Ediición nº 15 - Abril/Junio de 2011
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Gerôme en el Museo Thyssen-Bornemisza
Un pintor academicista en el Museo Thyssen-Bornemisza: J. L. Gérôme
por Mª Dolores Gallardo López
EL ACADEMICISMO EN EL ARTE
En la Hª del Arte se llama Arte academicista o Academiscismo a una corriente artística que surgió con posterioridad al llamado Neoclasicismo.
El Arte academicista se desarrolló en el siglo XIX especialmente en Francia y respondía a los ideales de la Academia de Bellas Artes de París y al gusto de la alta burguesía.
La utilización que hace de los recursos artísticos tradicionales, como al tratamiento de la luz, el color, la perspectiva, el dibujo, etc., responde a las normas establecidas por la Academia.
Las obras llamadas academicistas suelen ser de extraordinaria perfección técnica.
El Academicismo huye de los aspectos desagradables de la realidad y del realismo naturalista.
Al igual que en los pintores neoclásicos, entre los temas elegidos eran frecuentes las escenas religiosas extraídas de la Biblia o de la vida de los santos y en los temas profanos preferían asuntos históricos o heroicos-mitológicos relacionados la antigüedad clásica. También un escape al exotismo oriental, como muestran muchas obras de grandes pintores neoclásicos, como Ingres o academicistas, como Gérôme.
Jean Léon Gérôme (1824-1904) ocupa un lugar destacado entre los pintores franceses academicistas aunque en realidad, como veremos, no fue especialmente ortodoxo en sus obras de contexto histórico.
LA EXPOSICIÓN DE J. L. GÉRÔME EN EL PALACIO DE VILLAHERMOSA
El museo Thyssen-Bornemisza acaba de inaugurar una exposición-homenaje al pintor, que consta de 57 obras. Este homenaje se debe a la labor de investigación realizada en el Museo d'Orsay de París, organizador de la muestra y uno de los prestadores más importantes.
Lo expuesto en Madrid es una versión reducida -aunque están las piezas esenciales- de la que con gran éxito de público montó el Museo d'Orsay de París (recibió más de 300.000 visitantes) y fue exhibida el pasado año en el Museo Paul Getty de la ciudad de Los Ángeles.
La trayectoria del pintor se inició con apenas 16 años de edad en el taller de P. Delaroche. Él y J. A. Dominique Ingres fueron sus maestros. La estancia de un año en Italia lo acercó a los restos de la antigüedad griega y romana, que fueron de vital importancia en su obra.
Con una obra de corte neoclásico -La pelea de gallos- en la que seguía el gusto de Ingres y reinterpretaba la Antigüedad de una forma colorista, delicada y sensual, le proporcionó una medalla de tercera clase en el Salón Oficial de París de 1847.
J. L. Gérôme, fue uno de los artistas franceses más famosos en su época. También fue conocido desde 1859 en Estados Unidos, a través de Jean Joseph Ernest Theodore Gambart (octubre 12, 1814 a abril 12, 1902), un editor y distribuidor de arte nacido en Bélgica y afincado en Londres en 1840, primero para abrir una sucursal de la casa de impresión Goupil, mencionada anteriormente, y después por su cuenta. Consiguió dominar el mundo artístico en la mitad del siglo XIX.
Ernest Gambart llevó obras de artistas ingleses y franceses a la Nacional Academy, primera institución artística de N. York. Allí la pintura de Gérôme alcanzó altas cotizaciones: la primera vendida, Duelo después del baile de máscaras, lo hizo al precio de 2.500 dólares de la época.
Finalmente hay que indicar que J. L. Gérôme, que tanta fama alcanzó en vida, ha sufrido con posterioridad el olvido en Europa, precisamente por defender la pintura academicista, que ya languidecía, frente a los ataques de los pintores realistas e impresionistas. Esta exposición reivindica su figura.
La Historia y la Mitología como tema pictórico
En sus obras históricas la Antigüedad está frecuentemente presente, junto con el siglo XVII francés y la época de ambos Napoleones.
En esas obras el pintor entiende la historia como un espectáculo dramático e integra en ella al espectador, convirtiéndolo en testigo presencial de lo que muestra el cuadro.
En esta muestra están presentes, entre otras: La muerte de César; Ave Caesar, morituri te salutant, Pollice verso (Con el pulgar hacia abajo”: en el anfiteatro los espectadores, inmisericordes, piden con ese gesto la muerte de los gladiadores vencidos en la lucha); El siglo de Augusto: El nacimiento de Cristo (La caída del Imperio romano es el título que reza en el marco que rodea la obra): combinación del Nacimiento de Cristo, situado en primer término, con el homenaje que hacen a César Augusto las naciones conquistadas por Roma; El Gólgota, también llamado La Crucifixión; La última oración de los mártires: espeluznante visión de un grupo de cristianos en medio de la arena de un anfiteatro, en tanto que los leones, que los han de devorar, están saliendo por una compuerta; alrededor, los cuerpos de otros cristianos, atados a cruces, están empezando a arden en llamaradas. Otro cuadro paralelo, que muestra como queda todo después de la masacre -los cuerpos destrozados en jirones sanguinolentos, las antorchas humanas carbonizadas y los esclavos retirando a los leones- no ha sido traído para esta ocasión.
Muchas de las dramáticas imágenes de la antigüedad que presenta Gérôme nos resultan menos sorprendentes hoy día porque el cine de Hollywood nos ha mostrado frecuentemente temas similares en sus películas de romanos, pero en la época del pintor no lo eran. El dramatismo que transmitía a los espectadores era enorme.
Muchos cuadros suyos se hicieron famosos pues desde el año 1859 el editor e impresor A. Goupil (que después se convirtió en su suegro) hizo grabados y reproducciones fotográficas de la espectacular obra de Gérôme.
Entre las obras exhibidas en esta muestra está El rey Candaules, que relata la leyenda de este rey lidio, conocida desde los tiempos del historiador griego Herodoto de Halicarnaso (484-425 a.C.):
Candaules estaba casado con una hermosísima mujer. Un día, alabó extraordinariamente belleza de su esposa ante Giges, uno de sus colaboradores y al final, creyendo que Giges pensaba que exageraba, le propuso que una noche, escondido en la alcoba, la contemplara antes de que se acostara para que pudiera verla desnuda y juzgar así por sus propios ojos.
Así se hizo, pero ella se dio cuenta. Al día siguiente, la reina hizo llamar a Giges y le dijo que sólo tenía dos opciones: matar a Candaules por haberle permitido verla desnuda y, de paso, convertirse en nuevo rey con ella como reina, o morir. Finamente Giges decidió matar a Candaules.
En este cuadro observamos que el rey –que, según la leyenda, murió muy poco después- está en un lecho, el cual se encuentra dentro de una construcción arquitectónica sostenida por elegantes columnas, a manera de impresionante dosel. Esa obra presenta unas notables semejanzas en cuando a ejecución y temática con las versiones que Ingres, maestro de Gérôme, realizó de la leyenda de Antíoco y Estratonice, una de las cuales está incluida en la galería de fotos que incluimos.
El joven Antíoco, a punto de morir de amor por Estratonice, esposa de su padre, aparece casi oculto en el lecho, en tanto el médico le toma el pulso. El lecho está dentro de una construcción arquitectónica sostenida por columnas: aparentemente sirve de impresionante dosel.
Sin embargo -como demostró C. Delgado Linacero en su conferencia “La pintura mitológica de J. L. Dominique Ingres”, en el XVIII Seminario de Iconografía Clásica de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense– ese aparente dosel es en realidad un monumento funerario: Antíoco está a punto de morir, por eso la cama que pinta Ingres es casi un monumento fúnebre.
La Dra. Delgado Linacero estableció la similitud de la estructura arquitectónica que pinta Ingres en ese cuadro con diversos testimonios gráficos de monumentos funerarios de la antigüedad. Por gentileza suya, incluimos uno de ellos en la galería de fotos: un ánfora de la región de Apulia nada menos que…del siglo IV a. C. en el centro el lector puede ver un monumento funerario de características iguales a las que aparecen en el cuadro de Ingres.
En El Rey Candaules, Gérôme, como se puede observar, sigue con bastante fidelidad el modelo de su maestro.
También la Mitología ocupa un lugar, tanto en los cuadros como en la obra escultórica de Gérôme. Sirva de ejemplo entre los primeros Pigmalión y Galatea y entre los segundos la bellísima cabeza de Belona, la diosa itálica de la guerra.
Curioso resulta un cuadro de corte histórico que representa a Napoleón I en mitad del desierto contemplando absorto la efigie de Guiza, a unos veinte kms. del Cairo, en tanto su ejército se divisa a lo lejos. ¿Título de la obra? Edipo.
La temática oriental
Gérôme, quizás atraído por el romanticismo que en su época rodeaba el mundo árabe, realizó varios viajes a Egipto y a al Próximo Oriente. Justamente el considerable pago inicial que en 1852 recibió en por el encargo de Alfred Emilien, conde de Nieuwerkerke y superintendente de Bellas Artes a la corte de Napoleón III, para pintar un gran lienzo histórico, La Edad de Augusto de la pintura: el nacimiento de Cristo le permitió viajar en 1853 por primera vez a Constantinopla. Este sería el primero de varios viajes a Oriente: en 1854 hizo otro viaje a Turquía y las orillas del Danubio.
Producto de sus viajes a Oriente son sus numerosos y bellos cuadros de temática oriental: interiores de mezquitas, bailarinas, guerreros otomanos y toda suerte de temas.
Por la curiosidad que presente mencionamos en este grupo el titulado Mezquita El-Hasanein: en esta mezquita del Cairo, ante de la puerta, colgadas a la altura del dintel y sobre los escalones que dan acceso al interior, yacen las cercenadas cabezas de los jefes de los clanes rebeldes: la curiosidad reside en que algunas de esas cabezas son… retratos de los críticos del artista.
La escultura
Aunque pronto le interesó, no se consagró a ella hasta 1878 con el grupo escultórico Los gladiadores, inspirado en el grupo central del cuadro Pollice verso.
En la escultura se decanta por el policromatismo, retomando así la costumbre grecorromana, cosa que muy bien sabía el pintor: en esta muestra que nos presenta el museo Thyssen-Bornemisza, en su parte final, en las representaciones del taller, hay un pequeño cuadro que muestra la escena de un taller de la Antigüedad en el que una joven está pintando con fuertes colores diferentes copias de una pequeña escultura.
Nota: Aunque en la exposición del Museo Thyssen no aparece ningún cuadro con ese tema, también las corridas de toros inspiraron a J. L. Gérôme. ¿Sería también por exotismo? Para ilustración del lector incluyo en la galería de fotos uno de esos cuadros.