Ediición nº 15- Abril Junio de 2011

La conquista del Imperio Inca

Los últimos días de los Incas, Kim Macquarrie, La Esfera de los Libros, 536 pps.

LA CONQUISTA DEL IMPERIO INCA

Laura López Ayllón
La reciente aparición del libro “Los últimos días de los incas”, de Kim Macquarrie, nos acerca a algunos aspectos que quizá convenga recordar, pues ha estudiado a fondo las fuentes existentes.

Además de revisar las fuentes, Macquarrie nos cuenta como un grupo de españoles, no soldados profesionales sino aventureros en busca de un negocio que les permitiera una vida sin trabajar a su vuelta, pudieron dominar al imperio inca.

Los jinetes españoles, nos cuenta, contaban como ya sabemos con los caballos, los arcabuces y los cañones y se protegían con yelmos, armaduras y mallas de acero. Llevaban adarga y sus escudos eran grandes y estaban hechos de cuero montado sobre una estructura de madera y sus caballos contaban con la protección de unas gruesas almohadillas de algodón. Si eran soldados llevaban escudos de madera de más de medio metro.

Los incas los vieron como a dioses o viracochas porque un jinete montado y con armadura, con lanza y escudo, era para los indígenas, según Macquarrie, como unos tanques móviles, montados en una plataforma desde la que manejaban la espada con precisión.

Frente a ellos las armas de los incas eran de bronce, cobre y piedra y estaban diseñadas para el combate cuerpo a cuerpo. La más célebre, conocida por los españoles como porra, era un largo palo de madera con una bola de cobre o una piedra en el extremo y cinco seis pinchos. También tenían hachas diseñadas para romper huesos. Usaban lanzas con puntas de cobre, bronce o madera afilada, disparaban dardos con puntas de madera o hueso y su armas más peligrosa era la honda, llamada warak´a fabricada con lana u otras fibras.

¿QUIENES ERAN LOS INCAS?

Etnia relativamente pequeña nacida en Cuzco y que entre 1.200 y 1.400 consolidaron su poder y crearon un estado bien por conquista o por matrimonio. A comienzos del siglo XV lanzaron campañas militares y conquistaron tribus de los Andes y del litoral. En un periodo de sesenta años con sus habilidades marciales y organizativas transformaron su recinto de 160 kilómetros de diámetro en un imperio inmenso de miles de kilómetros.

Conforme fue ampliando su extensión con la asimilación de la cultura mochica fue creando lo que puede considerarse como una nueva sociedad, un orden social complejo basado en la división entre gobernantes y cultivadores de alimentos. Las élites minoritarias comenzaron a hacerse con el control de las grandes masas.

En esa expansión hubo un hombre clave llamado Cusi Yupanqui que tomó el nombre de Pachacuti “agitador de la tierra” y tras derrocar a su padre, reestructuró a fondo el reino inca y, con su hijo Tupac Inca, lo amplió casi dos mil kilómetros hacia el sur. En esta nueva situación, los campesinos eran como una nueva cosecha, pues exigían un tributo sobre su trabajo.

Cuando heredó el trono Huayna Capac, la élite inca –unos 100.000- mandaba a unos diez millones de habitantes, pero le alcanzó la viruela, una enfermedad que vino del norte y le atacó a él y a su hijo mayor. Esta y otras muchas enfermedades desconocidas hasta entonces las habían traído los europeos en el segundo viaje de Cristobal Colón.

La tradición inca establecía la sucesión de padre a hijo, pero el emperador contaba con muchas esposas y no existía la primogenitura, por lo que se establecía la lucha entre los diversos hijos. En este caso lucharon dos de sus hijos, Huascar el que fue coronado como emperador en Cuzco y su hermanastro Atahualpa.

Huascar y Atahualpa eran de panaqas o clanes familiares distintos, estaban acostumbrados a combatir por el poder y además si Huascar era lo que hoy calificaríamos de “vividor”, otro se interesaba por la actividad militar y si uno lideraba el ejército profesional otro se vio obligado a reclutar un ejército de indígenas. Ganó Atahualpa tras una guerra civil en la que pudo verse la dureza de Atahualpa cuando hizo una copa dorada con la cabeza del general Atoq (el zorro).

En el transcurso de la guerra las tropas de Atahualpa asesinaron a toda la familia de su hermano e incluso sacaron los fetos de las embarazadas para atarlos a sus piernas. A su hermano Huascar Cuando capturó a su hermano Huascar lo maltrataron dándole comida podrida y excrementos de llama hasta que fue luego asesinado y tirado a un río.

Fue al final de esta guerra civil entre hermanos cuando llegaron los extranjeros (Pizarro y sus hombres), hombres barbudos y con mucho pelo que traían animales enormes (caballos) desconocidos en el territorio y contaban con palos de los que salían truenos y nubes de humo(arcabuces).

Las noticias de los sucesos de la guerra llegaron pronto porque los incas contaban con un magnifico sistema de información basado en el relevo de mensajeros o chasquis, con los que las noticias recorrían muy rápidamente el territorio.

ALGUNOS PERSONAJES DE LA HISTORIA

FRANCISCO PIZARRO

Hijo ilegítimo del capitán Gonzalo Pizarro el Largo, frecuentó en su infancia la casa de su abuelo, un hidalgo pobre de Trujillo, ciudad entonces pequeña y dividida en tres barrios en los que vivían los distintos sectores s sociales, pero nunca aprendió a leer y escribir. Físicamente era espigado, vigoroso y lleno de energía, además de corpulento, barbudo y arrogante, con mejillas huesudas y fina barba.

Como jinete, aunque todos sabemos la importancia de los caballos en la conquista del Perú, no era buen jinete, por lo que siempre prefirió luchar a pie. Nos cuentan también que era reservado, taciturno, valiente, firme y ambicioso, astuto y diplomático, así como capaz de actuar con brutalidad.

Pizarro creció en la periferia de la ciudad, en los arrabales, donde vivía su madre, una criada común, y sufrió durante sus primeros años su condición de ilegítimo, a pesar de ser el mayor de los cuatro hijos legítimos de su padre. A estos hermanos, Hernando, Juan y Gonzalo, los llevó a Perú junto con Francisco Martín, hijo de su madre.

Kim MacQuarrie nos pone de manifiesto que los conquistadores no eran , como tanto se ha dicho, soldados profesionales, sino que las tripulaciones de los barcos que salieron hacia el Nuevo Mundo eran una muestra representativa de la sociedad española, pues eran zapateros, sastres, notarios, carpinteros…, hasta músicos y todos ellos con poca experiencia como soldados profesionales.

El salario de un marinero español en 1530 era de 50 o 60 ducados al año, es decir, que equivale a media libra de oro y con cuatro libras de oro podía comprarse una carabela. Diez libras de oro podían cambiarse por 1.200 ducados que equivalían de veinte años de trabajo en el mar. Es decir, el objetivo era asegurarse el futuro sin trabajar, como ocurría en la sociedad española.

Al parecer la costumbre era formar entre varios una compañía o empresa entre varios reflejada ante notario.

ATAHUALPA

Al parecer según los cronistas (desgraciadamente no existe prácticamente la versión inca) Atahualpa era apuesto y algo grueso. Hablaba como un gran señor y tenía la piel de color cobrizo, los pómulos marcados, los ojos oscuros y la nariz aguileña.

Se desplazaba en una litera llevada por porteadores. Era una elegante estructura de madera montada sobre dos largas vigas, con asiento y cojines y con una pérgola para resguardar del sol. Llevaba una corona y un collar de grandes esmeraldas. En su encuentro con los españoles llevaba una túnica y un mantón de suave lana de vicuña. Su bandera real era un estandarte de tela que se exponía siempre que el Emperador estaba presente.

El imperio inca era una monarquía teocrática y del emperador dependía no sólo la justicia, la intervención divina, la riqueza, los títulos, el estatus, el alimento y la bebida sino también la vida y la muerte. Todo lo que había tocado se guardaba en unos baules, caso de los huesos de su comida o de la ropa que había usado, para ser quemado más tarde, porque, según explicaron, todo lo que hubieran tocado los hijos del sol debía ser quemado cada año, reducido a cenizas y tirado al aire.









LOS WARI PRECURSORES DE LOS INCAS

EL DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA DEL SEÑOR DE VILCABAMBA NOS RECUERDA LA HISTORIA DE LOS WARI, PUEBLO QUE ALGUNOS COMPARAN CON LOS ESTRUCTOS, PRECEDENTES VENCIDOS POR LOS ROMANOS

Además de los Wari, los incas sojuzgaron también a los mochicas,(el señor de sipan y la cerámica erótica) chimúes (la famosa estela de Raimondi), nazcas (famosos hoy por las famosas líneas de animales solo visibles desde el aire y trepanaciones), paracas (tejidos), chankas (piernas largas), chibchas, queshuas, tiahuanacos(arquitectura) o chachapoyas.

Al parecer los wari ya contaban con la red caminera, los sistemas hidráulicos, la alfarería y la industria textil y su cuna estuvo en Ayacucho.

Tras tres años de trabajo, un equipo de cuatro arqueólogos de la Universidad Nacional San Antonio Abad de ha llegado en la región de Cuzco a la tumba wari de un gran personaje, la primera intacta a la que se llega en los Andes.

La tumba tenía forma de D, como otras tumbas wari, estaba compuesta por 11 estructuras y correspondía a un personaje de 1,65 metros de altura que había gobernado entre el año 500 y 1.000 de nuestra era. Con este personaje habían sido enterrados otros tres varones. El señor fue enterrado con una máscara y una pechera de plata, una túnica de finas láminas de plata, y 647 cuentas de piedras semipreciosas y dos brazaletes de oro.