Ediición nº 15 - Abril/Junio de 2011

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN EL MUNDO DEL TORO


M. Dolores Gallardo López


Hoy día mundo el toro y lo que con él se relaciona sigue de actualidad.

Por un lado la pervivencia o no de las corridas de toros provoca apasionados debates. Ahí tenemos la reciente supresión de la fiesta en Cataluña o las aún más recientes manifestaciones antitaurinas en la ciudad de Méjico: el pasado mes de febrero los periódicos mostraron las imágenes de cientos de personas semi-desnudas, manchadas con “sangre” y sobre ellas unas ficticias banderillas.

Por otro lado, también el pasado febrero, el grupo de Desarrollo Rural del Medio Guadalquivir lanzó como destino turístico temático la Ruta Taurina del Guadalquivir, de Manolete a El Cordobés”, a fin de promocionar la economía de la región. La ruta recorre hermosos pueblos del valle del Guadalquivir relacionados con ambos toreros y está compuesta por monumentos, plazas de toros, espectáculos ecuestres, artesanía, gastronomía, yeguadas y ganaderías.

Finalmente el 8 de marzo ha saltado a la prensa que la Ministra de cultura, Sra. Sinde, va a pedir al ministerio de Economía que el i.v.a. de las entradas a las corridas de toros sea rebajado desde el 18% actual al 8%, como lo tienen las manifestaciones artístico-culturales. Es decir el reconocimiento público, a efectos económicos estatales, de que las corridas de toros son una manifestación cultural.

España junto con Portugal, el sur de Francia y algunos países de América latina –donde fue llevada por los españoles- son los únicos lugares del planeta en el persiste, muy modificada evidentemente, la antiquísima tradición de la tauromaquia.

En este artículo voy a hablar del buen hacer de dos personas que, desde ámbitos muy distintos, han tomado el peculiar mundo del toro como base para su trabajo: el magnífico escultor Venancio Banco y la profesora Cristina Delgado Linacero, estudiosa e investigadora del mundo del toro en la antigüedad.

EL MUNDO DEL TORO EN EL ESCULTOR VENANCIO BLANCO

Venancio Blanco es una de las grandes figuras del Arte español de la segunda mitad del siglo XX y de lo que va de este siglo. El pasado día 5 de febrero el escultor fue homenajeado en su taller madrileño por la Asociación Madrileña de Críticos de Arte. El lector encontrará el documento gráfico de ese acto en la galería de imágenes.

La mayor parte de la producción de V. Blanco es esencialmente figurativa -aunque la crea utilizando técnicas vanguardistas- y en ella hay varias vertientes importantes:

- El arte religioso. Con anterioridad a él estaba un tanto fosilizado y rutinario. Gracias a su obra se ha renovado y cobrado nueva vida, de manera que V. Blanco es el mayor escultor de arte sacro del momento. Este aspecto de su obra fue cumplidamente estudiado por el profesor J. M. Blázquez en “Grandes artistas españoles de finales del segundo milenio y el arte religioso”, Norba Arte, vol. XXVI, 2006, pp.209-211. En el año 2002 en la sede de la Fundación Mafre Estudios de Madrid se inauguró el Museo de Escultura Religiosa que lleva el nombre del escultor y que incluye una colección de piezas que, por encargo del Grupo Mafre, el artista concibió expresamente para dicho lugar.

- El flamenco.

- El mundo del caballo y el toro.

En contadas ocasiones la obra de V. Blanco podría clasificarse de abstracta: ello ocurre, por ejemplo, cuando su exquisita sensibilidad lo lleva a plasmar en bronce, su material de trabajo preferido, el contenido de obras musicales. Magnífico ejemplo de ello es su escultura “Novena sinfonía”, sobre la obra de Beethoven.

Inolvidable privilegio fue escuchar el pasado 5 de febrero al propio Venancio Blanco, en su taller madrileño, explicar a un grupo de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte –que con su presidente, D. Tomás Paredes, al frente fue a rendirle homenaje- el proceso de gestación de esa escultura y cómo las diferentes partes que la componen siguen los movimientos -e incluso los acordes- de la sinfonía, en tanto que su aparato de música un C.D. desgranaba las notas de la inmortal obra de Beethoven.

En este artículo voy a referirme solo a la faceta de V. Blanco vinculada al mundo del toro.

Nacido en tierras salmantinas, su escultura se relaciona frecuentemente con el campo, el toro y el caballo. Y es que la infancia de nuestro escultor transcurrió cerca de las ganaderías de Pérez Tabernero

Los temas taurinos son una de las líneas maestras de su producción, casi desde sus inicios: En la época en que vivió en Roma ya estaban incluidos entre sus preferencias.

De esos años iniciales el propio Venancio Blanco ha recomprado no hace mucho una de sus propias obras de temática taurina: muchos años atrás se la vendió, junto con otras, al actor Anthony Quinn, gran amante del arte y que fue durante toda su vida un gran coleccionista de la obra de nuestro escultor. A la muerte del actor algunas de las obras que integraban su colección artística fueron vendidas en subasta. V. Blanco se enteró que una de ellas era de su autoría y la compró. Ahora la exhibe con cariño en su amplio taller madrileño.

Entre sus numerosas obras sobre el mundo del toro cabe destacar el Homenaje a D. Juan Belmonte, instalada en Sevilla, mirando a coso taurino de la Maestranza, en plaza del Altozano, muy cerca del Puente de Triana, nombre con el que popularmente se conoce al oficialmente llamado “Puente de Isabel II”.

En el año 2004 participó en la Cátedra de Taurología de Córdoba con una exposición en la plaza de toros que recogía importantes piezas de su obra. Esa Cátedra intenta profundizar en las diversas facetas del mundo taurino.

El 29 de abril del 2006 en la madrileña Plaza de las Ventas -que celebraba su 75 aniversario- se inauguró una exposición de parte de la obra taurina de V. Blanco con el título “Taller de las tauromaquias”.

Finalmente añadir que como reconocimiento a su vinculación artística con el mundo del toro, en marzo del pasado año 2010 Venancio a Blanco fue premiado -junto con el torero José Tomás y otros personajes e instituciones- por la Asociación Taurina Parlamentaria. El acto tuvo lugar en el llamado salón de los “Pasos perdidos” del Senado y estuvo presidida por el Presidente de la Institución.

CRISTINA DELGADO LINACERO

La profesora Cristina Delgado Linacero es una gran experta en el mundo del toro en la antigüedad. Sus estudios e investigaciones han cuajado a lo largo de estos años en dos excelentes libros: El toro en el Mediterráneo, de 1996, y más recientemente en Juegos Taurinos en los albores de la Historia, aparecido en 2007.

Esta última obra se inicia describiendo al toro bravo y su posible procedencia: "El toro bravo, ese bello animal que campea entre encinas y prados por las dehesas de la península Ibérica, deriva, según opiniones bien autorizadas, de un vóbido de gran tamaño y potente encornadura”, pag.13.

Ese vóbido o Bos primigenius del que deriva nuestro actual toro bravo es el uro, de cuyo aspecto la autora ofrece varias posibles reconstrucciones en las páginas 17 y 18.

En esas reconstrucciones el lector puede ver las enormes similitudes que existen entre el primitivo uro y el actual toro de lidia, especie bien cuidada y alimentada en las dehesas que probablemente no existiría hoy día si no existieran las corridas de toros.

El libro ofrece un detallado análisis acerca del origen y desarrollo de los juegos taurinos desde su nacimiento en la Prehistoria hasta finales del Imperio romano. El último capítulo está dedicado a la península ibérica en la antigüedad.

La primera parte está dedicada a la prehistoria, a analizar e intentar comprender el planteamiento ideológico las imágenes bovinas del paleolítico que nos han llegado, especialmente las del paleolítico hispano-francés.

La segunda parte analiza el mundo de la caza y el entorno en el que cuajaron las primeras prácticas taurinas. Finaliza explicando el simbolismo del trofeo en las diferentes sociedades que han tenido juegos taurinos.

En la tercera parte se hace un extenso recorrido por los espectáculos de toros celebrados en diferentes pueblos: el Egipto faraónico; los juegos taurinos y las taurokathapsias de la isla de Creta con el influjo que tuvieron otros lugares del mar Egeo y en Próximo Oriente; el mundo romano. El capítulo final está destinado a los elementos taurinos de la península Ibérica en la antigüedad.

Con respecto a las actuales corridas de toros en el último capítulo (pag.272) indica la autora: “Los ancestrales rasgos, que se atisban en las corridas de toros españolas, sólo se pueden explicar volviendo la mirada a aquel pasado ya remoto y eclipsado por la noche de los tiempos. Préstamos de Mesopotamia y Egipto, de levante, de Chipre y Creta, así como de Grecia y Roma laten velados por el paso de los siglos tras los espectáculos taurinos. No puede ser casual su asociación con los ciclos agrarios, ni con las vírgenes o santos bajo cuyo patrocinio se acogen...Son huellas de un hilo conductor iniciado en los albores del hombre cazador, cuya secuencia evolutiva nunca se perdió”.