Ediición nº 13 - Octubre/ diciembre de 2010

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El aniversario de expulsión de los moriscos

RECORDAR A LOS MORISCOS CUANDO SE TERMINA EL ANIVERSARIO DE SU EXPULSION


Laura López-Ayllón


Los tiempos cambian, eso es seguro, pero cuando analizamos la expulsión de los gitanos que está llevando a cabo Francia, pocos españoles conocen o recuerdan que España expulsó sin paliativos a los moriscos, que en su mayoría ya se habían convertido al cristianismo por Real Decreto, mientras a los judíos se les ofreció la posibilidad de quedarse si se convertían al cristianismo.

Los musulmanes que permanecieron en los territorios conquistados desde el siglo XI fueron llamados moros en Castilla o “sarraïns” en Cataluña, sólo en el siglo XVI aparecerá el término mudéjar para designar a los que vivían en territorio cristiano y que fueron apoyados para que se quedaran y con ello evitaran la despoblación. Los reyes y señores les ofrecieron en un principio una serie de derechos como el reconocimiento de su religión, su sistema legal y sus rasgos culturales como la lengua, los vestidos o las fiestas. Todo ello a condición de aceptar el sometimiento a los nuevos señores, de no hacer proselitismo entre los cristianos y de pagar una serie de impuestos.

Tras la conquista de Granada, contaron con el apoyo de fray Hernando de Talavera, que intentó comprender su religión, pero poco después Cisneros decidió “estimular” la conversión mediante dádivas, favorecimiento de las herencias a lo hijos que se hubiesen convertido o la eliminación de sus rasgos distintivos. Promovió asimismo la quema de libros y manuscritos árabes requisados en toda la ciudad de Granada que fueron quemados en la Puerta de Bibarrambla así como los bautizos forzosos.

Los primeros autores como Jaime Bleda o Pedro Aznar Cardona se negaban a considerar la posibilidad de que el morisco fuera un ser capaz de asimilarse a la sociedad española y abogaban por una solución final y el obispo de Segorbe, Martín de Salvatierra, abogó por la castración de todos los varones adultos jóvenes o el hundimiento de los barcos cargados de moriscos.

Algunos, aunque los menos, sugirieron acciones evangelizadoras entre los grupos dirigentes de moriscos, de modo que facilitaran la inserción de los cristianos nuevos moriscos en la sociedad cristiana vieja., pero a lo largo del siglo que precedió a la expulsión se uso especial hincapié en una evangelización que conllevaba la disolución de la cultura árabe.

Especial mención merece la figura del conocido Mancebo de Arévalo, pues junto a sus entrevistas de nobles moriscos de Granada, ancianas conocedoras del saber islámico etc, habla también de los judíos que le abren su casa o con los monjes que defendían a ultranza a los moriscos.

La sociedad cristiana les negaba el ascenso social y, aunque su situación era muy diferente según el lugar donde habitaban, se les consideraban “quintacolumnistas” por su presunta relación con los piratas árabes del Mediterráneo.

Las medidas del Sínodo Provincial de los obispos de Granada de 1565, en las que se prohibían todos los aspectos de la cultura morisca como baños, nombres, vestidos, zambras, esclavos, lengua y ceremonias , provocó la protesta y defensa de un noble anciano morisco, Francisco Núñez Muley, antiguo paje de Hernando de Talavera, y poco después la sublevación de un noble morisco, Fernando de Córdoba y Valor, que fue reconocido como rey y adoptó el nombre de Aben Humeya.

Fracasada la rebelión, en 1570, unos 50.000 moriscos tuvieron que salir camino de otros territorios peninsulares, pero unos 30.000 perecieron durante el viaje.

Tras el bando de expulsión, en Valencia se les dio tres días para dirigirse al punto de embarque y sólo se permitió a los nobles elegir a seis familias con hijos solteros para instruir a los repobladores. También pudieron permanecer los niños menores de cuatro años si los padres así lo decidían los padres y en los casos de matrimonio mixtos dependía pues si el marido era cristiano viejo y la mujer morisca podían quedarse con los niños menores de seis años, pero, si al contrario, el morisco era el padre, la madre se quedaba con los hijos pequeños y el padre partía con los hijos.

De Valencia salieron en total unos 116.000 moriscos y sólo tuvieron lugar dos rebeliones, una en la Muela de Cortés, que arrojaban piedras de molino ensartadas en troncos, mientras que algunas mujeres se despañaban en la montaña con sus hijos en brazos, y en la Marina Alta (Jalón).Se calcula que unos 1.500 moriscos murieron por enfermedad o inanición antes de poder subir a los barcos.

Se ha podido saber que más de 18.000 moriscos andaluces abandonaron España por Sevilla y 13.000 por Málaga, mientras que unos 50.000 de Castilla salieron por Irún. En Cataluña existían unos 6.000 y muchos se salvaron gracias a la intervención del Obispo de Tortosa.

El caso de Aragón, donde vivían unos 60.000 apoyados en su mayoría por los nobles, algunos salieron antes de la expulsión y gran parte de ellos lo hizo por Canfranc y Roncesvalles, y también por el puerto de los Alfaques.

Las consecuencias económicas de la expulsión de los moriscos, -agricultores, artesanos, arrieros-, fueron considerables, no sólo por el abandono de las tierras de cultivo sino también por la falta de artesanos y se contrajeron los sistemas de producción y la economía en general.

Los destinos principales a los que se dirigieron, tras muchas dificultades en algunos casos, fueron el norte de Africa y Turquía, aunque otros salieron hacia Francia y después al norte de Africa. Existieron también casos como el de Alonso de Lopez, que acabó como agente de Richelieu o de Ahmad al-Hacharí que desempeñó un papel relevante en Marruecos. En Tunez la herencia morisca forma hoy una parte de la identidad nacional tunecina.














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El antifonario mozárabe de la catedral de León

UNA J OYA DE LA MUSICA MEDIEVAL: EL ANTIFONARIO MOZÁRABE DE LA CATEDRAL DE LEON

Laura López-Ayllón

Los resultados de un Symposio que se celebrará en marzo pueden certificar que un Antifonario que guarda la Catedral León, 306 folios de pergamino de 365 por 270 centímetros, puede convertirse en la primera obra polifónica del mundo si se prueba que la palabra Organum del margen izquierdo del pergamino 229 significa segunda voz.

Existen muy pocos restos de obras musicales anteriores al canto gregoriano y en concreto el Antifonario de la Catedral de León, único que se ha conservado completo, fue copiado el año 1069, pero una nota en el folio 25 dice que fue copiado de otro de la época del rey Wamba el año 672.

El Antifonario, escrito por el abad Totmundo en el monasterio leonés de San Cipriano del Condado y está dedicado al abad Ikilla, luego Obispo de León, contiene antífonas cantadas en las fiestas del ciclo litúrgico y de los santos y es el único completo pues de los otros, como los de Silos, San Juan de la Peña o San Zoilo de Carrión, sólo se han conservado fragmentos.

El Antifonario de la Catedral de León contiene notas musicales (neumas) sin pentagrama en letra visigótica todavía por descifrar y las ilustraciones que lo acompañan son de la vida de Jesús. Está previsto que el Antifonario sea ahora digitalizado y forme parte del Portal de Archivos Españoles (Pares) y a través de él, entre en la Red Temática de Patrimonio Cultural y Científico de Europa (Europeana).

Los cantos mozárabes son de gran belleza y su expresión musical fue sustituida tras la llegada de los monjes de Cluny y se puede incluso observar como en algunos de los textos musicales conservados las neuma fueron cuidadosamente borradas y sustituidas por la notación de puntos.

El Simposio del próximo mes de marzo estudiará el proceso creativo de los cantos litúrgicos cristianos, que son fundamentales para conocer el desarrollo de la cultura europea. En él participaran expertos internacionales en música como David Hiley, y nacionales como Ismael Fernandez de la Cuesta y Samuel Rubio.

La catedral de León contiene asimismo otros documentos excepcionales de la Edad Media como la Biblia Mozárabe, el Libro de las Estampas o el Palimpesto, que recoge con caracteres de los siglos VI al X la Lex Romana Visigotorum. También contiene el conocido como “Documento de los quesos” que utiliza por primera vez la lengua romance.















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