carta que escribió mi padre”, escribió una remitente leonesa. Carlos Elordi, editor del libro, nos cuenta que el envío de los testimonios no se hizo para reclamar, sino para que se conociera su antiguo dolor, pero añade que dieron a conocer situaciones que se habían mantenido fuera de los libros de texto. Eran, nos dice, textos hondos, largos y bien pensados escritos por una modistilla, un albañil, una actriz de teatro, un representante de comercio, un obrero jubilado o una modelo de alta costura.Entre los testimonios figura el de Josefa Canalé quien, en vísperas de ser fusilada en Ejea de los Caballeros el 30 de agosto de 1936, escribió una carta a sus cuatro hijos, el mayor de 14 años, ya que sabía que llegaría porque uno de los vigilantes era pariente suyo. Josefa, que había enseñado a leer a muchos en su pueblo, centra su carta en procurar que se mantenga el entramado hogareño y su carta se convierte en un monumento a la función y al amor de madre.La carta fue remitida al programa por la nieta de Josefa cuyo hijo, estudiante de periodismo, había entrevistado hacia poco a su abuela, de cuatro años cuando su madre escribió la carta, que le cuenta cómo transcurrió su vida tras la muerte de la madre.Maria, le dice a su hija mayor, rézale a la virgen todos los días por tu madre y enséñale a tus “hermanicos” todas las cosas buenas que “yo te he enseñado a ti”. Lleva a tus hermanos bien limpios y “del vestido de lana que hay en el baúl que te hagan uno para tí y todo lo que no te valga a ti guárdalo para tu hermanica”…..”déjate corregir por tus tíos y primos y sé obediente”…. Fernando Berlín, creador de radioclable.com, reunió también gestos anónimos de solidaridad en la guerra civil en “Héroes de los dos bandos”, libro editado por Temas de Hoy. FernandoBerlín defiende en la presentación de su obra que “una sociedad sana es aquella que tiene memoria” y que las doce historias que ha recogido en su libro son sencillas pero de una gran profundidad moral y que en ellas triunfa el sentimiento de humanidad y compasión.Berlín recoge la historia de Luis Troyano, cabecilla comunista en la zona de Córdoba y Jaen, del que dependían prisioneros nacionales y cuya actitud con un grupo de monjas que retiró de la recogida de aceitunas en malas condiciones y como se libró de la muerte cuando la superiora de un convento de clausura, a la que había regalado una enorme aceituna, se presentó a contar al juez su trato cuando vio en el periódico que iban a condenarle. El juez entregó a Luis Troyano una vieja cajita de madera en la que había un hueso de aceituna. Otra de las historias del libro nos habla de Julián Jiménez, director de la cárcel de Linares, republicano de familia vinculada durante varias generaciones a las prisiones, y cuya actitud era de manga ancha con los presos de derechas, y de su hijo Julián, que siendo agnóstico se encargó durante semanas de ir a buscar las hostias para que el cura prisionero Rafael Alvarez pudiera celebrar misa y dar la comunión a los católicos detenidos.
Los milicianos intentaron entrar en la cárcel a tomarse la justicia por su mano con los prisioneros, pero el director, su hijo y un amigo comunista consiguieron sacar a más de veinte y llevarlos a sus casas para que los camuflarán ya que al día siguiente iban a ir a buscarlos otra vez.

En un libro aparecido recientemente en RBA, Ignacio Martínez de Pisón ha recogido 35 relatos sobre la guerra civil escritos por autores conocidos, unos escritores que combatieron y otros actuales en el libro “Partes de guerra”. La selección de Pisón comienza con “La lengua de las mariposas”, de Manuel Rivas y termina con “Campo de los almendros”, de Jorge Campos. De modo que, en cierto sentido, siguen un orden cronológico para que el lector pueda seguir el conflicto del principio al fin.No existe una novela “definitiva” sobre la guerra civil, aunque sí buenos relatos desde que, a comienzos del año 1937, el sevillano Manuel Chaves Nogales escribiera “A sangre y fuego” y repartiera las responsabilidades entre los dos bandos. Explica Pisón que entre los relatos figuran algunos escritos por autores que intentan defender la causa de uno de los dos bandos, caso de Arturo Barea, María Teresa León o Edgar Neville, pero que, en cualquier caso, no sobra ninguno. Puntualiza asimismo que aunque no todos sean tan conocidos para el lector, no desmerecen en absoluto al lado de los otros.En esta selección podemos entrar a Ana María Matute, de la que se ha seleccionado el relato “El maestro”, Ramón J.Sender con “La lección”, Bernardo Atxaga, del que se puede leer “El primer americano de Obaba”, Miguel Delibes, con “El refugio”, Max Aub, con “La ley”, o Andrés Trapiello, que aporta el relato “La seda rota”.





Alguno de estos relatos, como “El cojo” de Max Aub y “Patio de armas”, de Ignacio Aldecoa, habían aparecido ya en la única antología que existía hasta ahora de cuentos de la guerra y que fue publicada en 1974 con el título de “Historias del 36”.





HISTORIA DE CASTILLA

HISTORIA DE CASTILLA De Atapuerca a Fuensaldaña

HISTORIA DE CASTILLA
De Atapuerca a Fuensaldaña



Dirigida por Juan José García González, ha sido publicada por La Esfera de los Libros una Historia global de Castilla, en la que cada etapa ha estado a cargo de un especialista y todos ellos dirigidos por Juan José García González.

El título se basa en los dos hitos de la historia de Castilla, Atapuerca y Fuensaldaña, dos entornos que distan entre sí únicamente 125 kilómetros, pero que están separados por los 800.000 años que median entre el acceso del Homo Antecesor al valle medio del Arlanzón y la soberanía autonómica de la Comunidad de Castilla y León a comienzos del tercer milenio de nuestra era.

Juan José García Gonzáles ha elaborado la parte antigua y medieval, y nos recuerda que los primeros inquilinos de Castilla sobrevivieron en régimen comunitario bastante más de un millón de años en un entorno que les proporcionó recursos en abundancia y que el equipo de arqueólogos, prehistoriadotes, paleontólogos, biólogos y geólogos que se ocupa de Atapuerca, a 15 kilómetros de Burgos, no sólo trabaja en los ya famosos yacimientos de la Sima de los Huesos, en la que han aparecido restos de 25 individuos probablemente neanthertales, y de la Gran Dolina, donde la especie aparecida fue bautizada como Homo Antecessor, sino en otros muchos, incluso en un centenar de yacimientos al aire libre en las terrazas del Arlanzón.

González nos recuerda también que más tarde habitaron en la zona los austrigones, los cántabros, los várdulos y los caristios, todos ellos de denominación, ubicación e idiosincrasia diferente, que perseguían con frecuencia fines distintos.

Sobre el Cid, nacido en 1048, González nos explica que se perfila históricamente como beneficiario de tres flujos militares, el doméstico, o sea el de su padre, el de la corte burgalesa y el contacto con el islam que existía en su época, y nos recuerda que no marchó desamparado al exilio, porque llevaba consigo lo sustancial del feudalismo para un noble: la familia, su pericia personal y la mesnada.

De Castilla en la Edad Moderna escriben en el libro José Luis Gómez Urdáñez y Pedro Luis Lorenzo Cadalso, quienes nos recuerdan que el territorio de Castilla era mucho más grande al comenzar la Edad Moderna que al acabar la Edad Media, como Aragón y Portugal, el reino de Nápoles y las posesiones de la corona en Austria y Borgoña en Europa, pero nos recuerdan que aunque todos formaban parte de la corona del rey de España, este residía ordinariamente en Castilla, rodeado de funcionarios castellanos y que el ejército que lo sostenía se pagaba en su mayoría con el dinero de Castilla.

La gente de Castilla nunca fue excluyente, añaden, sin embargo fue tachada de orgullosa y altiva, y recuerdan que durante el siglo XVI su población creció de forma notoria a pesar de las epidemias de peste bubónica y de varias hambrunas, de tal modo que en 1591 superaba los 5.300.000 habitantes, de los cuales el ochenta por ciento vivía en el campo, y que los mercaderes, enriquecidos con el comercio de la lana y la importación de manufacturas europeas, fueron un colectivo influyente.

Tras la guerra de las Comunidades la burguesía emprendedora se arruinó, pero gran parte de ella se ennobleció, pasando a formar parte de oligarquías locales cuyo distintivo social consistía en alcanzar el modo de vida noble y alejarse de los “riesgos del mundo”, es decir, del dinero.

El resultado de esta “decadencia” es una crisis con efecto cascada que afectó al sistema político y sobretodo a la especial configuración social de Castilla hasta bien entrado el siglo XVIII.

En Castilla, como en toda Europa, una gran parte de la propiedad de la tierra estaba sujeta a fórmulas legales de amortización, tanto nobiliaria como eclesiástica, pero había grandes diferencias entre el norte y el sur, especialmente en las amplias extensiones de las Ordenes Militares al sur del Tajo.

En este marco pervivía desde la Edad Media el sueño de una familia modélica capaz de sobrevivir dignamente con el fruto de sus tierras y ganados, que se basa en un padre de familia capaz de producirlos elementos básicos para la supervivencia familiar.

La iglesia era entonces un poderoso y numeroso grupo social que contaba con dos fuentes de ingresos, el diezmo o diez por ciento de la producción agraria y ganadera del país, y las tasas que cobraban por la celebración de rituales, además de ser beneficiaria de testamentos y de que algunas órdenes religiosas exigíeran cantidades elevadas de dinero para “comprar la celda”.

Nos recuerdan también que, aunque se había expulsado a judíos, los conversos (cristianos convertidos) estuvieron marcados durante varias generaciones y ponen como ejemplo los versos:

A ti te digo Manuel,
Hijo de Pedro Moreno,
Nieto de Don Bueno,
Que yace en el Moscatel.
Estos versos le dicen en un pasquín a Manuel Ponce de León, cien años después de la expulsión, que su abuelo era semita –Don Bueno- y que estaba enterrado en el Moscatel, el cementerio judío de Logroño.

Otras minorías que tuvieron importancia en Castilla fueron los moriscos hasta la expulsión en 1609, los gitanos y los esclavos, que alcanzaron más de 60.000 personas pero se piensa que pudieron ser más porque sólo en el arzobispado de Sevilla se censaron 40.000 en el siglo XVI.

La estructura orgánica del Estado castellano se desarrolló hasta el siglo XVIII en el marco del sistema de Consejos, un amplio elenco de instituciones consultivas, gubernativas y judiciales inspiradas en el consilium medieval.

Con Felipe II la corte se “castellanizó”, no sólo porque se gobernaba desde Castilla sino porque eran castellanos la mayoría de los hombres de confianza de su entorno y quienes ocupaban cargos reales en los demás territorios.

En cuanto a la participación americana, el libro recuerda que entre los que emprendieron el viaje a América predominaron en los siglos XVI y XVII los castellanos y andaluces y nos cuenta la importancia de los negros africanos, cuya introducción fue recomendada por los defensores de los indígenas.

En este sentido puntualizan que muchos de los negros eran liberados cuando se hacían viejos para ahorrarse su alimentación y que proliferaron las bandas de esclavos fugados llamados “cimarrones”, que vivían en la selva dedicándose al bandolerismo.

En 1574 se establecieron los “repartimientos” o reclutamiento forzoso de jornaleros índios, entre el 20 y el 30 por ciento de los varones de cada tribu, en condiciones laborales infrahumanas, por el que cobraban un pequeño salario, y destacan que se produjo un proceso de aculturación de la población indígena y un “sincretismo religioso” entre los viejos ritos y la religión católica.

Más tarde el libro explica que en Castilla la decadencia económica que vino después fue aceptada como un hecho consumado y que en el siglo XVII las ciudades de la meseta castellanas sufrieron reducciones demográficas del cincuenta por ciento.

Explican que cuando se habla de “imperialismo americano” debería tenerse en cuenta que no fueron los intereses castellanos los que defendieron los famosos Tercios Españoles en Europa, sino los de la monarquía.

En la década de los ochenta del siglo XVIII la situación real de los castellanos era muy preocupante pues a las malas cosechas se unió la sobremortalidad catastrófica y porque en muchas de las provincias se había unido pobreza y enfermedad.

La tercera parte del libro, la época contemporánea, corre a cargo de Julio Aróstegui y Juan Andrés Blanco que narran como se crea la Castilla Contemporánea con las nuevas divisiones territoriales y cómo no existió una guerra de la Independencia castellano-leonesa propiamente dicha, pero si un extraordinario florecimiento del fenómeno guerrillero porque es aquí donde tienen su escenario algunos de los más grandes luchadores como Juan Martín el Empecinado, Julián Sánchez el Charro o Jerónimo Merino.

La desamortización de bienes religiosos producida años después produjo un aumento de la producción agraria tradicional, pero la industria de la zona castellana no culminó el proceso de transformación económica, añaden.

En el tránsito del siglo XIX al XX existe un campesinado de pequeñas o medianas explotaciones trabajadas de forma familiar, pero la figura del jornalero es escasa en Castilla, donde predominan medianos y pequeños cultivadores y arrendatarios de propietarios absentistas.

Los autores muestran que la crisis de las colonias americanas tuvo su efecto en Castilla y que a partir de1933 las fuerzas dominantes fueron los católicos y los agrarios y se produce un proceso de derechización de un electorado cuyo conservadurismo de fondo se verá incrementado por el mensaje que transmite la derecha confesional y agrarista y que la oposición de propietarios a cumplir la legislación del primer bienio republicano empujó al proletariado agrícola a una progresiva radicalización.

Tras el triunfo de las derechas en las elecciones de 1933 la oligarquía rural intentó recuperar sus anteriores posiciones de poder en el ámbito local y las autoridades municipales y provinciales entorpecieron la actividad de las asociaciones de izquierda, que se recuperaron con el triunfo del Frente Popular en 1936.

Cuentan los autores que en el conservadurismo general de la región castellano-leonesa jugó un papel fundamental la cuestión religiosa y que la trama civil de la sublevación se asentó en los círculos de la burguesía católica.

Salvo áreas muy limitadas de León, Ávila y Segovia, el resto de la región se unió rápidamente al bando de los generales rebeldes, y fueron corrientes la represión y la depuración, que afectó a muchos de los maestros y añaden que el campesinado castellanoleonés fue una de las grandes bases sociales en las que se apoyó el bando franquista y que desde los años sesenta las tierras de la actual Castilla-León sufrieran los mayores cambios económicos de su historia.

Analizan por último los autores las dificultades a las que se ha enfrentado Castilla-León para adaptarse a la nueva situación de Comunidad Autónoma dentro del Estado español.














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