Edición nº 10 - Enero/Marzo de 2010

CARMEN BAROJA Y MARIA GOYRI,

MARIA GOYRI,LA MUJER DE MENÉNDEZ-PIDAL

Dos de las primeras mujeres españolas que intentaron estudiar y ampliar horizontes, aunque lo consiguieron de forma distinta.


por Laura López-Ayllón

Galería de Maria Goyri

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María Goyri


DOS VASCAS QUE FUERON PIONERAS EN LOS ESTUDIOS DEL SIGLO XX Y COMPAGINARON DE FORMA DIFERENTE SU AFAN DE SABER, FORMANDO PARTE DE LO QUE SE HA LLAMADO EL GRUPO DE “LAS MODERNAS DE MADRID”

MARIA GOYRI
(1873-1955).Una de las primeras mujeres que entró en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, donde tras ser acompañada por el padre de una amiga que luego optó por el matrimonio, entre 1892 y 1893 tenía que ser acompañada por los bedeles hasta la clase y no podía hablar con sus compañeros ni siquiera sentarse cerca de ellos, hasta el punto de que entre clase y clase se la encerraba en la antesala de los profesores. Todo ello para “no perturbar el buen orden de las clases” y todo ello hasta que empezó el doctorado en 1895.

Goyri se afilió a la Institución Libre de Enseñanza donde, tras superar el doctorado en Filología, pasó a dar clases, pero, para hacerlo, tuvo que estudiar también Magisterio a pesar de ser doctora en Letras. Fue maestra en el Instituto Escuela desde su Fundación en 1918, profesora en la Residencia de Señoritas y colaboró en varias revistas, entre ellas la “Revista Popular”, desde donde animó a la mujer a salir de su hogar para ayudar a la sociedad.

María, considerada inteligente, culta, sencilla y modesta, se casó con el que luego fue conocido como el erudito más conocido de la literatura medieval, RAMON MENÉNDEZ PIDAL, con quien fundó una familia y colaboró durante toda su vida, a pesar de que en el ambiente burgués no se entendía su “atrevimiento”. Ni sus suegros la aceptaron por ser “intelectual”.

Sin embargo, María no ha sido reconocida como una de las grandes investigadoras, profesoras o intelectuales porque, ensombrecida por la figura de su marido, su actividad se centró en colaborar con él, recorriendo en caballerías los pueblos de España para recoger los romances sin constar nunca su presencia, organizar el archivo del material y, al mismo tiempo, dirigir su casa y su familia. proporcionando a su marido, que recogió todo el mérito posterior, la tranquilidad y la ternura necesaria, además de datos, sugerencias y lecturas que permitieron la labor del genio.

Su cooperación llegó hasta tal punto que la pareja fue considerada como “El matrimonio Curie de las letras españolas”. Su labor fue tan buena que cuando a Menénez Pidal se le consultó en 1966 sobre Mariana Pineda, contestó que si estuviera su mujer seguro que podría ayudarla porque “ella lo sabía todo”.

MARIA GOYRI es el ejemplo de la mujer que compagina su actividad con “un pie en cada mundo” y puedo dar fe personalmente del amor de su hijo Gonzalo al que, cuando se presentó su trabajo sobre el siglo XIII, tuve ocasión de felicitarle no por ser hijo de Menéndez-Pidal, que también era mérito, sino por serlo de María Goyri. Los ojos de Gonzalo, ya mayor, se llenaron de lágrimas al recordar a su madre.

Galería de Carmen Baroja

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CARMEN BAROJA Y NESSI



CARMEN BAROJA Y NESSI
(1881-1950). Entre una madre muy tradicional y un ambiente culto de padre y hermanos, entre su dependencia hacia el matrimonio con Rafael Caro Raggio, sus hijos y sus hermanos, entre ellos el famoso Pío Baroja, Carmen Baroja no consiguió desarrollar su capacidad intelectual hasta el punto de que muchos de sus escritos han tenido que ser recuperados de una carpeta familiar por Amparo Hurtado.

Criada en el clan vasco de la tradición liberal de su padre, que era ingeniero y músico, fue hija única y la menor de cuatro hermanos. El año 1898 se trasladó a Madrid donde ya estaban sus hermanos Pío y Ricardo, con los que pudo acudir al teatro, a exposiciones y a excursiones. Carmen estuvo inmersa en la vida intelectual y artística de la época y compartió con sus hermanos amigos como Azorín y Valle-Inclán. Quizá por esa razón sus memorias se titularon “Recuerdos de una mujer de la Generación del 98”.

En una convalecencia que pasó en El Paular contactó con María Goyri y Carmen Gallardo, casada con Ibáñez Martín, que fueron sus primeros modelos femeninos.Admiró en ellas su capacidad de combinar su vida de madres con su actividad intelectual, pero Carmen tenía la influencia de una madre, muy tradicional y muy severa sobre el papel que debía ejercer una mujer. En sus memorías confiesa que nunca pudo conciliar ambos mundos como vio hacer a otras mujeres, y que su espíritu cada vez se iba dividiendo más entre la aburrida vida cotidiana , que califica de estúpida y aburrida, pues pasaba mucho tiempo en la vida de señorita burguesa y la otra, la que se basaba en sus lecturas, en las conversaciones con sus hermanos y en sus propios pensamientos. De tal modo que al parecer nunca pudo conciliar el tedio de la vida familiar con lo que ella “quería ser”.

El año 1906 viajó a París con su hermano Pío y frecuentó a las consideradas entonces “mujeres liberadas”. A su vuelta a Madrid, trabajó como orfebre en el taller de su hermano Ricardo, pero luego desapareció unos años a partir de 1913, año en que se casó con el editor Rafael Caro Raggio, apasionado como ella por el arte. Carmen tuvo entonces que hacerse cargo de su casa y sus hijos y sumergirse en las labores domésticas de una casa, en la que se había reunido toda la familia, incluidos sus hermanos. Confiesa Carmen que alguna vez pensó en coger a sus hijos y marcharse, pero no tenía medios propios y le faltó coraje.

Por no tener, Carmen no disponía de “cuarto para sí misma” como decía Virginia Wolf, pero en sus escritos, aboga porque la educación sea el único medio para la liberación de la mujer y al reconocer las cualidades de los miembros de su familia, echa en falta haber sido mejor preparada y denuncia la “vergonzosa caza de novio” a la que se veían destinadas las mujeres sin medios económicos.

En 1925 viajó de nuevo a París y también a Londres y, a su vuelta, pudo disfrutar del Teatro de Cámara que, con el nombre de El Mirlo Blanco, había montado su cuñada y que fue muy bien acogido por la intelectualidad madrileña. Carmen escribió varias obras de teatro y pudo ponerse en contacto con mujeres modernas y entregarse en 1926 al Lyceum Club, la primera organización femenina laica de Madrid dedicada a las artes. Carmen, no obstante, estaba tan condicionada que, aunque organizaba la sección de arte, en ocasiones dejaba instalado al conferenciante y se iba a cenar con su marido porque se ponía hecho una furia si no estaba ella y tampoco le gustaba demasiado el trato social. El Lyceum estuvo presidido por María de Maeztu, y entre sus socias figuraron Victoria Kent y Zenobia Camprubí,

No obstante esta situación, Carmen trabajó sobre arte y publicó un estudio monográfico sobre el encaje en España , por lo que fue nombrada miembro del Comité Ejecutivo del Patronato del Museo del Pueblo Español. No obstante, tras empezar a conseguir tener una vida más allá de su familia y de seguir escribiendo durante la guerra, Carmen se convirtió tras la contienda en una mujer amargada y se refugió en su trabajo.







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