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El acto de matar
El acto de matar
Una imagen del documental" El Acto de matar"
José Luis Muñoz
Existe un auge del cine documental en los últimos años que se corresponde con un interés por parte del público y una voluntad de los documentalistas por renovar un género que, en ocasiones, está encorsetado por una rigidez formal. Este tipo de cine que huye de la ficción gana adeptos y es, además, un eficaz instrumento de denuncia social cuando su realizador se lo propone. El cine documental siempre existió, incluso antes del de ficción (las primeras películas de la historia del cine, La salida de los obreros de la fábrica y La llega del tren, de los hermanos Lumiere, eran documentales) pero no ha tenido, hasta el momento presente, el prestigio y la relevancia que se merece este género habitualmente recluido en las cadenas de televisión.
Estos días está en cartelera un insólito documental que denuncia un espantoso genocidio no muy conocido en sus días. En el año 1967 el general Suharto, tras dar un golpe de estado en Indonesia, el país musulmán más poblado del orbe, lanzó un progrom contra el poderoso partido comunista de las islas. Matones a sueldo, paramilitares y policías pusieron en práctica la orden y en un año fueron exterminados un millón de personas acusadas de pertenecer al partido comunista o bien ser simpatizantes de su ideología. Ese acto de barbarie, como muchos otros, al no tener una cobertura mediática e inscribirse dentro de la guerra fría que libraba Estados Unidos contra el bloque comunista, no fue muy conocido. Nada hizo la comunidad internacional por evitarlo.
Joshua Oppenheimer, un realizador que es hijo de una víctima del Holocausto, el mayor crimen en masa de la humanidad, ha realizado sobre esa matanza execrable una obra cinematográfica de una intensidad tal que deja anonadado al espectador. Oppenheimer tiene la habilidad de convencer a los antiguos verdugos para que expliquen a cámara lo que hicieron y lo escenifiquen para una supuesta película, y los matones de antaño, ahora gente de edad, alardean ante el director, sin el más leve atisbo de arrepentimiento, de los crímenes que cometieron y por los que no fueron castigados.
El acto de matar, que ese es el título explícito de esa película necesaria, expone, mediante un documento cinematográfico que a veces puede resultar jocoso, por la torpeza interpretativa de los matarifes convertidos en actores, o kistch (sus números musicales son antológicos en ese sentido) lo peor de la condición humana, lo más execrable de ella, para que tomemos nota de lo que el hombre puede llegar a ser cuando se levanta la veda y el depredador que llevamos dentro se convierte en un cazador sin entrañas que obtiene del asesinato un placer ancestral. La ausencia de remordimiento de ese grupo de asesinos indonesios que visten como vaqueros del Far West y acarician las cabezas de sus nietos, es muy similar a los de los verdugos del Holocausto que cometieron sus crímenes ayudados por la ausencia de empatía hacia sus víctimas: los judíos no eran personas como ellos; los comunistas indonesios no merecían vivir.
La humanidad está llena, por desgracia, de hechos execrables, como los que el realizador de esta película muestra. El hombre sigue siendo un lobo para el hombre cada vez que los gobernantes de los países, por oscuros motivos, lo han llevado a la guerra. El genocidio nazi fue, sin duda, el hito más notorio y monstruoso, pero no podemos olvidarnos de las interminables purgas de Stalin, las atrocidades cometidas por los khmer rojos en Camboya, el genocidio de Ruanda, que no se quiso evitar, o la fratricida guerra de Yugoslavia.
El acto de matar es, sin duda, una de las películas más negras que recuerdo haber visto en los últimos tiempos y tiene la virtud de introducir la ficción, mediante esa falsa película que creen rodar sus protagonistas, en el documental. Una película tan incómoda como necesaria cuyas imágenes transgresoras se lleva el espectador impresas en la retina.
*José Luis Muñoz es escritor. Sus últimos libros publicados son Patpong Road (La Página Ediciones, 2012), La invasión de los fotofóbicos (Atanor Ediciones, 2013) y La doble vida (Suburbano Miami, 2013). Acaba de publicar El secreto del náufrago (Ediciones del Serbal, 2013)
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