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La medicina española en la época andalusí
La mdicina española en la época andalusí
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LA MEDICINA ESPAÑOLA EN LA EPOCA ANDALUSI
LA MEDICINA ESPAÑOLA FUE LA PRIMERA DE EUROPA EN LA EPOCA ANDALUSI
Laura López-Ayllón
----En la corte de Abderramán III existió le mejor Escuela de Medicina de Europa dirigída por el médico judío Hasday ibn Saprut.
La medicina árabe comenzó con un marcado carácter religioso, concibiendo el pecado como el origen de la enfermedad y la llamada “Medicina del Profeta”, que reunía las recomendaciones contenidas en el Coran ”volvió a integrar la salud espiritual con la corporal aunque esta integración ya había sido separada por Hipócrates.
El mundo musulmán contactó con la medicina clásica en Persia hacia el siglo VII, donde Nestorio, patriarca de Constantinopla, fundó al ser desterrado una escuela médica, un hospital y un centro de estudios. En este ámbito se tradujeron los escritos médicos griegos y latinos al siriaco, se descubrió a Galeno e Hipócrates cuyas enseñanzas fueron difundidas por el califato de Bagdad y se crearon escuelas de medicina en varias ciudades.
El médico o Al-Hakim salido de estas escuelas era considerado un sabio y gozaba de mucha consideración popular. Entre los famosos médicos musulmanes figura Avicena, el cordobes de origen judío Maimónides y el también cordobés Averroes.
Según Margarita Castells, de la Universidad de Barcelona, la península ibérica fue el lugar donde tuvo lugar la trasmisión de la medicina árabe a la Europa latinizada y las traducciones científicas del árabe al latín perpetuaron en Europa lo que se conoce como “ciencia árabe”, y esa ciencia marcó la cultura de Occidente hasta la época bajomedieval e incluso renacentista.
La medicina árabe edificó instituciones llamadas maristan, y estableció un terapia basada en la diétetica, la farmacología y la cirugía, condicionada por la aversión hacia la disección. El maristan está considerado hoy , por su organización y el nivel científico de los tratamientos que se dispensaban en él, como auténticos precedente histórico de los hospitales modernos y centros donde se ejercía la labor docente.
Vernet nos cuenta que en su opinión en España no se construyeron hospitales, pero se sabe que existió un manicomio cuyo edificio se conserva todavía, aunque en mal estado.
Según Antonio Arjona en su estudio sobre la medicina arábigo-andaluza fueron los médicos mozárabes los primeros que practicaron la medicina en la península como Jalid b. Ruman b. al-nasarani (el nazareno o cristiano) o Ibn Maluka el cristiano, que practicaban la medicina de forma práctica aunque estuviera bastante abandonada.
La introducción de la medicina árabe en la península puede seguirse gracias a una obra médica que con el título de “Libro de la medicina de los árabes” de Abu Marwan Abd al Malik ibn Habib (796-855), jurista e historiador andalusí y conocido, hasta hace poco, por una obra de Historia Universal. En su obra médica, ibn Habib habla del desequilibrio de los humores como causa de las enfermedades y a la necesidad de prescribir el régimen teniendo en cuenta los temperamentos individuales.
Juan Vernet nos dice en su obra “Lo que Europa debe al Islam de España” que en algunas profesiones, entre ellas la medicina, se introdujeron en el siglo IX unos exámenes de los que existían anteriormente de los que eran excluidos los profesionales de reconocido prestigio. Los estudios superiores concluían entre los 20 y los 25 años y añade que el ejercicio profesional proporcionaba ingresos según el prestigio que se alcanzaba, lo que permitió en algunos casos, ganar sumas similares a los de los poetas de la corte.
La historia de los primeros tiempos de la medicina árabe en España cuenta también otro libro imprescindible compuesto a finales del siglo x por el médico cordobés Abu Dawud Sulayman ibn Hassan, apodado Ibn Yulyul. Esta obra se estructura por generaciones, desde los antiguos griegos hasta los sabios musulmanes de su siglo y dentro del ámbito musulman por ámbitos geográficos. La obra cuenta asimismo la existencia de una farmacia de palacio en la corte, y explica, en la que se experimentaba y se regalaban medicinas a los necesitados.
En el campo de la farmacología andalusí existe también otra figura, Hamid ibn Samayun, autor de un tratado de “simples” que constituyó un gran impulso para ciencias afines a la farmacología como la botánica, la zoología o la mineralogía.
La obstetricia y la pediatría contaron con Arib ibn Said, que llegó a ser secretario de Abderramán III y de su sucesor al- Hakan, expone en su tratado sobre el tema sus ideas sobre embriogénesis, andrología, ginecología, obstetricia y pediatría. Incluye asimismo ideas procedentes de la medicina popular como las causas que determinan el nacimiento del varón o hembra o el tratamiento de los niños para combatir la onfalitis mediante la colocación de clara de huevo en el ombligo.
Los médicos andalusíes como al-Harrani con el paso del tiempo se vieron implicados en las intrigas del haren hasta el punto de que uno de los venenos fue llamado “el veneno de los reyes”.
En la parte cristiana la medicina se expandió primero en los monasterios como los de las ordenes militares que defendían los territorios conquistados, caso de los de la orden de Calatrava. En el siglo XIII destaco mucho la figura de Arnau de Vilanova, valenciano, autor de un libro llamado “RegimenSalutatis Salernitanus” en referencia a la primera gran escuela de medicina de carácter laico, sin las interpretaciones religiosas y supersticiones y que en 1180 expedió por primera vez el título de doctor.-
El judío Hasday ben Saprut (Abu Yusuf Hasday b.Isaq b. Ezra b.Saprut). fue médico, visir y embajador de Abderraman III y dirigió en Cordoba una escuela de medicina. Había nacido en Jaen en 915 y murió en Córdoba en 976. Su figura ha sido estudiada por Antonio Arjona Castro en su estudio sobre “La medicina arabigoandaluza”.
Este médico fue el encargado de curar en Córdoba al rey leonés Sancho el Craso, acosado de obesidad mórbida. Sancho acudió a Córdoba acompañado por su abuela la reina Toda Aznarez de Navarra y ambos fueron recibidos por el sultán como parientes, ya que la reina era tía abuela a Abderraman III.
Entre los cirujanos destacó especialmente Abulcasis (Abu-l-Qasim Jalaf ibn Abbas al-Zahrawj), uno de los mejores cirujanos de Europa, pues escribió un libro, Al-Tasrif, fruto de su experiencia de 40 años, La obra abarca todas las ramas de la medicina tal como eran concebidas en su época (fisiología, patología general y terapéutica, con regulaciones dietéticas e higiénicas, materia médica, farmacología y terapéutica quirúrgica). Esta última parte fue difundida de forma independiente y fue conocida en Europa por la traducción que hizo en el siglo XII en Toledo Gerardo de Cremona. Esta enciclopedia está considerada una de las cumbres de la medicina andalusí.
La cirugía de Abulcasis habla de cauterización con el uso de cauterios y caústicos que los recomienda incluso para el labio leporino, la fístula, la hemorragia general y la gota. La contiene asimismo la primera descripción conocida de la hemofilia y una de las primeras descripciones de la lepra. Habla también en la segunda parte de las operaciones con incisión, perforación, veneseción, sangrías y tratamiento de heridas.
Como curiosidad este libro contiene gran cantidad de dibujos de instrumentos quirúrgicos como el espéculo vaginal, el fórceps obstétrico, cuchillos, bisturíes, ganchos o jeringas . En cuanto al material de sutura, recomienda el catgut junto a los tradicionales lana, seda, lino y pelo de buey o caballo.
En el caso de la Traumatología, Abulcasis menciona por primera vez la fractura de pelvis y recomienda una especie de yeso con un vendaje muy tenso en la dislocación del hombro.
En el campo de la medicina, la obra describe las cualidades de las drogas encontradas en al-andalus con información de las zonas geográficas en las crece cada planta, su descripción y el método de obtención de la parte de la planta que usa la medicina.
En la obra se hallan también preparados farmaceúticos que no contaban con equivalentes anteriores y se aborda por primera vez la cosmetología, con referencia a la manufactura de perfumes y otros aspectos.
Abulcasis recomienda la prudencia en las intervenciones y reconoce que no son aconsejables en casos de hidrocefalia o cáncer extendido.
La transmisión de los sáberes de medicina antiguos se realizó por medio de lo que conocemos como “Escuela de Traductores de Toledo” que no fue exactamente una escuela sino la actividad de personas que se encargaron de trasladar las obras orientales al latín. Partió de la época del arzobispo Raimundo de Sauvenat en torno a 1130 y continuo hasta la etapa de Alfonso X el Sabio. Las traducciones eran posibles en Toledo y otras ciudades españolas en las que vivían mozárabes y judíos que conocían perfectamente el árabe y podían traducirlo al romance castellano, para que después hombres cultos lo vertíeran al latín.
Así pudieron conocerse en Europa obras de los médicos de la antigüedad como Hipócrates, Galeno, Dioscórides y las de los filósofos médicos árabes. España se convirtió en la Tierra de los Libros” .En esta actividad, que también tuvo lugar en otras ciudades como Tarazona, destacaron figuras europeas que se trasladaron a Toledo como Domingo Gundisalvo o Gerardo de Cremona, pero también otras como el mozárabe Marcos de Toledo. Las traducciones provocaron también la reunión en la ciudad de especialistas en materias determinadas.
Otra figura de la medicina andalusí es Avenzoar, miembro de una destacada familia de médicos que, según Vernet, ejercieron esta profesión durante cinco generaciones. Escribió la obra llamada Taysir, manual de terapéutica y profilaxis, en el que describe por primera vez el absceso de pericardio y recomendó la traqueotomía y la alimentación artificial a través del esófago y del recto.
Averroes fue, nos dice Vernet, nieto de un cadí de Córdoba, y es uno de los hombres que obtuvo más fama en su época, sobretodo en filosofía. En el aspecto médico Averroes ( Abu-l-walid Muhammad ibn Ahmad ibn Rush (1126-1198) escribió una paráfrasis de la obra de Galeno. Su obra principal, Kitab al-kulliyat fi-l-tibb, “Libro de las generalidades sobre medicina” fue conocido en su traducción latina como “Colliget”.
Se trata de un manuel completo sobre medicina dividido en siete partes: fisiología, patología, semiótica, terapéutica (diétetica y fármacos). Averroes abandona en ocasiones la tradición galénica y, al aplicar los principios aristotélicos, propone cambios en el sistema de Galeno. Encontramos también el Colliget un buen número de ideas innovadoras como la de que las personas que han pasado la viruela adquieren inmunidad frente a ella.
El filósofo judío Musa ibn Abd Allah ibn Maymun, es decir, Maimónides, que se considera figura de Al-Andalus aunque se marchó con 14 años, llegó a ser médico de Saladino. Entre sus obras de medicina destaca “Libro de la explicación de los nombres de las drogas que reúne 406 artículos y se ocupa de la nomenclatura de los medicamentos y los maestros de la medicina de Al-andalus.
Especial mención dentro de la medicina andalusí merece la oftalmología con varios tratados monográficos de gran calidad como el escrito por Alcoati, cuya obra ofrece dibujos sobre las diferentes partes del ojo y habla sobre sus enfermedades como cataratas, cáncer, así como de la forma de combatirlas.
Además de Maimonides es necesario destacar la presencia de numerosos médicos judíos en la España musulmana y cristiana hasta el siglo XV, tanto en la casa del rey como en las villas. Esto viene de la época musulmana con los médicos junto a los califas. Se da la paradoja de que en la España cristiana existía la prohibición de recurrir al médico judío cuando debían llamarlos los mismos reyes porque eran los más eficientes. De hecho se sabe que en la Corona de Aragón las reinas recurrían siempre a las comadronas judías haciendo que se desplazaran desde lejos para atenderlas.
En la medicina andalusí tiene espacial importancia un manuscrito médico árabe 887 de el Escorial, de finales del siglo XI, porque contiene la única colección conocida hasta ahora de relatos clínicos en los que se puede observar la relación médico y enfermo en su época y el modelo de enseñanza de la medicina existente en Al-Andalus. El manuscrito contiene 78 historias clínicas de dos maestros formados en las teorías del galenismo arabizado.
La disgregación del califato de Córdoba provocó la dispersión de la producción intelectual motivada en parte porque los reyes de taifas se dedicaron a proteger las artes. No obstante se produjo una fuerte emigración de los especialistas al norte de Africa a pesar de la persistencia del reino nazarí de Granada, donde también hubo una etapa brillante de la medicina.
Juana Enriquez, madre de Fernando el Católico
JUANA ENRIQUEZ (1425-1468)
MADRE DE FERNANDO EL CATOLICO
SEGUNDA ESPOSA DE JUAN II, REY DE NAVARRA Y LUEGO DE ARAGÓN
HIJA DEL ALMIRANTE DE CASTILLA FADRIQUE HENRIQUEZ Y DE SU ESPOSA MARINA DE AYALA.
DESCENDIENTE DE UNA JUDÍA GUAPÍSIMA CONOCIDA COMO “LA PALOMA”
Laura López-Ayllón
El personaje de hoy es una mujer que ha pasado a la historia por sus actuaciones, no siempre rectas, pues durante mucho tiempo muchos le acusaron de haber envenenado al hijo mayor de su marido, el príncipe de Viana en 1361, aunque actualmente la autopsia ha puesto de manifiesto que pudo ser consecuencia de la tisis que padecía, y de haber influido siempre en su marido a favor del hijo suyo, Fernando II, luego conocido como el Católico, nacido cuando el primogénito tenía 31 años.
Juana, nacida en Torrelobaton, descendía de Fadrique, hermano gemelo del primer Trastámara Enrique II. De todos los hermanastros de Pedro I, Ios bastardos Trastámara, Fadrique Alonso de Castilla (1334-1358), gemelo del nuevo rey, mantuvo relaciones con una bellísima judía, Paloma Bat Gedalia, hija de Shelomo ha Zaken ben David, conocida en su época como “la paloma”.
De estas relaciones nació un niño llamado Alfonso Enriquez, (1354-1429) educado como judío y convertido a los 20 años bajo la protección de su tio, el rey, el hermano gemelo de su padre. Tomó como agradecimiento a su tío el nombre de Enriquez y fue nombrado primer Almirante de Castilla y Adelantado Mayor de León. Casó con Juana de Mendoza y de Orozco.
Su hijo, Fadrique Enriquez de Mendoza, segundo almirante de Castilla, casó a su vez con Mariana Fernández de Córdoba y Ayala y de este matrimonio nacieron Juana Enriquez y su hermana María, que casó con el duque de Alba.
Por todo ello y dada la problemática que posteriormente tuvieron las relaciones con los judíos, los historiadores siempre hablaban de “la mancha judía” de Fernando el Católico, dándose la paradoja de que a la sociedad se le exigió para acceder a ciertos cargos la “limpieza de sangre”, pero a los reyes nunca. En cualquier caso, en la época de doña Paloma no existía en la sociedad española el antisemitismo que se extendió años después.
Según el historiador Luis Suarez, doña Juana, que contaba 27 años menos que Juan II, era atractiva, ambiciosa e inteligente y llegó a la vida del rey en 1447 cuando esté tenía 48 años era viudo de Blanca de Navarra, doce años mayor que él. La tacha de ambiciosa e intrigante , impulsiva y poco dúctil.
Ernest Belenguer, en su biografía de Fernando el Católico, la califica de atractiva e inteligente, y dice que estaba dotada de suficientes encantos para mantener embelesado al ya maduro rey y que supo mantenerlos y utilizarlos. Nos cuenta también que en cierta ocasión doña Juana llegó a ponerse a los pies de su esposo para acusar al príncipe de Viana de haber proyectado matar a su padre, lo que provocó la detención del primogénito. La acusación provenía de Fadrique Henríquez y se demostró después era falsa.
En cualquier caso está al parecer claro que doña Juana intervino en las luchas que Juan II mantuvo en Navarra con su hijo, el Príncipe de Viana, a causa de la muerte de su madre la reina Blanca I. Juana Enriquez fue nombrada en este conflic to lugarteniente del partido de los agramonteses, que defendía a su marido.
Posteriormente cuando Juan II fue nombrado rey de Aragón en 1458 tras la muerte de su hermano, la reina participó asimismo en el conflicto con el Principado de Cataluña, que reivindicaba entre otros reyes a los descendientes de Jaume de Urgell, y en este ámbito le fue encargada de la tutoría de su hijo Fernando como heredero y fue nombrada lugarteniente del Principado.
Los historiadores en general reconocen la influencia que Juana Enriquez ejerció en su marido, enérgico y autoritario, y destacan su resistencia cuando se puso de parto en Navarra y marchó en un viaje realmente difícil a la villa de Sos para que naciera en territorio aragonés su hijo Fernando, el 10 de marzo de 1452, ya que la nueva dinastía era de origen castellano y hasta entonces no había nacido ningún príncipe en Aragón.
Juana Enriquez falleció en Taragona el año 1468.
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