Ediición nº 13 - Octubre/ diciembre de 2010

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Enrique Vila Matas

Enrique Vila-Matas, escritor.

ENRIQUE VILA-MATAS

BIOGRAFÍA

por
Ana Alejandre

Nació en Barcelona en 1945. Siguiendo su vocación literaria y buscando nuevos horizontes culturales se trasladó a Paris, autoexiliado del régimen franquista en 1968, en plena revolución cultural que lleva el nombre de ese mismo año.

Allí conoció entre otros intelectuales a la escritora Marguerite Duras, quien le alquiló el apartamento donde residiría durante su estancia en Paris. En la capital parisina realizó diversos trabajos, entre otros como periodista para la revista cinematográfica Fotogramas, además de algunas colaboraciones como figurante en películas, entre las que destaca la que rodó de la mítica serie de James Bond.

Se le puede considerar como perteneciente a una estirpe de narradores de vanguardia, independientemente de su edad, Sus primeros relatos llevan como título Mujer en el espejo contemplando el paisaje (1973) y La asesina ilustrada (1977) que son el exponente de una técnica narrativa en la que predomina el intento del autor de jugar con la narración, llevándola por vericuetos inesperados para el lector.

Toda su obra está impregnada de imaginación y humor desbordantes, pero en la que flota un extraña y siempre presente ternura no exenta de ironía por los personajes que la transitan y que son, en muchas ocasiones, el propio trasunto del autor. Se pueden destacar los títulos siguientes: Nunca voy al cine (1982) que es una interesante colección de relatos; Impostura (1984); la heterodoxa Historia abreviada de la literatura portátil (1985) que es una obra a modo de fábula que trastoca todas las formas literarias conocidas y propone un nuevo modo literario que lo catapultó a la fama internacional, especialmente en los países iberoamericanos y Portugal.

Siguieron títulos como Una casa para siempre (1988), que es un intento de buscar el autor su propia voz en términos literarios y que sea permanente; Suicidios ejemplares (1991) que es todo un repertorio de técnicas narrativas de vanguardia y que ha tenido múltiples y sucesivas ediciones; además de Hijos sin hijos (1993) y Lejos de Veracruz (1995).

Por otra parte se pueden relacionar las colecciones de artículos como son el título El viajero más lento (1992) es una colección de ensayos y artículos de crítica y viajes que tuvo la continuación en la obra El traje de los domingos (1995) y Para acabar con los números redondos (1997) que también recopila artículos y ensayos literarios. Hay que añadir Recuerdos inventados (1994) que es una recopilación de sus mejores relatos a juicio del autor.

Toda su obra está impregnada del sentir posmoderno y a través de ella ofrece una visión irónicamente desenfadada de la realidad. En Extraña forma de vida (1997) utiliza un ritmo narrativo que es similar al de un fado triste para narrar la historia de un escritor que se espía a si mismo y a quienes le rodean.

Hay que añadirle a su obra los títulos posteriores como El viaje vertical (1999) que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos 2001, Bartleby y compañía (2000). El mal de Montano (2002) que fue galordonada con el Premio Herralde de novela y Premio Médicis 2003 a la mejor novela extranjera, y que es una interesante reflexión sobre la literatura en el complejo mundo actual

Es curioso que Enrique Vila-Matas se hizo escritor en un deseo confesado de imitar a otro autor, el polaco Witold Gombrowicz, al que consideraba raro y del que afirmaba no haber leído una sola línea; pero del que, sin embargo, conocía perfectamente todas sus rarezas. Curiosamente, afirma que después de haber leído la obra del polaco, no sólo descubrió que no se parecía absolutamente en nada a dicho escritor, sino que había descubierto de esta forma singular, al querer imitarlo, una voz literaria propia y personal de estilo inconfundible.

Para Vil- Matas “escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y de los golpes que da la vida”. Su obra es inconfundible en el estilo personal que ha desarrollado, mezclando el ensayo, la novela y la crónica periodística, pero todo ello de forma fragmentaria y con límites imprecisos entre la ficción y la realidad.

El propio escritor es un referente constante en sus obras, además de la demostración de su conocimiento casi enciclopédico, los juegos mezcla de realidad y de invención en los que siempre el propio autor es protagonista, el humor que no despierta la carcajada, sino la reflexión porque siempre contiene una mezcla de ironía, lucidez y burla hacia lo que es aparentemente serio, aunque a Vila Matas nada le parece “serio” en el estricto sentido de la palabra; además de buscar la complicidad lectora en unos continuos guiños del autor para que el lector se sienta identificado con lo que lee, para bien o para mal, sin buscar por ello la complacencia inmediata. En su obra se perfila continuamente la imagen del intelectual urbanita, siempre sumergido en el caos urbano y en el silencio cómplice de librerías y bibliotecas.

Su obra última, publicada en 2010, lleva por título Dublinesca, excelente novela, es una constatación del gran escritor que es Vila Matas, después de un largo paréntesis de silencio, en la que rinde un homenaje literario a la obra cumbre de James Joyce, porque la obra de ese autor irlandés y la propia ciudad que da nombre a la novela son el espacio no sólo físico, sino mental donde transita el protagonista, un editor fracasado que quiere celebrar un funeral por la muerte de la literatura tradicional, haciendo un homenaje al autor y a la obra que le sirven de referente para dar el “salto inglés” y tratar de huir así de su propia sensación de fracaso profesional y vital.

Su obra ha sido traducida a once idiomas y ha obtenido el reconocimiento de la crítica nacional e internacional, a pesar de que los premios en España le han sido concedidos en época tardía, haciendo realidad el dicho que afirma que “nadie es profeta en su tierra”.






























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