Editanet, Espacio  Literario y Artístico

Usted está aquí:  >>> Notas históricas 

Protagonistas de la Historia

 

Haga clic aquí para obtener acceso a la Galería.

 

Los infantes de Aragón

Laura López-Ayllón

LOS INFANTES DE ARAGON, LA ALTA NOBLEZA CASTELLANA DEL SIGLO XV

HIJOS DE LEONOR DE ALBURQUERQUE “LA RICA HEMBRA” Y FERNANDO DE ANTEQUERA, TAMBIEN LLAMADO EL HONESTO.

ERAN EN CASTILLA MAS PODEROSOS QUE SU REY, JUAN II, SU PRIMO.

JORGE MANRIQUE LOS PONE COMO EJEMPLO DE LA SITUACION EN LAS COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE

¿Qué se hizo del rey Juan?
Los infantes de Aragón
Que se hicieron
¿Qué fue de tanta invención
Como trajeron?
Las justas y los torneos,
Paramentos, bordaduras
Y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿Qué fueron sino verduras
De las eras?

¿Qué se hicieron las damas,
Sus tocados, sus vestidos,
Sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
De los fuegos encendidos
De amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
Las músicas acordadas
Que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
Aquellas ropas chapadas
Que traían?

(Actualización de José María Valverde)

Los hijos de Fernando de Antequera y Leonor de Alburquerque, criados en España con muchas propiedades, recordemos la fortuna de su madre, la “rica hembra”, fueron luego reyes y altos personajes de Aragón cuando Fernando de Antequera fue elegido Rey en el Compromiso de Caspe, pero no por eso dejaron de actuar en Castilla.

Eloy Benito Ruano nos dice en su estudio sobre los infantes que la Corte de su primo Juan II de Castilla fue para ellos un coto permanentemente abierto a sus audacias y que Castilla pagó caro sus actitudes por sus psicologías y por la tolerancia del rey de Castilla, Juan II. Su rivalidad con el hombre fuerte de la corte, Alvaro de Luna, ensangrentó durante años la meseta castellana.

Los hijos de Fernando de Antequera y Leonor de Alburquerque fueron:

---Alfonso, luego rey de Aragón como Alfonso v el Magnánimo.
---Pedro, duque de Notho.
---Enrique, maestro de la orden de Santiago.
---Leonor, casada con Eduardo, futuro rey de Portugal.
---María, que sería reina de Castilla por su matrimonio con Juan II de Castilla.
--Juan, que será Juan II de Aragón, futuro padre de Fernando el Católico
---Sancho, maestre de la orden de Alcántara.

Estos hermanos representan en cierto modo el paso de la Edad Media al Renacimiento en los palacios, en los que existió una rigidez de la etiqueta, que llegó a alcanzar rigor de rito o ceremonial, al mismo tiempo que hacían manifestaciones renacentistas en las artes, las letras y la sabiduría.

El Renacimiento se puede ver por ejemplo en el hijo mayor, Alfonso V de Aragón, que imitó a los emperadores romanos e hizo derribar un tramo de la muralla de Nápoles para que pudiera pasar un cortejo adecuado.

En sus hermanos contrasta la violencia en los torneos con el ambiente de los salones, donde se empleaban vajillas magnificas, trajes y bailes mientras sonaban trompetas, ministriles o atabales.
En el aspecto amoroso, los infantes llegan a protagonizar aventuras como la de Enrique, que amenazó con derribar un convento si no dejaban salir a su prima la infanta Catalina, a la que pretendía.

En primer lugar es necesario conocer al padre, Fernando de Antequera, porque ayudado por la fortuna de su esposa “la rica hembra”, fue elegido en 1412 rey de Aragón en el compromiso de Caspe por diputados de las cortes de Aragón, Cataluña y Valencia. En Caspe se valoró mucho la actuación que el personaje había tenido como regente de Castilla en La minoría de su sobrino, el futuro Juan II de Castilla, junto a su madre Catalina de Lancaster.

Fernando de Antequera, que estuvo poco tiempo en el trono, reorganizó la hacienda real, tomó medidas para consolidar el poder de la oligarquía urbana y para paliar la crisis económica, pues en aquel momento se habían encarecido productos como el trigo. Además viajó por todo el reino para conocerlo a fondo y tomar medidas para sus problemas, aunque su temprana muerte a los treinta y seis años no le permitió ver los resultados.

Además la corte de Fernando de Antequera estuvo siempre abierta a los influjos provenzales y levantinos que llegaban por tierra y mar. Además concedió su favor a un consistorio de gay-saber fundado en Barcelona por Juan I de Aragón con trovadores traídos de la Escuela de Tolosa en 1390.

Eloy Benito Ruano nos cuenta que la Corte de Juan II fue para sus primos los infantes de Aragón un coto permanentemente abierto a las entradas y al saco de sus audacias y que Castilla pagó caras sus actitudes, al ser propietarios tan importantes de su territorio.

En estas incursiones chocaron a menudo con el hombre fuerte del reino, Don Alvaro de Luna, y estos enfrentamientos ensangrentaron la meseta. En una ocasión, en la que los infantes pidieron el alejamiento de Alvaro de Luna, llegaron a tener de su parte las ciudades de Toledo, León, Segovia, Zamora, Salamanca, Valladolid, Avila, Burgos, Guadalajara y Plasencia, además, tuvieron con ellos al Príncipe heredero y a la reina de Castilla, su hermana, que se conformó con sus hermanos en lugar de con su marido.

En uno de estos enfrentamientos el infante Enrique falleció como consecuencia de unas heridas producidas en Olmedo. En esta ocasión la victoria fue de los castellanos y los infantes perdieron, según cuenta en su estudio Eloy Benito Ruano, sus banderas y sus fardajes y tuvieron que refugiarse en Aragón, dejando en el camino 37 de sus hombres y a otros muchos malheridos y muertos después.

Toda esta forma de luchar tiene, según Benito Ruano, dos vertientes, pues aúna la faceta cristiana medieval con otra forma en la que ya no existe la finalidad anterior de reconquista, sino que carece de motivación que lo justifique.

Se trata de la caballería que aparece como una pérdida progresiva de la autenticidad de los valores “heroicos”, que corre paralela a una intensificación de todas sus manifestaciones accesorias. Se convierte en una farsa, una ficción gigante, con lenguaje y claves de interpretación convenidos por todos los participantes, pues tienen un sentido dramático y teatral. Su artificiosidad se refleja en lo barroco del aparato escénico y en el valor que dan a la simbología de sus escudos y divisas, además de un difícil protocolo de los juegos de armas.

Como ejemplo tenemos los esponsales de la Infanta Leonor, de camino entre Aragón y Portugal, en los que se celebraron en Valladolid torneos¸ danzas, banquetes y representaciones, todo organizado por los infantes, el Rey y el Condestable.

El infante Enrique montó en aquella ocasión una representación de “Paso” parecido al que se mantendrá después en el Paso de Quiñones, y para ello se montó un castillo almenado de maderas y lienzos con doncellas en las torres y portón de entrada.

El monarca de Navarra apareció pocos días después montado en un magnífico alazán colocado en una fingida roca encima de una carroza rodeado por hasta cuarenta jinetes que realizaban ejercicios, pero en los que no se sabía que se admiraba más, si la pericia que demostraban o la riqueza de los arreos de caballeros y cabalgaduras.

Estos torneos festivos demuestran como la ficción guerrera satisfacía el imperialismo militar de la época. En las fiestas que cerraban las celebraciones es donde se encuentran las vestiduras de las que nos habla Manrique como paños franceses, armiño y cibelinas en los caballeros y brocados y “ropas chapadas” en las damas.

Esta sociedad comía según lo establecía el “El arte Cisoria” de don Enrique de Villena, pero comía guardando una etiqueta rígida y un ceremonial, al mismo tiempo que en el ambiente de un palacio nacían también las manifestaciones renacentistas de artes, letras etc….

El ambiente medieval perdura en las justas poéticas, o encuentro en el que se enfrentan los poetas llamado ”requesta o justa poética”, un encuentro incruento en el que los troveros competían en agudeza y rapidez versificadora por ganar una corona de laurel y rosas y una bolsa de doblas (moneda de la época). Hasta 190 poetas de estas justas han sido perfectamente identificados y datados y que pertenecían desde la Majestad de la Corona hasta miembros de otras clases sociales (donceles, pajes, mozos de espuela, juglares y hasta hijos de mozos de espuela)

En cuanto a las vidas personales, destaca la del infante don Enrique, de permanente e insaciable ambición, alborotador y en perpetua rebeldía. En su búsqueda de poder utilizó los procedimientos más extremos aunque no fueran lícitos como ocurrió con su amenaza de tirar el convento donde se refugiaba la infanta Catalina.

 

 

LEONOR DE ALBURQUERQUE, “LA RICA HEMBRA”

LEONOR DE ALBURQUERQUE, “LA RICA HEMBRA” (1374-1345)

Leonor Urraca Sánchez de Castilla, III condesa de Alburquerque, nació tras la muerte de su padre, el infante don Sancho, (hermano de Enrique II de Castilla) en Aldeadávila de la Rivera el año 1374.

A los siete años perdió también a su madre Beatriz de Portugal (hija de Pedro de Portugal e Inés de Castro) y fue llevada a la corte de su primo Juan I de Castilla donde encontró cariño y fue conocida como “la rica hembra”.

El apodo “rica hembra” se debe a sus grandes posesiones en Castilla, La Rioja y Extremadura y a ser señora entre otras villas de Haro, Briones, Ledesma, Alburquerque , y otras como Medellín, Montealegre, Carvajales, Behorado¸ Cerezo, Tiedra, Ampudia, Castromonte y Villalva del Azor.

Además de sus posesiones, Leonor era lo que hoy diríamos guapa y tuvo varios pretendientes, pero se decidió a propuesta del Arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, a casarse con Fernando, (de Antequera) el segundo hijo del rey varios años más joven que ella. El matrimonio funcionó y no se conocen hijos ilegítimos de su marido.

La boda de tía y sobrino, concertada en las cortes de Guadalajara, se celebró en 1393 en Madrid, aunque la consumación tuvo que esperar un tiempo por la edad del novio, trece años aunque la novia contaba ya con 19.

El matrimonio residió en Castilla, donde a la muerte de su hermano el rey Juan, Fernando ejerció la regencia del reino junto a Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I durante bastante tiempo.

Fernando y Leonor tuvieron dos hijas, Leonor y María, reinas de Portugal y Castilla, y cinco hijos, dos de ellos reyes de Aragón –Alfonso y Juan. Para otros dos obtuvo maestrazgos y así Sancho, siendo un niño, obtuvo el maestrazgo de la Orden de Alcántara y Enrique el de Santiago a los diez años.

Su marido, conocido por Fernando de Antequera,(tomó esa plaza), fue nombrado en 1412 rey de Aragón en el Compromiso de Caspe y Leonor de Alburquerque fue coronada con su marido en Zaragoza en una ceremonia que dicen algunos fue en gran parte posible gracias a su fortuna personal. Posteriormente intervino activamente en el gobierno hasta la muerte de su marido varios años después.

En 1415 el hijo mayor, el infante Alfonso, casó con María de Castilla y aunque Leonor de Alburquerque no pudo asistir, envió a la novia una dote de 200.000 doblas castellanas.

En aquellos años Leonor vio morir a su alrededor, además de a su marido, a su hijo Sancho y a su cuñada Catalina de Lancaster, reina de Castilla.

Tras la muerte de su marido volvió a Castilla con objeto de apoyar a su hijo Enrique que reivindicaba las tierras heredadas de su padre el infante Sancho.

En 1430 fue acusada por Juan II de Castilla de ayudar a sus hijos Enrique y Juan que se habían rebelado contra él y encarcelada por el rey castellano en el monasterio de clarisas de Tordesillas.

Cinco años después sus hijos fueron derrotados y Leonor se entrevistó con el rey para conseguir una tregua y para negociar la situación de sus hijos, pero cinco meses después Leonor falleció antes de que se hubiera alcanzado un acuerdo definitivo el 16 de diciembre del año 1435.


 

 

Los textos, videos y audios de esta web están protegidos por el Copyright. Queda totalmente prohibida su reproducción en cualquier tipo de medio o soporte, sin la expresa autorización de sus titulares.
Editanet © Copyright 2013. Reservados todos los derechos