Edición nº 10 - Enero/Marzo de 2010

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El auto de Navidad de Gómez Manrique (s. XV)

El Auto de Navidad de Gómez Manrique (s. XV)
Este año se representa en la Catedral de Toledo el sábado día 26 de diciembre

porJosé María Gómez Gómez

La „Representaçion del Nasçimiento de Nuestro Señor“, el célebre Auto de Navidad del corregidor toledano Gómez Manrique, considerado por filólogos e historiadores primera pieza completa de la historia del teatro español (último tercio del siglo XV), empezó a ser representada en Toledo hace veinte años por el Grupo „Pastores de Parrillas“, según arreglos y dirección de José María Gómez, miembro de la Cofradía Internacional de Investigadores y de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Desde entonces, no ha dejado un solo año de representarse. Jóvenes y mayores de ese pequeño y entrañable pueblo toledano que es Parrillas, con sus cantos, danzas, zambombas, hierros y caldero, han contribuido a lo largo de los años a que no decaiga el encanto y la delicadeza de los versos que hace más de quinientos años escribió en Toledo Gómez Manrique.
La Cofradía Internacional de Investigadores, con la imprescindible colaboración y patrocinio del Ayuntamiento de Toledo, se interesó vivamente en la obra de cara a la conmemoración del V Centenario de Isabel la Católica y propició su representación en la inigualable iglesia de San Juan de los Reyes.
Para la prestigiosa Cofradía el Auto de Navidad de Gómez Manrique sirvió para abrir y cerrar las conmemoraciones del centenario isabelino (años 2003 y 2004) y continuar en los años siguientes (2005, 2006, 2007 y 2008). En el presente 2009 el Cabildo de la Catedral de Toledo aspira a institucionalizar la obra como uno de los múltiples aspectos y atractivos de la toledanidad, es decir, de la esencia histórica de Toledo. Ya no se concibe la Navidad en Toledo sin la „Representaçión...“ de Gómez Manrique, el Auto de Navidad por excelencia. Pieza anterior, como texto literario, al Misterio de Elche, la obra de Gómez Manrique es llamada ya con toda justicia „Misterio de Toledo“.
Aunque la pieza de Gómez Manrique es del último tercio del siglo XV, ciertos textos conservados avalan la existencia de la tradición teatral medieval en Toledo desde muy antiguo. Un fragmento del llamado „Auto de los Reyes Magos“ es fechado en el siglo XIII, o finales del XII... Alfonso X el Sabio, en la primera de las Siete Partidas, menciona la costumbre de las representaciones piadosas „que mueven a los omnes a fazer bien e a aver devocion en la fe“... La obra de Gómez Manrique es heredera de toda una tradición toledana y se constituye en la primera pieza completa del teatro castellano.
Otro rasgo singular es su franciscanismo, es decir, su evidente referencia cristiana a la tradición franciscana del espíritu y del misterio de la Navidad. Gómez Manrique escribe los conmovedores versos de su obra pensando en una comunidad de monjas franciscanas, las clarisas de Calabazanos, de donde era madre vicaria su propia hermana doña María Manrique. Muy significativamente franciscano es el espíritu que rezuma toda la obra. la candorosa humanidad de Cristo, la sutil y emocionante unión de la Cuna y la Cruz, la fidelidad evangélica... En la obra no hay concesión al amaneramiento ni a la ñoñería. No hay reyes magos. No hay „milagritos“ del Niño Jesús. Hay el mensaje puro y duro: Cristo viene al mundo, se hace hombre, para morir por nuestros pecados en una Cruz. Los presentes que le ofrecen los pastores son el cáliz, los clavos, la corona de espinas, etc... El emotivo retablo culmina con un entrañable canto de cuna, „Callad, fijo mio chiquito“, en que Gómez Manrique vertió toda la ternura de nuestra lengua castellana y puede ser tenido como el primero y más entrañable poema navideño de nuestra literatura.
Gómez Manrique fue puesto al frente del Ayuntamiento de Toledo, como corregidor, por Isabel la Católica. En la escalera del consistorio mandó grabar los célebres diez versos del Buen Gobierno de Toledo, toda una máxima que debían memorizar los aspirantes al gobierno toledano:

Nobles discretos varones,
Que gobernáis a Toledo,
En aquestos escalones
Desechad las aficiones,
Codicias, amor y miedo.
Por los comunes provechos
Dejad los particulares.
Pues os hizo Dios pilares
De tan riquísimos techos,
Estad firmes y derechos.

Por estos versos, y por su impecable gestión a finales del siglo XV, bien merece el que fuera tío de Jorge Manrique el título de „mejor alcalde de Toledo“. A ello contribuyen además sus numerosos versos de todo tipo y, en especial, el Auto de Navidad. Por esta pieza es justamente tenido, como hemos repetido, por el primer autor en la historia del teatro español. Y cada año los toledanos tienen ocasión de gozar con su representación en la Iglesia de San Juan de los Reyes, de la que la pieza manriqueña es rigurosamente contemporánea: ambos, Auto e Iglesia, acaban de cumplir quinientos años. Es justo que este maridaje quede institucionalizado en Toledo como dos de sus más memorables tesoros históricos.

La Representación del Nacimiento de Nuestro Señor, a instancia de Doña Maria Manrique, Vicaria en el Monasterio de Calabaçanos, hermana suya.

Lo que dize Joseph, sospechando
de Nuestra Señora:

¡O viejo desventurado!
Negra dicha fue la mía
en casarme con María
por quien fuese deshonrado.
Yo la veo bien preñada:
no sé de quién nin de cuánto.
Dizen que d´Espíritu Santo,
mas yo d´esto non sé nada.

La oraçión que faze la Gloriosa:

¡Mi solo Dios verdadero,
cuyo ser es inmovible,
a quien es todo posible,
fácil e bien fazedero!
Tú que sabes la pureza
de la mi virginidad,
alumbra la ceguedad
de Joseph y su simpleza.

El ángel a Joseph:

¡O viejo de munchos días
en el seso de muy pocos,
el principal de los locos!
¿Tú no sabes que Isaías
dixo: „Virgen parirá“,
lo cual escribió por estas
donzella gentil, onesta,
cuyo par nunca será?

La que representa a la Gloriosa,
cuando le dieren el Niño:

Adórote, rey del çielo,
Verdadero Dios e onbre:
adoro tu santo nombre,
mi salvaçión e consuelo.
Adórote, fijo e padre,
a quien sin dolor parí,
porque quesiste de mí
fazer de sierva tu madre.
Bien podré decir aquí
aquel salmo glorioso
que dixe, fijo precioso,
cuando yo te conçebí:
que mi ánima engrandeçe
a ti, mi solo señor,
y en ti mi salvador
mi spíritu floreçe.
Mas este mi gran plazer
en dolor será tornado,
pues tú eres enviado
para muerte padeçer
por salvar los pecadores,
en la cual yo pasaré,
non menguándome la fe,
innumerables dolores.
Pero, mi preçioso prez,
fijo mío muy querido,
dame tu claro sentido
para tratar tu niñez
con devida reverençia,
e para que tu pasión
mi femenil corazón
sufra con muncha paciencia.

La denunciación del ángel a los pastores

(El ángel:)

Yo vos denunçio pastores
Qu´en Bellén es oy naçido
el Señor de los señores,
sin pecado conçebido.
E por que non lo dudedes,
id la pesebre del buey,
donde çierto fallaredes
al prometido en la ley.

El un pastor:

Dime tú, ermano, di,
si oíste alguna cosa
o si viste lo que vi.

El segundo:

Una gran boz me semeja
de un ángel reluziente
que sonó en mi oreja.

El terçero:

Mis oídos han oído
En Bellén ser esta noche
nuestro Salvador naçido.
Por ende dexar devemos
nuestros ganados e ir
por ver si lo fallaremos.

Los pastores veyendo al glorioso Niño:

Este es el Niño eçelente
que nos tiene de salvar.
Ermanos, muy omilmente
le lleguemos (a) adorar.

La adoración del primero:

Dios te salve, glorioso
infante santificado,
por redemir enbiado
este mundo trabajoso.
Dámoste grandes loores
por te querer demostrar
a nos, míseros pastores.

(La adoración) del segundo:

Sálvete Dios, Niño santo,
enbiado por Dios Padre,
conçebido por tu madre
con amor e con espanto.
Alabamos tu grandeza
qu´en el seno d´Irrael
escogió nuestra simpleza.

(La adoración) del terçero:

Dios te salve, Salvador,
onbre que ser Dios creemos.
Munchas graçias te fazemos
porque quesiste, Señor,
la nuestra carne vestir,
en la cual muy cruda muerte
has por nos de reçebir.

Los ángeles:

Gloria a al Dio soberano
que reina sobre los çielos,
e paz al linaje umano.

San Gabriel:

Dios te salve, gloriosa,
de los maitines estrella,
después de madre doncella,
e antes de fija esposa.
Yo soy venido, señora,
tu leal enbaxador,
para ser u servidor
en aquesta santa ora.

San Miguel:

Yo, Micael, que vençí
las huestes luçiferales,
con los coros celestiales
que son en torno de mí,
por mandado de Dios Padre
vengo tener compañía
a ti, beata María,
de tan santo Niño madre.

San Rafael:

Yo, el ángel Rafael,
capitán d´estas cuadrillas,
dexando las altas sillas,
vengo a ser tu doncel,
e por fazerte plazeres,
pues tan bien los mereçiste,
¡o María, Mater Criste,
bendicha entre las mugeres!

Los martirios que presentan al Niño

El cáliz

¡O santo Niño naçido
para nuestra redençión!
Este cáliz dolorido
de la tu cruda pasión
es neçesario que beva
tu sagrada majestad,
por salvar la humanidad
que fue perdida por Eva.

El astelo e la soga

E será en este astelo
tu cuerpo glorificado,
poderoso rey del çielo,
con estas sogas atado.

Los açotes

Con estos açotes crudos
romperán los tus costados
los sayones muy sañudos
por lavar nuestros pecados.

La corona

E después de tu persona
ferida con deçeplinas,
te pornán esta corona
de dolorosas espinas.

La cruz

En aquesta santa cruz
el tu cuerpo se porná.
A la ora no havrá luz
e el tenplo caerá.

Los clavos

Con estos clavos, Señor,
te clavarán pies e manos.
Grande pasarás dolor
por los míseros umanos.

La lança

Con esta lança tan cruda
foradarán tu costado,
e será claro sin duda
lo que fue profetizado.

Canción para callar el Niño

Callad, fijo mío
Chiquito.
Calladvos, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Ángeles del çielo,
venid dar consuelo
a este moçuelo
Jesús tan bonito.
Este fue reparo,
aunqu´el costo caro,
d´aquel pueblo amaro
cativo en Egito.
Este santo dino,
Niño tan benino,
por redemir vino
el linaje aflito.
Cantemos gozosas,
ermanas graçiosas,
pues somos esposas
del Jesú bendito.