Edición nº 9 Octubre/Diciembre de 2009

El animal piadoso

La gran trilogía Gregor von Rezzori Anagrama. Panorama de narrativas Barcelona, 2009 (893 pags)

(Narrativa)

El animal piadoso
Luis Mateo Díez
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
Barcelona, 2009 (349 pags)


Julia Sáez-Angulo La novela ha sido tan bien recibida que ha merecido una rápida segunda edición. El animal piadoso es el comisario Samuel Mol que busca en un crimen cometido hace 14 años, que quedó sin resolver. Todo comienza tras un funeral al ver a Elicio Cedal, un hombre en un asilo sobre el que cayeron en su día las sospechas sin que se llegara a deducir nada definitivo. No se trata de una novela policiaca al uso, sino de un thriller psicológico, donde la intriga se da en el pensamiento del protagonista al que va siguiendo el lector con verdadero interés.
Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) es académico de la RAE y ha creado un mundo literario fascinante en torno a Celama (2003), un territorio entre desaparecido y olvidado, en torno al cual pivotan tres novelas. Narrador impenitente de historias, ha compilado todas ellas en El reino de los cuentos (2003). Los frutos de la niebla (2008) es otro libro que culminaba Las fábulas del sentimiento.

El animal piadoso permite al autor el rastreo de conciencia de un personaje crepuscular, así como el de su antagonista. Es la incertidumbre y la duda sobre la culpabilidad y el perdón lo que lleva a las divagaciones del personaje. El libro es una fábula moral y requería un personaje relacionado con la visión y exposición del mal: un comisario. “Toda gran novela es un callejón lleno de gente desconocida”, dice Irene Nemironsky, esto se hace siempre verdad en los libros de Mateo Díez, especialmente en su última novela.

Elicio Cedal es “un sospechoso recóndito” que, con su presencia, desencadena el pasado enterrado e indagado sin éxito por el comisario Mol, un hombre que ha avistado el mal en el mundo del crimen y sobre todo en el mundo delictivo del menudeo. Su condición de hombre perseguidor le ha llevado a dudar de que el culpable acabe teniendo su merecido. La constatación de culpabilidad es un camino de desgracia, por eso él actúa con una comprensión piadosa o al menos con tramos misericordiosos. En más de un caso ha concedido el perdón y de ahí su falta de sosiego en los ecos fantasmales durante los momentos tardíos de su jubilación en que transcurre la narración. Sabe también que los jueces no siempre aplican las leyes con equidad ante los hombres.

Una atmósfera envolvente
La novela va despertando la conciencia del protagonista Mol en un desarrollo analítico y ameno, con una hermosa prosa teñida en todo momento de cierto humor con retranca. Todo se produce en un breve espacio de tiempo, alargado por el pensamiento de los personajes.

Mateo Diez ha creado dos protagonistas muy definidos e inolvidables, que abren la mirada al mal sin dejarse tragar por el abismo. La trama argumental es concentrada y la escritura nos envuelve en una atmósfera de esa “ciudad del hombre”, que señalara Canetti, en este caso de Armenta, por donde Mol pasea y reflexiona, recuerda y expurga. Una novela con poso lírico por la interiorización poética del discurso.

El autor, que se confiesa admirador de Simenon, declara que aunque la suya no sea una novela policiaca o negra, admira este género, clave en la literatura del siglo XX, especialmente en la vertiente de sus clásicos como Dashiel Hammet o Salinger.

Dos retos en la Real Academia Española

Como académico recuerda la gran obra sobre la Gramática Española que está llevando a cabo la RAE, “incluso ha estado trabajando todo este verano para que esté lista en el próximo Congreso de Academias de la lengua Española que tendrá lugar en marzo de 2010. Es un proyecto ambicioso porque se trata de la primera vez que se aborda una gramática española en común”.
Respecto a la poca presencia de mujeres escritoras en la RAE, Mateo Diez señala que “hay una conciencia clara y contundente de que esto tiene que cambiar y estoy seguro que se va a corregir en los próximos años porque la sensibilidad va por este derrotero”.

La gran trilogía

(Narrativa)

La gran trilogía

Gregor von Rezzori
Anagrama. Panorama de narrativas
Barcelona, 2009 (893 pags)

LA GRAN TRILOGÍA DE GREGOR VON REZZORI

Julia Sáez-Angulo

Nadie ha narrado como él lo que fue la caída del Imperio Austro-húngaro al que perteneció su país, la Bucovina y el paso a otra época distinta. Gregor von Rezzori (Czernovitz, 1914- Toscana, 1998), un aristócrata rural que vio desintegrarse un mundo y renacer otro que no tenía la hermandad y fraternidad de un Imperio en el que quizás, una vez en la vida, se veía pasar la figura del Emperador, como una sombra sagrada e irreal.

La editorial Anagrama en su colección Panorama de narrativas ha publicado las tres novelas más representativas del autor bajo el título de “La gran trilogía”: Un armiño en Chernopol; Memorias de un antisemita y Flores en la nieve. Todas ellas guardan numerosas experiencias biográficas, si bien la segunda es quizás la más cercana a su propia vida. Un niño que crece en la vieja idea del cordón umbilical del Sacro Imperio Romano de Carlomagno, del Imperio Austro-húngaro, como algo inherente a su ser, su familia, su historia… lo que no obsta para que tenga sus contactos con niños judíos y amores con mujeres judías. Pero a la hora de elegir y entender la persecución germánica los ciudadanos de origen hebreo, toma una posición mental muy particular a favor de la gran Alemania y la superioridad de la raza blanca y cambia las tornas cuando ve la invasión de Austria por Alemania. Su padre no puso soportar la cara de Hitler en el periódico como invasor del territorio.

Cuando los pueblos no están sujetos a un Imperio los hombres se pelean entre ellos, piensan algunos. Eso explica que hayan de estar siempre bajo la férula de la pax romana de Augusto o la pax americana del siglo XX. Los sucesivos Imperios, inglés, francés, austro-hungaro, soviético y USA han apaciguado pueblos –por no decir tribus belicosas. Hoy en día es la Alianza Atlántica es la que consigue pacificar pueblos como los Balcanes o Afganistán. Esa es también la idea que de modo irónico sostiene Rezzori.

La Bucovina, un territorio extraño

Tengo metida la Babel del Imperio austro-húngaro escribe Rezzori, una tierra en la que se hablaba alemán, rumano, yidish, polaco, magiar, ucraniano, gitano… Manejó un pasaporte rumano que le sirvió para no enrolarse en el ejército. Resulta divertida la descripción de su ciudad y su país como sucesivo territorio “ex” de numerosas situaciones políticas que pasa por Turquía o Austria. “Czernowitz es ahora Ucrania, peo era entonces la Bucovina, y la Bucovina quedaba en la Rumanía, y Rumanía no existía, sino que pertenecía al imperio austro—hungaro” es el fragmento que puede leerse junto a la pirámide en la Toscana en la que se esparcieron sus cenizas. Rezzori se caso en Italia con Beatrice Monti della Corte, una mujer que lo hizo feliz y lo acompañó en su vida de hombre exquisito.

Creía en la gran Alemania y temía a los judíos con los que, por otro lado, se había relacionado siempre. La llegada de Hitler y la invasión de Austria cambiaron sus posiciones. Las contradicciones del autor sobre su origen, posición, vida, Imperio… han dado lugar a su gran desarrollo literario con un mundo propio lleno de sutileza y elegancia. Al fabular se narra a sí mismo en una geografía y momento histórico que le resultaron familiares.

Hermosa la escritura para narrar y describir personajes. La crítica ha comparado a Rezzori con autores de la talla de Joseph Roth y Robert Musil. Fue ganador de prestigioso premio Fontane por su novela Un armiño en Chernopol, que versa sobre la Europa de entreguerras. Rezzori ha creado un mundo literario en un corpus de libros que nadie debiera perderse, así como filmografía como director y actor.

Campo de eneldos

(Poesía)

Campo de eneldos
Carmen Estalricht
Editorial Point de Lunettes
Sevilla, 2009 (70 pags)

EVOCACIÓN DE ITÁLICA, AMOR POR ADRIANO

Julia Sáez-Angulo


Unido a la serie de autores que han cantado y exaltado las ruinas de Itálica, la poetisa Carmen Estalricht ha escrito un bello poemario, a modo de dietario personal durante el año 2008, en el que da cuenta de sus emociones y sentimientos por unas ruinas de antiguo esplendor y por los personajes históricos que a ellas refiere, principalmente al emperador Adriano, con el que establece una voz impostada de obsesión o de amor.

Manuel García, en una interesante introducción, se refiere a „los antecedentes de Carmen, también sevillana, en los asuntos de Itálica. La más conocida es la Canción a las ruinas de Itálica de Rodrigo Caro („Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora / campos de soledad, mustio collado…“), que es una melancólica recreación ante las ruinas de pasado esplendor en comparación con Troya: todas las grandezas antiguas son „hoy cenizas, hoy vastas soledades“.

Varios autores, especialmente hispalenses, han abordado el tema de las bellas ruinas de la vecina romana de Sevilla: Arguijo, Francisco de Medrano, José Marchena… A ellos se ha sumado Carmen con un libro unitario, una ficción literaria „contenida en el estilo y sin alardes métricos ni retóricos“.

La misma autora justifica el momento: „volviendo una mañana hermosa de domingo a la Itálica serena de mi / infancia /para admirar sin sombras clandestinas el origen divino de falsas / escayolas. El taller era el monte y los paisajes, junto a una luz crepuscular y tenue que poblaban perfiles del pasado entre piedra y ciprés“.

„Me imaginé a las ninfas serenas, a mis faunos burlones y unas alegres diosas sonriéndoles a los niños al paso del cortejo“, sigue explicando Carmen Estalricht. „Todos ellos libres, altivos, con la mirada limpia de inmundicia, entre acordes de pífanos… Y fui cada domingo a esa tierra querida como al oráculo de un dios benefactor y amigo“.

En suma, una poesía de añoranza del tiempo clásico, una nostalgia y elegía, una caída en trance. „Tú estarás con Hefastión atravesando el Ponto. / Itálica, dormida nos vigila. (…) Me atormenta el final pero te dejo. /Este cuerpo que tengo me responde / que siempre el tiempo avanza inexorable./ El te hablará de Aquiles y Alejandro, de Patroclo, de Antinoo y de Perseo… Yo de un final de mes y de un sustento, de la cola de un cine, de algún escaparate…/ Vibia Sabina llora“.

Bello poemario en un juego de ambigüedades y brillos „donde nunca es casualidad que un espejo refleje nuestro rostro, tampoco que un poema, una visión, un sueño nos delate, nos exhiba y desnude sin querer, o queriendo“, como escribe la autora en la justificación de sus versos.

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