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Ediición nº 13 - Octubre/ diciembre de 2010

Santiago de Compostela

SANTIAGO DE LOS ESPAÑOLES EN EUROPA Y AMÉRICA
Año Santo Compostelano 2010

José María Gómez Gómez



Según tradición antiquísima, Santiago el Mayor, discípulo de Cristo, predicó la fe cristiana en España; vuelto a Roma fue martirizado y sus discípulos condujeron el cuerpo hasta los confines del orbe terráqueo ("finis terrae"), donde le dieron sepultura. A comienzos del siglo IX se descubrió en Compostela ("campus stellae", campo o lugar de la estrella) un sepulcro que, por sus características, fue considerado inmediatamente como el de Santiago. El hecho fue tenido por milagroso. Y pronto se extendió su devoción entre los reinos cristianos de España, alcanzando el patronazgo de nuestra patria. En Europa, las peregrinaciones al sepulcro del Apóstol se iniciaron a mediados del siglo X, alcanzando su máximo esplendor en los siglos XII y XIII. Finalmente, cuando los españoles descubrieron y conquistaron América, con ellos pasó la presencia histórica y religiosa de Santiago, que se manifestó en las festividades religiosas, advocaciones de iglesias, costumbres folclóricas, expresiones artísticas y nombres de ciudades. Hemos de reconocer, pues, que durante muchos siglos Santiago de los Españoles, o el Señor Santiago, ha sido razón histórica y espiritual de España y desde aquí su influencia se extendió a Europa y América.
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Los aspectos religiosos, históricos, políticos y culturales de la devoción, y consiguiente patronato, de Santiago en España han sido ya estudiados por incontables historiadores. Desde los trabajos de López Ferreiro sobre la Iglesia de Santiago y el importante libro de Américo Castro "Cristianismo frente a Islam", son muy abundantes los estudios que se han realizado en torno a lo que podemos considerar uno de los esenciales hechos constitutivos de España. De entre la bibliografía más reciente, dejando a un lado títulos de importantes hispanistas extranjeros, merece la pena resaltar a Manuel Jesús Precedo Lafuente, Gonzalo Torrente Ballester, Elías Valiña Sampedro y otros.
El comienzo de lo que más tarde llegaría a ser impresionante presencia de Santiago en el devenir y quehacer de España tuvo lugar por el año 813, en que Teodomiro, obispo de Iria Flavia, certificó el descubrimiento de la tumba y los restos del Apóstol Santiago. Inmediatamente se construyó una iglesia en el lugar, que por su humildad y estrechez fue trocada más tarde en la impresionante catedral de piedra y mármol actual, justo en el sitio del descubrimiento. Así comienza el esplendor de Santiago y su devoción, en la que pronto se mezclaron elementos diversos, muchos de ellos espurios y ajenos a la religión cristiana y a la personalidad histórica de Santiago.
Como señaló en su día Américo Castro, el Santiago gallego y español, es decir, Matamoros, es una mezcla de los dos Santiagos evangélicos, el Mayor o "hijo del Zebedeo", también llamado Boanerges o "Hijo del Trueno" y el Menor, considerado "hermano de Jesús" (la expresión es del evangelio, pero la tradición lo tomó literalmente y el pueblo creyó que Santiago era el gemelo de Cristo, hijo como él de José el carpintero); a ello se unió la tradición pagana de Cástor y Pólux, los hijos de Júpiter, es decir "los hijos del Trueno" que es la traducción de "Dioscuros", nombre con que los dos hermanos mitológicos son conocidos. Para que la coincidencia parezca mayor, recordemos que Cástor y Pólux ayudaban a los ejércitos romanos galopando y luchando en sendos caballos blancos que algunos vislumbraban en los aires, como numerosos testimonios españoles certifican de Santiago a través de la historia. En fin, el paralelismo es total en Berceo, cuando nos narra cómo Santiago y San Millán eran vistos en caballos blancos descendiendo del cielo para ayudar a los cristianos en sus batallas...
Todos los testimonios medievales (historiadores, monjes, escritores) coinciden en que la irrupción apoteósica y deslumbrante de la figura de Santiago en la historia de España tuvo lugar con motivo de la batalla de Clavijo, año 822. Muchos años después, Alfonso X el Sabio, en Toledo, recogió la tradición según la cual el Apóstol se apareció al rey Ramiro I, antes de la batalla, y le dijo (transcrito en castellano actual): "Nuestro Señor Jesucristo envió a todos los otros apóstoles, y a mí, a todas las otras provincias de la tierra y a mí solo me encomendó España para que la guardase y amparase de las manos de los enemigos de la fe... Y porque no dudes nada en esto que yo te digo, mañana me verás estar contigo en la batalla, en un caballo blanco, con una bandera blanca y espada grande y reluciente en la mano". Entonces los cristiano, termina la narración del rey Sabio, "fiando en la ayuda de Dios y del apóstol Santiago (sant Yagüe)", vencieron a los moros.
A partir de ese momento se acentúa la línea ascensional de la devoción popular y el auge de la ciudad de Santiago de Compostela, en Galicia. Alfonso III (866-910) hizo construir el templo del Apóstol, como dice Alfonso el Sabio, "et fizo la eglesia de Sant Yagüe, toda de piedra taiada, con pilares de mármol, ca antes de esto de tierra era fecha". En el año 954 se fecha un importante documento de Ordoño III, rey de León, distingue al obispo de Santiago con la preeminencia de "pontífice de todo el orbe", rivalizando no sólo con la primacía de Toledo sino casi hasta con el mismo Papa de Roma... poco después llega a Santiago la primera gran peregrinación, al frente de la cual viene Gondescalco, obispo de Le Puy. El año 977 Almanzor llegó a las puertas de Santiago, arrasó la ciudad, arrebató las campanas de la catedral, pero respetó la tumba del Apóstol.
Desde Clavijo (año 822), apenas hay batalla de la reconquista en que los cristianos no vean o no sientan que Santiago está a su lado luchando en un caballo blanco frente a los moros, a veces acompañado de otros santos protectores, como San Millán en la batalla de Simancas (año 937) que ganó el conde Fernán González, fundador de Castilla. Dejando otros muchos datos en el tintero, he aquí como conclusión esta valoración global de Américo Castro: "La creencia en la virtud exmachina del apóstol permitió existir a Castilla y León y los sostuvo frente a moros y europeos; los reyes de España, obreros de tan ardua tarea, lo sabían muy bien, mejor que nosotros los historiadores. A Santiago se debe el lento y tortuoso esfuerzo de la reconquista, y la grandeza perdurable de cuanto se creó en la Península Ibérica; de él procede, al mismo tiempo, la reacción valiosa de quienes sintieron que tal vivir era un no vivir, y lo expresaron en obras de angustiada belleza, válida siempre y en todo lugar. Son esas obras en el día de hoy puerto y refugio para almas exquisitas, alarmadas y medrosas, frente al sesgo, también "taumatúrgico", de la civilización de nuestro tiempo, que ha trocado en fines los medios materiales de una cultura yerma de sentido, y expuesta a convertirse en un cascarón vacío". En virtud de esa presencia constante de Santiago, la vida española se hizo transcendente, casi inconscientemente, y España se acostumbró como por inercia, a ver las cosas "sub specie aeternitatis", es decir, remitiendo siempre a la eternidad y despreciando las cosas de este mundo. Por ello, continúa Américo Castro, "es más actual que nunca la historia de España, a pesar de que los plebeyos de toda clase no perciban sino su fracaso y su arrogancia; su virtud ejemplar radica en una rara maestría, en el arte inaudito de vivir en la nada y no aniquilarse en ella, porque tras esa nada siempre alboreó la firme conciencia de seguir existiendo, como raíz viva de eternidad humana".

SANTIAGO DE EUROPA: EL CAMINO DE SANTIAGO.

Desde que en el año 950 se inició la primera gran peregrinación al sepulcro del Apóstol, presidida como hemos dicho por Gondescalco, el obispo de Le Puy, no cesó ya a lo largo de toda la Edad Media el impresionante flujo de peregrinos que dio fama al Camino de Santiago. Los grandes organizadores del Camino fueron los monjes de la orden de Cluny, que vinieron a Castilla llamados por el rey Alfonso VI, en la segunda mitad del siglo XI. Por entonces realizó el Cid Campeador la peregrinación que menciona el "Poema de Mío Cid". Va a ser precisamente un cluniacense, el Papa Calixto II, hermano de Raimundo de Borgoña, que era yerno de Alfonso VI de Toledo, quien dé el impulso definitivo a Santiago: lo eleva a sede metropolitana en 1120 (sustituyendo a Mérida, todavía dominada por los musulmanes) y le otorga el privilegio del jubileo compostelano. Años más tarde, el Papa Alejandro III, por la bula Regis Aeterni, confiere al jubileo carácter de perpetuidad: indulgencia plenaria y remisión de los pecados, por siempre, a los que peregrinan a Compostela. Con el tiempo ésta era la única "peregrinación" propiamente hablando, como dice Dante Alighieri: "Sólo es peregrino quien va al sepulcro de Santiago o quien vuelve".
El Camino de Santiago, verdadera "arteria espiritual de Europa", se compone en España de una única "vía" en la que confluyen numerosos caminos por el Norte y por el Sur. La dirección de dicha "vía" es este-oeste, desde Roncesvalles o Somport hasta Santiago. Pero, desde el centro de Francia hasta los Pirineos vienen cuatro ramales diversificados, en cuyos puntos de origen se recogen los peregrinos franceses y los de procedencia de otras naciones europeas. Esos cuatro ramales o vías francesas son: la "vía Turonensis" que, recogiendo los peregrinos del Este de Europa y Escandinavia, parte de París; la "vía Lemonensis", que parte de Vezallay; la "via Podensis", que arranca de Le Puy; y la "vía Arelatensis", que se origina en Arlés y recoge los peregrinos que vienen de Italia y Suiza. Estas cuatro vías se ramificaban después en incontables ramales hasta Centroeuropa, donde aún se pueden discernir los vericuetos y meandros del Camino de Santiago a través de los nombres de iglesias y cofradías que permanecen.
Peregrinos ilustres dieron fama y esplendor al Camino de Santiago y forzaron a los demás a imitarles. Tal es el caso de San Francisco de Asís, que vino a Santiago entre los años 1213 y 1215. Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, peregrinó dos veces, la última en 1219. Santa Isabel de Portugal también lo hizo en dos ocasiones: la primera vez, en 1526, ya viuda, postrada en tierra en el Humilladoiro (hoy, Milladoiro) ofreció a Santiago la ofrenda más valiosa de cuantas se recuerdan (una corona real de oro cuajada de brillantes, una vajilla de oro y plata y otros ricos presentes...); diez años más tarde, cuando contaba sesenta y cuatro de edad, hizo la peregrinación de incógnito, muy humildemente vestida, y pidiendo limosna para sostenerse en el camino. Santa Brígida, hija del senescal del rey de Suecia, peregrinó a Santiago en el siglo XIV acompañada de su marido, Ulpho Gumerdson, y de gran séquito. Raimundo Lulio llegó a Santiago en peregrinación el año 1264. Y se sabe que el gran artista del renacimiento italiano, Miguel Ángel, proyectó y deseó vivamente hacer el Camino de Santiago, pero obstáculos insalvables a última hora le impidieron varias veces hacer el viaje.Así se fue imponiendo la costumbre, y la penitencia, de
peregrinar. Éste término, que procede del latín peragrare, significa "andar por el camino a través de los campos" y su fin era obtener la purificación de los pecados mediante el sufrimiento del camino.
En la Edad Media se peregrina por penitencia, por voto, o para pedir una curación. A este propósito he aquí los datos que nos da Rafael Arias en un artículo: "villas y parroquias envían peregrinos porque hay que pedir el fin de la sequía o, como en el caso de Perpiñán en 1482, para obtener el fin de la peste; en 1186 Federico Barbarroja condena a los incendiarios de su época a peregrinar a Compostela. La ciudad de Yprés utiliza esta pena para luchar contra la blasfemia, la prostitución y la brujería. Los hay que vienen para agradecer su liberación de galeras, como François de Vic, que fue cogido prisionero por los turcos en el sitio de Viena, vendido en Turquía, donde aró la tierra igual que si fuera un buey; vendido de nuevo, fue a parar a una galera del almirante de la flota turca. Allí permaneció nueve años, al cabo de los cuales recobró la libertad mediante un rescate. Felipe el Hermoso, de Francia, vencedor de los flamencos, se reserva en el tratado de paz que firma con ellos, el derecho a enviar en peregrinación a Santiago a 300 habitantes de la ciudad de Brujas. Aunque él no usó de este derecho, sí lo hizo su hijo Carlos, enviando 100 habitantes de esta ciudad a Compostela en 1236".
El camino de Compostela, que sería fuente de anécdotas inacabables, fue sobre todo el "camino del románico", el arte de Cluny, la orden impulsora; fue también la vía de penetración de numerosos influjos culturales europeos, sobre todo franceses, en España (la lírica, la épica...). En fin, el Camino de Santiago logró que los reinos cristianos de España, dedicados plenamente a la reconquista, no se despegaran ni quedaran rezagados de la cultura europea. Además, espiritualmente, Santiago aglutinó a Europa y la dotó del vigor que la ha sostenido durante tantos siglos.

SANTIAGO EN AMÉRICA: LA CONQUISTA Y LA CULTURA.
EL NOMBRE DE CIEN CIUDADES.

"Al trasladarse los españoles a América, el apóstol Santiago se fue con ellos, no solamente en sus oraciones y en su grito de guerra, sino también en su ayuda sobrenatural y visible en las batallas", ha escrito en un artículo Ernesto La Orden Miracle. No es extraño que aquellos desaforados españoles que triunfaban en batallas tan desiguales, a veces luchaban uno contra ciento, pensaran -y llegaban a ver o lo creían- que Santiago luchaba a su lado como antaño lo hizo contra los moros.

SANTIAGO EN CUBA
La ciudad de Santiago de Cuba fue una de las primeras fundaciones que llevó el nombre del apóstol en el Nuevo Mundo. Fue fundada en 1514 por el adelantado de Diego Colón, Diego Velázquez, una vez que este capitán terminó la conquista de la isla y se hubo fundado la ciudad de Baracoa y proyectado la fundación de Bayamo, de Puerto Príncipe y de Trinidad. Más tarde Santiago de Cuba empezó a llamarse Santiago del Cobre, por la proximidad a las famosas minas en que se instaló la imagen de la Virgen del Cobre, que no es otra que una réplica de la Virgen de la Caridad de Illescas, que llevó allí un capitán toledano. Fue la gran devoción de los negros que trabajaban las minas y terminó constituyéndose en la patrona de Cuba. Sin embargo, todo empezó con una especie de fantástica aparición del apóstol Santiago en las luchas con los indígenas por la conquista de la isla. De ahí que el primer nombre y advocación que se utilizó fue el de Santiago. Su iglesia alcanzó el honor de Catedral de Cuba. Y la ciudad se convirtió en el punto de partida de las conquistas y colonización. De su puerto salieron: en 1518, la expedición que, al mando de Juan de Grijalva, exploró la costa mejicana; en 1519, la expedición de Hernán Cortés que conquistó el imperio mejicano; y en 1520, la que dirigió contra Cortés Pánfilo de Narváez, por orden de Velázquez, para arrebatarle el territorio conquistado. Todo se hacía bajo los auspicios y protección del Señor Santiago.

SANTIAGO EN MÉXICO
De la misma manera que llevaron a México el nombre de la Virgen de Guadalupe, con el que ha quedado para siempre invocada y bautizada la aparición de Nuestra Señora en el Tepeyac, los españoles invocaron en todas sus batallas al apóstol Santiago, en su actitud ecuestre y beligerante, como protector y defensor contra las arremetidas de los indios, cuando unos pocos españoles a caballo, que para los indígenas parecían seres sobrenaturales, decidían victorias desiguales, humanamente imposibles.
En la ciudad de México, en la Plaza de las Tres Culturas, aún es de admirar, sobre las ruinas de unas pirámides aztecas, la iglesia de Santiago de Tlatelolco. Es una fundación de la época de la conquista. El altar mayor está presidido por un relieve de Santiago Matamoros, en recuerdo de que en ese mismo lugar, según relata fray Juan de Torquemada, parecía inminente la derrota de los españoles "si no fuera por lo que decían los indios, de que la imagen de Nuestra Señora les echaba tierra en los ojos y que un caballero muy grande, vestido de blanco, en un caballo, con espada en la mano, peleaba sin ser herido y su caballo con la boca, pies y manos hacía tanto mal como el caballero con su espada". Por cierto, en dicha iglesia está enterrado el lego franciscano Sebastián de Aparicio, un humilde labriego que consagró su vida a construir carretas y a criar bueyes para liberar a los indios de los trabajos más pesados.
Sobre el tema de las apariciones de Santiago en las batallas de los españoles contra los indígenas, tenemos la opinión curiosa de Bernal Díaz del Castillo. Eran tantos los testimonios de soldados y capitanes afirmando ver a Santiago ayudándoles en las batallas que el minuciosos cronista castellano tuvo que salir al paso y dar su opinión. La ocasión fue la batalla de Zintla, cerca de Tabasco. Como era costumbre, los españoles invocaron a Santiago, le rezaron y pidieron ayuda, pero eran tantísimos los indios (unos trescientos por cada español) que la derrota parecía inminente. En esto apareció Cortés con otros trece jinetes y salvó la apuradísima situación. Así lo describe Bernal Díaz, comentando la narración del historiador Gómara: "Aquí es donde dice Francisco López de Gómara que salió Francisco de Morla en un rucio picado, antes de que llegase Cortés con los de a caballo y que eran los santos apóstoles señor Santiago y señor San Pedro. Digo que todas nuestras obras y victorias son por la mano de Nuestro Señor Jesucristo y que en aquella batalla había para cada uno de nosotros tantos indios que a puñados de tierra nos cegaran... y pudiera ser que lo que dice Gómara fueran los gloriosos apóstoles... y yo, como pecador, no fuera digno de verlos. Lo que yo entonces vi y conocí fue a Francisco de Morla en un caballo castaño y venía juntamente con Cortés..., y ya que yo, como indigno, no fuera merecedor de ver cualquiera de aquellos gloriosos apóstoles, allí en nuestra compañía había sobre cuatrocientos soldados y Cortés y otros muchos caballeros y platicárase de ello y se tomara por testimonio... pluguiera a Dios que así fuera, como el cronista dice".
Más de ciento cincuenta son las ciudades y pueblos de México que llevan el nombre de Santiago. La primera catedral de la ciudad de México fue consagrada bajo la advocación de Santiago. Los historiadores enumeran hasta catorce apariciones de Santiago en tierra mexicanas y abundan en ellas las "danzas de moros y cristianos", sobre todo en la isla de Patzcuaro. Muy curiosas son también la Danza de los Santiago de Teziutlán, en la que aparecen cuatro danzantes con traje medieval español, dirigidos por Santiago Caballero, y la Fiesta de los Tastoanes, o señores, en varios pueblos del departamento de Guadalajara, en la que Santiago lucha contra Anás, Satanás, Barrabás y otros extraños personajes. El culto y devoción a Santiago está íntimamente unido al fenómeno de la conquista y colonización de México.

SANTIAGO EN GUATEMALA
En Guatemala es famoso el hecho de que Pedro Alvarado se hacía llamar Comendador de Santiago sin serlo. Tal era su obsesión por luchar bajo la protección del apóstol. Por fin, Carlos V le concedió el deseado honor del hábito blanco con la cruz roja sobre el pecho. Y Alvarado fundó la capital de Guatemala el 25 de julio de 1524 bajo la advocación de Santiago, a consecuencia de una visión que tuvieron sus tropas en las faldas del volcán de Agua. Carlos V concedió a la ciudad fundada el escudo que aún hoy ostenta, formado por "tres montes altos y en medio del volcán de Fuego y en lo alto el apóstol Santiago del modo que apareció en Clavijo". Es de notar la referencia a la célebre batalla de la reconquista cristiana, base de toda la devoción a Santiago, y su sentido de continuidad en las gesta española en América. Se trata del verdadero patrón de España.
Aquella primera ciudad de Guatemala fue destruida por el volcán de Agua, pero Santiago no perdió su patronato y hoy perdura el recuerdo en el nombre del museo que recoge todo lo que quedó. Se llama "Museo de Santiago" y se encuentra en La Antigua, una de las más bellas ciudades de Guatemala y su segunda capital.

SANTIAGO EN EL PERÚ
En el otro virreinato americano, Perú, existen también numerosos testimonios y descripciones de la intervención del apóstol Santiago en la defensa y protección de los españoles. La más brillante y extraordinaria sucedió el año 1537. Lo cuenta el inca Garcilaso de la Vega en sus interesantísimas páginas históricas y comentarios. Se hallaban los españoles cercados en la Plaza del Cuzco tras la insurrección de Manco Capac. La proporción de la lucha no podía ser más desigual: uno por mil. La derrota parecía inminente. A los españoles les fallaban las fuerzas. He aquí la descripción de la intervención sobrenatural: "A esta hora y en tal necesidad fue Nuestro Señor servido favorecer a sus fieles con la presencia del bienaventurado apóstol Santiago, patrón de España, que apareció visiblemente delante de los españoles, que lo vieron ellos y los indios, encima de un hermoso caballo blanco, embrazada una adarga y en ella su divisa de la Orden militar y en la mano derecha una espada que parecía relámpago según el resplandor que daba de sí. Los indios se espantaron de ver al nuevo caballero y unos a otros decían: ¿Quién es aquel
viracocha (Dios) que tiene la yllapa en la mano? (Yllapa significa relámpago, trueno y rayo). Donde quiera que el santo acometía huían los infieles como perdidos y desatinados, ahogábanse unos a otros huyendo de aquella maravilla". Parece que fue a partir de esta intervención sobrenatural el hecho de que Santiago se venere en todas las iglesias peruanas y posean imágenes del apóstol. Todavía en el siglo XVIII, en el día de la fiesta de Santiago, los incas nobles del Cuzco sacaban la bandera real en señal de admiración y reconocimiento.La devoción a Santiago en el Perú llegó a ser tan íntima y familiar que numerosas anécdotas se cuentan sobre las cosas más curiosas. Ricardo Palma, en sus "Tradiciones Peruanas", narra la promesa que el español Marcos Saravia hizo al apóstol Santiago en la batalla de Chupas, en el año 1542, episodio de las guerras civiles del Perú: si salía con vida, haría a Santiago donación de un caballo. Llegada la hora de cumplir, entregó a la iglesia únicamente la cantidad de cuatrocientos pesos, que era la mitad del valor real de un caballo. Al cabalgar de nuevo para salir de la iglesia, su caballo quedó materialmente clavado en el suelo y no podía andar. Y Saravia no tuvo más remedio que volver a depositar sobre el altar los otros cuatrocientos pesos, al tiempo que decía familiarmente a la imagen del santo: "¡Ah!, picaronazo, no hay quien te la juegue."

SANTIAGO EN CHILE
la ciudad de Santiago, capital de Chile, es la más importante de cuantas llevan el nombre del apóstol. Fue fundada el 24 de febrero de 1541 por los españoles que conquistaron aquellas tierras. El propio capitán Pedro Valdivia atribuía la conquista a una intervención divina: "Dios nos tiene de su mano y se sirve de nosotros en la conquista y perpetuación de esta tierra". En sus cartas al emperador Carlos V menciona la intervención sobrenatural de Santiago como algo que vieron y contaron los indios, aunque él confiesa no dar demasiada importancia a sus habladurías. Los indios, sin embargo, juraban haber visto combatir a un hombre viejo vestido de blanco, a caballo, que les decía que huyeran ante los españoles... Pero es el cronista Mariño de Lobera quien recoge y transmite estas opiniones de los indios, al referir que, poco antes de la fundación de la ciudad de Santiago, se libró una tremenda batalla. Los indios estaban a punto de alcanzar la victoria y cuando, al parecer, lo tenían fácil, se retiraron sin aparente motivo. Al día siguiente, Valdivia mandó hacer averiguaciones y los indios confesaron haber visto venir por el aire "a un cristiano en un caballo blanco, con la espada en la mano desenvainada". Valdivia entonces presentó ante los indios prisioneros a sus caballeros más valientes y distinguidos en la batalla, Alonso de Monroy, el talaverano Francisco de Aguirre, Rodrigo de Quiroga y otros de aquellos recios capitanes invencibles, pero los indios "habiéndoles mirado muy despacio en particular a cada uno, se sonrieron como haciendo burlas de todos ellos, respecto de aquél que habían visto, que era hombre muy superior a todos ellos y que había hecho más que todos ellos juntos".

SANTIAGO EN PUERTO RICO
También en Puerto Rico está muy extendida la devoción y el folclore en torno a la figura de Santiago, especialmente en una aldea llamada Loiza. Al parecer, este nombre es corrupción de Luisa, una india cacica que murió en defensa de su amante español en uno de los ataques de los indos caribes. Puerto Rico, la hermosa isla, estaba poblada por indios tainos, que eran de condición pacífica, y a ella acudían los indios caribes de las Islas Vírgenes y las Antillas, muy belicosos y antropófagos. Los caribes hacía prisioneros en Puerto Rico y así proveían "su despensa". Los indios tainos puertorriqueños vieron en los españoles una excelente defensa contra los caribes antropófagos y sellaron con ellos amistad. No es extraño, pues, que los indios de Puerto Rico invocasen a Santiago como "Matacaribes", pues era el ser sobrenatural que favorecía a sus amigos los españoles...
De aquellas luchas se cuentan muchas anécdotas: "Aquellos ataques súbitos de los remeros caníbales dieron lugar a numerosos episodios, en uno de los cuales un caballero vizcaíno ensartó con su lanza a un caribe fugitivo, ya dentro del mar, pero vio cómo el indio moribundo le devolvía la muerte clavándole su dardo en las entrañas. En esos mismos combates se inmortalizó el perro llamado Becerrillo, tan buen combatiente que mereció la paga y los honores de un soldado" (E. La Orden Miracle).
Pues bien, los españoles levantaron una iglesia en honor a Santiago ("Matamoros" y "Matacaribes") como una especie de castillo defensivo junto al mar y celebraban su fiesta con las tradicionales Danzas de caballeros y de demonios. Todavía hoy puede admirarse el imponente espectáculo, bajo las palmeras y los flamboyanes de Loiza: los morenos y las morenitas de la isla pasean las imágenes de su patrón Santiago, mientras un gran número de ellos, disfrazados de diablos con cuernos y de caballeros con capa y espada, ejecutan las antiguas danzas de origen medieval, trasplantadas por los españoles junto con la devoción al apóstol protector.

SANTIAGO EN NICARAGUA
En Nicaragua Santiago es el patrón de las ciudades de León, antigua capital, y de Managua, la capital actual. pero la tradición más antigua y la devoción más sincera permanece en el pueblo de Jinotepe, situado en la comarca llamada "Los Pueblos", en una exuberante zona de frescas colinas cubiertas casi enteramente por árboles gigantes, los que dan sombra a los arbustos del café. Esta comarca es tenida por "el paraíso cafetalero de Nicaragua". Pues bien, su densa población mestiza celebra el 25 de julio de forma magnífica y muy curiosa la fiesta de su patrón Santiago, cuya imagen, según se cuenta, llegó milagrosamente a las cercanas costas a mediados del siglo XVII. He aquí cómo describe las ceremonias el historiador E. La Orden Miracle, testigo visual de las mismas: "El día de Santiago, en plena estación lluviosa del país, se realiza una curiosa procesión que llaman "El Tope", es decir, el encuentro de tres bienaventurados, Santiago, San Marcos y San Sebastián, que son patronos, respectivamente, de los pueblos vecinos de Jinotepe, San Marcos y Diriamba. "El Tope" tiene lugar en la aldehuela de Dolores -cuatro casitas de tejas en torno a una gran plaza de yerba-, en la que reúnen para la ocasión muchas docenas de jinetes camperos -allí los llaman "campistos"- y varios millares de hombres y mujeres. Mientras llegan los santos, se generaliza el baile. Al son agudo de las marimbas danzan por todas partes las parejas mestizas, quizá algunas de ellas indias puras, vestidas con trajes de colores que tienen mucho de mexicano y de español. El baile más llamativo es el de los "inditos", un grupo de mozallones ataviados de modo singular, con capas cortas y calzones a media rodilla, con tiaras de espejos y abalorios y con máscaras blancas de ojos verdes. ¿Por qué tienen esas máscaras bigotes rubios y qué hacen esos chiquillos de atuendo similar? Es evidente que esos indios representan a los caballeros españoles, cuyos yelmos brillaban al sol, y que los niños son sus escuderos. Tejen una danza antigua de mucho donaire, interrumpida por ininteligibles tiradas de versos, como si no se dieran cuenta de que, sin ser invitada, está bailando en medio de ellos la muerte. La muerte es ese espantajo vestido de blanco, con las líneas del esqueleto pintadas sobre su máscara y su camisón, que salta entre los bailarines blandiendo unas enormes tijeras, como si estuviera cortando en el aire los hilos de sus vidas. le rogué a la muerte que se para un momento para hacerle una fotografía y accedió. Abrió sus grandes tijeras en ese instante junto al más rubio y apuesto de los caballeros españoles. ¿Qué fraile misionero se inventaría esta danza, más útil apostólicamente que un sermón de campanillas? En las danzas de la muerte medievales, para dar buen ejemplo al pueblo fiel, los reyes y los emperadores, los papas y los obispos eran segados por la guadaña fatal. Allí se da a entender que los capitanes rinden su espíritu delante de los indios. Es una lección de catecismo sin igual. un sacerdote dice la misa en la puerta de la ermita, mientras se hace un silencio milagroso, interrumpido solamente por los relinchos de los caballos pequeños y ágiles, nietos de aquellos andaluces que los conquistadores llevaron allí. La paz se rompe al ite missa est, aunque ahora se diga "podéis ir en paz". Cada jinete saca su pistola y dispara al aire varios cargadores, cuyos secos estampidos se unen al retumbar de los cohetes para formar un estrépito fenomenal. Es la llamada "balasera", pronunciada con ese en vez de ce. Cuando se acaban los tiros y enmudecen las marimbas y los danzantes se toman un sueño reparador, quizá ayudados por el alcohol, los tres santos se van a Jinotepe. Están una semana juntos, hablando de sus cosas, entre los cirios de la iglesia, y se dicen adiós hasta el próximo tope".
Otras muchas iglesias y aldeas de Nicaragua veneran al Señor Santiago y le tiene por abogado y patrón. Especialmente le son devotos los indígenas. En Nagarote, un pequeño poblado situado en el viejo camino entre Managua y León, que era la ruta de los primeros españoles, hay una iglesia que conserva dos imágenes de Santiago: una de ellas, moderna, fue regalada por el Jefe del Estado español en 1951, pero la otra es muy antigua y se conserva en una urna de cristal. Esta antigua imagen es de las llamadas "de vestir" y se adorna muy ricamente el día de su fiesta (25 de julio), con vestido de uniforme moderno, de paño azul, gorra de plato, cordones dorados, zapatos negros y un auténtico sable de caballería, y así recorre las calles del pueblo montada sobre un caballo de verdad.

SANTIAGO EN ARGENTINA
Hasta Argentina, en los años cruciales de la conquista y primeras fundaciones, llegó la devoción y la cultura de Santiago de los Españoles. Concretamente su nombre ha quedado en la que se tiene por la ciudad-madre,
Santiago del Estero, fundación de uno de los más ilustres y valientes conquistadores de América, Francisco de Aguirre, nacido en Talavera de la Reina. Este gran talaverano estableció la definitiva fundación de la ciudad con el nombre de Santiago del Estero, precisamente el día 25 de julio de 1553. Desde entonces el apóstol Santiago fue protector de una amplísima comarca cuyos primeros pobladores pasaron penurias sin cuento. Cercados, a veces por espacio de varios meses, por las tribus indias vecinas, llegaron a comer cigarras, langostas, yerbas, raíces, cardones, pieles de animales, y se vestían con cueros de venados crudos, cuando no "sacaban una cabuya a manera de esparto de unos cardones y espinos a puro trabajo de manos, de que, hilándolo, hacían camisas que podían servir de cilicio...", ha escrito su historiador Roberto Levillier.
Pero Santiago del Estero fue organizando las comarcas y tierras de alrededor y de ella salieron las expediciones que fundaron las principales ciudades de Argentina: Londres, Córdoba, San Miguel de Tucumán, Santa Fe, Salta, San Juan de Álava, La Rioja, Madrid, Jujuy... y Buenos Aires. Todas las expediciones portaban el invencible pendón de Santiago, advocación de la ciudad-madre, Santiago del Estero.
En 1572 se crea el obispado de Tucumán y Santiago es sede por mandato del Papa Pío V.
El 19 de febrero de 1577, por real provisión, Felipe II hizo merced a la ciudad de título de noble y de que "tenga por sus armas conocidas un escudo y en él un castillo y tres veneras y un río". El 22 de marzo el mismo rey la proclamó Ciudad y Capital de Tucumán.
A partir de 1586, bajo la Gobernación de don Juan Ramírez de Velasco, se inicia un período de prosperidad al que se suma un trato humanizado al indígena que empieza a ser asimilado y cristianizado. En 1605 se funda la catedral, que sufrirá diversas reconstrucciones y remodelaciones, y en ella preside hasta nuestros días la imagen del Señor Santiago, Santiago de los Españoles, verdadero protector de España y América.

EPÍLOGO
Quiero cerrar este breve estudio con una referencia al hombre que más ha hecho en los últimos años por la figura del apóstol Santiago y todo lo que este nombre significa. Me refiero a Juan pable II, el actual Papa de la Iglesia Católica. Juan Pablo II acudió a Santiago de Compostela en 1982. Ello no fue accidental o un mero gusto personal del Pontífice. La visita respondió a las íntimas convicciones europeístas de Juan Pablo II. Rescatar el simbolismo de Santiago es imprescindible, piensa el Papa, para que Europa se reencuentre con las raíces espirituales de su historia. Las cosas de este mundo no deben ser un fin sino un medio. Lo que importa es la trascendencia y la eternidad. Este es el gran mensaje de la historia de Europa, la razón del sinvivir español y la esperanza del futuro del mundo y del universo.
Recordemos las palabras de Juan Pablo II aquel día 9 de noviembre de 1982 en Santiago de Compostela: "Yo, Juan Pablo II, hijo de la nación polaca, que se ha considerado siempre europea por sus orígenes, tradiciones, cultura y relaciones vitales; eslava entre los latinos y latina entre los eslavos; yo, sucesor de Pedro en la sede de Roma, una sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del Cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes, aviva tus raíces...".

BIBLIOGRAFÍA
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