Edición nš 10 - Enero/Marzo de 2010
Fragmentos y citas de F. Ayala
TU AUSENCIA
Y ahora que ya todo ha pasado, aquí me tienes: solo; sin ti. En un mundo vacío. Quiero escribirte –pobre remedio a la ausencia- y lo que te escribo es: “sin ti, mi amor, el mundo está vacío”; una frase, que también ella sonará a hueco. Pero ¡qué hacerle! La intensidad del sentimiento tiende a producir frases grandilocuentes, floraciones retóricas que pronto se mustian y –como la vida misma- terminan por convertirse en una burla del sentimiento que las produjo, cuando quizá lo que a uno le llena de tan dolorosa felicidad amenazando saltar las cuerdas del arpa dentro de su pecho, esto que tú y yo llamamos amor, acaso sea algo tan sencillo como el deseo de estar siempre juntos, y la capacidad de estarlo: juntos día y noche, noche y día, sin notar que el tiempo pasa; y en efecto, haber suspendido el tiempo, excluirlo de nuestro círculo, y estarnos mirando el uno en el otro como dos tontos. Ahora que el círculo se ha roto, y tiendo mi mano sin encontrar la tuya, y mis ojos asustados tropiezan y se golpean en las cosas y no aciertan a dar con esa profundidad de tu mirada donde quisieran hundirse, y siento que estoy solo en un mundo deshabitado, me pregunto cómo ha podido aquel mundo hermoso vaciarse así tan de repente. Tu amor no se ha extinguido; el mío sigue ardiendo con furia, aún cuando lo que era felicidad dolorida se haya tornado a la distancia en dulce sufrimiento. Volveremos a reunirnos –lo sé- y, otra vez el uno en el otro, nuestro abrazo mágico se cerrará de nuevo. Pero entre tanto me pregunto yo: ¿Cómo ha podido de pronto –si ello no es una frase retórica- quedárseme tan vacío el mundo? Creo en ti; tengo el amor, y tengo la esperanza. ¿Qué será, pues lo que tanto me falta? Y descubro entonces...No, no es algo que pueda expresarse con palabras grandiosas o solemnes, pues en verdad se trata de meras nimiedades, de tonterías. ¿Sabes qué? Es, por ejemplo, el haber observado que al bajar de nuestro cuarto te miras en el espejo de la escalera, y llamarte presumida, y comprobar que a la vez siguiente evitas con cuidado el espejo. Es el sentir que, dormida sobre mi pecho, me oprime tu mano si, aún con la mayor suavidad, intento moverme. Es el echarnos a andar después de haber repasado minuciosamente la cartelera de espectáculos para decidir a qué cine iremos esta tarde y una vez fijado nuestro plan, sentarnos acaso en un banco del paseo, o en una confitería, y dejar que la tarde se nos vaya sin hacer nada. Es el estar esperando yo que vengas a tomar el café del desayuno y –con mi impaciencia de siempre- decirte, mientras desprendo la punta de mi croissant, que el café se enfría, “ya voy”. Es contemplarte cuando, con una atención muy concentrada, te pones crema en la cara o trazas una sombra en tus ojos, y llamarte “payasita mía”, y ver cómo finges tú enojarte de que te haya espiado a través del espejo. Es adivinarte los pensamientos; es saber que tú estás adivinando los míos; y reírnos a la vez sin habernos dicho nada; es acariciar con la vista y con la mano esa curva de tu espalda cuando te inclinas para vestirte; es buscar juntos en la alfombra el alfiler que se te ha caído; es gozar contigo de tanta paz bajo aquellos árboles del parque, o en el puente del río, o parados ante la vitrina de una bisutería; es...Sí, eso es lo que me falta; y con faltarme eso me falta todo. Tonterías, quién lo duda; pero sin ellas el mundo que alrededor gesticula, discursea, se agita lleno de atentados, de reivindicaciones sociales, de accidentes, de programas, es para mí tan sólo una lejana e incolora fatasmagoría.
CITAS
"Cuando la tierra le expele a uno... Aunque allí nos acogieron con los brazos abiertos. Eso no me ha herido. Le doy a la patria un valor accidental, no es algo que afecte a la esencia de la persona, sino a su circunstancia"....
La avaricia es la más desinteresada de las pasiones, ya que exige una abnegación, a veces, de magnitud heroica.
La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente, quien, aunque otra cosa crea él, no siempre está asistido por serios aparatos de consejeros.
La novela es un género sin forma, porque en ella cabe todo.
La patria del escritor es su lengua.
Las conductas humanas ligadas a la condición natural son, en el fondo, inmutables.
Los ceremoniales puntillosamente regulados pueden en su exceso constituir trabas nocivas para el desenvolvimiento humano.
Los intelectuales somos muy reaccionarios, y son más reaccionarios los que presumen de progres.
Nada debe turbar la ecuanimidad del ánimo; hasta nuestra pasión, hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados.
Nunca debe turbar la ecuanimidad de ánimo; hasta nuestra pasión, hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados.
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