Edición nš 7 - Abril/Junio de 2009

Anécdota de Camilo José de Cela





por Ana Alejandre



Era de todos conocido el carácter de este gran escritor español en el que destacaban las respuestas ingeniosas y aceradas. A continuación se exponen varias anécdotas de este insigne autor de las letras españolas que ilustran sobradamente su talante, así como algunas de sus innumerables citas:


En su etapa de senador de designación real, le sucedió que se quedó dormido en una de las sesiones de la Cámara Alta y fue reprendido por el Presidente:
-Sr. Cela, está usted dormido.
A lo que el aludido respondió rápidamente:
-No, señor, no estoy dormido; sólo estoy durmiendo.
-¿Acaso no es lo mismo? –le respondió el Presidente.
-¡Claro que no es lo mismo!, porque no es igual estar dormido que estar durmiendo, como tampoco es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.



Una vez que estaba en la tertulia del famoso Café Gijón, a la que era asiduo, se le acercó un cliente que le dijo:
-Mire usted, señor Cela, acabo de apostarme mil duros a que soy capaz de tirarle de la barba. Ayúdeme a ganarlos, por favor.
Cela, dando una última calada a su cigarrillo y sin perder la compostura, le respondió impertérrito:
- Mire usted, joven, le voy a decir lo que pierde y lo que gana con su apuesta: pierde usted los mil duros y se gana una patada en los cojones.



En uno de sus muchos viajes a Galicia, su tierra natal, fue invitado a ser entrevistado en la televisión gallega. Cela acudió a la cita de muy buen humor, pero tuvo la mala fortuna de encontrarse ante un entrevistador poco avispado que le preguntó: -Dígame, señor Cela,¿ se considera usted un escritor gallego?
Cela que ya estaba acostumbrado a estas preguntas tontas y queriendo no dejar defraudado al público que esperaba una respuesta rápida y contundente de él, respondió:
-¡Hombre, usted verá! Soy escritor y soy gallego, por lo que debo de ser un escritor gallego, salvo que sea un maricón chino, usted verá…

En relación con la fama que tenía Cela de mostrar siempre un gesto adusto y poco dado a las sonrisas, explicó en una de las muchas entrevistas que concedió:
-No me he dejado entrevistar nunca con una sonrisa, porque no quería despistar a los historiadores del futuro.



Cuando le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, en la rueda de prensa celebrada al efecto, un periodista le preguntó:
-Sr. Cela, ¿le ha sorprendido que le concedieran el Premio Nobel de Literatura?
-¡Muchísimo!, sobre todo porque me esperaba el Premio Nobel de Física –respondió Cela, desabrido.





En una reunión de la alta sociedad a la que asistía Cela, a pesar de su desagrado por ese tipo de actos sociales, tuvo que soportar a su lado a una encopetada señora que le hacía muchos comentarios cursis y vacuos que terminaron por agotar la paciencia de Cela ante tanto bobería ramplona, trufada de falso esnobismo. Harto de tanta tontería, soltó una de esas flatulencias que son propias de vientres tan abultados como los que lucía C.J. Cela. La señora, espantada ante aquel sonido horripilante, se quedó en silencio, lo que aprovechó Cela para acercarse a ella y, sin perder la compostura, le dijo en tono de complicidad susurrante:
- No se preocupe, señora. Diremos que he sido yo.









Citas de C.J. de Cela:





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