Edición 1º - Febrero/Marzo de 2008.
Doce cuentos solitarios
Doce cuentos solitarios
Ana Alejandre
Imagine Ediciones
Madrid, 2007,477 pags
por Julia Saéz-Angulo
La soledad intima y profunda del ser humano, siempre una isla medio del cosmos, parece acendrarse en estos doce cuentos de Ana Alejandre, una escritora que ha sido una grata sorpresa para mí como lectora y quizás pueda serlo para algunos de ustedes. Yo no había leído su primera novela Tras la puerta cerrada, publicada en 2006, por lo que me enfrenté en primer lugar con estos “Doce cuentos solitarios” que participan de una misma óptica, pese a tener tramas, ambientes y protagonistas, muy distintos en edad, género o ámbito social.
Ana Alejandre maneja muy bien la mirada, el monólogo o el soliloquio, en suma, la indagación e introspección interior. Sabe bucear muy bien en el alma humana y descarnarla en una amplia paleta de sensaciones y sentimientos, de apreciaciones y decisiones. Sigue y narra muy bien la corriente de la conciencia.
La escritura de Ana Alejandre tiene la belleza de no decir, sino de mostrar lo que uno ve, mira, piensa o dilucida. No es una escritura obvia sino sutil, elegante, poética, que guarda el misterio de las cosas o vela los hechos para implicar al lector en ellos. Sus historias atrapan la atención a la espera de una decisión de los personajes o un desenlace y, con frecuencia, la autora nos llevan a un derrotero inesperado.
En el relato “Aquel domingo”, la protagonista es la mirada de una niña en una reunión familiar en la que percibe sentimientos, tensiones y otras miradas que tejen la relación de todos los personajes masculinos y femeninos. Algo va a suceder por la situación y los gestos de los familiares. La mirada de la niña lo intuye, va graduando la tensión en una fina escritura. El final que nos ofrece la narradora resulta singular y resuelto en pocas líneas. La descripción de unos hechos y una situación que clarifican aquella inquietud de la pequeña.
En “A orillas de la nada”, un cincuentón sostiene un soliloquio junto a su esposa en una playa. Quiere tomar una determinación pero la duda lo atenaza. Es un personaje algo hamletiano. Ya saben ustedes que fundamentalmente hay cuatro grandes arquetipos literarios: Don Quijote y Don Juan, que son españoles y Fausto y Hamlet, alemán e inglés respectivamente. Muchos de los personajes de la literatura convergen en estos prototipos.
El personaje de “A orillas de la nada” estaría en el arquetipo de Shakespeare, pero un hecho imprevisto real y contundente que se produce en la playa acaba por hacer resolutivo al protagonista. Es una tensión entre la mente y la rotundidad de los hechos. Un suceso que ayuda a resolver la duda.
En Castillos en la arena, la autora describe ausencia y silencios que presagian una doble vida. Al final llega la sorpresa en una situación, unos hechos que nos esperábamos y nos dejan sobrecogidos.
En el relato De tres a cinco” narra un vida de prostitución solapada, una versión verista que trae a la memoria “Belle de jour”. La pulsión del instinto y el deseo, la avaricia... todo ello en una sabia descripción que nos llevan a vislumbrar al personaje, a calibrar su forma de ser, de actuar, sus valores y contravalores.
En El último reducto, uno de los relatos más largos, casi una novela corta de cien páginas, la acción o más bien la conversación de dos hermanas, tras la jubilación de una de ellas está cargada de electricidad latente. Hay un gradual y sutil ajuste de cuentas en la vida de ambas, en el pasado y el lector teme en cada momento el estallido del drama, que la escritora va deslizando en paralelo con el calor y la lluvia que atenazan fuera de la casa. Yo he visto un diálogo teatral en esta obra, auténtica pieza dramática, reflejo como pocos de soledades, en la que el realismo romo, el verismo descarnado, nos sobrecogen por la verosimilitud. Es una narración casi en tiempo real, de manera que uno la imagina con facilidad en la escena. Tiene mucho de realismo español desesperado, de una época relativamente reciente o ¿por qué no?, de ahora mismo. Pocas veces he visto un espejo del paso del tiempo hacia la vejez con tanta fuerza. Es seguramente una de las historias más densas y cargadas del libro de Ana Alejandre, al transcurrir en una casa, casi en una habitación cerrada, en la que el lector acaba necesitando respirar profundamente para aliviar la tensión de la historia. Aquí radica precisamente la expresividad de la escritura de esta autora. Las hermanas del relato de Ana Alejandre han creado su propio infierno y les aseguro que hay momentos en que las llamas parecen devorar al lector.
Ese amargo fruto es una historia de iniciación; de iniciación a la vida de dos jóvenes, en el que la tragedia y el dolor han de ser la experiencia viva del aprendizaje. Una historia de trasgresión y de infortunio, donde se bordea la idea de la vida y la muerte.
En La otra cara de la moneda se aborda el tema de los malos tratos psicológicos en la pareja y su destrucción paulatina como un cáncer destructor y doloroso. El relato se envuelve en una suerte de historia negra en la que hay que desenmascarar al asesino. Todo es lujoso en medio de la riqueza, pero
Los estragos de la fama se exponen en La vieja dama. Un tema de cierta actualidad en el que la defensa de la intimidad exige un esfuerzo de ingenio. Contra la persecución de los mercaderes del corazón que trafican con las situaciones sentimentales de los otros.
Sólo una rosa es una historia sobrecogedora de pausada descripción, donde dos ancianos que se quieren toman una decisión drástica y terrible, después de sopesar lo que tienen a su alrededor que no es precisamente halagüeño. Su razonamiento nos va llevando por un temor que se hace casi un holocausto.
Un desconocido llamó a la puerta viene a ser una fábula moral soberbia sobre el peligro que acecha o puede acechar entre los afectos cercanos, siempre en situación más vulnerable que ante los propios desconocidos.
Y el duodécimo relato Vía muerta, pese al título, es un canto a la esperanza en medio de una historia de soledades de cuatro mujeres de una misma familia. Es un relato bellísimo y profundo en el que las cuatro historias de abuela, madre, tía y nieta se confrontan como en espejos divergentes los avatares de sus vidas y el enfoque diferente con que lo afronta cada una de ellas. (Aquí la medida del amor es amar sin medida, según la cita de san Agustín)
En suma, Ana Alejandre parece recordarnos que nacemos, vivimos y morimos solos; que somos como islas en medio de un mundo poblado de seres humanos, próximos o alejados, que con frecuencia suscriben la máxima del filósofo Jean Paul Sartre de su obra de teatro “A puerta cerrada” de que “el infierno son los otros”. Pero Ana Alejandre da entrada a la voluntad, a la toma de decisiones en la vida y sobre todo a la esperanza. No hay vida sin drama, por eso existen las historias que narran los escritores.
“Doce cuentos solitarios” son la ilustración perfecta de lo que se acaba de exponer.
La escritora ha sabido dar unidad a unos cuentos, que no siempre son un género fácil de unir temáticamente, y ese es el mérito que suele aplaudir la crítica literaria para que un libro tenga unidad y no sea simples jirones dispersos de diversas ocurrencias. “Doce cuentos solitarios” tiene clara unidad conceptual en medio de una variedad de asuntos temáticos y de tramas muy diferentes.
Ana Alejandre sabe desenmascarar en la prosa de la narración: sensibilidades gélidas, indiferencias, torturas mentales, tristezas profundas, desengaños dolorosos o esperanzas consoladoras... soledades en definitiva. Sabe describir a la perfección esas sensaciones de irrealidad que sumergen al ser humano en pozos de abismo. Sabe dar realce literario a vidas romas, existencias apagadas o personajes de apariencia rutilante. Soledades, a veces, de doble vida, de apariencias que son vanas, de amores tornadizos, de abandonos, desamores y compromisos rotos.
Es una gran observadora del lenguaje de la mirada y de los gestos; sabe esculpir las soledades de los hombres y mujeres como islas varadas entre multitudes. La autora conoce bien la psicología humana y lo transmite con elegancia en su narración escrita. Los estragos de la edad, el deterioro de los cuerpos y su mella en los espíritus. En suma, cronos que devora; el tiempo que arrumba ilusiones, proyectos y propósitos.
La escritura de Ana Alejandre es un escalpelo fino que desenmascara y desentraña las situaciones humanas y las hace derivar hacia la sorpresa final o a la salida abierta en una vida que continúa a la deriva, tal y como nos enseñó a hacer James Joyce en su libro de cuentos “Dublineses”.
Todos los escritores bebemos de una tradición literaria; somos deudores de la palabra milenaria del castellano que nos llega a través de la lengua oral y de la literatura. No sé si la autora Ana Alejandre ha leído a Virginia Woolf –supongo que sí-, pero podría decirse que el magisterio de introspección de la escritora inglesa podría latir detrás de su escritura.
Su libro “Doce cuentos solitarios” sube o baja hasta el último recoveco de la mente humana y completa con su presencia el pobre porcentaje de realidad que sólo reflejan los hechos. Ahí radica la grandeza de la literatura, en su capacidad de revelación más allá de la mirada. Ana Alejandre lo logra y, por ello, sólo cabe felicitarla.
La mujer del cuadro, de Cri8stina de J'osh
La mujer del cuadro
Cristina de Jos´h
Editorial Vergara (320 pags)
Madrid, 2007
por Julia Sáez-Angulo
Es la quinta novela de la autora, que narra la fascinación y obsesión de un hombre, Antonio Briceño, por el rostro del retrato de una dama en una pintura ingenuista, lo que le lleva a remover su pasado y reflexionar sobre la vida y el paso del tiempo. La novela ha sido muy bien recibida por los lectores hasta merecer una nueva edición. La obra ha sido publicada por la editorial Vergara.
Cristina de Jos´h nació en Madrid y ha sido una creadora precoz en diferentes facetas artísticas: escritura, pintura y diseño. Su primera novela, “Una muñeca con alma” apareció en 1994 y llamó la atención de la crítica.
La autora cuenta que La mujer del cuadro es un relato que nació en “una de mis crisis de dolor. Tres meses de reposo absoluto. Ahí comencé a recordar otros tiempos de mi adolescencia y una familia, “la de Antonio de Briceño”que, por aquel entonces me fascinó”.
Los argumentos siempre nacen de la vida pero es la escritura, la literatura, la que los transforma de modo artístico en una deseada obra de arte. “Con todos los recuerdos y elementos a mi alcance sobre el personaje, comencé a narrar y a dar cuerpo literario a los protagonistas”, añade la escritora.
Cristina de Jos´h que goza de una mala salud de hierro escribe sus libros en Pelayos, un pueblo madrileño donde tiene una hermosa casa de campo con jardín. En ella se aísla y allí fluye con más facilidad la escritura que en su casa madrileña, otra deliciosa casa unifamiliar en la colonia de San Fermín.
Actualmente prepara una novela cuyo argumento es la lucha de una mujer madura atrapada en una depresión. “Describe la fuerza de la búsqueda por salir de la depresión y el empeño por restablecer la ilusión de volver a la realidad y vivir un presente hermoso, sin el duro fantasma de la enfermedad”, explica de Jos´h.
La pintura ingenuista es otra faceta artística de Cristina de Jos´h, que expuso no hace mucho en las salas de la Casa de Galicia en Madrid. Algunos museos cuentan con obras de esta pintora así como la duquesa de Alba, que cuenta en su colección naïf con un cuadro de Cristina.
Respecto al diseño textil, Cristina de Jos´h creó una empresa y sus trabajos han merecido diversos reconocimientos y premios. En el Museo del Traje en Madrid figuran algunas de sus creaciones así como donaciones de la diseñadora madrileña de trajes de otros modistos.
Contra el feminismo, de Edurne Iriarte
Contra el feminismo
de Edurne Iriarte
Espasa Calpe, 2008
por Julia Sáez-Angulo
Dos obras muy distintas pero igualmente interesantes que abordan el feminismo como fenómeno clave de nuestra sociedad y la política en los dos últimos siglos. Dos reflexiones no siempre coincidentes, pero ambas arrojan luz sobre un tema decisivo para el futuro.
“Contra el feminismo” es el llamativo título de libro de Edurne Uriarte, catedrática de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, en el que considera que el viejo feminismo estancado en el pasado alimenta las mentiras sobre la desigualdad y manipula las causas del escaso poder femenino, al tiempo que fomenta la dependencia y la debilidad, construye mitos sobre el pacifismo y la superioridad biológica o inventa liderazgos alternativos, incluso cultiva la represión sexual de la mujeres. El libro ha sido editado por Espasa.
Una revolución silenciosa, de Jesús Trillo-Figuero
Una revolución silenciosa,
de Jesús Trillo-Figueroa
LibrosLibre
por Julia Sáez-Angulo
“Una revolución silenciosa” es el título del libro de Jesús Trillo-Figueroa, al que añade el subtítulo “La política sexual del feminismo socialista”. En esta obra, el autor, que pertenece al cuerpo de Abogados del Estado, aborda los postulados del movimiento feminista que han ido filtrándose en la mentalidad de la sociedad y las consecuencias indeseables que tiene la imposición de un único modelo de mujer. El autor revela las claves del feminismo y su influencia en la política, la cultura, la familia, etc y propone un feminismo más acorde a la naturaleza humana frente a las abstracciones radicalizadas. El libro ha sido editado por Libros Libres
Trillo alerta de que proponer un modelo de mujer equivocado puede tener consecuencias indeseables a las mujeres, a los varones y a la sociedad en su conjunto por el modo que ello tendría en el modo que tienen las mujeres y los hombres de entenderse y convivir. En su libro se ofrecen las claves del feminismo socialista que ahora está influyendo en la política, la cultura, la ley, la educación, la familia, etc y se hace una propuesta de un feminismo realista, basado en la naturaleza humana misma y no en abstracciones de dudoso valor científico.
Educar a una mujer es educar a una familia, se decía, y educar a las mujeres es educar a un pueblo. Ciertamente hay feminismos de efecto bumerang, fáciles de jalear desde una izquierda demagoga y “progre”. En algunos países del Este se prohibía abortar a la mujer que al menos no hubiera cumplido con el deber social de “reemplazo”. Se sabía que el primer aborto es a la larga un gran trauma para cualquier mujer y un daño para la comunidad. En España se va más lejos que nadie en este campo y se deja que las madres trituren fetos de hasta siete meses con una legislación falsaria e hipócrita que crea un supuesto coladero para hacerlo cuando la mujer quiera, como si eso fuera más humano y justo que la idea de poner límites, que es lo que cabe hacer frente a las conductas de ciudadanos egoístas.
Tanto el libro de Edurne Uriarte como el de Jesús Trillo reflexionan sobre los terribles feminismos que se espolean frente a una verdadera política de igualdad más sutil y exigente a la hora de legislar y establecer medidas políticas a favor de la mujer. N
Antología del cuento grotesco
Antología del cuento grotesco
Colección Austral (259 pags)
Madrid, 2007
porJulia Sáez-AnguloEs una vena del arte. Lo grotesco se incardina con fuerza en la literatura y las artes plásticas de los siglos XIX y XX, aunque se puede rastrear más atrás en nombres como El Bosco, Brueghel, Archimboldo y otros. En la narrativa los nombres se multiplican y Araceli San Juan Otero ofrece una cuidada antología en la mítica colección Austral de la editorial España.
Los nombres de autores seleccionados en el libro son: Hoffmann; Edgard Allan Poe, Nikolai Gogol, Williers de L´Isle-Adam; Benito Pérez Galdós; Leopoldo Alas, Clarín; Franz Kafka; Vldimir Nabokob; Felisberto Hernández; Lezama Lima; William Faulkner y Eudora Welty. Sólo un autor español y se echa de menos alguna leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer. Pero toda antología es subjetiva y conviene respetarla.
Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan escribe una amplia introducción sobre las varias caras de lo grotesco y lo aborda en la historia y en teóricos contemporáneos como Mijaíl Bajtín y Wolfgang Kayser.
“Lo grotesco tiene que ver con cómo percibimos la realidad, pero dichas percepciones son, en su mayoría, por no decir siempre psicológicas”, dice Santiago Rodríguez. Se demora en la explicación de las representaciones psíquicas del artista y recuerda que de ello escribieron Sigmund Freud o Carl G. Jung. Lo “ominoso” de que hablara el psiquiatra vienés. El mundo de las sombras, de los sueños, de las pesadillas...
“No debemos asociar –lo grotesco- en exclusiva con lo delirante o con lo demoníaco como a veces algunos han hecho. Es un modo que se caracteriza por la distorsión de la realidad, aunque esto no significa que tenga que haber una deformación física en todos los casos, ya que en ocasiones dicha deformación no es tanto física como anímica o de percepción”, añade.
Uno de los motivos preferidos por los autores de los grotesco es el carnaval o las fiestas que son trasunto suyo, como lo hizo Goya. Hogarth y Daumier fueron también artistas de lo grotesco y más adelante los surrealistas y expresionistas.
Entre lo terrible y lo gótico y no en el sentido cómico aunque en sus obras haya una risa mordaz y soterrada. Para de lo grotesco hoffmaniano enlaza con la fantasía”, señala la introducción.
“Lo más destacado del Romanticismo es su unión con lo gótico (en un sentido muy amplio) y su apertura a connotaciones que tienen que ver con la figura distorsionada, aquello que no es natural, lo que tiene un origen y forma salvaje y, en especial, el matiz que incorpora de temeroso o terrible”, señala Santiago Rodríguez.
El monstruo de Frankestein de Mary Shelly; Drácula de Strocker; los dibujos de Blake; los carnavales de Mateos; los burgueses de Gras... Lo ácido, crítico, lo real-maravilloso, el realismo mágico... todo ello participa de algún modo de lo grotesco. Venimos de lo desconocido y de la sombras... El mito de la caverna de Platón y los mitos grecolatinos también contienen la deformación y el horror para el hombre.
Lo grotesco nos ayuda a exorcizar miedos y temores, nos hace niños y nos ayuda a expulsar adrenalina.
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